The Project Gutenberg EBook of Comedias inéditas, by Lope de Vega This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.org/license Title: Comedias inéditas Author: Lope de Vega Compilers: José Sancho Rayón Feliciano Ramírez de Arellano, marqués de la Fuensanta del Valle Release Date: April 24, 2018 [EBook #57035] Language: Spanish Character set encoding: UTF-8 *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK COMEDIAS INÉDITAS *** Produced by Josep Cols Canals, Ramon Pajares Box and the Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (This file was produced from images generously made available by The Internet Archive/Canadian Libraries)
[p. i]
COLECCION
DE
LIBROS ESPAÑOLES
RAROS Ó CURIOSOS.
TOMO SEXTO.
[p. iii]
COMEDIAS INÉDITAS
DE
FREY LOPE FÉLIX
DE VEGA CARPIO.
TOMO PRIMERO.
MADRID,
IMPRENTA Y ESTEREOTIPIA DE M. RIVADENEYRA,
calle del Duque de Osuna, núm. 3.
1873.
[p. iv]Las Comedias y Relacion contenidas en el presente volúmen son propiedad de sus Editores, quienes perseguirán ante la ley á los que las reimpriman sin su licencia.
[p. v]
El príncipe de nuestros poetas dramáticos, el escritor más fecundo en este género que ha existido en nacion alguna, no ha merecido todavía, aunque sea vergonzoso decirlo, una edicion completa de sus obras, por más que se hayan hecho esfuerzos laudables y acertados, publicando en diversos tiempos colecciones de las comedias de Lope de Vega[1];[p. vi] pero ninguna ha sido completa, y ni áun su vida, escrita con arreglo á documentos últimamente conocidos[2], ha visto tampoco la luz pública.
Los funestos efectos de esta incuria y apatía tradicionales en nosotros, pues que tampoco se ocupó mucho el mismo Lope de sus obras, no podian dejar de trascender desastrosamente al texto y conservacion de sus innumerables producciones; así es que de las mil y quinientas comedias que, segun el mismo Lope dice en su égloga á Claudio[3], habia escrito, ó de las mil y ochocientas que[p. vii] Montalvan[4] le atribuye, más de mil se han perdido por completo, hasta el pun[p. viii]to de no conocerse hoy ni áun sus títulos; y de aquellas, cuya lista inserta Lope en El Peregrino[5] citándolas como suyas, tambien han desaparecido más de ciento, quedando por lo tanto reducidas las obras dramáticas que del Fénix de los ingenios han llegado hasta nosotros, á cuatrocientas treinta y nueve, segun asegura el diligente bibliógrafo D. Cayetano de la Barrera[6]. Á evitar el que desaparezcan igualmente las que inéditas se conservan aún del gran escritor, es á lo que hoy se dirigen nuestros esfuerzos, dejando á personas más competentes y á plumas más hábiles el escribir la vida de Lope y editar sus obras completas.
Cuatro comedias inéditas contiene este primer tomo, cuya autenticidad irémos[p. ix] examinando por el mismo órden en que están impresas. En la parte veinte y dos de las comedias de Lope, impresa en Madrid, 1635, y en la veinte y cuatro apócrifa de Zaragoza, vió la luz pública una comedia como de este autor con el título de Amor, pleito y desafío, que era la de Ganar amigos, de Alarcon; y reivindicada por éste como suya, porque en efecto lo era, se creyó desde entónces que Lope no habia escrito ninguna con aquel título; siendo tan seguida y acreditada esta opinion, que hasta el mismo La Barrera, que expresa en su Catálogo existe autógrafo de Lope, de la comedia Amor, pleito y desafío, no esclarece esta cuestion; debiéndose al distinguido literato Sr. D. Luis Fernandez-Guerra[7] el haber puesto en claro, sin dejar lugar á dudas, el que si bien la comedia publicada por los poco escrupulosos editores del siglo XVII, con el título de Amor, pleito y desafío, es la misma que la de Ganar amigos, de Alarcon,[p. x] Lope escribió en efecto la comedia Amor, pleito y desafío, que se conserva inédita en la Biblioteca Nacional, y nosotros en ella la hemos buscado; y allí están escritos los tres actos de que consta, de mano de Lope y fechada y firmada de su puño y letra en 1621[8], conteniendo ademas la notable y concisa aprobacion y censura de Vargas Machuca, y la licencia para que se pudiese representar.
Pertenecia este apreciabilísimo autógrafo al Sr. D. Agustin Durán, y por su muerte lo adquirió por compra, con toda su librería, la ya citada Biblioteca Nacional, teniendo nosotros una verdadera satisfaccion en dar á la imprenta por vez primera esta comedia, tan original como interesante, á los doscientos cincuenta y un años de haberla escrito su autor.
Cinco años despues de haber compuesto Lope la anterior comedia, escribia la titulada Amor con vista, que no es acreedora ciertamente al desdeñoso [p. xi]olvido[9] en que se le ha dejado por todos los editores de nuestro gran dramático; pues, como verán nuestros lectores, no desmerece de otras comedias que escribió éste, y supera en mérito á muchas del mismo autor. El manuscrito, todo de su mano, y firmado tambien de su puño y letra, se conserva, con otras muchas del Fénix de los ingenios y de otros autores dramáticos, en la biblioteca del Excelentísimo Sr. Duque de Osuna, tan rica y abundante en esta clase de obras y en códices y manuscritos.
Si es exacta la fecha que, segun La Barrera[10], tiene el autógrafo que de La prueba de los amigos posee el señor don Salustiano Olózaga, y en el cual aparece que Lope la escribió en Toledo á 12 de Setiembre de 1602, debia esta comedia preceder á las dos anteriores; pero habiéndonos sido imposible verificar por nosotros mismos la exactitud de[p. xii] la cita, la publicamos en tercer lugar, pues no consta fecha alguna en la excelente copia que nos ha servido para la impresion, la cual fué del Sr. Durán y hoy pertenece á la Biblioteca Nacional.
Entre las comedias atribuidas á Lope, pero sin que pueda afirmarse con exactitud ser suya, se ha tenido hasta ahora la titulada Un pastoral albergue[11]. Nosotros, despues de haber examinado detenidamente el manuscrito, que procedente, como la anteriormente citada, de la librería del Sr. Durán, existe tambien en la Biblioteca Nacional, creemos que esta comedia es de tres ingenios, colaboracion bastante comun en aquel tiempo, y que uno de los coautores fué Lope de Vega; y en efecto, aunque no autógrafo el primer acto, tiene correcciones y enmiendas hechas por éste, notándose ademas que algunos claros que el copiante dejó sin escribir, ó por falta del original ó por no entenderlo, están escritos tambien de mano de Lope. No sucede lo[p. xiii] mismo con los dos actos siguientes, pues cada uno es de distinta letra, y en los que, á nuestro juicio, no se encuentra el debido enlace con el primero, advirtiéndose asimismo diferencias en el estilo y versificacion. De todos modos, siendo de Lope, como lo es, el primer acto, é inédita la comedia, hemos creido deberla incluir en nuestra coleccion.
Concluye el presente volúmen con una Relacion, tambien inédita, en que se describe con minuciosos detalles la representacion que tuvo lugar en Lerma el 3 de Noviembre de 1614, de la comedia de Lope, El premio de la hermosura, que se publicó en la parte diez y seis de las del mismo, impresa en Madrid en 1621, pero con notables é importantes variantes, como podrán ver nuestros lectores confrontando la comedia publicada con la explicacion que de su argumento se hace en la Relacion; y por esta circunstancia, y tambien por las curiosas noticias que en ella se contienen respecto á trajes, aparato escénico y personas que tomaron parte en la fiesta, nos ha parecido merece ver la luz pública. Forma parte esta Relacion, con[p. xiv] algunas otras, de un tomo manuscrito, propiedad nuestra.
Cumplimos con un deber de gratitud consignando aquí nuestro reconocimiento á los Sres. D. Juan Eugenio de Hartzenbusch y D. Mariano de Zabalburu: el primero, á quien tanto deben todos los que se dedican al estudio de nuestra literatura, no sólo nos concedió la debida autorizacion para copiar y confrontar, en la Biblioteca Nacional, los manuscritos de las comedias de Lope que hoy damos á luz, sino que ha estado siempre dispuesto á contestar á nuestras consultas y observaciones; y á nuestro buen amigo el Sr. de Zabalburu somos tambien deudores de igual deferencia y de haber copiado y confrontado la comedia Amor con vista, que, como hemos dicho, existe en la biblioteca de Osuna[12].
[p. xv]Sólo nos resta añadir que en el último volúmen de las comedias de Lope insertarémos un detenido juicio crítico de todas ellas, si las agitaciones que trabajan á nuestra infortunada patria permiten que el público siga favoreciendo, como hasta ahora, nuestra difícil y costosa empresa.
F. del V.
J. S. R.
[p. 1]
[p. 2]
PERSONAS.
D. ÁLVARO DE ROJAS.
D. JUAN DE PADILLA.
D. JUAN DE ARAGON.
EL REY DON ALFONSO.
DOÑA BEATRIZ.
DOÑA ANA.
D. ENRIQUE.
EL CONDE DE HARO.
D. PEDRO DE AVALOS.
MARTIN, escudero.
TELLO, criado.
FRANCISCO, criado.
SANCHO, criado.
LEONOR, criada.
[p. 3]
AMOR, PLEITO Y DESAFÍO.
DON ÁLVARO, anciano con un báculo.—DON JUAN DE PADILLA.
Pad.
Advierta vusiñoría...
Álv.
Yo no tengo que advertir.
Pad.
Pues ¿por qué no me ha de oir,
Por su honor y en cortesía?
Álv.
¿Sabeis que esta casa es mia?
Pad.
Sí señor.
Álv.
¿Sabeis quién soy?
Pad.
Sé que tan léjos estoy
De hacerle agravio, que apelo
De vuestro engañado celo,
Y justas quejas os doy.
Álv.
La que yo tengo de vos,
Don Juan de Padilla, fuera
[p. 4]Ménos grave cuando hubiera
La misma edad en los dos.
Pad.
Mi inocencia sabe Dios.
Álv.
Si el báculo fuera espada,
Ya estuviera castigada,
Padilla, vuestra malicia.
Pad.
Á ser vara de justicia,
Yo sé que oyera informada.
Álv.
Yo soy Rojas tan büeno
Como cuantos Dios crió.
Pad.
Lo mismo defiendo yo.
Álv.
Por lo ménos ya condeno,
Siendo de mi casa ajeno,
El hallaros en mi casa.
Pad.
¿Qué ley el respeto pasa?
Álv.
La ley santa de tener
Hija, que puedo temer
Que por su gusto se casa.
Pad.
Si yo supe que tenía
Unas reliquias, que son
Para el mal de corazon,
Y á pedírselas venía,
¿Qué afrenta ó descortesía
Hallais en la buena fe
Con que en vuestra casa entré?
Álv.
¿Reliquias para esos males
En casas tan principales?
Pad.
Pues, señor, ¿qué agravio fué?
Álv.
Allá por los monesterios
Se buscan las cosas santas,
[p. 5]Que en mi casa no habrá tantas
Para tan altos misterios;
Afrentas y vituperios
Hácense en las casas viles.
Pad.
Que tú mismo la aniquiles
Me ha causado admiracion.
Álv.
¡Qué buen mal de corazon!
¡Qué disculpas tan sutiles!
Aquí no se ha de venir
Por reliquias para él,
Por corazon sí, que en él
Puedo valor infundir;
Aquí se pueden pedir
Lanzas, paveses y espadas
De tantas guerras pasadas,
Que áun las hay, gracias á Dios,
Para mozos como vos,
Á buena mano enseñadas.
Pad.
De suerte estais enojado,
Que pienso que mi razon
No os dará satisfaccion.
Álv.
Pues ¿qué razon me habeis dado?
Pad.
Soy yo caballero honrado.
Álv.
Sois Padilla.
Pad.
Soy igual
Á vuestra sangre.
Álv.
Sois tal
Que podeis honrarme.
Pad.
Oid
Un gran remedio.
[p. 6]Álv.
Decid.
Pad.
Si habeis presumido mal...
Álv.
Ya os escucho.
Pad.
Dadme luégo
Por mujer á mi señora
Doña Beatriz. Si ella agora
Quiere admitir lo que os ruego,
Quedará todo en sosiego,
Y yo con ella casado.
Álv.
¡Buen remedio habeis hallado
Para el mal de corazon,
Si éstas las reliquias son
Que en mi casa habeis buscado!
Siendo quien soy, ¿cómo puedo,
Sin la licencia del Rey,
Pues el ser tan noble es ley
Por quien obligado quedo?
Pedídsela, y yo concedo
En que Beatriz vuestra sea,
Porque se temple ó se crea
Vuestro mal de corazon.
Pad.
Yo sé que en esta ocasion
El Rey mi aumento desea,
Que no ha tenido soldado
Que le sirva como yo.
Álv.
Id á hablarle.
Pad.
El cielo dió
Dulce fin á mi cuidado;
Agora á esos piés echado...
Álv.
Teneos, don Juan, que no es justo
[p. 7]Sin saber del Rey el gusto.
Pad.
Dios os guarde hasta que os den
nietos mis nietos.
(Váyase.)
Álv.
Qué bien;
Quitado se me ha el disgusto.
Bien es verdad que el pedir
Que hable al Rey achaque ha sido,
Que aunque es don Juan bien nacido
Y no se puede decir
Que es mejor ningun fidalgo
Y caballero en la córte,
Voy por diferente norte
Y de otra excusa me valgo.
Es pobre, y es el menor
De su casa, y en la mia
Bajeza pareceria,
Y más sospechando amor.
DOÑA BEATRIZ, su hija, Y LEONOR.
Beat.
Parece que es ido ya.
Leon.
Sí, señora, ya se fué.
Beat.
¿Cómo, Leonor, le hablaré,
Si tan enojado está?
Leon.
Finge que lo estás con él.
Beat.
Quisiera en esta ocasion
Relevar mi sujecion
De tu término cruel.
No sé si tu entendimiento
[p. 8]Tiene el valor que solia,
Pues ya tu honra y la mia
Pone en tanto detrimento.
¿Era don Juan de Padilla
Tan vil, ya que quiso entrar,
Que aquí no pudo tomar
Honestamente una silla?
¿Hasle visto alguna vez
Ni pasear mi ventana?
Que de una cosa tan llana
Yo quïero hacerte juez.
Pues si es ésta la primera,
¿Cómo le has reñido ansí?
Que se ofendiera de tí,
Si quien es don Juan no fuera;
¿Es bien que hablen de los dos
En palacio de este modo?
Álv.
Yo tendré culpa de todo,
Ríñeme tú, bien, por Dios.
Beat.
¿Era mucho que viniera
Por unas cartas aquí,
Que hoy á mi prima escribí,
Y esta visita me hiciera?
Álv.
¿Por cartas vino?
Beat.
Leonor,
Dí tú en esto la verdad.
Leon.
Y con cuánta honestidad,
Que yo se las dí, señor.
Álv.
Santa serás á mi cuenta,
Beatriz, si esas cartas son
[p. 9]Para el mal de corazon
De que don Juan se lamenta;
Por reliquias me decia
Que vino para este mal,
Tú por cartas; ¡oh qué igual
Disculpa, por vida mia!
Concertaos en disculparos,
Aunque ya no habrá ocasion.
Beat.
Tan ciertas entrambas son,
Que son los efectos claros.
Cuando las cartas le dí,
Unas reliquias me vió,
Lo que eran me preguntó,
Y, reliquias, respondí.
Díxome que padecia
En el corazon dolor,
¿Fué dárselas mucho error,
Ó fué justa cortesía?
Álv.
Dejará el mar de tener
Agua, el campo hierba y flores,
Primero que en sus errores
Falte disculpa á mujer.
Ahora bien, él te pidió,
Y yo al Rey le remití,
Estas reliquias le dí,
Que tambien las tengo yo.
Mas como en esta ocasion
Sin esta licencia venga,
Aunque más reliquias tenga,
Tendrá mal de corazon.
(Váyase.)
[p. 10]Beat.
Cogido nos ha en la liga.
Leon.
¿Para qué te disculpabas?
Beat.
Corrida estoy.
Leon.
Ya que dabas
Disculpa, á que no te obliga,
Pintárasle tu valor,
Discrecion y honestidad.
Beat.
No sabe tratar verdad
Cuando es verdadero amor,
Pero si de haber errado
Nace casarnos los dos,
Nunca, Leonor, me dé Dios
Suceso más acertado.
Leon.
¿Podréte pedir aquí
Que si te casas me des
Á su escudero?
Beat.
Despues
Hablaré á don Juan en tí.
Leon.
Tambien yo tengo por él
Cierto mal de corazon.
Beat.
Reliquias del cielo son,
Y amor veneno cruel.
No hay corazon descontento
Que no salga consolado
En poniéndole en el lado
Reliquias de casamiento.
(Váyanse.)
[p. 11]DON JUAN DE PADILLA.—MARTIN, escudero suyo.
Pad.
Yo tiemblo de hablar al Rey
En materia de casar,
Viniendo de pelear.
Mart.
¿Pues hay en el mundo ley
Que te lo puede estorbar?
Pad.
Por la guerra quise honrarme,
De que Alfonso tantas tiene;
Si la opinion me conviene
De ser soldado, el casarme
Mal á propósito viene.
Mart.
Ántes muy bien.
Pad.
¿De qué modo?
Mart.
Porque guerra y casamiento
Es un propio pensamiento,
Todo es guerra, y si lo es todo,
No sales del mismo intento.
Pero si por ser soldado,
Y gallardo capitan,
Con la opinion que te dan
La batalla del Salado
Y la toma de Almazan,
No quieres darle ocasion
Á que entienda que la espada
Cuelgas cuando va á Granada,
Oye un consejo, en razon
De tu vergüenza engañada:
Don Juan de Aragon, que priva
Con el Rey, se lo dirá,
[p. 12]Licencia el Rey te dará,
Que no está agora tan viva
La guerra.
Pad.
Harto viva está,
Pero yo le serviré
Casado, si el Rey quisiere,
Donde la jornada hiciere.
Mart.
Él viene.
Pad.
Y yo le hablaré.
Mart.
¿Dónde quieres que te espere?
Pad.
Aquí te puedes estar.
Mart.
Tiene don Juan de Aragon
Justa fama y opinion;
No puedes hombre buscar
De mayor satisfaccion;
Es gallardo caballero.
Pad.
Espero con su favor
Gozar de Beatriz.
Mart.
Leonor
Me mata, á tu sombra quiero
Casarme tambien, señor;
Basta el tiempo que he traido
Las armas, pues no me han dado
Oficio que haya intentado.
Pad.
El haberle merecido,
Martin, te le habrá quitado.
DON JUAN DE ARAGON.
Arag.
Yo le hablaré despues con mucho gusto.
[p. 13]Pad.
Por buen agüero tomo la respuesta
De lo que áun no sabeis, puesto que es justo.
Arag.
Mi voluntad su afecto os manifiesta.
Pad.
Si no teneis acaso por disgusto
Hablar al Rey, aunque es la causa honesta,
Quiero decir que es fácil, hoy querria
Le hablásedes por mí y en cosa mia.
Arag.
Ya, don Juan de Padilla, estaréis cierto
Del deseo que tengo de serviros.
Pad.
Siempre me haceis merced, y así os advierto,
Sin que de nuevo intente persuadiros,
Que trato de casarme, y que el concierto,
Despues de muchas ánsias y suspiros,
Hoy hice con el padre de mi dama.
Arag.
No hay otro mayor bien para quien ama.
Pad.
Sois tan galan, que os hablo en mis congojas.
Finalmente licencia del Rey falta,
Esta pide don Álvaro de Rojas,
Mirad si es prenda generosa y alta.
Podréis decirme vos: ¿Tú, que despojas
Tanto moro andaluz, cuando se asalta
Fuerte ó ciudad, sin ánimo te hallas?
Ay, sí, que tiene amor flacas batallas;
No me atrevo del Rey á la grandeza,
Que le hablo pocas veces y muy poco,
Y aunque me dió valor naturaleza,
Solo en cosas marciales me provoco.
Habladle vos, que á mí, que la belleza
De mi esposa Beatriz me vuelve loco,
[p. 14]No me ha dejado amor entendimiento,
Y tal estoy que de sentir no siento.
Arag.
Yo os he entendido ya, decidme luégo
Si quereis otra cosa.
Pad.
Sólo os pido
Esta licencia.
Arag.
Adios.
Pad.
Al cielo ruego
Os dé lo que teneis tan merecido.
Mart.
¿Tan presto negociaste?
Pad.
Estoy tan ciego,
Que no tengo discurso conocido.
Mart.
Mira que en dulce fin de tus amores
Me has de dar á Leonor.
Pad.
Y mil Leonores.
(Váyanse.)
Arag.
¡Qué bien que deja puesta mi esperanza,
Amando yo á Beatriz tan tiernamente!
¿Quién pide con tan necia confianza
Que con el Rey su casamiento intente?
¡Oh milagro de amor, que cuando alcanza
Que de aquesta licencia se contente
Don Álvaro, me avisa el que la adora,
Para que para mí la pida agora!
No me obligué ni la palabra he dado,
Sólo le respondí, «yo os he entendido.»
Con que ni la quebré ni me ha obligado
Á cumplir lo que á nadie he prometido.
Mia serás; ¡oh sol de mí adorado,
Amanece en la noche de tu olvido,
[p. 15]Que no has de ser Padilla si yo puedo!
Viva Aragon, pues en amor le excedo;
Dos Juanes te pretenden, Beatriz bella,
El uno es Aragon, aunque en Castilla,
Padilla el otro, con mejor estrella,
Merézcate Aragon, y no Padilla.
¡Ay Dios! si tiene la licencia della
Navego en vano, moriré á la orilla,
Pero si tengo la del Rey, que espero,
Cayó la suerte en Aragon, primero.
EL REY DON ALFONSO, DON ÁLVARO y acompañamiento.
Alf.
Bien podeis publicar que mi jornada
Á Galicia ha de ser á coronarme,
Que la corona y la dichosa espada,
La imágen de su apóstol ha de darme:
Suspéndase la guerra de Granada,
Aunque salgan los moros á inquietarme,
Que de sus lanzas quemaré la selva
Cuando á Castilla de Galicia vuelva.
Álv.
Espero en Dios que las doradas cruces
Pondrás en las alfambras y alcazabas
Si las gentes á ejército reduces,
Con que el verano á Córdoba pasabas;
No presuman los moros andaluces
Que las empresas de tu gloria acabas
En tu mejor edad.
Alf.
No harán si puedo,
Aunque atrevidos bajan á Toledo.
[p. 16]Presto á Valladolid daré la vuelta,
Si quiere Dios y el capitan divino,
Que, con la capa militar revuelta,
Y levantado el temple diamantino,
Esta canalla, en polvo y sangre envuelta,
Por el tributo de nombrarle indigno,
Desterró para siempre desta tierra
Por quien le apellidamos en la guerra.
Arag.
Á solas quisiera hablarte
Si ocupaciones te dejan.
Alf.
Retiraos todos; ¿qué quieres?
Arag.
Respetando tu grandeza,
Nunca te dije, señor
(Desconfianza bien necia),
Cierto pensamiento mio.
Alf.
Tu culpa, don Juan, confiesas.
Arag.
He tratado de casarme.
Alf.
Es fuerza, dichosa empresa.
Arag.
¿Qué llamas fuerza?
Alf.
De amor,
Que las demas no son fuerzas.
Arag.
Todo se junta á obligarme,
Porque entran en competencia
Amor y comodidad.
Tan justa igualdad profesan.
Tu licencia es lo primero,
Y luégo, señor, con ella
Mandar que me dé su padre
(Que está aquí) mi amada prenda.
Alf.
De los que aquí están, don Juan,
[p. 17]No puede ser que otro sea
Que don Álvaro de Rojas,
Y si es él, en todo aciertas;
¿Callas? luego yo tambien
Acierto en lo que deseas.
¡Hermosa dama es Beatriz!
Don Álvaro.
Álv.
Señor.
Alf.
Llega.
Álv.
¿Qué mandas?
Alf.
Nunca los reyes
Largos prólogos emplean
En lo que mandan y es justo.
Álv.
Ni pudiera en mi obediencia
Haber resistencia alguna
Á cosa que tú quisieras.
Alf.
Dale á don Juan tu Beatriz.
Álv.
Su virtud y su nobleza
Lo merecen; pero es pobre
Y vuestra alteza pudiera
Honrarle de algun oficio,
Pues le ha servido en la guerra;
Que no está, como tú sabes,
Tan descansada mi hacienda
Que pueda yo sustentar
Á un yerno pobre con ella;
Es don Juan gran caballero,
En la venturosa empresa
Del Salado te sirvió
Con hazañas que hoy se cuentan,
[p. 18]Hazle merced.
Alf.
Dí, don Juan,
¿Tú eres pobre?
Arag.
Bien lo fuera
Para igualar á Beatriz
Por hermosura y nobleza;
Pero en lo demas yo tengo,
Como su mano merezca,
Con qué vivamos los dos.
Alf.
¿Pues qué tienes por pobreza?
Álv.
Señor, pensé que mandabas
Que mi hija Beatriz diera,
No á don Juan de Aragon,
Que está agora en tu presencia,
Sino á don Juan de Padilla,
Cuya nobleza es tan cierta
Como su necesidad,
Ni ha sido mucho que tengan
La culpa los mismos nombres.
Alf.
Yo me serviré que entiendas
Que es á don Juan de Aragon,
Y porque en provecho sea
El haberte equivocado,
Al de Padilla, haga cuenta
Que es memorial remitido
De mi consejo de Guerra,
Dile, don Juan, á don Juan
Me acompañe á Compostela,
Que le quiero hacer merced.
(Váyase el Rey con don Álvaro.)
[p. 19]Arag.
Está cierto que la emplea
Justamente en su valor;
¡Ay divina diligencia,
Madre de la buena dicha!
DON JUAN DE PADILLA Y MARTIN.
Pad.
Solo está.
Mart.
Si lo está, llega.
Pad.
¿Hablaste á su alteza?
Arag.
Hablé,
Don Juan, agora á su alteza,
Y dice que le acompañes
Á Galicia, que á la vuelta
Te dará, en Valladolid,
Con mil mercedes, licencia;
Que está muy agradecido
Á tus servicios, y en prueba
De esta verdad, dió tambien
Á don Álvaro en respuesta
Que aceptaba el memorial.
Pad.
Deja, Aragon noble, deja
Que ponga en tus piés la boca,
Que desde aquí, yo y mi prenda
Somos tus esclavos, somos
De tus estampas la tierra,
Que aunque es cielo para mí
Mi Beatriz hermosa y bella,
Por el amor que me tiene
Querrá que ansí lo encarezca.
Arag.
Ponte luégo de camino,
[p. 20]Padilla, para que entienda
El Rey mi señor el gusto
Que de acompañarle llevas,
Que allá le hablarás en todo.
Pad.
¿Vas tú allá para que pueda
Tener entrada á su gracia?
Arag.
Aquí me deja su alteza
Á prevenir la jornada
Que para Granada intenta,
Porque pienso que ha de ser
Luégo que la primavera
Temple la furia á los rios,
Seque la mojada tierra.
Pad.
Pésame de que no vayas.
Arag.
No has menester encomienda
Para la gracia del Rey,
Pues que ya quedas en ella.
(Váyase.)
Pad.
¿Qué dices tú de mi dicha,
Martin?
Mart.
Que tu dicha es cierta;
Y que ha sido discrecion
Mezclarla con esta ausencia,
Que los agrios que en palacio
Á las cosas dulces echan,
Es para templar el gusto.
Pad.
De ningun mal se me acuerda
Como tenga punto fijo
La esperanza que me queda.
Mart.
Dicha has tenido.
[p. 21]Pad.
Notable.
Demos á Beatriz las nuevas
Envueltas en la partida,
Para que no se enloquezca;
Pero entre aquestos cuidados,
Martin, déjame que sienta
El ver cuán mal puedo entrar
En obligacion como ésta;
Don Álvaro no ha de darme
Dote, pues toda su hacienda
Es de su hija.
Mart.
Es ansí,
Pero tendrás casa y mesa.
Pad.
No está la dificultad
En que casa y mesa tenga,
Sino en la primera entrada,
Las joyas y las libreas.
¡Ah, Dios, que un hombre tan noble
Tal necesidad padezca
Por ser tercero en su casa!
Mart.
No hay cosa, señor, más necia
Que la fortuna.
Pad.
Bien dices;
Por eso la pintan ciega.
Mart.
Señora parece en dar,
Porque siempre se desvelan
En dar á quien los engañe
Ó á quien no se lo agradezca;
Págase de la ignorancia,
No sabe estimar la ciencia,
[p. 22]De las lisonjas se agrada,
Y las virtudes desprecia.
¿Serviste? no tienes premio,
Pero en efeto le espera,
Que el buen don Juan de Aragon
Te ha puesto bien con su alteza.
Pintó un sabio á la fortuna
Sola la mano derecha,
Y todos los desdichados
Puestos á la mano izquierda,
Como era manca, á ninguno
Levantaba de la tierra,
Porque sólo á los dichosos
Les alargaba la diestra;
Y ésta la pintó tan larga,
Que alcanzaba en las escuelas
Al estudiante, en la paz,
Y al vil soldado, en la guerra.
El brazo de la fortuna
Don Juan de Aragon te enseña,
Ya te quiere levantar.
Pad.
Yo te juro que él lo emplea
En quien sabrá agradecerlo.
¿Mas qué harémos, cuando vuelva,
De dineros para joyas,
Mis galas, y las libreas
De pajes y de lacayos?
Mart.
Don Juan de Aragon comienza
Á hacer por tí, ya tú eres
Su hechura.
[p. 23]Pad.
Así lo confiesa,
Martin, mi agradecimiento.
Mart.
Dile tu mucha pobreza,
Que no hará mucho si agora
Dos mil ducados te presta;
Que es rico y te los dará
Á buen pagar, de la renta
De don Álvaro, tu suegro.
Pad.
Bien me animas y aconsejas.
Vamos, pondréme galan,
Y con mis botas y espuelas
Iré á decir á Beatriz
Su casamiento y mi ausencia.
Mart.
¿Y yo qué daré á Leonor
Si esta boda se concierta?
Pad.
Vende mi caballo y compra
Guarniciones á tu yegua.
(Éntrense.)
DOÑA ANA Y TELLO.
Tello.
Esto se dice, señora,
En toda Valladolid.
Ana.
¡Piadosos cielos! oid
Á quien sin remedio llora.
Tello.
¿Por qué no le has de tener
Con presuncion de olvidar?
Ana.
Porque es mi mano amar,
Y en el tiempo aborrecer.
Pasion tan presto adquirida
Como amor, despacio muere,
[p. 24]Que en poco tiempo se quiere,
Y en mucho tiempo se olvida.
Amé á mi primo don Juan,
Pensando que me queria;
Tal esperanza tenía,
Tales engaños me dan,
Nunca de Beatriz hermosa
Tuve celos; necia he sido,
Que no le hubiera querido
Con tanto estremo celosa.
Tello.
Nunca te quise decir,
Por verte tan satisfecha,
Que tuve alguna sospecha.
Ana.
Erraste en no me advertir,
Que los que juegan no ven
En el ajedrez de amor.
Tello.
Ello fué notable error.
Ana.
Y fué desdicha tambien;
Pero aunque pierda la vida
Y la honra, hoy he de hacer
Que no sea su mujer.
Tello.
¿Qué dices de honra perdida?
Ana.
Que me quiero levantar
Un testimonio.
Tello.
Es locura
De amor.
Ana.
Remedio procura,
Ó me tengo de matar.
Tello.
¿Qué remedio?
Ana.
Tráeme luégo
[p. 25]Á don Álvaro.
Tello.
No sé
Qué intentas.
Ana.
Parte ó haré
Que te abrases en mi fuego.
Tello.
Yo voy.
Ana.
No vengas sin él,
Que me ha de matar mi amor.
Tello.
Testimonios en tu honor
Es pensamiento cruel.
(Váyase.)
Ana.
Dulce enemigo mio,
¿Qué ingratitud es ésta,
Que alma y vida me cuesta
Con tanto desvarío?
Mas, pues está perdida,
Vuélveme el alma y quítame la vida.
Aquí me tienes loca,
Y en venturas ajenas
Un Tántalo de penas
Las glorias á la boca,
Que en infierno de celos
Dulces engaños me prometen cielos;
Mas ¿para qué me engaño
Con falsas esperanzas,
Cuando de tus mudanzas
Me llega el desengaño?
Que, con engaños tales,
Los falsos bienes crecerán los males.
[p. 26]TELLO Y DON ÁLVARO.
Álv.
Tuve dicha, que pasaba
Por vuestra puerta.
Ana.
¡Oh señor
Don Álvaro!
Álv.
Del amor
Que me debeis me acordaba,
Y en las rejas reparé.
Ana.
Olvidado estais de mí.
Álv.
Tan vuestro soy como fuí,
Nunca de vos me olvidé.
Ana.
Tello, déjanos y cierra.
Álv.
¿Qué teneis, que no solia
Ser así vuestra alegría?
Ana.
La tierna edad siempre yerra;
Mucho tengo que os decir.
Álv.
Ya me apercibo á escuchar.
Ana.
Puedo decir confesar
Porque me quiero morir.
Don Álvaro, pintaros los errores
De la edad juvenil y sus desvelos,
Era querer contar al campo flores,
Olas al mar y estrellas á los cielos;
Todos los más se fundan en amores
Y en desatinos á que obligan celos;
Oid, aunque de amor fábulas vanas
Escuchan mal las venerables canas.
Cuando la primavera de mis años,
[p. 27]De las primeras rosas guarnecia
El campo de mi edad y los engaños
De amor, ni amaba yo ni aborrecia,
Un caballero ilustre, de mis daños
Principio, como deudo entrar podia
Á todas horas para hablarme y verme,
Que la ocasion despierta honor que duerme.
No reparaba yo que me miraba,
Ó era muy tierna yo, ó era inocente;
Mas debo de mentir que reparaba,
Pues muchas veces la vergüenza miente;
Él mentia tan bien, que me alababa
De lo que en mí faltaba claramente;
Mas no sé qué de discrecion y brío
Debió de ser su amor y el daño mio.
El alba, por el mes de los amantes,
Poniendo estaba lirios y azucenas
Una mañana, pocos tiempos ántes
De la ocasion, principio de mis penas,
Cuando me dan mis padres ignorantes
(Tambien error) licencia á manos llenas
Para que salga al campo, en que primero
Tomé yerros de amor que anduve á acero.
Fuí al prado de la santa, que atrevida,
Á quien le dió los piés tomó las manos,
Y hallé á don Juan, que, con suave herida,
Rindió de amor mis pensamientos vanos;
Gallardo á la jineta y á la brida
Domaba dos caballos castellanos,
Que no siempre han de ser los andaluces,
[p. 28]De airosas manos y fogosas luces;
Vine á mi casa llena de deseos,
Que la imaginacion conmigo hacia
Los mismos caracoles y escarceos
Que en el campo don Juan formado habia;
Desde entónces juzgué que sus empleos
Á conquistar mi gusto reducia,
Miré si me miraba, hablé si hablaba,
Que amor, rendida yo, cerró el aljaba.
Concertamos los dos que en una huerta,
Saltando las paredes de mi casa,
Entrase cierta noche, que cubierta
De negras nubes, fué la luna escasa;
Mas ¡qué locuras el amor concierta!
¡Qué de doncellas con mentiras casa!
¡Qué de tormentas son despues espumas!
¡Qué de ánsias hielos y palabras plumas!
Turbámonos los dos, y parecia
Que se burlaban de los dos las flores,
El agua murmuraba que corria,
Y culpaba el silencio los amores,
Juntó las manos el temor del dia,
Que amando son valientes los temores,
Venciendo su cobarde atrevimiento
La poca resistencia de mi intento.
No sé qué fué de mí, ó él es fingido,
Ó yo soy en extremo desdichada,
Pues dicen que me tiene tal su olvido,
Que se casa y me deja despreciada;
Vuestra hija Beatriz la culpa ha sido,
[p. 29]Ó su hermosura justamente amada;
Que se casa con ella me han contado,
De mis obligaciones olvidado.
Si áun hay lugar, don Álvaro, yo os ruego
Que no pase adelante su locura,
Pues no es razon que en nombre de amor ciego
Me dé lugar á tanta desventura;
Iréme al Rey, y refiriendo luégo
Lo que advertido vuestro error procura,
Quedaréis deshonrado y yo vengada,
Que á quien tiene razon sobra la espada.
Álv.
Doña Ana, mi intento ha sido
Del vuestro tan diferente,
Que respondo brevemente
Que el Rey la culpa ha tenido.
Mi hija me mandó dar
Hoy á don Juan de Aragon,
Ignorando la ocasion
Que me acabais de contar,
Porque ni querrá su alteza
Ni yo querré...
Ana.
No paseis
Más adelante, que habeis
Animado mi tristeza;
¿Qué, no es don Juan de Padilla?
Álv.
No, que estos conciertos son
Con don Juan el de Aragon,
Hombre tan rico en Castilla.
Ana.
Pues sabed que yo, engañada
De las nuevas y de amor,
[p. 30]Hice este agravio á mi honor,
Celosa y desesperada,
Que ni él de noche me vió,
Ni en tal huerta me ha burlado.
Álv.
Á ser cortés obligado
Del crédito, nací yo,
Y de vuestra gran nobleza,
Os confieso que dudé
La historia, no dando fe
Tal virtud á tal bajeza.
Ana.
¿En fin, es el de Aragon?
Álv.
Como del Rey es Castilla.
Ana.
Pues yo adoro al de Padilla.
Álv.
Adios.
Ana.
Adios.
Álv.
¡Qué invencion!
(Váyanse.)
DOÑA BEATRIZ Y LEONOR.
Beat.
¿Con qué te podré pagar
Las nuevas?
Leon.
Con un vestido.
Beat.
En mi vida le he tenido
Como te le pienso dar.
En fin, ¿dió licencia?
Leon.
Dió
El Rey licencia á don Juan.
Beat.
Fin mis deseos tendrán.
Leon.
Esto Martin me contó.
[p. 31]Beat.
Poco á mi padre le vale
El achaque en la pobreza
De don Juan, mas ¿qué riqueza
Puede tener que le iguale?
Aquel talle y aquel brío
No tienen comparacion.
Leon.
Los dos sospecho que son.
DON JUAN de camino, y MARTIN con fieltro y botas.
Pad.
Mi Beatriz.
Beat.
Esposo mio.
Pad.
¿Qué, llegó el dia feliz
(Alma no te vuelvas loca)
Que oiga don Juan de tu boca
Tal nombre, hermosa Beatriz?
¿Es posible que en tu casa
Entre con tal libertad?
Beat.
Eso tiene la verdad
De amor que dos almas casa.
¿Mi padre hate visto?
Pad.
No,
Aunque de léjos le vi
Y no me habló, ya entendí
Que de mi bien le pesó,
Y la causa que le mueve.
Beat.
No sabe que tu valor
Es la calidad mayor.
Pad.
Poco mi valor le debe.
Beat.
¿Botas y espuelas? ¡ay Dios!
[p. 32]Pad.
Sí, mi bien, voy á Galicia
Con el Rey, que él me lo manda.
Beat.
Siempre está el bien de partida,
Siempre el placer por la posta.
Pad.
Excusad, estrellas mias,
Las perlas, que están abiertas
Las rosas de las mejillas;
Allá me ha de hacer merced,
Y nuestra boda apadrina
Volviendo á Valladolid.
Mart.
¡Ay! ¡ay! ¡ay!
Leon.
¿De qué relinchas?
Mart.
Todos se casan, y yo
No puedo alcanzar justicia.
Leon.
Maldito seas, amén.
Como se ven las mentiras
En el fieltro y las botazas,
Tú me quieres, tú me olvidas.
Mart.
Pues ¿puédome yo quedar?
Leon.
Fingieras, pues lo sabías,
Una calentura ó dos.
Mart.
Áun no son buenas fingidas;
Pues es verdad que quedára
En casa abundante y rica,
Porque, partido mi amo,
No hay más del ama que guisa,
Y de tal guisa la tal
Guisa las ollas que aliña,
Que pudieras sin espejo
Afeitarte en la escudilla,
[p. 33]Los garbanzos, por los viérnes,
Hacen con dulce armonía
Bailes de á cuatro en el caldo.
Leon.
Eso es ser pobre y ser limpia.
Mart.
¿Limpia? á un sábado te aguardo;
Con su perejil las tripas,
Las manos todas barbadas
Y las panzas con su almíbar.
Leon.
Á buena casa venis.
Mart.
¡Buena! que Dios la bendiga.
Leon.
Cuando sea tu mujer,
Tú verás qué de cositas
Con que te regalo yo.
Mart.
Cosas, cosas, Leonor mia,
Que salimos de la órden
Más estrecha y más ceñida
Que hay en la iglesia de Dios.
Leon.
Escucharte me lastima,
¿Tan pobre vive don Juan?
Mart.
Sustenta mucha familia
Con pequeños alimentos.
Leon.
Sí, porque es gente lucida.
Mart.
Todo lo que es por defuera
Se porta con bizarría,
En casa Dios lo perdone.
Leon.
¿Cómo?
Mart.
En la cama y comida.
Leon.
Pues ¿no teneis buena cama?
Mart.
La cama más esquisita
Que se ha escrito en la pobreza
[p. 34]Ni se ha visto en la avaricia;
Ella es un colchon redondo
Donde toda la familia
Al rededor se acomoda,
De manera que confinan
Todos los piés en el medio,
De la suerte que imaginas
Los rayos de alguna rueda.
Leon.
Es invencion nunca oida.
Mart.
Allí se juntan los piés,
Como en las carnicerías
Se suelen vender las manos
Que á los carneros se quitan;
Son los vientos tan contrarios,
Que, á ser velas las camisas,
Pajes se fueran á fondo.
Leon.
El cuento admite pastillas.
Pad.
Mi bien, yo me quiero ir,
Sabe Dios si me lastima
Tu ausencia el alma, no puedo
Escusarla aunque querria;
Volveré á Valladolid,
Dentro de un mes, de Galicia,
Que el Rey se va á coronar,
Cosa no vista en Castilla,
De las manos de la imágen
Del gran Apóstol, la insignia
Real, la corona de oro,
Quiere tomar.
Beat.
¡Qué desdicha!
[p. 35]Parte y presume que quedo
Muriendo.
Pad.
¡Y yo cómo voy!
Que sólo en pensar que soy
Tu marido, partir puedo,
Porque si no, ni dar paso
Pudiera con vida aquí.
Beat.
¿Acordaráste de mí?
Pad.
No respondo.
Beat.
Estraño caso,
Las lágrimas en los ojos
Se parte.
Mart.
Martin se va,
Leonor.
Leon.
Y se lleva allá
El alma toda.
Mart.
Qué enojos,
¡Ay, ay, ay!
(Váyanse Padilla y Martin.)
Leon.
¡Cuál quedo yo!
Beat.
¡Qué buen consuelo!
Leon.
¿Qué quieres?
¿Somos piedras las mujeres?
Beat.
Almas sí, que piedras no.
DON ÁLVARO.
Álv.
Darte el parabien es justo
De la ventura que tienes.
Beat.
Cuando tú con gusto vienes,
[p. 36]Claro está que tendré gusto.
Álv.
Dió el Rey licencia á don Juan.
Beat.
Y yo me rindo á tus piés.
Álv.
Por cierto, Beatriz, que él es
Rico, discreto y galan.
Beat.
¿Qué riqueza puede haber
Como el ingenio y valor?
Sanch.
Aquí ha llegado, señor,
Don Juan.
Álv.
Él te quiere ver,
¿Darás licencia?
Beat.
¿Pues no?
Álv.
Dí que entre.
Beat.
¡Qué gran ventura!
Quien ha amado sin locura
No puede decir que amó.
DON JUAN DE ARAGON.
Arag.
Si ha dado disculpa amor
Al mayor atrevimiento,
Añadiéndose el casarse,
Pienso que mayor la tengo;
Y pues que del desposorio
Solamente á vistas llego,
No repareis, dulce esposa,
En que esté turbado y necio.
Al Rey supliqué esta tarde
Que me dejase, partiendo
Á Galicia por no daros
[p. 37]Disgusto; pues ya soy vuestro,
Aquí me quedo á serviros,
Porque á nuestro casamiento
No se ponga dilacion.
¿Qué teneis?
Beat.
Señor, ¿qué es esto?
Álv.
Hija, que el Rey me ha mandado
Que os case, y yo le obedezco.
Beat.
¿Con quién?
Álv.
Con don Juan.
Beat.
Oid.
¿No es el de Padilla?
Álv.
Bueno:
Ese, aunque es noble, Beatriz,
Es un pobre caballero;
El de Aragon es muy rico,
Y está en su gracia.
Beat.
¡Qué presto
Sigue al placer el pesar!
Arag.
¿Qué es lo que le está diciendo?
¿Si pensó que era Padilla?
¿Si halló lugar en su pecho?
Pero en tanta honestidad,
Celos, mirad que sois necios;
Pero podréis responder
Que cuándo fuistes discretos.
Yo me caso por industria;
Que es imposible sospecho
Que me deje de costar
Pesar el atrevimiento.
[p. 38]Álv.
Hija, si teneis honor,
Hija, si teneis respeto
Á la sangre que os he dado,
Mirad que está de por medio
No ménos que un Rey.
Beat.
Señor...
Álv.
No respondais, que no quiero
Respuesta, sino obediencia;
Mirad que el Rey es tercero,
Y yo he dado la palabra.
Beat.
Ponedme en un monesterio.
Álv.
No hay que poner dilaciones;
Con el valor de este yerno
Y la privanza de Alfonso,
Toda mi casa ennoblezco;
Dalde la mano, ó ¡por Dios!...
Beat.
Ya, señor, que obedeceros
Es fuerza, dadme dos dias
Para llorar á lo ménos.
Álv.
¿Qué teneis vos que llorar
Si el cielo ha venido á veros
Con tan gallardo marido?
Beat.
Dadme un hora.
Álv.
Ni un momento;
No me afrenteis, hija mia.
Beat.
Venga esta noche y hablemos.
Álv.
Si alzo la voz, vive Dios...
Beat.
Ya, señor, os obedezco.
Arag.
Si está indispuesta mi esposa,
Mañana, señor, podrémos
[p. 39]Tratar de esto; el cielo os guarde.
(Váyase.)
Álv.
¿Es bien hecho lo que has hecho?
Beat.
¿Él no se fué cuando yo
Iba hablarle? pues ¿qué debo?
Álv.
¿Podréle llamar?
Beat.
Podrás.
¡Quitadme la vida, cielos!
[p. 40]
DON JUAN DE PADILLA Y MARTIN, de camino.
Pad.
¿Hay cosa como llegar
Despues de ausencia, Martin,
Donde un hombre quiere?
Mart.
En fin,
No queda que desear;
El que sale de la mar,
De la guerra aborrecida,
Ó cautivo en triste vida,
Como lleguen á su casa,
Cuanto pasaron se pasa,
Todo con el fin se olvida.
Compone un libro el que sabe,
Y en el fin descansa y pide
Fama, porque no se olvide
Ni alguna envidia se alabe;
Descansa de noche el grave
De oir tanta variedad
De negocios, sin verdad:
[p. 41]Hasta el mar la furia amansa,
Y áun el que es necio descansa
Despues de una necedad.
Pad.
Y lo será si porfía,
Descanso, el que habláre en vos,
Quando yo veo que Dios
Descansó el séptimo dia
De aquella dulce armonía
De elementos y de cielos,
Á los humanos desvelos
Doy el fin por bien mayor,
Y más en quien tiene amor
Y descansa de sus celos;
¿Qué filósofo no habló
Del fin soberanamente?
En fin, quien ama no siente
Lo que amando padeció.
Llego al fin.
Mart.
Y llamo yo;
Pero ya te ha visto quien
Es mi descanso tambien.
Pad.
Bien haya lo padecido,
Que quien el mal no ha sufrido,
Martin, no merece el bien.
LEONOR, triste.
Pad.
Aurora del sol que adoro,
Iris de hermosos colores,
Mercurio de mis amores
[p. 42]Y llave de mi tesoro,
Luz, diamante, perlas, oro,
De aquel cielo de belleza,
¿Cómo con tanta tristeza
Abres puerta á mi alegría?
¿Son, por dicha, Leonor mia,
Efectos de mi pobreza?
Toma este anillo, que yo
En su círculo quisiera
Que todo el mundo estuviera.
Leon.
No son intereses, no;
Á quien tu bien intentó
No le mueve el interes.
Pad.
Pues, mi bien, dime lo que es,
¿Falta salud á mi esposa?
Leon.
Sí falta, aunque es otra cosa.
Pad.
Habla, y mátame despues.
Leon.
Tu esposa está desposada.
Pad.
No he dado á nadie poder.
Leon.
El poder lo pudo hacer.
Pad.
Conmigo está disculpada.
Leon.
De don Álvaro forzada,
Le dió á don Juan de Aragon
La mano.
Pad.
Si engaños son,
Para templarnos el bien,
Ofender suelen tambien
El bien de la posesion.
Leon.
Cuando pediste que hablase
Al Rey, para sí pidió
[p. 43]Á Beatriz, y el Rey mandó
Que con ella se casase.
Pad.
¡Que aquesto en el mundo pase!
Leon.
Resistió, lloró, tomó
Testigos que la forzó.
Pad.
¿Gozóla? ¡Responde presto,
Que sólo consiste en esto
Que muera ó que viva yo!
Mas no respondas, detente,
Viva hasta verla no más,
Que despues me matarás.
Leon.
¿Que es gozar, ni que él lo intente?
Ántes se fué brevemente,
Viendo su mucha aspereza.
Pad.
¡Alma, dejad la tristeza,
Que áun hay tiempo de morir!
Leon.
Seguro puedes vivir,
Padilla, de su firmeza:
Á acompañar al Rey fué.
Pad.
Es verdad, que allá le vi.
¿Y podré verla?
Leon.
No y sí,
Hasta que más sola esté;
Que aunque es casamiento, en fe
De que ha de ser tuya vienen
Mil damas que la entretienen
Con parabienes injustos,
Porque nunca los disgustos
Alegres visitas tienen.
Ellas vienen de colores,
[p. 44]Y ella, de negro vestida,
Hace exequias á su vida
En honra de tus amores.
Mart.
Señor, ¿qué haces? no llores;
¿Tú eres aquel gran Padilla
Que puso asombro á Sevilla,
Venciendo en Benamarin
Tantos moros?
Pad.
¡Ay Martin!
¿Verme ansí te maravilla?
¿Arrojo yo por ventura
Sombrero, capa y espada,
Estando el alma obligada
Á tan forzosa locura?
¡Vive Dios!
Mart.
Señor, procura
Componerte brevemente,
Que sale de adentro gente.
Pad.
Dile al alma esa razon,
Que mis sentidos no son
Quien sabe, si soy quien siente.
DOÑA ANA.
Ana.
¿Don Juan de Padilla vino?
Sí, que allí está; pues ¿qué aguardo?
Dadme, capitan gallardo.
Los brazos.
Pad.
¡Qué desatino!
Que eres mi muerte imagino;
[p. 45]Espero á Beatriz aquí,
Á quien cuando yo me fuí
Dejé con tan tiernos lazos,
Y sale á darme los brazos
Lo que más aborrecí.
¿Qué es esto? ¡Furia del cielo!
¿Soy demonio? ¿Qué soy yo?
Espero al sol, y salió
Toda una noche de hielo.
¿Cuál labrador sin recelo
De áspid, en él escondido,
Puso la mano en el nido,
Donde dejó ruiseñores,
Como yo, que dejé amores,
Y vine á topar olvido?
¿Cuál deudor, que huyó sutil,
En los acreedores dió?
¿Qué reo al alcalde vió?
¿Qué ladron al alguacil?
¿Cuál hombre cobarde y vil
Al valiente y arrogante?
¿Cuál siendo en todo ignorante,
Dió en el sabio y el discreto,
Como yo, pues, en efeto,
Tengo á doña Ana delante?
¡Válame Dios! ¿Esto más?
Ana.
¿Qué es esto que estás diciendo?
Pad.
Digo que vine creyendo
Que viera donde tú estás
Un ángel.
[p. 46]Ana.
Sí le verás;
Pero con ménos rigores,
Que á nadie obliga el amor
Á que sea descortés.
Mira, don Juan, que esto es
Más infamia que valor.
Pad.
Perdona, que estoy sin mí.
Ana.
Tambien yo pensé que viera
Un hombre en tí que me diera
Los brazos que le pedí;
Y un hombre inorante vi,
Un descortés, que se enfada
De una mujer lastimada;
Pues donde por maravilla
Pensé que hallára un Padilla,
Vine á topar una espada.
Mart.
Señora, tienes razon,
Mas don Juan está de modo,
Que has de perdonarlo todo,
Ó faltarte discrecion.
Ana.
Beatriz viene, y callaré
Por no darle mayor pena.
DOÑA BEATRIZ.
Beat.
De tantas lágrimas llena,
No sé si verte podré.
¡Ay mi don Juan!
Pad.
Ya quisiera
Que la vida me faltára.
[p. 47]Beat.
No acierto á mirar tu cara
Como si culpa tuviera.
Pad.
Déjame verte no más,
Que viéndote he vuelto en mí.
Beat.
Yo he dado un forzado sí,
Que no lo ha de ser jamas.
Las injurias que he pasado,
Los golpes que he padecido,
Dicen que el sí fué fingido,
Y que el no fué declarado.
El sí y el no á un tiempo dí,
Calló amor, temor habló,
Del de Aragon será el no,
Y del de Padilla el sí.
No hayas miedo que me vea
Eternamente en sus brazos,
Aunque me hiciese pedazos,
Quien mi desdicha desea,
Tuya soy y lo seré.
Pad.
Sí serás, que hay ocasion
Con que á don Juan de Aragon
Castigue quien tuyo fué.
Beat.
Eso no, porque es perderme,
Y la palabra has de darme
De pleitearme y ganarme,
Que perderme no es quererme.
Pad.
¿Quieres tú?
Beat.
Con tierno llanto
Te pido que su malicia
Castigues por la justicia,
[p. 48]Si puedo contigo tanto;
Que esto de sacar la espada
Es para matarme á mí.
Mira que forzado un sí,
Disculpa un alma forzada.
Pad.
¿Pleitear tengo, y matarme?
Beat.
Sí, mi bien, ó aborrecerme;
Pues con la espada es perderme,
Y con la pluma es ganarme.
Pad.
Yo lo haré.
Beat.
Pues no me engañes.
Pad.
Digo que lo haré por tí.
Ana.
No queda muy bien ansí,
Cuando á mí me desengañes,
Que yo le pondré á don Juan
Pleito, que él sabe y yo sé.
Pad.
Testimonios, ¿para qué?
Ana.
Verdades, traidor, serán.
Pad.
Vente conmigo, Martin,
Que yo no escucho locuras.
(Váyanse don Juan y Martin.)
Ana.
Yo sé que mis desventuras
Tendrán con el pleito fin,
Que yo tengo más accion,
Como la más ofendida.
(Váyase doña Ana.)
Beat.
¡En qué ha de parar, mi vida,
Pleito, amor y confusion!
[p. 49]DON ÁLVARO.
Álv.
Quiero pedirte albricias
De que vino tu esposo con su alteza.
Beat.
Si de mí las codicias,
Pídeselas, señor, á mi tristeza,
Que, pues la aumentas tanto,
Bien las mereces de mi pena y llanto.
Álv.
¿Búrlaste por ventura?
¿No sabes que me enojas? pero advierte
Cuanto tienes segura
En don Juan de Aragon la mayor suerte
Que mujer ha tenido:
¡Qué gentil-hombre viene y qué lucido!
¿Qué dama no tuviera
De haberle merecido tanta gloria
Que el alma enloqueciera
Desde la voluntad á la memoria?
Porque el entendimiento
No merece tan dulce sentimiento.
Alégrate.
Beat.
No puedo.
Álv.
¿Pues no es tu esposo?
Beat.
No.
Álv.
Ya estás casada.
Beat.
Con tanta fuerza y miedo,
Ni pude entónces ni quedé obligada;
Desto tengo testigos.
Álv.
¡Hijos, quién os llamó sino enemigos!
[p. 50]Beat.
Si yo respeto esposo,
Es don Juan de Padilla.
Álv.
¿Estás furiosa?
¡Cuando ves que es forzoso
Que don Juan de Aragon te llame esposa!
Beat.
Del Padilla te advierto
Que es de mi pecho, el otro del desierto.
(Vase.)
Álv.
¿Si tomaré venganza
Desta disolucion y atrevimiento?
Pues no ha de hacer mudanza,
Matarla quiero.
DON JUAN DE ARAGON, galan, de camino, y SANCHO, criado.
Arag.
¿Qué mayor contento
Que llegar como llego?
Sanch.
Toda ausencia en amor aumenta el fuego.
Álv.
Este es mi yerno, quiero
Disimular.
Arag.
Señor, seas bien hallado.
Álv.
Tú, bien venido.
Arag.
Espero
Que lo seré, señor, pues he llegado
Al centro del deseo
Donde pararse la esperanza veo.
¿Sabe mi dulce esposa
Que ha venido su alteza y que he venido?
Álv.
Será cosa forzosa.
[p. 51]Arag.
Pues ¿cómo tanto amor padece olvido?
Pues ¿cómo no la veo?
¿Áun esto no le debe mi deseo?
Álv.
Entra, Sancho, y advierte
Á Beatriz de su dicha, y pide albricias.
Arag.
Á mi dichosa suerte
Se las pide mejor, si las codicias.
Álv.
¿Llegastes muy cansado?
Arag.
Como lo puede estar quien ha llegado;
Si fuera á la partida,
Seguro estais que encarecer pudiera,
Hasta perder la vida,
Lo que sentí, como si eterna fuera
Una ausencia tan breve,
Tales ánsias de amor Beatriz me debe.
Llegué cuando se hacian
Fiestas en Compostela y con las luces
Del cielo competian
Luminarias de torres y de cruces;
Holgóse el Rey de verme,
Hízome la merced que suele hacerme,
Y aquellos caballeros
Quisieron que ayudase á una sortija
De veinte aventureros;
Yo, no sabiendo qué invencion elija,
Saqué el amor bizarro
De plumas de oro en un triunfante carro,
Y para testimonio
De mi dicha, le puse en una mano
El dulce matrimonio
[p. 52]En una imágen de oro, á quien en vano
Se atreven las pasiones
Que rinden los humanos corazones.
(Sancho vuelve.)
Sanch.
De manera me ha quitado
Tan desdichado suceso
El instrumento del alma,
Que no pienso que la tengo.
Doña Beatriz, mi señora,
Entra con pasos ligeros
Agora en un coche.
Álv.
¿Cómo?
Sanch.
No sé más de que dijeron
Los hombres que la llevaban,
Que eran notarios, y entre ellos
Pienso que iba un alguacil.
Álv.
¡Pleito intenta, vive el cielo!
Arag.
¿No viste algun hombre fuera
De los que en el coche fueron?
Sanch.
Un hombre medio embozado
Los hablaba desde léjos,
Y era don Juan de Padilla
Si no me engaño.
Álv.
Esto es hecho,
Pleito me pone don Juan.
Arag.
¿Qué importa? matarle luégo.
Sanch.
¡Qué presto lo has sentenciado!
Arag.
Lo que importa ha de ser presto.
Álv.
Si las armas intentais,
Bien veis que perdido quedo;
[p. 53]Ídos á palacio vos,
Iré yo á saber qué es esto.
Sanch.
Camina presto, señor.
Arag.
¡Qué bravo aborrecimiento!
Pues ¡vive Dios, enemiga,
Que no has de gozar, si puedo,
El caballero que adoras!
Dineros y favor tengo.
Sanch.
Favor y dineros son
piés y manos de los pleitos.
EL REY ALFONSO, con acompañamiento y EL CONDE DE HARO.
Alf.
Pienso que le tendré, Conde de Haro,
Muy de mi parte en todas mis acciones.
Cond.
Tu devocion, señor, pide su amparo,
Justa esperanza en el Apóstol pones.
Alf.
De pórfido, de bronce y mármol paro,
Con letras y doradas inscripciones,
Altar le haré labrar.
Cond.
Cristiano celo.
Alf.
¡Qué capitan de España tiene el cielo!
De mi hijo, don Pedro, pronostican,
Siendo agora tan niño, tan piadoso,
Tanta crueldad, que á la que espera aplican
Un Neron, un Maxencio riguroso;
Mas las cosas que al cielo se suplican,
Si no es por nuestras culpas, es forzoso
Que templen el rigor, y así querría
[p. 54]Llevársele al Apóstol algun dia.
Cond.
Cuando vuelvas, Alfonso, de Granada,
El Príncipe será de edad bastante
Para que tome de su altar la espada,
Rayo feroz del bárbaro arrogante.
DON JUAN PADILLA Y MARTIN.
Pad.
La ira es atrevida.
Mart.
Aquí templada.
Que es el respeto al Rey, ley de diamante.
Pad.
Déme tu Alteza para hablar licencia.
Alf.
¡Oh buen Padilla!
Pad.
Advierte...
Mart.
Ten prudencia.
Pad.
Generoso Rey Alfonso,
Á quien desde niño el cielo
Guardó de tantos peligros
Para bien de aquestos reinos,
En la casa de mis padres
(Tú sabes, señor, quién fueron),
En órden á mis hermanos
Ilustres, nací tercero.
Tomé á tu lado las armas,
De mis servicios no es tiempo
Que trate, bien pocos son,
Pues no merecieron premio;
Verdad es que culpa he sido
De que no te acuerdes dellos,
Pues no es ménos el pedir
[p. 55]Que del mismo Dios consejo.
En los ratos de la córte
Siempre ociosos, mis deseos
En doña Beatriz de Rojas
Sus esperanzas pusieron...
Perdona que ansí te hable,
Que no es perderte el respeto,
Pues estás como jüez,
Y es el principio del pleito.
Servíla sólo con alma,
Tan pobre soy... pero creo
Que ha estimado mis servicios
Cual suele el señor discreto.
Que de tus guerras le truje,
Muchos saben que no miento,
Los despojos de los moros
Por aquestas manos muertos,
Esclavas le truje algunas
Que en mi nombre la sirvieron,
Que fué dicha suya y mia
Tener tan hermoso dueño.
En su casa entré una tarde,
Entré con atrevimiento,
Á visitarla, y hallóme
Su viejo padre saliendo;
Con disculpas mentirosas
Vencer su sospecha intento,
No aprovecha, al fin le digo
Que por último remedio
Me dé á Beatriz por esposa;
[p. 56]Pues sabe que no es más bueno
Que yo, si bien es más rico.
Vino en aqueste concierto
Si tu licencia traia;
Contento á palacio vengo
Y á don Juan de Aragon pido...
¡Malhaya mi encogimiento!
Que te la pida en mi nombre:
Él, con injusto deseo,
Te la pidió para sí,
Juzga tú si fué bien hecho.
Á don Álvaro mandaste
Que se la diese, y él, ciego
De su riqueza y privanza,
Miéntras yo te voy sirviendo,
Se la dió contra su gusto,
Con tal violencia, que dejo
De encarecer la crueldad
Por no perderte el respeto.
Vine de Galicia, en fin,
Y cuando en su casa entro
Recíbenme en vez de brazos
Estos infames sucesos;
Remitílos á la espada,
Pero tu enojo temiendo,
Quiero probar mi justicia:
Pedirla por pleito quiero.
Ya queda depositada,
Y porque tu enojo temo
Por lo que amas á don Juan,
[p. 57]Á pedir licencia vengo,
Ya que no supe pedirla,
Señor, para el casamiento,
Para el pleito, si tú gustas,
Que si no, dejaré el pleito,
Que más me importa servirte
Que la vida que poseo,
Pues cuanto no fuere el alma,
Mi Rey y señor, te debo.
Alf.
Llamadme luégo á don Juan.
Cond.
Lo más ha escuchado atento
Detras de ese paño.
Alf.
Ansí
Tendré que decirle ménos.
DON JUAN DE ARAGON Y DON ENRIQUE.
Alf.
Don Juan, don Juan de Padilla
Me ha dicho... no os lo refiero,
Pues que ya lo habeis oido
Y sabeis que lo habeis hecho.
¿Cómo ó por qué le engañastes?
Arag.
Eso no, señor, primero
Me falte la vida á mí;
Verdad y lealtad profeso.
No le he prometido nada,
Y si el casarme fué cierto,
¿Qué obligacion le tenía
Para guardarle respeto?
Yo amé la bella Beatriz
[p. 58]Con tal fe como silencio;
Guerra es amor, y la guerra
Digna de reyes y imperios,
Allí todas son cautelas,
Estratagema les dieron
Por nombre sus capitanes,
De que ha sido Troya ejemplo;
Pues en ardides de amor
Juzga tú, señor, ¿qué pierdo
De mi opinion?
Alf.
Ahora bien,
Yo sé lo que es, yo lo entiendo;
Licencia á este pleito doy;
El que tuviere derecho
Le alcance, pero advertid
Que en tanto que dura el pleito
No habeis de sacar las armas,
Pena de traidores.
Pad.
Pienso
Que le perderé, señor,
Porque soy pobre y no tengo
Dineros para seguirle,
Que son menester dineros.
Alf.
Atento á vuestros servicios
Y á vuestra nobleza atento,
Caballero de la banda
Os hago, y en vuestro pecho
La quiero poner mañana,
Y daros, Padilla, quiero
Seis mil ducados de renta.
[p. 59]Pad.
Mil veces, Príncipe, beso
Los piés, que veais pisando
Todo el africano imperio.
(Váyase el Rey.)
Cond.
Muchos años los goceis,
Y con mayores aumentos.
Pad.
Cuantos yo tuviere, Conde,
Á vuestro servicio ofrezco.
Mart.
Señor, loco estoy de ver
Las mercedes que te ha hecho
Su alteza, mira la cara
Con que queda aquel soberbio.
¡Oh mudanzas de fortuna,
Ya levantais hasta el cielo,
Ya derribais al profundo!
¿No le miras?
Pad.
Ya le veo.
Mart.
Caballero de la banda,
Y seis mil...
Pad.
Habla más quedo.
Mart.
Musas, ministradme aquí,
Si no claro, dulce aliento;
Afectad emulacion
Al sol, y obstentando afectos,
Naufragar canoras plumas,
Por fulgores de concetos.
Pad.
Martin, deja desatinos,
Y demos principio al pleito,
Que remitido á las armas,
Gastáramos ménos tiempo
[p. 60]En letrados y notarios.
Mart.
Es engaño manifiesto.
Vamos, señor, y pleitea,
Pues que justicia tenemos,
Que es mejor que las consultas
De médicos y barberos;
Que allá se den los letrados
Con decisiones y testos.
(Váyanse.)
Enr.
Justamente quedas triste.
Arag.
Encarecerte no puedo
La tristeza y la razon
Que de estar quejoso tengo.
Enr.
Sospecho que mira bien
El Rey este hombre, y sospecho
que se ha cansado de tí.
Arag.
¿Con tan poco fundamento
Quieres que pierda su gracia?
Enr.
¡Ah don Juan! si eres discreto,
¿De la inconstancia del mundo
Para qué buscar ejemplos?
Cayóle en gracia á su alteza
Don Juan, así en los torneos
Y las justas de Galicia,
Que cierto es gran caballero,
Como en ver que en la sortija,
Donde tan ricos salieron
Tantos títulos y grandes,
Él con aquel escudero
De buen humor, que le sirve,
[p. 61]Y dos coseletes viejos
Salió, y dió al Rey esta letra:
Mirad qué extraño conceto.
Arag.
¿Qué?
Enr.
Don Juan y su criado.
Arag.
¿Y eso celebró?
Enr.
Con esto
Su pobreza y su valor
Notable aplauso tuvieron.
Arag.
Como yo gane á Beatriz
En este pleito, no quiero
Otra gracia ni otro bien,
Y esto lo tengo por cierto.
Que, en fin, desposado estoy.
Enr.
Pide fuerza.
Arag.
La que temo
Es de olvido, mas no importa,
Que todo lo vence el tiempo.
(Váyanse.)
DOÑA BEATRIZ Y DON PEDRO.
Ped.
Tengo á notable ventura
El depósito que ha hecho
Vuestro valor en mi pecho,
Mi casa en vuestra hermosura,
Sólo me ha dado cuidado
Que no os dejen visitar,
Y habeisme de perdonar
Si en esto soy limitado.
[p. 62]Beat.
Damas entraron, y, en fin,
Si alguna dispensacion
Hubiere en esta ocasion,
Será sólo de Martin.
Ped.
Sea con grande secreto,
Que si el de Aragon lo entiende
Por su parte y se ofende,
Quedo á su agravio sujeto.
Beat.
La ventura ha sido tal
De venir á vuestra casa,
Que de los límites pasa
De mi desdicha inmortal.
Que espero en vuestro favor,
Viendo que tengo justicia,
Que os cansará su malicia,
Y que os moverá mi honor.
Mi padre, á quien por la edad
Desagrada la pobreza,
Á la privanza y riqueza
Inclina la voluntad;
Amo á don Juan de Padilla,
Juzgad si tengo razon,
Y hame dado al de Aragon,
Gran caballero en Castilla,
Pero de mi gusto no,
Y con tan forzado sí,
Que el dolor con que le dí,
De lágrimas le formó.
Y estoy tan aborrecida,
Que cuando pudiera ser
[p. 63]Venir á ser su mujer,
Pienso quitarme la vida.
LEONOR.
Leon.
Doña Ana te viene á ver.
Beat.
Eso sólo me faltaba.
Leon.
Dentro de la puerta estaba
Cuando lo vine á entender.
Beat.
¿Qué me quiere á mí doña Ana,
Cuando me abrasa de celos?
Aspid que me dan los cielos
Para mi muerte inhumana.
En figura de visita
Viene á saber lo que intento.
Ped.
Ese ardid y pensamiento
Los cortesanos imita;
Cuando una visita pasa
De amistad y hacer placer,
Es sólo venir á ver
Lo que hace el otro en su casa.
Pero muestra cortesía,
Que con gusto y falsedad
Se vence la enemistad
De quien enfada y porfía.
DOÑA ANA.
Ana.
Con el sentimiento justo
Que tengo del que teneis,
[p. 64]Vengo, amiga, á que me deis
Parte de vuestro disgusto,
¿Como estais? que donde estais
Bien sé que os irá muy bien.
Beat.
Con ese favor tambien
Me honrais y me consolais.
Ped.
Por mi parte os agradezco
Que tengais satisfaccion
De lo que en esta ocasion
Á doña Beatriz ofrezco,
Pues á un mismo tiempo ha sido
La casa y la voluntad.
Ana.
La sangre en esa piedad
Mostrais con que habeis nacido.
¿Cómo va de pleitos?
Beat.
Bien.
Ana.
¿Qué hay de don Juan?
Beat.
¿Qué don Juan?
Ana.
Vuestro marido.
Beat.
Si dan,
Doña Ana, ese nombre á quien
Mi amor se le tiene dado,
Don Juan de Padilla tiene
Salud.
Ana.
Eso no conviene
Con el sí que le habeis dado
Al de Aragon, que es por quien
Os pregunto.
Beat.
El sí que dí
No fué sí, porque en el sí
[p. 65]Ha de ir el alma tambien,
Y toda el alma faltó;
De manera que si un sí
No la tiene, desde allí
Se va convirtiendo en no;
Si es forzado no me toca,
Doña Ana, su cumplimiento,
Que no es naipe el casamiento,
Donde hace juego la boca.
Y del Padilla repara,
Que de suerte vive en mí,
Que si allí dijera sí
Dentro de mí, me matára,
Y pues que no me mató
Cuando forzada le dí,
Claro está que no fué sí,
Pues llegó primero el no.
Ana.
Si un renegado de Argel
No lo fué de corazon,
¿Cumple con su obligacion?
Beat.
¡Qué réplica tan cruel!
Para ligar voluntades
Ha de haber consentimiento,
Que es de la fe fundamento
El morir por sus verdades,
Y allí ha de haber confesion;
Mas huélgome que haya hallado
El de Aragon un letrado
De tanta satisfaccion,
Con esto doy por vencido
[p. 66]El pleito desde este dia,
Porque tal abogacía
Ni se ha visto ni se ha oido;
Que estas leyes y desvelos,
Aunque oirlas me fastidia,
Todas son textos de envidia
Con sus párrafos de celos.
(Váyase.)
Ped.
El venir á visitar,
Bien lo debeis de saber,
Ha de ser á dar placer
No ha de ser á dar pesar,
Que aqueste pleito en rigor
Todo es alma y gusto es;
Si en él teneis interes,
Disimulalde mejor.
(Váyase.)
Leon.
Las damas cuerdas no vienen,
Con burlas y fingimientos,
Á sacar los pensamientos
De las amigas que tienen;
Mi señora tiene amor,
Vos no habeis de reducilla;
Si quereis bien á Padilla,
Disimulaldo mejor.
(Váyase.)
Ana.
¿Tú hablas? ¡qué es esto cielos!
Todos contra mí son ya.
¡Á qué de cosas está
Sujeto quien tiene celos!
[p. 67]DON ÁLVARO.
Álv.
Yo he de hacer lo que digo y justamente
Cuando el Rey me mandase lo contrario.
Ana.
¿Qué furia es ésta? aunque con tantas causas
Tendréis por necia la pregunta mia.
Álv.
Dícenme que Padilla se ha quejado
Á su alteza, de suerte que le ha dado
Crédito á cuanto ha dicho, y áun he oido
Que con mercedes le ha favorecido,
Que nos podian hacer guerra notable;
Mas ya tengo el remedio prevenido,
Quiero, doña Ana, yo, quiero casarme,
Quiero dar á mi hija este disgusto,
En esto vengo ya determinado;
Por ventura tendré (que áun tengo bríos)
Quien herede mi casa con mi hacienda;
Si me venciere el de Padilla, entienda
Que, pues aspira sólo á la riqueza,
Allá se ha de quedar con su pobreza.
Ana.
Con enojo no es mucho haber pensado
Dar á doña Beatriz ese cuidado,
Mas si quereis fingir el casamiento,
Como es razon, pues ya sois hombre de años
Y lo mismo ha de hacer el fingimiento,
Publicad que os quereis casar conmigo,
Que yo diré lo mismo.
Álv.
Daros quiero
Los brazos y hasta el alma quiero daros,
Que con esto por dicha, y será cierto,
[p. 68]Vendrá este pleito en el mejor concierto.
Ana.
Pues para que más presto se publique
Pedid licencia al Rey.
Álv.
Yo voy contento,
Y lo fuera mejor si verdad fuera.
(Váyase don Álvaro.)
Ana.
Áun se conoce en vos la valentía
Que os hizo tan famoso en paz y en guerra;
¡Oh remedio notable! ¡oh santos cielos!
¿Qué os hizo amor que le persiguen celos?
Mas bien hicistes, que si amor amára
Sin celos, ni áun del cielo se acordára.
DON PEDRO Y DON JUAN DE PADILLA.
Pad.
Ha sido grande favor
Y merced dejarme entrar.
Ped.
Aquí la podréis hablar.
Pad.
Estad seguro, señor,
De que ha de ser mi mujer.
Ped.
Así lo tengo creido,
Y della lo sé, que ha sido
Causa que os la deje ver.
Pad.
¡Doña Ana aquí!
Ped.
Ya os ha visto,
Engañalda, hablalda bien,
Que si se lo dice á quien
Sabeis, quedaré mal quisto,
Y en mala opinion los dos.
(Váyase don Pedro.)
[p. 69]Pad.
Yo lo haré por vos, que es cosa
Para mí dificultosa,
Tanto cuanto sabe Dios.
¿Señora, en aquesta casa?
Ana.
Vengo á ver vuestra mujer.
Pad.
¿Mia, como puede ser
Si veis el pleito que pasa?
Dí, Martin, lo que he sentido
Faltar á mi obligacion,
Por esta necia opinion
Que de soldado he tenido.
DOÑA BEATRIZ Y LEONOR.
Leon.
Digo que le he visto agora.
Beat.
Y yo por mi mal le veo.
Mart.
Querer pintar el deseo
Con que don Juan os adora,
Es disparate excusado,
Un ingenio como el mio.
Beat.
¡Don Juan con doña Ana aquí!
¿Á esto entró?
Leon.
Pienso que sí.
Beat.
¡Qué amor tan bien empleado!
Leon.
Escucha, que puede ser
Que, como ésta es bachillera,
Argüir con don Juan quiera
Que no has de ser su mujer.
Mart.
Las noches que mi señor
Faltó de veros no han sido
[p. 70]Por ingratitud y olvido,
Que no cabe en tanto amor,
Y éste, que nunca lo fuera,
Casamiento...
Leon.
¡Hay tal maldad!
Mart.
Es honra y comodidad,
Que amor no, ni ser pudiera,
Que á vos sola tiene amor.
Pad.
Eso es muy cierto y seguro,
Y que aquí sólo procuro
Satisfacer al honor;
Es una tema en que he dado
Porque el de Aragon no entienda
Que le han dejado la prenda
Por más bravo y más honrado,
Pues eso no puede ser.
Doña Beatriz se casó
En mi ausencia, ¿puedo yo
Querer ajena mujer?
Ana.
Don Juan, ya de tus engaños
Tengo justos escarmientos,
En amor con fingimientos
Más quiero yo desengaños,
Si te casas, yo tambien,
Que don Álvaro me ha dado
La palabra, y concertado
Las escrituras.
Pad.
¿Con quién?
Ana.
¿Qué, pensabas heredar
Su hacienda? pues no lo creas,
[p. 71]Ya es tarde si me deseas
Como primero engañar.
Esto sin duda has sabido,
Y porque yo no me case
Me engañas.
Beat.
¡Que aquesto pase!
Ana.
Pues no ingrato, no fingido,
Casarémonos los dos,
No he mudar de consejo
Y de una moza y un viejo,
Ya me has entendido, adios.
(Váyase doña Ana.)
Beat.
Estará vuesa merced
Muy contento del suceso,
Como quien tanto aborrece
Esa mujer que ha propuesto,
Esa que por tema sirve,
Que no por merecimiento,
Esa mujer de don Juan,
El de Aragon por lo ménos,
Porque no ha de ser más bravo...
Pad.
Mi bien, advierte primero...
Beat.
No hay que advertir.
Pad.
Oye.
Beat.
Calla.
Casóse, ausente, en efecto,
Dándole infinitos golpes
Su padre.
Mart.
Malo va esto.
Beat.
Y no le quiriendo hablar;
[p. 72]De suerte que por despecho
Se fué el tal novio.
Pad.
¿Qué dices?
Beatriz, mis ojos, mi dueño,
Mi primera voluntad.
Beat.
¿Qué digo?
Pad.
Desvia el lienzo;
Porque amortajar los ojos
Más vivos que Dios ha hecho,
Es decir que es muerto el sol
Siendo incorrutible el cielo.
Mira que en eterna sombra
Quedarán los elementos,
Y yo quedaré sin vida
Como soy dellos compuesto;
Mira no vuelvas el mundo
Á su principio primero,
Que si faltar luz no sientes
Y color á su ornamento,
Debes sentir que no sea
De los humanos deseos
Vista tu grande hermosura.
Beat.
Vanos encarecimientos;
Ya llegan tarde, don Juan.
Pad.
Pues llegue el matarme presto.
Leon.
Y el bellacon de Martin,
Que, desvergonzado y necio,
Le decia á la señora,
¿Cómo puedo encareceros
El amor de mi señor,
[p. 73]Que decir su sentimiento
Es disparate excusado?
Mart.
¿Yo he dicho tal?
Leon.
¿Niegas?
Mart.
Niego.
Leon.
Las noches que mi señor
Faltó, señora, de veros,
No fué ingratitud ni olvido,
Que este negro casamiento
Tuvo la culpa de todo.
Mart.
Leonor, mira que estos celos
No hallan materia de agravio;
Consejo fué de don Pedro
Engañar esta mujer.
Pad.
Vióme entrar, y yo temiendo
Que la justicia se enoje
Sabiendo que á verte vengo,
Y que el depósito mude,
Dije dos necios requiebros
De que estoy arrepentido.
Beat.
Creo el arrepentimiento,
Si dice que está casada
Con mi padre, por lo ménos
Con el melindre que dijo:
Y de una moza y un viejo,
Ya me has entendido, adios.
Pad.
¿No es mejor buscar remedio
Asegurándote yo,
Beatriz, con mil juramentos,
Que fué engaño?
[p. 74]Beat.
¿Cómo engaño?
¿Qué puedes, si no te creo,
Jurar que me importe á mí?
Pad.
Jurar por tus ojos puedo,
Que, si mintiese, presumo
Que el sol mismo y todo el cielo
Me matasen con mil rayos.
Mart.
Ya se viene enterneciendo.
Leon.
Tu padre vuelve, señora.
Pad.
Ay Beatriz, qué mal has hecho
En que te deje enojada.
Beat.
Y determinada quedo
De no te ver en mi vida.
Pad.
Hazme un placer.
Beat.
Dile presto.
Pad.
Es por tu bien.
Beat.
¿Por mi bien?
Pad.
Sí, que tu padre es soberbio,
Y por quitarte la hacienda
Ha de hacer el casamiento.
Beat.
¿Qué se te da á tí de mí,
Si, como estabas diciendo,
Soy de don Juan de Aragon?
Pues si yo mi hacienda pierdo,
Te vengas de tu enemigo.
Pad.
¿Y si mudas de consejo,
Tan mal te estará estorbar
La ejecucion de su intento?
Beat.
¿De suerte que tú pretendes
Que el casamiento estorbemos,
[p. 75]Por casarte con doña Ana,
Y con este fingimiento,
Quieres que te ayude yo?
Pad.
Mira, mi bien, que no quiero;
Seis mil ducados de renta
Me ha dado el Rey, no pretendo
Sino tu bien.
Beat.
Pues ¿qué haré
Si determinado veo
Á don Álvaro, mi padre?
Mart.
¡Oh, qué remedio!
Pad.
Dí presto.
Mart.
Diga Leonor que le dió
Palabra de casamiento,
Y que le debe su honra,
Quéxese al Rey, que con esto
Y probar que es hija de algo,
Y que viene su abolengo
Del conde Fernan Gonzalez,
Levantarémos un pleito,
Con veinte testigos falsos,
Pues los hay de todos precios,
Que no se acabe en diez años.
Pad.
¿Falsos los hay?
Mart.
Bueno es eso:
Habrá quien jure que ha visto
Andar un buey por los vientos,
Vender el vino por agua
Y ser dichoso un discreto;
Yo daré cuatro famosos.
[p. 76]Pad.
Tú, Leonor, ¿qué dices desto?
Leon.
Que si me enseña Martin...
Mart.
¿Cuánto dirás?
Leon.
Cuatro pliegos.
Mart.
Yo vendré á darte licion.
Beat.
Adios, que á mi padre siento.
Pad.
¿Al fin te vas enojada?
Beat.
Matarte de celos tengo.
Pad.
No harás, que te adoro yo.
Beat.
Pues, don Juan, yo te aborrezco.
Mart.
¿Cuánto dirás, mi Leonor?
Leon.
Yo, mi Martin, cuatro pliegos.
[p. 77]
DOÑA ANA Y DON JUAN DE ARAGON.
Ana.
¿Pues vos me engañais á mí?
Arag.
Los sucesos os dirán
Si os engaño.
Ana.
Ya, don Juan,
Las esperanzas perdí.
Como la primer sentencia
Tiene Beatriz en favor,
Con celos de vuestro amor
Quereis probar mi paciencia.
Arag.
Mal entendeis la razon
Por que me inclino á casarme
Con vos.
Ana.
Si no es engañarme,
Celos presumo que son.
Arag.
Yo estoy del Rey en desgracia,
Así el casarme sintió,
[p. 78]Y al paso que caigo yo
Sube Padilla á su gracia;
Caballero de la Banda
Le ha hecho y la trae al pecho,
De su cámara le ha hecho,
Ya le acompañan, ya manda;
Cuanto me quitó le ha dado,
Y que lo merece os digo,
Que hablar bien del enemigo
Es honra del agraviado;
Quien tiene por valentía
Hablar mal del que está ausente,
Sepa que quien lo oye siente
Que es infamia y cobardía.
Yo, cuyas dichas están
Sin estimacion alguna,
Pienso mudar de fortuna
Diciendo bien de don Juan;
¿Sin esto, qué no ha de hacer
Por mí, si me ve casado,
Pues le dejo asegurado
De que es Beatriz su mujer?
Y como mi inclinacion
Á tus partes es notable,
No te espantes que te hable
Sin celos, pues no lo son,
Que ya no hay de que lo esté,
Pues Beatriz se ha de casar.
Ana.
No te puedes emplear
Que más contento les dé,
[p. 79]Porque Beatriz se asegura
De mí, que es lo más que siente,
Don Juan de tí; finalmente,
Si tu fortuna procura
Volver en gracia del Rey,
Y es el camino mejor
Que don Juan te tenga amor,
Hombre noble á toda ley,
Yo dejaré la locura
Y desigual casamiento
Que con don Álvaro intento.
Don Álvaro, que procura
Su venganza á costa mia,
Pues me sepultaba un viejo,
Y en manos de tu consejo
Rindo mi justa porfía;
Tuya soy, pero has de ser
Noble en cumplir lo que dices.
Arag.
Para que más autorices
La fe que puedes tener,
Y yo asegure á don Juan,
Haré que licencia pida
Al Rey.
Ana.
Ya voy advertida.
Arag.
Iré contigo.
Ana.
Aquí están
Mis criados, y es mejor
Que te quedes para hablalle.
Arag.
¿Hablaste al Rey?
Ana.
Quise dalle
[p. 80]Cuenta de mi necio error,
Pues me casaba tan mal,
Y como hablaste conmigo,
Dejé aquel intento, y sigo
El que es á mi gusto igual.
(Váyase doña Ana.)
Arag.
Por un álamo blanco que pomposo
De verdes hojas que aforraba en plata,
Un alcázar de pájaros retrata,
Subió una hiedra y le llamaba esposo;
Los ramos que de Alcídes vitorioso
Fueron corona, enlaza, prende y ata,
Y á los pimpollos últimos dilata,
Con débil paso, el círculo amoroso.
Villano labrador, del monte guerra,
La hiedra corta, que el humor no alcanza,
Seca los brazos y las hojas cierra;
No ménos levantada mi esperanza
En los brazos del Rey, cayó en la tierra,
Que no hay cosa segura de mudanza.
MARTIN Y DON JUAN.
Mart.
Bravamente los desmaya
Esta sentencia en favor.
Pad.
Aquí está don Juan.
Arag.
Señor,
Á nuevos aumentos vaya
El favor bien empleado
De su alteza, y sea tambien
[p. 81]La sentencia para bien.
Pad.
En el que aquí me habeis dado
Conozco vuestra nobleza.
Arag.
Pleitos y amores, señor,
Tratallos con este honor,
Que lo demas es bajeza;
Pero porque me volvais
Este parabien que os doy,
Sabed que casado estoy,
Que es justo que lo sepais.
Pad.
¿Casado? para bien sea.
Arag.
Con doña Ana me he casado.
Pad.
Habeis, don Juan, acertado,
Como quien tan bien se emplea;
Es lo mejor de Castilla
En calidad y en hacienda.
Arag.
Quiero que de vos lo entienda
El Rey.
Pad.
Á fe de Padilla,
De no sólo procurar
La licencia que es tan justa,
Pues el Rey de honraros gusta,
Pero tambien intentar
Que os haga mucha merced,
Que muy vuestro amigo soy;
Y la palabra que os doy
Por verdadera tened,
Que en mi vida prometí
Cosa que no la cumpliese
Como la dije, aunque fuese,
[p. 82]Señor don Juan, contra mí.
¿Qué importa la calidad
Ni otros títulos y nombres
Cuando falta entre los hombres
La palabra y la verdad?
Es la verdad un traslado
Del mismo Dios en el suelo,
Tan igual, que dice el cielo:
Bien y fielmente sacado,
Es la verdad un concierto
De la república humana;
La política tirana
Lleva su nombre encubierto,
Pero al que sigue las leyes
De la paz y la quietud
Conviene esta gran virtud,
Y más cerca de los reyes,
Que como por majestad
Ménos de las cosas ven,
Tanto más obliga á quien
Los trata, el tratar verdad.
Arag.
¿Es posible que he llegado
Á que éste me trate ansí?
Pero si causa le dí,
Yo solo he sido culpado;
Hablarle ha sido ignorancia,
Porque suele ser castigo
Del humilde, al enemigo
Darle ocasion de arrogancia;
Notables difiniciones
[p. 83]Ha hecho de la verdad,
Bien mereció mi humildad
Sus arrogantes razones.
Vive Dios que he de vengarme
Como honrado caballero,
Que de otra suerte no quiero
Castigarle ni ausentarme.
En fortunas semejantes
Pensé tenerle aficion,
¡Cuánto mudan la intencion
Las palabras arrogantes!
Señor don Juan, pues habeis
Mi pensamiento entendido,
Que hableis á su alteza os pido.
Pad.
Vos el efecto veréis.
Mart.
Mudado está de color.
Arag.
Esto tengo que deciros.
Pad.
Seguro podeis partiros
De mi verdad y mi amor,
Que no sólo en la licencia
Hablaré, que es justa paga,
Pero en que merced os haga.
Arag.
Pues no sea en mi presencia.
Adios.
Pad.
Confiad de mí;
Mas oid.
Arag.
Decid.
Pad.
Yo iré
Y al Rey se la pediré,
Y no será para mí.
(Váyase el de Aragon.)
[p. 84]Mart.
Corrido va.
Pad.
Deso gusto,
Que este es todo fingimiento.
Mart.
Bien le diste con el cuento.
Pad.
Con el hierro fuera justo.
EL CONDE DE HARO, DON ENRIQUE, DON PEDRO Y EL REY DON ALFONSO.
Conde.
La honra que le ha hecho vuestra alteza,
Justamente merece el de Padilla.
Enr.
Toda Valladolid, toda Castilla
Celebra el premio de servicios tales,
Que no se han visto en esta edad iguales.
Ped.
Sus partes son muy dignas, y tus premios
Realzan el valor con que le honraste,
Animando á servirte con su ejemplo.
Alf.
En las virtudes de don Juan contemplo
Las partes que han de dar á un hombre noble,
Fama inmortal, con gloria de su príncipe;
Pero dejando algunas, ¿qué os parece
Que ha de tener un noble caballero
Para que goce de este ilustre nombre?
Conde.
Señor, muchas convienen al que es hombre
De sangre y de valor.
Alf.
Don Juan, ¿no llegas?
Pad.
Pensé que con tan nobles caballeros
Trataba algun secreto vuestra alteza.
Alf.
Aunque lo fuera, en él tuvieras parte.
[p. 85]Pad.
Beso mil veces esos piés.
Alf.
Tratábamos
De las que un hombre noble tener debe,
Y en qué se ha de probar para saberse.
Pad.
¿Y qué dice, señor, el Conde de Haro?
Que fuera de tener ingenio claro,
Tiene, como sabeis, larga experiencia,
Que es en la guerra y paz la mejor ciencia.
Conde.
El probar un caballero,
Para saber si lo es,
Está en dos cosas ó tres,
Que á dos reducirlas quiero;
Que es el consejo y la espada.
Alf.
Bien decis, porque se aplique
Á guerra y paz, don Enrique
Diga en qué partes le agrada.
Enr.
Un caballero perfecto
Probára yo en la lealtad,
En una necesidad
Y en saber guardar secreto.
Alf.
¿Vos, don Pedro?
Ped.
Yo, señor,
Le probára en ser afable,
Humilde y comunicable
En la fortuna mayor.
Alf.
¿Y tú qué dices, don Juan?
Pad.
Yo, señor, con mi ignorancia,
¿Qué te diré de importancia,
Y más donde agora están
Personas de tal prudencia?
[p. 86]Pero puédese probar
Un alto en bajo lugar,
En la templanza y paciencia,
Así en las letras divinas
Probó Dios á un hombre.
Alf.
Bien.
Mart.
¡Que en cosas fáciles den
Personas tan peregrinas!
La prueba es fácil de hacer,
Pues sólo ha de consistir
En dar y no recibir,
En pagar y no deber.
Alf.
Aunque habeis dicho las cosas
En que se puede probar,
No fué mi intento llegar
Á virtudes generosas.
Y así por el voto mio,
Prueban de un noble el valor
Tres cosas.
Pad.
¿Cuáles, señor?
Alf.
Amor, pleito y desafío.
Pad.
Ya segun tu parecer,
De las tres tengo las dos,
Amor y pleito, y por Dios
Que á no tener que temer,
Que todas tres las tuviera.
Alf.
¿Y del pleito cómo os va?
Pad.
Pienso que acabado está
Con la sentencia primera;
Que don Juan por no cansarse
[p. 87]En cosa tan conocida,
Me pide, señor, que os pida
Licencia para casarse;
Que en doña Ana, á quien queria
Don Álvaro en tal edad,
Ha puesto la voluntad.
Alf.
Doile la licencia mia.
Pad.
Por él te beso los piés,
Y voy á darle las nuevas.
Alf.
De buena gana las llevas.
Pad.
Mi amigo y mi deudo es.
Alf.
Buen caballero es don Juan.
(Váyase don Juan y Martin.)
Conde.
Con justa causa te agrada.
Alf.
Tiene humildad bien fundada.
Ped.
Bien tus favores lo están.
Alf.
Creo que hacerse pudieran
Todas las pruebas en él.
Enr.
Es valiente y es fiel,
Y con justa causa esperan
Más premios servicios tales.
Conde.
Volvió el rostro la fortuna,
Que no hay firmeza ninguna
En condiciones mortales.
DON JUAN DE ARAGON.
Arag.
Aquí don Juan de Padilla
Me ha referido, señor,
La gran merced que me has hecho,
[p. 88]Por quien mil gracias te doy;
La licencia de casarme
Con Doña Ana, estimo yo
Por mi quietud y mi gusto,
Por mi aumento y por mi honor;
Pero es fuerza que te pida
Que ántes de la ejecucïon,
Me la des para partirme
Á Aragon, que me escribió
Mi padre que el rey don Pedro
Quiere verme en Aragon,
Y yo vivir en mi tierra,
Pues ya de mí se olvidó
La fortuna siempre vária,
Y tú de hacerme favor.
Alf.
Don Juan, no hay otra fortuna
Que la voluntad de Dios,
Esta dispone á los reyes,
Que los accidentes no.
Defectos en los vasallos.
Les mudan la condicion;
Éstos, yo estoy satisfecho
Que nunca los hubo en vos;
Linaje de ingratitud
Es quejaros de mi amor,
Porque os quiero como os quise,
Y os tengo en buena opinion;
Si el rey don Pedro os estima,
Licencia, don Juan, os doy,
Y os daré, si quereis, cartas
[p. 89]Que abonen vuestro valor.
Arag.
Quien ve la mar alterada
Y está á la orilla, señor,
No yerra en volverse á tierra,
Así los peligros son;
Á los principios del daño,
Vuelve la espalda el temor
Por no esperar los sucesos,
Que nunca fué discrecion.
Dadme á besar vuestra mano,
Que en vuestra gracia me voy
Donde os sirva sin envidia.
Alf.
Dios os guarde.
Arag.
Guárdeos Dios.
(Todos se entren.)
LEONOR Y MARTIN.
Mart.
Mira que no has de turbarte
En viendo al juez y al Rey.
Leon.
Es en las mujeres ley
Inviolable en cualquier parte,
No hay trabajo en que se vean
Donde les falte valor.
Mart.
Pues va de leccion, Leonor,
Tú verás cuán bien se emplean;
Haz cuenta que soy jüez.
Leon.
Pues no te pongas tan grave,
Que el ánimo se me acabe,
Y me turbe alguna vez.
[p. 90]Mart.
¿Cómo sucedió, decid,
Puntualmente este caso?
Leon.
Señor, mis padres, que fueron
Tan principales hidalgos,
Que por línea de varon,
Decienden de Arias Gonzalo,
Me trujeron á criar
Á su casa en tiernos años
De don Álvaro de Rojas.
Mart.
Todo lo llevas errado.
¿Á criar dices que entraste?
Pues si crias, ¿no está claro
Que has parido, y que no puedes
Pedir el doncellicato?
Leon.
Á criarme con Beatriz
Me trujeron, donde estando,
Pasados algunos tiempos...
Mart.
Adelante y sin turbaros.
Leon.
Una noche en mi aposento
Don Álvaro entró, y cerrando
La puerta, me dijo amores.
Mart.
Bien vas.
Leon.
Y me asió los brazos;
Resistíme.
Mart.
Llora agora.
Leon.
Resistíme, pero en vano,
Que en fin...
Mart.
Tápate los ojos
Con el delantal, llorando,
Y dí ansí, mírame acá;
[p. 91]En fin, el cruel tirano
Me rindió, venció, violó.
Leon.
Ese es terrible vocablo.
Mart.
Finalmente haz cuenta agora
Que yo soy el escribano,
Esto el papel y la pluma,
Y que voy haciendo rasgos.
Á la primera pregunta
Dijo que es de edad...
Leon.
Despacio.
Mart.
Pero no digas la edad,
Que aquí todas jurais falso;
Mas quítate diez ú doce,
Que yo conozco un retablo
De duelos, que con setenta
Juró antiyer treinta y cuatro.
Á la segunda pregunta,
Dijo que estando rezando,
En su aposento una noche,
La oracion de los finados,
Entró el dicho, y á la dicha
Asió de los dichos brazos,
Y con los dichos amores,
El dicho doncellicato
Desapareció de allí,
La dicha sin él quedando,
Y el dicho se fué.
Leon.
¿Qué dices
Tantos dichos?
Mart.
Son los tantos
[p. 92]Del juego de los procesos.
Y que en efecto, llorando
Esta confesante...
Leon.
¿Quién?
Mart.
Tú, Leonor; está en el caso:
Esta que declara dijo.
Leon.
¿Quién es ésa?
Mart.
Eres un mármol;
Siempre eres tú.
Leon.
Dí adelante.
Mart.
Confesando ó declarando,
Preguntada si sintió,
Algunos dias pasados,
Bulto ó hinchazon alguna,
Algun antojo ó desmayo,
Respondió que se le habian
Antojado unos gazapos,
Que estaban en un tapiz,
Y en torreznos lampreados,
Los cochinos que guardaba
El hijo pródigo, cuando...
Leon.
Nuestros amos.
Mart.
Echo polvos,
Y dejo el papel doblado.
DON JUAN DE PADILLA Y DOÑA BEATRIZ.
Pad.
Oye aunque no quieras.
Beat.
No quiero escucharte.
Pad.
Pues háblame tú.
[p. 93]Aunque aquí me mates,
Que si tú no quieres,
Mi vida, escucharme,
Yo te quiero oir
Y que tú me hables;
Dime, luz de esta alma,
Cuanto imaginares
En ofensa mia
Con tal que descanses;
Por mi sol te tengo,
No quiero guardarme,
Licencia te doy
Para que me abrases;
Abrasen, Beatriz,
Cuanto no te agrade,
Desde el alma al pecho
Tus ojos suaves;
Pero siendo nobles,
¿Cómo por vengarte,
Con ese capote
Villanos los haces?
¡Ay qué desatinos,
Quererme y matarme!
Malhayan los celos,
Bien hayan las paces.
Beat.
Pues que ya me obligas
Como necia á darte
Gusto en que te riña,
Oye y no te canses,
Verás si fué justo
[p. 94]Que de tí me agravie:
Cuando yo pensaba
Que supe obligarte,
Yo te amé, Padilla,
Como tú lo sabes,
Cuando tú eras pobre,
Pudiendo emplearme,
Yo no digo en hombre
De más noble sangre,
Pero con su gusto
De mi ilustre padre;
Porque en Aragon
Tuvo algun infante
Deseos que fueron
Principios de honrarme;
Fuístete á la guerra,
Y en ausencias tales,
Si mataste moros
Resistí galanes.
No fuiste valiente
Como yo en guardarme,
Que flaqueza y fuerza
Nunca son iguales;
Moras me trujiste,
Tocas y volantes,
De que hice galas
Que me murmurasen;
Cuando allá te herian,
¡Oh qué disparate!
Me sangraba luégo
[p. 95]Pensando igualarte.
En Valladolid,
Cuando tú llegaste,
Puse en contingencia
Mi honor por hablarte;
Don Juan de Aragon
No pudo obligarme,
Siendo caballero
De tan altas partes,
Á que una palabra
Ni áun cortés le hablase,
Cuando me forzó
Mi padre á casarme.
Esto, siendo pobre,
Hice por amarte,
Sufriendo entre golpes
Palabras infames;
Y tú cuando aspiras
Á riquezas grandes
Y alcanzan tus dichas
Mercedes reales,
Hablas á mis ojos,
Por desengañarme,
Mujer que te adora
Y que á mí me mate;
Requiebros la dices
Donde yo escuchase,
Conmigo mentiras,
Con ella verdades;
De suerte que pobre
[p. 96]Riqueza buscaste,
Y rico, hermosura,
Si puedes, bien haces;
Doña Ana de Lara
Merece que ensalces
Agora valido
Lo que en mí deshaces;
Con su hermano Enrique
Tratas amistades,
Con el de Aragon
Engaños y paces;
Decir que se casa
Con doña Ana es darme
Celos con los tuyos,
Pero llegas tarde;
Que aunque yo supiese
Morirme ó matarme,
No tengo de verte,
Ni áun imaginarte,
Que desde hoy, Padilla,
De mi alma sales,
Y si te resistes,
Yo haré que te saquen.
Pad.
Castigo notable es éste
De culpa que no he tenido,
¿Querras, Beatriz, que tu olvido,
Hasta la vida me cueste?
Paciencia el amor me preste
Para sufrir tantos daños,
Nacidos de tus engaños.
[p. 97]Beat.
Para los ojos, don Juan,
Tan difícilmente dan
Las mentiras desengaños.
¿Yo no te vi? pues ¿qué quieres?
¿Yo no te oí? pues ¿qué pides?
Si el agravio al amor mides,
Verás que la culpa eres.
Quejaisos de las mujeres
Todos los hombres, despues
Que vuestra inconstancia es
La que nos da la ocasion.
Pad.
¿Por ventura en Aragon
Tienes mayor interes?
¿Estarás arrepentida
De dejar su gran riqueza?
Beat.
Tu traicion, no tu pobreza,
Don Juan, de tu amor me olvida.
Ser solamente querida
Estimé, no regalada,
Y esta parte remediada
Con las mercedes del Rey,
Era contra toda ley
Olvidar enamorada.
Pad.
Don Juan de Aragon se ha ido,
Ya el pleito, Beatriz, cesó,
Pues á doña Ana le dió
La fe de ser su marido;
Yo propio, mi bien, he sido
El que pidió la licencia,
¿Qué temes ya de su ausencia
[p. 98]Que ofenda nuestra esperanza?
Beat.
El deseo de venganza
Hace al amor resistencia;
Cuando con mi padre viste
Que doña Ana se casaba,
Á quien tan necia te amaba,
Arrepentido volviste.
Agora tambien que fuiste
Por el de Aragon dejado,
Vuelves á mi amor pasado,
De manera que he de ser
Para desprecios mujer,
Y para olvidos sagrado.
No, don Juan, que un firme amor
Tambien se sabe mudar,
Si agravios le dan lugar,
Ó se ha de volver furor;
Que le digas, es mejor,
Á doña Ana estos concetos,
Quizá servirán de efetos,
Con que deje al de Aragon,
Que forzar la condicion
No son remedios discretos.
(Váyanse doña Beatriz y Leonor.)
Pad.
¿Qué sientes de esto, Martin?
Mart.
Que olvidar, señor, es fuerza;
Mas dí, ¿doña Ana se casa?
Pad.
Ó se casa ó se concierta.
Mart.
Luégo ya no irá Leonor
Á referir sus endechas.
[p. 99]Pad.
Yo las haré á mis desdichas,
Si se hicieron para ellas;
No tiene contento el mundo
Cabal.
Mart.
Es una tragedia.
Pad.
Cuando Beatriz me queria,
El Rey no escuchó mis quejas,
Y cuando me hace favor
El Rey, Beatriz me deprecia.
¿Qué haré, Martin?
Mart.
Olvidar.
Pad.
No podré.
Mart.
Fingir siquiera.
Pad.
Ni áun fingir podré.
Mart.
Si harás,
Para que rendida venga;
Todo lo que hace contigo
Son pruebas.
Pad.
¡Qué fuertes pruebas!
Mart.
Leonor me ha dicho que llora.
Pad.
¿Por mí?
Mart.
Por tí.
Pad.
¿Pues qué intenta?
TELLO, con un papel.
Tello.
¿Qué descuidado estás de lo que pasa?
Pad.
No estoy de mis cuidados descuidado,
Tello, que siempre estoy con más cuidado.
Tello.
Toda Valladolid está alterada,
[p. 100]Y tú ignorante en cosa semejante.
Pad.
¿Cuándo dejé de ser tan ignorante?
Tello.
Estos rétulos han amanecido
Por todas las esquinas de las calles,
Mira si es bien que tus agravios calles.
Pad.
¡Por Dios que el de Aragon me desafía
Para la raya suya y de Castilla!
Mart.
Agora has de mostrar que eres Padilla.
Pad.
Basta que al irse puso estos papeles,
No excuso el ir, pero si el Rey se queja,
Más deshonor que el desafío me deja.
Mart.
Pide licencia al Rey para seguirle.
Pad.
Dirán que la pedí para librarme;
Mejor es á perderme aventurarme.
Tello.
No lo hagas, señor, que es grave yerro,
Pues el Rey, que en efeto es rey tan sabio,
No ha de querer tu deshonor y agravio.
Pad.
Pues vamos á cumplir con lo que es justo,
Que no hay más honra, vida, ni más leyes
Que el gusto y la obediencia de los reyes.
(Váyanse.)
EL REY, EL CONDE DE HARO Y DON ÁLVARO.
Alf.
Admirado estoy de vos,
Que en tal edad os caseis.
Álv.
Gran señor, no os admireis,
Que no es flaqueza, por Dios,
Pues todo mi casamiento
Sólo en venganza se funda,
Si dél impedir redunda
[p. 101]Otro injusto pensamiento;
Tal es la desobediencia
De doña Beatriz.
Alf.
¿Qué ha sido
La causa por que ofendido
Estais de su resistencia?
Álv.
El tenerla yo casada
Con don Juan el de Aragon,
Por mandado vuestro.
Alf.
Son
Culpas que no importan nada;
Porque don Juan me engañó,
Y yo me enojé con él,
Y vos fuistes más cruel
De lo que ella os ofendió.
Fuera d’eso, ó se ha partido
Ó se parte, y no es razon
Que tengais en Aragon,
Siendo don Juan su marido,
Una hija que teneis
Y la casa que heredais;
Pero ¿con quién os casais?
Álv.
Bien la prenda conoceis.
Alf.
Si es doña Ana, ya doña Ana
Es del de Aragon mujer.
Álv.
No puede ser.
Alf.
Puede ser,
Y que acierta es cosa llana,
Mejor que en casar con vos,
Dad á Beatriz á Padilla,
[p. 102]Que no hallaréis en Castilla
Hombre más noble, por Dios.
DON JUAN Y MARTIN.
Pad.
Déme los piés vuestra alteza.
Alf.
¿Don Juan?
Pad.
Ya puedo, señor,
Decir que tengo valor,
Si es prueba de la nobleza,
Amor, pleito y desafío;
Desafío me faltaba,
Que pleito ya me sobraba
Despues de tanto amor mio;
Esta noche se han fijado
Estos carteles, señor,
En Valladolid.
Alf.
¿Su autor?
Pad.
Él mismo los ha firmado.
(Lea el Rey.)
Alf.
En la raya de Castilla,
Las armas á su eleccion,
Un mes don Juan de Aragon
Espera á Juan de Padilla.
Pad.
¿Qué decis del valor mio?
Alf.
Que áun no le teneis ganado,
Que no es haberle probado
Que os llamen al desafío.
Pad.
Teneis, gran señor, razon,
Y así con vuestra licencia
[p. 103]Haré luégo diligencia
Para partirme á Aragon.
Alf.
No podeis, en ley de hidalgo
Ni caballero, excusar
El desafío en lugar
Tan seguro.
Pad.
Al punto salgo,
Y mil veces, gran señor,
Os beso por la licencia
Los piés.
Alf.
Siento vuestra ausencia,
Y de vuestro gran valor,
Don Juan, la victoria fio.
Pad.
Que me habeis de honrar espero,
Si es prueba de un caballero
Amor, pleito y desafío.
(Váyase.)
Alf.
Conde.
Cond.
Señor.
Alf.
No he podido
Esta licencia excusar,
Aunque me pesa.
Cond.
Fué dar
Á don Juan lo que es debido
Á un noble por justa ley.
Alf.
El de Aragon me ha enojado,
Habiéndole yo mandado
Lo contrario.
Cond.
Sois su Rey;
Pero dirá que el amor
[p. 104]Ó el honor le dan disculpa.
Alf.
No le reservan de culpa,
Conde, el amor ni el honor;
Que no sacase la espada
Le mandé; si no es partido,
Prendelde.
Álv.
Si has concedido
Con voluntad declarada
Al de Padilla el salir,
¿Cómo pones en prision
Al de Aragon?
Alf.
La ocasion
Es muy fácil de advertir;
No cumpliera con su honor
Don Juan, si no se la diera,
Pero, pues al que le espera
Puse pena de traidor,
Puédole agora prender,
Y así volverá á Castilla
Con su honor el de Padilla.
Álv.
¿Quién como tú pudo ser
Árbitro en esta ocasion?
Cond.
¿Si estará en Valladolid?
Alf.
Conde, si es ido partid,
No se os éntre en Aragon.
(Váyanse.)
DON JUAN DE PADILLA Y MARTIN.
Pad.
No pensé que me la diera.
Mart.
¿Cómo pudiera negarla
[p. 105]Si debe estimar tu honor?
Pad.
Tócame escoger las armas,
Y es bien llevarlas de aquí.
Mart.
Elige las que te agradan,
Pues en todas eres diestro.
Pad.
Las de la capa y espada
Son buenas en desafíos,
Que se hacen de hoy á mañana,
Pero en cosas prevenidas,
Y que han de ser en la raya
De Castilla y Aragon,
Mas armas son necesarias.
Mart.
Sí, porque de entrambos reinos,
Yo te aseguro que salgan
Dos mil personas á veros;
No hay caballero en España
Que tenga más opinion
Del encuentro de la lanza,
Que ni cristiano en Castilla,
Ni moro andaluz se alaba
Que la pueda resistir.
Pad.
En ésta llevo fundada
La vitoria.
Mart.
Justamente;
Si bien no es ménos la fama
De don Juan el de Aragon.
Pad.
Despues de aquésta, la espada
Dará fin al desafío.
Mart.
Tú llevas justa esperanza,
Que Dios tu razon ayude.
[p. 106]Basta, señor, que dos damas
Se han apeado de un coche
Y te buscan rebozadas.
Pad.
¿Damas á mí?
Mart.
Y á buen tiempo.
LEONOR y DOÑA BEATRIZ, con mantos.
Pad.
Reinas, descubran las caras,
Que andamos de pesadumbre,
Y puede ser que las traigan
Más traidoras que leales.
Mart.
Bien puestas vienen de faldas,
Pero puede ser que arriba
Cubra el nublado la barba.
(Descúbre cada uno la suya.)
Beat.
¿Dónde de esta suerte vos?
Pad.
¡Señora!
Beat.
Yo soy, ¿qué miras?
Pad.
¿No he de mirar si me admiras,
Lo que no pensé jamas?
Beat.
Bien dices, no pude más,
Porque no hay fuerza de honor
Que se resista al rigor
De una tan breve partida.
Pad.
Quitádome habeis la vida
Con tales muestras de amor;
El partirme aborrecido
Por más ventura tuviera,
Pues es cierto que venciera
[p. 107]Quejoso de vuestro olvido;
La dicha de ser querido
Dará vitoria al contrario,
Y así fuera necesario
Partir en desgracia vuestra.
Beat.
Ésta, si bien de amor muestra,
Es ira del tiempo vário;
Forzando mi voluntad,
Don Juan, á verte he venido,
Si bien confieso que ha sido
Más locura que lealtad;
Pero tratando verdad,
Que lo demas es mentira,
Amor que te adora aspira
Á que entiendas, de qué suerte
Cuando he llegado á perderte,
Se trueca en piedad la ira.
Bien pudieron mis recelos,
De mis ojos dividirte,
Pero llegando á partirte,
Venció mi amor á mis celos.
Pad.
No lloreis, hermosos cielos,
Que me doblais los enojos,
Ó contadme por despojos
Del de Aragon, si llorais,
Mirad que muerte me dais,
Y le dais vida, mis ojos.
Beat.
Si no me llevas contigo,
Ya que es fuerza tu partida,
Hoy será el fin de mi vida.
[p. 108]Pad.
Si yo te llevo conmigo,
Doy por muerto á mi enemigo,
Pues le puedes abrasar
Solamente con mirar;
Pero no quieran los cielos
Que le mates con mis celos,
Pudiéndole yo matar.
Mart.
Cesa, Leonor, de sentir
Mi ausencia, por amor mio.
Leon.
Si sales al desafío,
Yo me tengo de morir.
Mart.
¿Puedo dejar de salir,
Donde sale mi señor?
Leon.
¿Y has de reñir?
Mart.
Sí, Leonor,
Que ya me ha desafiado
Del de Aragon un criado.
Leon.
Desmayaréme de amor;
Pero mientes, que yo sé
Que los dos solos serán.
Mart.
Yo he de ayudar á don Juan
Por justa lealtad y fe.
Leon.
Guárdate que no te dé
El caballo alguna coz,
Que herido estarás feroz.
Mart.
Basta que das en pensar
Que yo no he de pelear.
Leon.
Baja, mis ojos, la voz.
Pad.
Señora, en el ir conmigo
Hay grande dificultad.
[p. 109]Beat.
Si amor es facilidad,
Yo la tengo en ir contigo.
Pad.
Pues ¿cómo irás?
Beat.
Yo te digo,
Que no me falte ocasion.
Pad.
Ea, vamos á Aragon.
Beat.
Si una vez llega á querer,
¿Cuándo ha faltado á mujer
Para su gusto invencion?
Pad.
Martin.
Mart.
Señor.
Pad.
Mi partida
Apresta con brevedad.
Mart.
Ya no habrá dificultad,
Como Beatriz no te impida.
Pad.
Si la llevo, ¡ay de la vida
De don Juan!
Mart.
¡Qué dos espadas!
Pad.
Vén, pues de venir te agradas.
Beat.
Si voy, yo le mataré.
Pad.
Sí harás, mas dirá que fué
Con armas aventajadas.
(Váyanse.)
EL CONDE DE HARO, DON PEDRO y DON ENRIQUE, traen preso á DON JUAN DE ARAGON, con quien viene DOÑA ANA, disfrazada.
Conde.
Habeis de perdonarme,
Que fué mandado de su alteza.
Arag.
Creo
[p. 110]Que no podrá culparme
Quien sabe qué es honor.
Conde.
Mi buen deseo
Teneis tan conocido,
Que pienso que estaréis agradecido.
Ped.
Nadie como su alteza
Sabe lo que es honor de un caballero,
Fiad de su grandeza,
Que no os impida el castellano fuero
Si viere que hay agravio.
Arag.
Así lo espero yo de un rey tan sabio.
Enr.
¿Y á mí por qué me prende
Su alteza?
Conde.
Porque vais á compañarle.
Enr.
¿Pues esto en qué le ofende?
Conde.
Esa razon podeis agora darle,
Porque en tales sucesos
Es bien que áun los criados vengan presos.
DON JUAN DE PADILLA, MARTIN, de camino, y DOÑA BEATRIZ, disfrazada.
Mart.
En palacio han entrado.
Beat.
Y yo digo que el Conde le traia
Preso.
Mart.
El Rey lo ha mandado,
Por excusar alguna alevosía,
Pues era cierto el daño
De hacerte en el camino algun engaño.
Pad.
En tales caballeros,
[p. 111]Necio, no puede haber engaño ó fuerza,
Y él por los mismos fueros
De entrambos reinos la batalla esfuerza
De aqueste desafío.
Beat.
Parece que le impide el amor mio.
Pad.
Hasta ver lo que es esto
No me podré partir.
Mart.
Ya se partia
El de Aragon dispuesto
Á la batalla que contigo hacia,
Cuando llegó el de Haro.
Pad.
¿Si le quieren prender?
Mart.
Pues ¿no está claro?
Pad.
No, que me dió licencia.
Beat.
No disputeis de este milagro agora,
Que amor, en competencia
De mi temor, le ha hecho.
Pad.
Pues, señora,
¿Temeis que me venciera?
Beat.
Don Juan, si yo no amára no temiera.
DON ÁLVARO Y EL REY.
Álv.
Ya el Conde le trujo preso,
Que en Valladolid estaba
Previniendo la partida.
Alf.
Conde.
Cond.
Entre lanzas y espadas
Hallé á don Juan de Aragon
Y á don Enrique de Lara,
[p. 112]Con las postas á la puerta.
Arag.
Dicen que prenderme mandas;
Tu gusto es ley, pero yo,
Gran señor, no hallo causa
De ofensa en mi obligacion.
Alf.
Don Juan, quien de hacerlas trata,
Siempre alaba su inocencia
Y disculpa su arrogancia,
Que amor os diese ocasion
Al pleito, ya tiene tanta,
Que no os quiero poner culpa
Si en ley de amistad se engaña;
Pero á vos y al de Padilla,
Mandé no tomar las armas,
Pena de traicion; decid
Si tiene el prenderos causa,
Pues le habeis desafiado
Públicamente á la raya
De Castilla y Aragon,
Amaneciendo en las plazas
De toda Valladolid,
Siendo vos el que le agravia,
Carteles contra don Juan.
Arag.
Señor, cuando yo tomára
Las armas sin ocasion,
Mereciera tu desgracia,
La que tuve cuando fuese
Obligacion sabré darla,
Pues aunque en ausencia sean,
Son agravios las palabras,
[p. 113]Tú mandaste al de Padilla
Y á mí, no sacar las armas
Miéntras que durára el pleito,
Y así miéntras él duraba
Se cumplió tu mandamiento,
Luego la disculpa es clara,
Y que es justo el desafío,
Conforme el fuero de España.
Alf.
¿Cómo sabré yo que el pleito
Se acabó?
Arag.
Porque doña Ana
Es mi mujer, que no quiero,
Con desprecios y mudanzas,
Apelar de la sentencia.
Álv.
Señor, la disculpa es llana,
Y aunque yo quejarme puedo
De que doña Ana me agravia,
Ella sabe que eran burlas,
Entre los dos concertadas,
Por dar pesar á Beatriz.
Alf.
Para que yo no quedára
Con sospecha en las disculpas,
Que á veces sin parte engañan,
Quisiera que el de Padilla
Á conferirlas se hallára;
Pero pidióme licencia,
Y partióse esta mañana
Á la raya de Aragon.
Mart.
Llega, ¿de qué te acobardas?
Pad.
Déme su alteza los piés.
[p. 114]Alf.
¿Es don Juan?
Pad.
Cuando tomaba
Postas con licencia tuya
En defensa de mi fama,
Un caballero me dijo
Que el Conde de Haro llevaba
Preso á don Juan de Aragon;
Pues si tú prenderle mandas,
¿Cómo me mandas á mí
Que al desafío me parta?
¿Con quién le tengo de hacer?
Alf.
Mandéle que no sacára
Las armas durando el pleito
Que de su prision fué causa,
Dice que ya se acabó
Y se casa con doña Ana,
Con que yo estoy satisfecho.
Á lo que de vos se agravia,
Vos podeis satisfacer,
Que á su noble sangre y casa
Debeis dar satisfaccion.
Arag.
Palabras de ausencia engañan,
Diga don Juan si las dijo.
Pad.
Hombres como yo no hablan
De sus enemigos mal,
Que es propio de gente baja.
Alf.
Basta, don Juan de Padilla,
Que yo tomo en mi palabra
Real, el honor de entrambos;
Y á vos, porque entienda España
[p. 115]Que salis del desafío
Como es justo y en mi gracia,
Os doy título de Conde.
Pad.
Yo os beso por merced tanta
Los piés; pero si merezco
Vuestra gracia y hoy se acaban
Las enemistades nuestras,
Dalde á don Juan, pues se casa
Con mi prima, gran señor,
El título que me daban
Esas manos generosas.
Alf.
Yo se le doy si doña Ana
En el casamiento viene;
Traed, Enrique de Lara,
Á vuestra hermana.
Enr.
Yo voy.
Ana.
No vais, que aquí esta doña Ana
Y se tiene por dichosa.
Alf.
Don Álvaro, sólo falta
Que dejeis ya la porfía.
Álv.
Lo que vuestra alteza manda
Es justo, voy por Beatriz.
Beat.
No vais, que en esta jornada
Acompañaba á don Juan.
Mart.
Leonor, pues todos se casan,
Dame esa mano amorosa,
Y advierte que no sea falsa,
Aunque sabes jurar falso.
Leon.
¿Enséñasme y dasme vaya?
Alf.
Daos las manos y los brazos.
[p. 116]Pad.
Aquí, senado, se acaban
Amor, pleito y desafío,
Si perdonais nuestras faltas.
Laus Deo et V. M. inmaculatæ Concep.
En Madrid, á 23 de Noviembre de 1621.
Lope de Vega Carpio.
[p. 117]Véala Pedro de Vargas Machuca.==Hay una rúbrica.
Pocas veces tienen las comedias de Lope de Vega Carpio qué advertir, porque lo es él tanto en sus escritos, que no deja en qué reparar, y en esta de Amor, pleito y desafío, ha mostrado su ingenio y atencion.
Madrid, 14 de Enero de 1629.==Pedro de Vargas Machuca.==Puédese representar.==Hay una rúbrica.
[p. 119]
[p. 121]
[p. 122]
PERSONAS.
EL CONDE OTAVIO.
CÉSAR.
EL CONDE FABRICIO, padre de Fénis.
EL VIREY DE NÁPOLES.
JULIO.
LEONARDO.
UN CAPITAN.
CELIA.
LISENA.
FÉNIS.
FLORA, criada.
TOMÉ, criado.
ALBANO, criado.
[p. 123]
AMOR CON VISTA.
CELIA Y LISENA, damas.
Cel.
Escribióme que partia,
Ya no es posible tardar.
Lis.
Lo que tanto ha de durar
¿Sientes esperar un dia?
Cel.
No es la pena que resisto
Amor en todo rigor,
Porque nadie tiene amor
Á las cosas que no ha visto.
Lis.
Engéndrase amor del ver,
Tambien del imaginar,
Y quien se piensa casar
Ya sabe que ha de querer.
[p. 124]Cel.
Deseos de ver me dan
Si á la verdad corresponde,
Como me han pintado al Conde
Tan gentil hombre y galan.
Lis.
¿Quién duda que será ansí
Y que no te han engañado?
Cel.
Sin los ojos me he casado,
Quejosos están de mí,
Que por no tener enojos
Con lo que se ha de querer,
Les da el alma su poder
En causa propia á los ojos;
Que ellos los primeros son
En tanto que el bien se alcanza,
Los que van con la esperanza
Á tomar la posesion;
Mas cuando no me contente,
Yo te aseguro de ser,
Sólo en mudarme mujer,
Y no suya eternamente.
Lis.
La dicha, Celia, no estriba,
De una mujer, en que sea
Lindo el hombre en quien se emplea
Para que contenta viva;
Un discreto entendimiento
Y una dulce condicion,
Partes principales son
De un dichoso casamiento;
Ruega que las tenga el dueño
Que esperas, para que seas
[p. 125]Dichosa si en él te empleas.
Cel.
En esta jornada empeño
No más que haberlo tratado,
Aquí el Conde ha de venir
Y en ese cuarto vivir
Que le tengo aderezado;
Supliquéle que viniese
Solo y secreto.
Lis.
Y es justo,
Porque no siendo á tu gusto,
Como se vino se fuese;
Que á los que te han deseado
En Nápoles, no has de dar
Ocasion de murmurar,
Celia, el no haberte casado.
Y áun tuviera por mejor
Que no viviera en tu casa,
Que si despues no se casa,
No queda tan bien tu honor.
Cel.
Si él viene aquí disfrazado,
¿Quién ha de saber quién es?
Lis.
La pretension del Marqués,
Que dos años te ha mirado.
FLORA.
Flora.
No pido albricias, pues ya
Sabrás que el Conde ha venido,
Con decir que albricias pido.
Cel.
¿Venido?
[p. 126]Flora.
Á la puerta está.
Cel.
Confieso que me he turbado;
¿Mucha gente?
Flora.
Sólo un hombre.
Cel.
¿Y él qué traza?
Flora.
Gentil hombre
Y á lo virote emplumado;
¿Ha de subir luégo aquí,
Ó en su cuarto se ha de entrar?
Cel.
Eso le has de preguntar,
Flora, al Conde, que no á mí.
EL CONDE OTAVIO, TOMÉ, criado.
Otav.
Aunque atrevimiento sea,
Que claro está que lo es,
Turbado pido los piés
Que toda un alma desea;
Mal dije en haber pensado
Que turbado y necio estoy,
Si en entrambas cosas doy
Indicios de desposado,
Porque en el concierto nuestro
Es atrevimiento injusto,
No sabiendo vuestro gusto
Presumir del ser tan vuestro.
Mas como breve ocasion
No da lugar al consejo,
Cuanto callo y siento dejo,
Celia, á vuestra discrecion;
[p. 127]Que el estar necio y turbado
Justa disculpa ha tenido,
De mí, por recien venido,
Y de vos, por desposado;
Con esto quiero rendirme,
Que no es razon perdonarme,
Ni á mí por necio alargarme,
Ni á vos por turbado oirme.
Cel.
Entrambas cosas creyera
Trasladábades de mí,
Si lo que habeis dicho aquí
Esas dos faltas tuviera;
Vos seais muy bien venido,
Que con este desengaño
No podia llamarse á engaño
Ni la vista ni el oido.
Hable vuestra señoría
Á mi prima.
Otav.
Deslumbrado
Del sol, podré disculpado
Deciros que no la via;
No tengo qué os ofrecer,
Pedid de mi voluntad,
Á mi dueño la mitad,
Que la dí en llegando á ver.
Lis.
Quitársela no es razon
Á quien tan bien la merece,
Lo que la mia os ofrece
Es deuda y obligacion;
Que en fin, ya sabeis mi nombre,
[p. 128]Y cómo ménos turbada,
Pues no soy la desposada,
Digo que sois gentil hombre.
Otav.
Bésoos las manos, que ya
Con ese crédito puedo
Perder á mi dueño el miedo,
Que atenta mirando está
Las faltas que vos no veis,
Como no soy para vos.
Cel.
Si os hablais ansí los dos,
Que me turbe escusaréis,
Pero si no estais cansado
Entrad donde esteis mejor.
Otav.
En viendo vuestro valor
Descansé de mi cuidado.
(Con reverencia se entren los tres.)
TOMÉ, FLORA.
Tomé.
Detenga vuesa merced
El chapin por cortesía,
Si merece mi osadía
Locutorio por la red;
Y aunque no me ha preguntado
Quién soy, ni á lo que he venido,
Puesto que habrá presumido
Que soy del Conde criado,
Si el Conde se ha de llamar
Viniendo aquí de secreto,
Sepa que es al mismo efeto
[p. 129]Esto en que la quiero hablar.
Flora.
Atenta á la cara estoy
Más que al libre razonado.
Tomé.
¿Si la tengo de criado?
Pensó bien, el mismo soy.
Flora.
¿Qué me quiere, finalmente?
Tomé.
¿Esta ropa que he traido,
Tiene lugar conocido
Donde estar seguramente,
Ó ha de alojarse en posada?
Flora.
Si sabe que ésta ha de ser
La que el Conde ha de tener,
¿No es la pregunta excusada?
Aposento se le ha hecho
Que el Rey le puede ocupar.
Tomé.
¿Y al alma qué le han de dar?
Flora.
Daránle de Celia el pecho.
Tomé.
¿Hallaré yo quien me dé
Algun aposento á mí?
Flora.
Para que le sirva sí,
Y cerca del Conde esté.
Tomé.
¿Y para la voluntad?
Flora.
¿Tan presto quiere aposento?
Tomé.
Soy frágil, y luégo intento
No padecer soledad.
Flora.
¿El nombre?
Tomé.
Tomé.
Flora.
Buen nombre.
Tomé.
¿El suyo?
Flora.
Flora.
[p. 130]Tomé.
Convienes,
Flor, con el nombre que tienes.
Flora.
¿Es burla?
Tomé.
Dichoso el hombre
Que tuviera en su jardin...
Flora.
No lo digas; estas llaves
Son del cuarto.
Tomé.
¡Qué suaves
Ojos! hoy serás mi fin.
Flora.
Pon la ropa en él, y adios,
Y mira que desde aquí
Corre esa hacienda por tí.
Tomé.
¿Cuándo hablarémos los dos?
Flora.
Advierte lo que te digo
Y deja burlas.
Tomé.
Sí haré.
(Flora se entre.)
OTAVIO.
Otav.
Contento vengo, Tomé.
Tomé.
Del que tienes soy testigo,
Despues que vi la Condesa.
Otav.
¿No te ha parecido hermosa?
Tomé.
Cual suele salir la rosa
De su verde cárcel presa,
Ó la azucena esmaltada
De rayos de oro en marfil.
Otav.
Por mi vida que es gentil
Y digna de ser amada.
[p. 131]Tomé.
¿Cómo te va de deseo?
Otav.
Aunque he visto su valor,
En la cartilla de amor
Las primeras letras leo;
Quiérola, no hay qué tratar,
Es buena para mujer,
Y aunque es acabar de ver
Comenzar á desear,
No me ha sucedido ansí.
Tomé.
Tanto habrás imaginado,
Que es ménos lo que has hallado;
Las llaves me han dado aquí
Del aposento en que estés.
Otav.
Pienso que será excusado,
Que Celia á entender me ha dado
Que su pensamiento es
Que nos desposemos luégo.
Tomé.
¿Tan bien le pareces?
Otav.
Tanto,
Que de permitir me espanto
Que un hora tenga sosiego;
En obedecerla estoy,
Que aunque no estoy muy perdido,
Para amores de marido
Bastantes indicios doy,
Pero al fin el yugo es grave.
Tomé.
Agora debes de estar
Como quien mira la mar,
Cuando ha de entrar en la nave.
Yo imagino el casamiento
[p. 132]Como si ella se secase,
Y en las arenas dejase
Los hijos de su elemento,
Que como allí se verian
Tantas formas de pescados,
Se verian los cuidados
Que los casamientos crian;
Enojos, impertinencias,
Gastos, hijos, condiciones,
Celos, iras y áun traiciones,
Si se descuidan, ausencias;
Pero como se verian
Tambien perlas y corales
Y otros diversos metales
Que ó se pierden ó se crian,
Así se miran tambien,
Acertado un casamiento,
La honra, el gusto, el contento
Y el fin para el sumo bien.
FÉNIS, dama, huyendo.
Fén.
Si le corre obligacion
Á un hombre por hombre, el ser
Amparo de una mujer,
Aquí teneis la ocasion;
Caballero pareceis,
Confirmaldo en ampararme.
Otav.
No acierto á determinarme,
Tal confusion me poneis.
[p. 133]Fén.
Mirad que me han de matar,
Si no me escondeis.
Otav.
Tomé,
¿Qué haré?
Tomé.
Qué lindo qué haré;
Conmigo podeis entrar,
Que aquí hay aposento y llave
Donde segura estaréis.
Fén.
Alma y vida me daréis.
(Éntrense.)
Otav.
La mujer es bella y grave,
Algun suceso habrá sido
Entre honor y amor causado,
Ejemplos de desdichado
En vísperas de marido;
Mal principio, triste agüero,
Desdichas son prevenidas.
EL CONDE FABRICIO, viejo, con la espada desnuda.
Fabr.
Quitaréle dos mil vidas.
¿Habeis visto, caballero,
Una mujer por aquí?
Otav.
En este punto llegó
Una silla en que se entró,
Si es la mujer que yo vi;
Y no la sigais, que lleva
Cuatro valientes soldados.
Fabr.
¿Qué se cansan mis cuidados?
Aquí la traicion se prueba,
[p. 134]Todo estaba prevenido,
Silla y soldados de guarda;
¿Qué es lo que mi honor aguarda?
Traicion de Leonardo ha sido,
Á su casa voy, ¡ah cielos!
(Váyase.)
Otav.
Qué bien despachado va
Si es marido; sí será,
Que hablaba en traicion y celos.
CÉSAR Y ALBANO, criado.
Cés.
¡Qué tarde me has avisado!
Alb.
Por detener á Fabricio.
Cés.
Fué de poco seso indicio
El haberla amenazado.
Alb.
¿Qué llamas amenazar?
Y áun ejecutar su muerte.
Cés.
¡Que pudo salir de suerte
Que no la viese pasar
Estando esperando enfrente!
Alb.
Ya te he dicho cuanto pasa.
Cés.
¿Si se entró en alguna casa?
Otav.
Este es galan ó pariente.
Alb.
De Celia á la puerta está
Un gallardo forastero.
Cés.
¿Habeis visto, caballero,
Un hombre mayor que va
Desnuda la espada?
Otav.
Aquí
[p. 135]Sin color me preguntó
Por una mujer, y yo
Que la vi, le respondí,
Entrar en una bordada
Silla que dos turcos llevan,
Pero es error que se atrevan
Bríos de la edad pasada,
Á un caballero que allí
Ella Leonardo llamó,
Por cuyos brazos entró
Adonde os digo.
Cés.
¡Ay de mí!
Otav.
Porque lleva seis soldados,
Y áun españoles parecen.
Cés.
Aquí con mi honor fenecen
Mis amorosos cuidados,
De los dos concierto ha sido,
No tuve celos en vano.
Otav.
Aquel caballero anciano
¿Es su padre ó su marido?
Cés.
Su padre, que locamente
Por amenazarla dió
La causa, que la obligó
Á que su deshonra intente.
Otav.
¿Quién es?
Cés.
El conde Fabricio.
Otav.
¡Que es mujer tan principal!
Y este Leonardo, ¿es su igual?
Cés.
Llevársela no es indicio,
Vos, ¿quién sois?
[p. 136]Otav.
Un caballero
Milanés que en este punto
Llegó á Nápoles.
Cés.
Pregunto,
Haciendo salva primero
Al secreto y cortesía,
¿Sois el conde Otavio?
Otav.
Soy
Quien comienza desde hoy
Esta empresa ajena ó mia.
Cés.
El daros satisfaccion
Me toca de aquesta dama
Por mi honor y por su fama,
Pero no en esta ocasion,
Dadme licencia que luégo
Os vuelva á ver.
Otav.
Id con Dios.
(Váyanse.)
TOMÉ.
Tomé.
Aguardaba que estos dos
Se fuesen; muriendo llego
De risa por una parte,
Y por otra de pesar.
Otav.
No te acabaste de entrar,
Tanto que áun pudo toparte
Cuando el padre de esa dama,
Que nos ha pedido ayuda,
Vino, la espada desnuda,
Para defender su fama.
[p. 137]Díjele que la llevó
En una silla un galan,
Y que seis soldados van
En su escolta, y lo creyó,
Diciendo traicion ha sido
De Leonardo, y fuése airado;
Tras esto, el más agraviado
Si pensó ser su marido,
Y como viste gallardo,
Vino y de la misma suerte
Fuego por los ojos vierte
En busca del tal Leonardo,
Que seguro de su ofensa,
No sabrá qué responder;
¿Qué has hecho desta mujer?
Y ella ¿qué dice ó qué piensa?
Porque, vive Dios, que ha sido
Defenderla necio error,
Porque son cosas de honor
Donde hay padre y hay marido.
Tomé.
Señor, si tan cierto sabes
Que es aquesta noble dama
Hija del conde Fabricio,
¿Por qué te pesa de darla
Favor en esta ocasion?
Que un padre injusto la casa
Contra su gusto. ¿Es delito
Huir la desnuda espada
De un hombre que con la ira,
Cerca estuvo de matarla?
[p. 138]Y á tí, porque la defiendas,
¿Puede resultarte infamia?
Otav.
Nunca te he visto tan necio.
¿Parécete que es ganancia
Dar á Celia pesadumbre
Por esconderla en su casa,
Y á su padre y su galan
Para que se ofendan causa?
Que bien dicen, que ninguno
Sabe, cuando se levanta,
En qué ha de acabar el dia,
Porque ¿quién imaginára
Lo que nos ha sucedido?
Tomé.
Señor, tú puedes dejarla
Por los respetos que dices,
Puesto que es cosa inhumana;
Pero yo, si dos mil vidas
Me cuesta, no he de entregarla
Al tirano que la fuerza.
Otav.
Necio, ¿qué furor te engaña?
¿No es locura que á su padre
Escondas, sin irte nada,
Una mujer principal?
Tomé.
Yo sé que me disculpáras
Si la habláras ó la vieras.
Otav.
Si la viera, ó si la hablára,
La aconsejára su honor.
Tomé.
¡Ah señor! que en nuestras almas
Tiene gran juridicion
La hermosura en la desgracia;
[p. 139]Aquel mero mixto imperio
Que tiene una hermosa cara
Bañada en líquido aljófar
Sobre dos rosas de nácar,
¿Á qué bárbaro no rinde
De la más desierta Arabia?
¿Á qué fiera donde el Nilo
Las siete bocas desagua?
Parece que á las mujeres
Dió naturaleza sábia
Horca y cuchillo en los ojos,
Y más si lloran con gracia.
Si vieras tú como yo,
Dos estrellas animadas
Llover perlas en claveles
Por dos caminos de plata,
Si vieras entre suspiros,
Que con una mano blanca
Limpiaba soles un lienzo,
Que el dolor bañaba en agua,
Si vieras unos cabellos
Que descompuestos bajaban
Á servir de celosías,
Porque dos niñas se bañan,
Y que entre aquestos efetos,
Formaba tiernas palabras
El instrumento más dulce
De las acciones humanas,
Diciendo: ¡Ay padre cruel!
¿Por qué me fuerzas y casas
[p. 140]Con un hombre que aborrezo?
¿Qué dijeras, qué intentáras?
No es hombre quien esto sufre,
Aspid de la Scitia helada
Anima su ingrato pecho,
Pues que la deuda no paga
Á las mujeres debida,
Desde las primeras fajas,
Desde la primera cuna,
Y áun ántes que el hombre salga
Á la luz del sol, que allí
Como víbora los mata,
Con achaques, con antojos,
Y áun con la vida.
Otav.
No hagas
En su defensa, Tomé,
Conmigo oracion tan larga;
No tienen hombre en el mundo,
Que como yo satisfaga
La deuda á los nueve meses,
Pero en la presente causa,
¿Qué puedo yo hacer por ella?
Tomé.
Sólo hablarla y consolarla,
Ya que se valió de tí,
Que ella te dará la traza
Como tú la favorezcas.
Otav.
¿Á dónde está?
Tomé.
En esta sala.
Otav.
¿Viéronla entrar?
Tomé.
Fué ventura,
[p. 141]Que en corredor ni ventana
No estaba persona entónces.
Otav.
Abre, y pon luégo la aldaba.
FÉNIS.
Fén.
Si donde la belleza
Del exterior ornato y compostura
Confirma la nobleza,
Y las obligaciones asegura
De un noble caballero,
De vuestros piés favorecerme quiero.
Otav.
Tened, tened, señora.
Fén.
No juzgueis mi desgracia á culpa mia,
Pues oyéndome agora,
Culparéis de un tirano la porfía,
Cuyo acero desnudo,
Si no fuera por vos, matarme pudo.
Pensaréis que ha nacido
De ser liviana yo, la inobediencia
De que estará ofendido,
Pues sabed que es valor mi resistencia,
Y una virtud causada
Del mismo honor á que nací obligada.
Es el conde Fabricio
Mi padre, de alta sangre y de alto nombre;
Mas como el buen juïcio
Y la virtud hagan perfecto al hombre,
Entre gente que sabe
No hay alto nacimiento que se alabe
[p. 142]Dos nobles caballeros
Me han pretendido, en sangre y renta iguales;
Pero satisfaceros
Puedo segura yo que con ser tales,
Ninguno me ha inclinado
Á ser oido, cuanto más amado.
César llaman al uno,
Leonardo al otro; el César con el nombre
No sufre igual ninguno,
En el valor, en rico y gentil hombre;
Pero no le ha valido
Para ser á Leonardo preferido.
Pidiéndome arrogante,
Mi padre concertó mi casamiento,
Leonardo al mismo instante
Le declaró tambien su pensamiento,
Con que dudoso el viejo,
Si no la voluntad, mudó consejo.
César en esto airado,
Por quitar á Leonardo la esperanza,
Libre y desatinado,
Dijo, mintiendo extraña confianza,
Entre algunos señores,
Que tenía de mí falsos favores;
Y Leonardo presente
Á la conversacion de cierto dia,
Se alabó libremente
De que por prendas de mi amor tenía
Lo que puede la boca
Permitir de licencia al que la toca.
[p. 143]La honestidad consiste
En resistir los labios una dama,
Que si no los resiste,
Para su infamia abrió los de la fama;
Porque quien los entrega,
Confiesa más que con la lengua niega.
Melindre no os parezca
Que mis labios sintiesen sus agravios,
Que no es bien que merezca
La puerta del amor, que son los labios,
Quien ántes de tenellos,
Tan necio se alabó de merecellos.
Esta loca mentira
Me dijo visitándome Leonardo,
Para moverme á ira,
Y desde entónces esta afrenta guardo,
De suerte en mi sentido,
Que le aborrezco cuando no le olvido.
Mi padre, que debiera
Por la misma razon tenerle en poco,
En darme persevera
Á un hombre para mí tan necio y loco,
Que hoy quiere, hoy dice, hoy jura
Que tengo de firmalle la escritura.
Nuestros deudos se juntan,
Aunque él estaba ausente y recatado,
Luégo por mí preguntan,
Yo salgo, y miro con el rostro airado
Á mi padre, al notario,
Cual bravo con la espada á su contrario,
[p. 144]Tomo la pluma, escribo,
Al tiempo de otorgalla, que no quiero,
Ni admito, ni recibo
Á César por marido, y con severo
Rostro en la escrita suma,
Á espaldas vueltas arrojé la pluma.
No suele así cometa
Pasar resplandeciendo por el viento,
Y por senda imperfeta,
Correr para morir fuego violento,
Que yo partí encendida
De los agravios de que estoy corrida;
En leyendo lo escrito
Saca mi padre contra mí la espada,
La puerta solicito,
Todos le tienen, y salí turbada,
Donde me hubiera muerto,
Si no fuérades vos mi dulce puerto;
Á cuyos piés os ruego
Que miéntras pasa del rigor la furia
No permitais que ciego
Intente hacerme tan notable injuria,
Que como el alma os muestra,
Miéntras tuviere vida seré vuestra.
Tomé.
¡Vive Dios que me ha cogido!
Gusto de señora tienes,
Que yo esperaba un romance,
Y en verso grave procedes.
Otav.
Vuestra pena, y la ocasion
Me la ha dado de tal suerte,
[p. 145]Aunque otro intento tenía
Ántes, señora, que os viese,
Que determino, y es justo
Ser desde agora obediente
Á cuanto vos me mandeis,
Puesto que la causa es fuerte;
Que no sé qué he visto en vos
De aquello que no se entiende,
Que me ha mandado serviros,
Aunque la vida me cueste.
Yo soy en aquesta casa,
Desde esta mañana, huésped,
Que á tratar un casamiento,
Y que en su nombre concierte,
Por embajador me envia
Cierto amigo, que pretende
Á Celia, desde Milan;
Así porque no tuviese
Más segura voluntad,
En cuantos amigos tiene,
Como porque yo venía
Á negocios diferentes
Á Nápoles con el Duque,
Aquel Giron excelente,
Que de Sicilia ha venido
Habrá, señora, diez meses,
Donde sucedió al marqués
De Villena, su pariente,
Aquel Pacheco famoso,
Que de tan nobles Maestres
[p. 146]De Calatrava y Santiago,
Honor de España, desciende.
Esto quiso que tratase
Con esta dama, de suerte
Que hoy la he visto, y es señora
Que al conde Otavio merece;
Que aquéste es el apellido
Deste caballero ausente,
Soldado de buena fama
En Asti como en Verceli;
Entre el Alpe y Apenino
Caudaloso el Pó desciende,
Donde tiene algunas villas
Que le adoran y obedecen.
No perderá Celia nada
Cuando efetuado quede,
Aunque no me ha parecido,
Por algunos accidentes;
En este cuarto que veis,
Y que con vos se ennoblece
Aunque no lo imaginaba,
Me mandó que me aposente,
Porfié, no aprovechó,
Obedecí y acetéle;
Mi nombre es Cárlos, si acaso
En mi persona os parece
Que hay algo noble, eso soy,
Y para ser vuestro siempre.
Mirad agora qué traza
Dais en el rigor presente,
[p. 147]Que estoy tal de haberos visto,
Que me obliga á que os confiese
Que me pesará en el alma
Con envidia de que llegue
Otro alguno á mereceros.
Si á Celia quereis que os lleve,
Ella hará las amistades
Con vuestro padre y parientes;
Si quereis estar aquí
El tiempo que os pareciere,
Aposentos hay y llaves
Que os aseguren y cierren;
Esto será con secreto,
Porque Tomé solamente
Ha de acudir á serviros.
Tomé.
Y Tomé dice que puede
Entregarle esta alcaidía,
Porque desde Adan deciende
Por línea recta de alcaides,
Y la guardará fielmente,
Porque fué un agüelo suyo
Alcaide de los Donceles;
Que llevarla á Celia agora,
Es notable inconveniente,
Que no vive sin envidia
La hermosura en las mujeres.
Ea, pues, vusiñoría
Escoja aposento y éntre,
Que un huésped en casa honrada
Convidar puede otro huésped,
[p. 148]Y sálgase fuera Cárlos,
Que sólo se le concede
Que pueda ver esta dama
Los miércoles y los viérnes.
Otav.
Señora, Tomé es un loco,
Aquí no hay cosa que os fuerce
Si no es vuestra voluntad.
Fén.
Esa basta.
Otav.
Si lo fuese.
Fén.
No sé lo que puede ser.
Otav.
¿Cómo es vuestro nombre?
Fén.
Fénis.
(Éntrese.)
Otav.
¡Qué bien parecen las cosas
Que con los nombres convienen!
Tomé.
¿Qué quiéres concetear
Deste pájaro celeste
Si lo es de hermosura y gracia,
Y traer en cultos fuelles
Los céfiros orientales,
Con que sus llamas enciende,
Y que en canela y aromas
La purpúrea pluma envuelve
Para volver á nacer?
Otav.
¡Ay Tomé!
Tomé.
Pues bien, ¿qué tienes?
No hay borrico que suspire
En viendo los alcacéres,
Como tú por cualquier hembra.
Otav.
Mucho esta Fénis ofende,
[p. 149]No he visto cosa.
Tomé.
No más.
Otav.
Loco me deja.
Tomé.
Detente.
Otav.
¿Qué haré de Celia?
Tomé.
Casarte.
Otav.
¿Cómo casarme?
Tomé.
Ó volverte.
Otav.
¡Hay tal mudanza!
Tomé.
¿Qué dices?
Otav.
¡Qué confusion!
Tomé.
Ya no puedes
Hacer otra cosa.
Otav.
Calla,
Que el hombre que más entiende,
Adónde amanece sabe,
Pero no dónde anochece.
(Váyanse.)
LEONARDO, FABRICIO Y CÉSAR.
Leon.
Yo no soy hombre á quien hablar se puede
Con esa libertad.
Fabr.
No lo es la mia
Cuando el agravio á la prudencia excede.
Leon.
Para mí lo será vuestra porfía
Si en ese loco engaño persevera.
Cés.
Aquí la fe no estriba en cortesía,
Y hablando cuerdamente, no quisiera
Que el Conde en esto hubiera anticipado
Lo que deciros yo mejor pudiera.
[p. 150]Fabr.
De vos tambien me llamaré agraviado,
César, aunque conozco que es respeto
Á las muestras del tiempo que ha pasado,
Que llegando á poner en justo efeto
Lo que debo á quien soy, no ciño espada
Para que á ajena mano esté sujeto.
Cés.
Yo no respeto vuestra edad pasada,
Mas digo que me toca por la mia,
Como parte en su honor más agraviada.
Leon.
De alguno de los dos saber querria
En qué se funda engaño tan notable
Para satisfacer vuestra porfía.
Cés.
Déme licencia el Conde que yo hable.
Fabr.
Decid, pues todo tiene un mismo intento,
Y un mismo sentimiento inreparable.
Cés.
Yo le pedí, Leonardo, en casamiento
Al Conde, á Fénis, y con más ventura
Que vos sin oponer merecimientos,
El gusto de su parte me asegura,
Y para que quedase concluido,
Hoy habemos firmado la escritura;
No vino en esto Fénis, y sentido
El Conde amenazóla con la espada,
Del desprecio de entrambos ofendido,
La casa, en detenerle alborotada,
No vió salir á Fénis, que á sentilla,
No hubiera sido Troya desdichada,
Pues fué caballo griego cierta silla,
Incendio injusto que su casa espera
Si no puede el peligro reducilla;
[p. 151]No vino sola, puesto que pudiera,
Que con soldados españoles vino,
Que fuera mayor mal si se supiera
La causa de intentar un desatino.
Fénis como este inobediente al Conde,
Aunque no es en el mundo peregrino,
Dicen que sois, y que por vos se esconde,
Conociendo los turcos y criados,
Y que la voz comun señala adónde;
Agora no os admire que agraviados
Vengamos á pediros, como es justo,
Si obliga á caballeros tan honrados,
Excuseis la ocasion deste disgusto
Restituyendo á Fénis, que, en efeto,
No os está bien un caso tan injusto,
Y basta para un hombre tan discreto.
Leon.
Aunque reportado y sabio
Fundasteis vuestra razon,
De la injusta presuncion
Debo formar justo agravio,
Es verdad que yo he servido
Á Fénis, tan desdichado
Que para ser despreciado
Apénas dicha he tenido,
Tambien lo es que la pedí,
Y que el Conde se excusó,
Si de Fénis entendió
Cuán desestimado fuí;
Pues si César es testigo
De aqueste aborrecimiento,
[p. 152]¿Cómo tanto atrevimiento
Pudiera intentar conmigo?
¡Yo silla, yo turcos, yo,
Yo españoles, yo soldados!
De un hombre estais agraviados
Á quien siempre aborreció.
¿De tanto desprecio mio
Tanta ventura se infiere?
Digo que si un hombre hubiere
Que afirme tal desvarío,
Quiero quedar por infame.
Fabr.
¿Y si hay un hombre que os vió?
Leon.
¿Á mí?
Fabr.
Sí.
Leon.
Si fuere yo,
Que lo que he dicho me llame.
Fabr.
Venid conmigo.
Leon.
Yo iré,
Pero no ha de haber traicion,
Que con esa condicion
Solo y sin armas saldré.
Fabr.
¿Será de Celia segura
La casa?
Leon.
Ninguna habrá
Como ella.
Fabr.
Pues allí está.
Leon.
Mi inocencia me asegura.
Fabr.
Necia disculpa.
Cés.
Fingida,
Pero no le ha de valer,
[p. 153]Que á Fénis ha de volver
Ó le ha de costar la vida.
(Váyanse.)
FÉNIS Y EL CONDE OTAVIO.
Fén.
¿Qué crédito os puedo dar,
Cárlos, en tiempo tan breve?
Otav.
El que á sí misma se debe
La que me pudo matar.
Fén.
¿En dos horas puede amar
Un hombre con tal rigor?
Otav.
En años diréis mejor,
Y esta verdad asegura
Que al hacer vuestra hermosura
El cielo, nació mi amor;
Y ántes es muy cierta cosa,
Porque si el cielo sabía,
Como es cierto, que os habia
De hacer, Fénis, tan hermosa,
Mi voluntad amorosa,
Qu’es tan antigua recelo,
Y deste breve desvelo,
Puedo decir con verdad,
Que es amor y voluntad,
Desde que lo supo el cielo.
Luego viene á ser mi amor,
Cuando pensó fabricaros
El cielo, para obligaros
Á la antigüedad mayor;
Mirad si debeis favor
[p. 154]Á quien há tanto que os ama,
Y su dulce dueño os llama,
Pues desde el tiempo que fuistes,
Vos para Fénis nacistes,
Y yo para vuestra llama.
Cuantos siglos han pasado
Desde que pensaba haceros
Tiene mi amor en quereros,
Y me debeis de cuidado,
Y así cuantos han amado
Lo han aprendido de mí,
Que el primer amante fuí,
Pues cuando el cielo pensó
Haceros, amaba yo,
Pues ántes que fuese os vi;
De suerte que me han debido
Su principio los amores,
Y vos los mismos favores
Que si os hubiera servido,
Porque si yo hubiera sido,
Esto que os digo os dijera
En cualquier tiempo que os viera,
Pues es cierto de los dos,
Que ó no naciérades vos,
Ó que yo luégo os quisiera.
Fén.
Si como en burlas hablais
Con esas vanas quimeras,
Hablára el alma de véras,
Que vos decis que me dais,
No dudeis, si lo dudais,
[p. 155]Que estuviera agradecida,
Pero siéntome ofendida
De que finjais voluntad,
Que el amar con libertad
No es de voluntad rendida.
Buscar sutiles caminos
De decir altos concetos,
Bien puede ser de discretos,
Pero no de amantes finos;
Obligar con desatinos,
En las obras suele estar,
No en el estilo de hablar,
Que el más bajo entendimiento
Sabe hallar un pensamiento
Sutil, si quiere engañar.
Cárlos, yo estoy en estado,
Que podré hablaros y veros,
Pero no podré quereros,
Aunque me habeis obligado,
No por ajeno cuidado,
Sino por desdicha mia,
Sólo deciros querria,
Que ya con llana amistad,
Obliga mi voluntad
Vuestra mucha cortesía.
Discreto sois, bien me veis
En las desdichas que estoy,
Soy quien vos sabeis que soy,
Pues ya mis padres sabeis,
Y no porque me ampareis
[p. 156]Os digo, testigo es Dios,
Ni por saber de los dos,
Lo que hacer el tiempo quiere,
Que si algun hombre quisiere
En el mundo, seréis vos.
TOMÉ.
Tomé.
¡Que no le baste al amor
Ser ciego, sino que quiera
Hacerse sordo tambien!
Fén.
¡Ay triste si viene Celia!
Tomé.
¿No habés oido los golpes
Con que nos quiebran la puerta
Padre y marido de Fénis?
Otav.
Retírate como puedas,
Y abre tú.
Tomé.
Voy.
Fén.
¡Cielo santo!
No os parezca inobediencia.
(Éntrase.)
LEONARDO, FABRICIO Y CÉSAR.
Tomé.
Entrad, que aquí está don Cárlos.
Fabr.
Por Dios, señor, que me pesa
De inquietaros.
Otav.
Escribia
Ciertas cartas.
Fabr.
Hablad, César.
[p. 157]Cés.
Mejor es que vos digais
Lo que á la puerta de Celia
Os dijo el señor don Cárlos.
Fabr.
Señor don Cárlos, quisiera
Excusaros este enojo,
Pero por mi honor es fuerza;
¿Hoy no os pregunté si vistes
Una mujer á esta puerta?
Otav.
Es verdad, y respondí
Que dos turcos de librea,
Con seis soldados de escolta,
En una silla la llevan,
Y vos dijistes entónces:
Traicion de Leonardo es ésta.
Cés.
Lo mismo á mí me dijistes.
Leon.
Buena manera de prueba,
Para saber que soy yo
Dueño de tan loca impresa;
Decid, caballero noble,
¿Iba yo entónces con ella?
Otav.
Yo no os he visto en mi vida.
Leon.
¿Pues es razon que se infiera,
Que aborreciéndome Fénis,
Autor deste insulto sea,
Y que digais que la tengo?
¿No era cosa más discreta
Buscarla entre religiosas,
Donde estará con decencia,
Como se ha de presumir
De una señora que deja
[p. 158]Por altiva, ó por su gusto,
El casamiento de César?
Cés.
Dice bien, mucho se ha errado,
Que si luégo se siguiera,
Fuera el reducirla fácil.
Fabr.
Hija indiscreta, ¿qué intentas?
¿Por qué me quitas la vida?
(Vase.)
Cés.
Y á mí el alma, que me llevas
En el desden con que huyes,
Y en el dolor que me dejas;
Tengo yo de ser Apolo
Para pedir que te vuelvan,
Fénis, los dioses, laurel,
Ó como Anaxarte, piedra;
Arrepentido de amarte,
Buscar quisiera las hierbas
De los montes de Tesalia,
Para olvidar tu belleza.
(Vase.)
Leon.
Yo, caballero, no soy
Quien de Fénis se lamenta,
Mas soy quien en tal fortuna
De mi enemigo se venga;
Mirad el estado mio
Por aquella ingrata bella,
Que me alegro de que falte
Para que César la pierda.
(Vase.)
Otav.
Extraño suceso.
[p. 159]Tomé.
Extraño
Si las fábulas le cuentan.
Otav.
¿Dónde está escondida Fénis?
Tomé.
Ese pabellon de tela
Que está en el cuarto aposento,
Es del sol de su belleza
El ocaso en que se ha puesto,
Y la nube que le cerca.
Otav.
La noche baja, Tomé,
Y á Fénis no se le acuerda
Cómo ha de pasar la noche.
Tomé.
Si aquí nos bajan la cena,
De criados y criadas
Será imposible esconderla,
Y si por ventura subes,
Señor, á cenar con Celia,
¿Qué le darémos á Fénis?
Otav.
De la cena se te acuerda,
Y no de toda una noche.
Tomé.
Eso no te cause pena,
Conmigo podrá dormir.
Otav.
¡Qué burlas, Tomé, tan necias
Para tantas confusiones
Como esta noche me esperan!
Nunca la vieran mi ojos,
Nunca, Tomé, te dijera
Que la metieras aquí.
Tomé.
¿Quiéresla bien, bien de véras?
Otav.
¿Verá nadie su hermosura
Sin que por ella se pierda?
[p. 160]Yo aseguro que en el mundo
Sucedió cosa como ésta,
En término de dos horas,
Pues casándome con Celia,
En su misma casa tengo
Por quien el dejarla es fuerza.
Tomé.
Ten ánimo, que á la parte
Del corredor que á esa huerta
Mira, he visto un camarin,
Cifra sutil de Venecia;
De la mitad de tu cama
Haré á Fénis en qué pueda
Pasar esta noche, y cuantas
No sepan sus padres de ella;
Cerraráse por de dentro,
Que aldaba tiene la puerta,
Para que de tí segura,
Si no de sí misma, duerma;
Puesto que siendo quien es,
Aunque sin llave estuviera,
Yo sé que la respetáras
Por no infamar tu nobleza;
Pero en duda, porque amor
Cuando todos duermen vela,
Quitémosle la ocasion.
Otav.
Entro á despedirme della
Para ver á Celia. ¡Ay cielos!
¿Quién pensára que estuviera
La dulce gloria de Fénis
En el infierno de Celia?
[p. 161]
CELIA Y LISENA.
Lis.
Con razon tu dicha alabas,
Pues á la fama responde.
Cel.
¿No es galan, Lisena, el Conde?
Lis.
Como tú le imaginabas,
Que á tus melindres no hubiera,
Con ménos gracia y valor,
Satisfaccion.
Cel.
Fué temor
Que ménos gallardo fuera;
Así suelen engañar
Los casamientos ausentes.
Lis.
No es poco que te contentes.
Cel.
No pudiera imaginar
Mayor dicha que he tenido,
Puesto que el temor no cesa.
Lis.
Cortés estuvo en la mesa,
[p. 162]Gracioso y entretenido.
Cel.
Sí, pero no me miró
Como quien tiene deseo,
Que no le enamoro creo,
Y que vengo á estarlo yo;
Si tuviera bien impresa
Mi voluntad, con mirar,
Más habia de cenar
En mis ojos que en la mesa.
No le veo con cuidado
De enamorado, Lisena,
Que más estuvo en la cena
Inquieto que enamorado:
¿Y cuál hombre con amor
Se despidiera tan presto?
Lis.
El que le tienes te ha puesto
Ese excusado temor,
Que el irse fué cortesía
Por no parecer cansado,
Ni ha de estar enamorado
Y tan perdido en un dia;
Ayer te vió, ¿qué le quieres?
Cel.
Que esa disculpa le des,
Lisena, es justo, despues
Que somos propias mujeres,
Pero no cuando nos miran,
Que es bien que atentos estén,
Miéntras esperando el bien
Con la esperanza suspiran;
No es tan cortés el amor.
[p. 163]Lis.
El irse presto lo es.
Cel.
No le quiero tan cortés,
Más necio fuera mejor;
Luégo que el Conde llegó,
Más atento me miraba,
Para volverse cenaba,
Segun la prisa se dió;
¿Y cuál hombre no me hubiera
Esta mañana enviado,
Por cumplimiento, un recado,
Cuando por amor no fuera?
Lis.
Á un hombre cansado quieres
Poner culpa.
Cel.
Si lo está,
De mí disculpa tendrá.
Lis.
Brava en los principios eres,
No comiences por celosa,
Que desenamoran celos.
FLORA.
Flora.
No han hecho dama los cielos
En casarse más dichosa.
Cel.
¿Qué hay, Flora? ¿está levantado
El Conde?
Flora.
Cuando llamé,
Agua le daba Tomé,
Entré y díle tu recado,
Recibió los buenos dias
Con mucho gusto y placer,
[p. 164]Que sabe muy bien hacer
Amorosas cortesías;
Dije que le suplicabas
De tu gente se sirviese,
Que de que sólo estuviese
Con notable pena estabas:
Respondióme que no habia
De servirle, hasta casarse,
Ninguno, por no obligarse
Despues á descortesía.
Tomó el almuerzo Tomé,
Con tanto me despedí.
Cel.
¿No te preguntó por mí?
Flora.
Eso muy despacio fué,
Y con un grande recado
Del deseo que tenía
De verte.
Cel.
¡Y dormido habia
Hasta las diez descuidado!
Flora.
¿Pues cansado, qué ha de hacer?
Cel.
¿Cómo no ha subido aquí?
Flora.
Por darte lugar ansí
Que te puedas componer,
Que fuera estilo grosero
Usar de esa libertad;
Merece tu voluntad,
Que es un galan caballero,
Bien hablado y entendido.
Cel.
¿Juzgasle tú enamorado?
Flora.
Si al espejo te has mirado,
[p. 165]Ociosa pregunta ha sido;
Las joyas que te ha de dar
Dijo que estaba esperando.
Cel.
Amor le pido, que cuando
Se ama es la mayor amar.
Flora.
Eso yo te lo aseguro,
Y que se muere por tí.
Cel.
¡Que yo trate de esto ansí!
Que me desconozco os juro.
Lis.
En lo justo no hay recato,
Licencia tiene quien ama.
Flora.
Como enfrente de su cama
Está puesto tu retrato,
Díjele yo si quisiera
Tener el original;
Y dijo que dicha igual
Pedir al cielo pudiera.
Cel.
Toma, Flora, aquel vestido
Que hice para la entrada
Del Virey, que ser amada
Deseo.
Flora.
Los piés te pido,
Y cree que lo serás.
Lis.
Perdida, Celia, te veo.
Cel.
Como es honesto el deseo,
Se atreven los ojos más.
(Váyanse.)
[p. 166]CONDE OTAVIO Y TOMÉ.
Otav.
Mala noche he pasado,
Conté las horas, no conté las penas.
Tomé.
¿De un hora enamorado?
Otav.
¿Qué importa si la sangre de las venas
Me abrasa aquel veneno?
Tomé.
Nunca duermo mejor que cuando ceno;
Cenó Fénis muy poco,
Ó fuese por melindre ó por cuidado,
Pero yo, como un loco,
Dejé un capon muy tierno y bien asado
En pura notomía,
Que así lloraba aunque cantar queria.
Cerró la puerta luégo,
Y trató de acostarse.
Otav.
¡Caso extraño
Y laberinto ciego,
Que Fénis sin temer humano engaño
En su casa amanezca,
Y entre dos extranjeros anochezca;
Y yo, que no pensaba
Verla en mi vida, esté como me veo!
Tomé.
Cuando ya se acostaba,
Hácia la puerta me llevó el deseo,
Permitiendo la llave
Entrar la vista á su persona grave.
Iban los alfileres
Quitando los marfiles de las manos,
[p. 167]Que son en las mujeres
Fácil prision de sus adornos vanos,
Porque en los rostros bellos
No hay hermosura como estar sin ellos;
Quitó luégo las joyas,
Ropa y jubon, al fin quedó en manteo,
Que abrasára mil Troyas,
Á no enfrenar respetos el deseo;
Que luégo manifiesta
Honra y valor una mujer honesta.
Bajó de los chapines
Fénis al suelo dos pequeñas basas
De ramos de jazmines,
Áun con estar á solas tan escasas,
Que apénas pude verlas,
Mas vi la honestidad vertiendo perlas,
Porque con el manteo
Hizo una rueda al desatar las cintas,
Y un muro á mi deseo.
Otav.
Agrádame el recato con que pintas
Esta hermosura honesta.
Tomé.
En fin, no sé cuál de las dos se acuesta,
Ó Fénis en la Holanda,
Ó la Holanda en su nieve, pero apénas
Que se sosiegue manda
Aquella blanca imágen de azucenas,
El fugitivo sueño,
Cuando su pena se revela al dueño.
¡Ay, dijo, Fénis triste!
¿Adónde estás sin padres y sin honra?
[p. 168]¿Por dónde me trujiste,
Fortuna, á padecer tanta deshonra?
Quitárasme la vida
Con darme muerte adonde fuí nacida,
Que aqueste caballero,
En sabiendo mis padres este engaño,
Ha de ser lo primero
Matarle á él, y tengo de su daño
Más pena que del mio;
Aquí dos tiernas lágrimas le envio:
Que por la misma llave
Presumieron los ojos que saldrian,
Y que á su pecho grave
Entre las alas de un suspiro irian.
Calló, quizá pensando
Que la estabas entónces escuchando.
Otav.
Ella se ha levantado.
¿Cerraste bien la puerta?
Tomé.
No imagines
Descuido en mi cuidado.
Otav.
Hácia esta cuadra suenan los chapines;
¡Por Dios que sale hermosa!
Tal suele el nácar descubrir la rosa.
FÉNIS.
Fénis.
Buenos dias, si es que yo
Buenos os los puedo dar.
Otav.
Vos los podeis comenzar,
Pues con vos el sol salió,
[p. 169]Y á quien á escuras vivia,
Mirad si darlos podeis,
Pues hasta agora no habeis
Traido á la tierra el dia.
Ya que os habeis levantado,
Parece que habeis traido
Flores en los piés, que ha sido
Volver esta sala en prado.
Daba en aquestos cristales
El sol, y en viéndoos salir
Fuése, porque á competir
No tiene rayos iguales.
Preguntaros cómo habeis
Dormido, no será justo,
Que si el sueño sigue al gusto,
Muchos disgustos teneis,
Y tal el sueño habrá sido;
Pues yo os prometo que yo
No he dormido.
Fén.
¿Por qué no?
Otav.
Porque vos no habeis querido.
Fén.
¿Yo os quito el sueño?
Otav.
¿Pues quién?
Fén.
Pues ya me dais ocasion,
Hablaros claro es razon;
Escuchad.
Otav.
Decis muy bien.
Fén.
¿Podré yo fiarme agora
De un hombre que me ha engañado?
Otav.
¿Yo á vos?
[p. 170]Fén.
Sí, que os he escuchado
Cuanto habeis hablado á Flora;
Que érades Cárlos fingiste,
Siendo vos el conde Otavio.
Otav.
¿Eso teneis por agravio?
Fén.
Mintiendo, agravio me hicistes,
Pero esto no importa nada;
Mas de venir á casaros
Con Celia, no hay disculparos
De haberme dado posada,
Que soy mujer principal
Y tan buena como vos,
Y posar juntos los dos,
Si os está bien, me está mal,
Porque, cuando hubiera sido
Mi desdicha hallarme aquí,
Era gran disculpa en mí
Qu’estaba con mi marido;
Pero, pues no puede ser,
Y á tanto peligro estoy,
Que vuestra mujer no soy
Y que vos teneis mujer,
Mire Tomé si parece
Gente en casa y yo me iré.
Otav.
¿Quereisme escuchar?
Fén.
Sí haré
Qu’el ser quien sois lo merece.
Otav.
Que soy el Conde es verdad,
Y que á Celia vine á ver;
Pero no que es mi mujer,
[p. 171]Que hay mucha dificultad,
Porque en duda si contenta,
Del ver al ejecutar,
Es jornada por la mar
Que suele correr tormenta;
Porque vine disfrazado,
Os dije que Cárlos fuí,
Y si ayer á Celia vi,
¿Cómo puedo estar casado?
Cuando de verla bajé
Os vi á vos, y aunque traia
La imágen que visto habia,
Vuestra mano entónces fué
Como pincel de pintor,
Que lo que otro pintó mal,
Borra con destreza igual
Para pintarlo mejor;
Vos, sobre aquello borrado,
Pintastes una figura,
Que de la misma hermosura
Fué peregrino traslado.
Mirad lo que me debeis,
Pues de lo que entónces vi,
No ha quedado más en mí
Del lienzo en que vos pinteis;
Luégo mudé pensamiento,
Y aquella imaginacion
No mudó la ejecucion,
Sino sólo el casamiento;
En la misma casa ha sido
[p. 172]Donde me vengo á casar,
Ni vos podeis excusar
El ser yo vuestro marido,
Si esto se viene á saber;
De suerte que no hay engaño,
Si al llegar el desengaño
Digo que sois mi mujer.
Fén.
El remedio está dudoso,
Conde, y el peligro cierto,
Que despues de descubierto,
Es mi deshonor forzoso,
Si vos, por la obligacion
De Celia, habeis de dejarme;
Y así es mejor no engañarme,
Que será baja traicion.
Yo me puedo agora ir:
Mira si hay gente, Tomé.
Otav.
Fénis, Fénis, si esta fe,
Si este amor llamais fingir,
¿Cuál ha sido verdadero?
Fén.
Dejadme.
Otav.
Señora, oid,
Que os han de ver advertid,
Mirad que soy caballero
Que sabe su obligacion.
Fén.
Y yo las que tengo sé.
Otav.
Tenla, detenla, Tomé.
Tomé.
Temo que dais ocasion
Para que os sientan en casa.
¿Dónde te vas á perder?
[p. 173]Fén.
Tomé, ¿qué tengo de hacer
Si el conde Otavio se casa?
Tomé.
No casará, vive el cielo.
Otav.
Júralo, Tomé, por mí.
Fén.
Ayer á entrambos os vi,
¿Qué os debo?
Tomé.
Un honesto celo,
Una piedad, un amor,
Una estimacion nacida
De un alma, Fénis, rendida
Á la fe de tu valor;
No pagues mal la posada
Del alma y del camarin,
La cena y cama, que en fin,
Estás por noble obligada;
¿Qué huésped, por vil que sea,
Fénis, se va sin pagar?
Fén.
Tomé, ¿quiéresme dejar?
Tomé.
¿Quieres que Celia te vea?
Mira aquel hombre, por Dios,
Qu’está en los huesos por tí.
Fén.
No pienso quedarme aquí,
Si no me matais los dos.
Tomé.
Plega á Dios, si se casáre
Mi amo, si no es contigo,
Que me mate el más amigo
De quien el alma fiáre;
Mira que de véras juro.
(Llaman.)
Otav.
Que llaman, Tomé.
[p. 174]Tomé.
Señora,
Éntrate siquiera agora,
Que por tu honor lo procuro.
Fén.
Más peligro es hoy tu engaño
Que mis desdichas ayer.
(Éntrese.)
Tomé.
Voy abrir.
Otav.
¿Quién puede ser
Que no pretenda mi daño?
CÉSAR.
Cés.
Desde ayer me prometí
Serviros, aficionado
Á vuestro ingenio y agrado,
Y á lo que hicistes por mí;
Y hoy que de cierto he sabido
Que sois persona tan grave,
Que ya en Nápoles se sabe,
Conde, á lo que habeis venido,
De que os doy el parabien,
Vengo á ofreceros persona,
Casa y vida.
Otav.
Si me abona
Lo que vos decis tan bien,
Y que ya sabeis de mí,
El no me haber descubierto
Me perdonad, que al concierto
Vine disfrazado ansí.
Ya me dicen que teneis
Á Fénis.
[p. 175]Cés.
Engaño ha sido,
Que Fénis no ha parecido.
Otav.
¿Qué decis?
Cés.
Que no penseis
Que soy tan dichoso yo;
Y pues que me habeis hablado
En cosa que me ha costado
La vida que me llevó,
Quiero descansar un poco
Con un hombre tan discreto,
Que quien ama está sujeto
Á hablar siempre como loco,
En la tema que porfía.
Otav.
Desde ayer que un ángel ví,
Os juro que estoy ansí,
Y que sólo hablar querria
En materias amorosas.
Cés.
Teneis razon de querer
Tan bien nacida mujer,
Y de partes tan hermosas.
Otav.
Perdido estoy como vos.
Cés.
Sí, pero más bien pagado,
Oid, Conde, mi cuidado:
Hija del conde Fabricio,
Otavio, es la bella Fénis,
Que sin conceptos del nombre,
Serlo de hermosura puede;
Si vos la hubiérades visto,
Fuera alabanza más breve,
Porque ninguno la vió
[p. 176]Que el alma no le rindiese;
De lo que conozco en vos,
Era mujer propiamente
Para vuestro entendimiento,
Porque divino le tiene.
Si la hubiérades tratado,
Dijérades claramente,
Porque los siglos pasados
Las Sibilas encarecen,
Que es menester que á Lucano,
Versos Argentaria enmiende,
Ni que las letras latinas
Á Carmenta se debiesen,
Que es menester que coronen
Filosóficos laureles
Á Telesila, y que Aspasia
Dulce retórica enseñe.
Quien oye á Fénis, escucha
El libro más elocuente,
Quien la ve, mira un jardin
De azucenas y claveles;
Que estoy loco por su amor,
Dirá, Conde, quien me oyere,
Pero cuerdo en su alabanza,
Que á toda alabanza excede,
Si soy dichoso en casarme
Y pasan estos desdenes,
Vos veréis que no os engaño,
Que áun de vos pienso valerme
Para que me honreis con Celia,
[p. 177]Si el cielo quiere que llegue
El dia de nuestras bodas,
Y que los enojos cesen,
De lo que os diré nacidos,
Que no porque me aborrece.
Hijo del príncipe Arnaldo,
Que hoy en Nápoles mantiene
La mayor casa, es Leonardo,
Aquel mozuelo insolente
Que ayer conmigo venía,
Y los dos, con poca suerte
De agradar sus bellos ojos,
Habemos servido á Fénis.
No es mejor que yo Leonardo,
Que pienso que cuando herede
Al Almirante, mi tio,
Puesto que no lo desee,
No habrá en Nápoles señor
Que me iguale; finalmente,
Las diligencias de entrambos,
Como entre amantes sucede,
Hicieron que con la envidia
Locos nuestros gastos fuesen;
Las justas y los torneos,
Cuyo espectáculo vence
Romanos amphiteatros,
Naves y fieras silvestres,
Con aplausos generales
Y con versos excelentes,
Ocuparon muchos dias
[p. 178]Las plumas y los pinceles;
Sólo quiero referiros
Una entrada que merece,
Por pensamiento y grandeza,
Que Nápoles la celebre:
Movíase por sí misma,
Sin que instrumento se viese,
Una máquina, retrato
De toda la Arabia feliz,
Iba esmaltada de flores
Y de árboles diferentes
De los que aromas producen,
Y para que olor tuviesen,
En fuego secreto el ámbar
Espiraba al aire ambiente
Olor divino, formando
Una primavera alegre;
De aquesta máquina en medio,
Se miraba un monte fértil,
Más que los huertos de Adónis,
Más que de Tesalia el tempe;
En la cumbre un Fénis de oro,
En vez de llamas, en nieve,
Y un sol que luciente en alto,
Solicitaba encenderle;
La letra de aquesta empresa
Solo decia: «No puede»,
Con siete letras tan grandes,
Que eran á todos patentes;
Leonardo, con justa envidia,
[p. 179]Quiso tambien disponerse
Á vencer esta invencion,
Para la fiesta siguiente.
Sacó la misma provincia,
Y las mirras y laureles,
Canelas y inciensos hizo,
De plata las hojas verdes,
Puso el Fénis en el monte,
Entre mil llamas ardientes,
Y haciendo un sol de cristal
Que el fuego en secreto ardiese;
La letra d’esta arrogancia
Era: «Yo haré que se queme»,
Fiando en árboles de oro
Que la nieve deshiciese;
Á este tiempo la pedimos
Juntos, y yo por valerme
De la industria y la venganza,
De que arrogante dijese
Que su sol abrasaria
Lo que yo pintaba en nieve,
En una conversacion,
Porque Leonardo me oyese,
Dije que el Conde Fabricio,
Octavio, me daba á Fénis,
Y para desconfiarle,
Y que no la pretendiese,
Me alabé de dos favores
Que á los marfiles se atreven
De sus manos, y á las rosas
[p. 180]De sus labios neciamente.
Súpolo Fénis, y es dama
Tan belicosa y tan fuerte
De condicion, y en su honor
Una deidad tan celeste,
Que al firmar las escrituras,
Deudos y amigos presentes,
Puso la pluma ¡ay de mí!
En la tinta de mi muerte.
Para firmar la sentencia
En que dice que no quiere,
Al tomar Fénis la pluma
Tres dedos fueron jüeces,
Quiere amor que me sentencien,
Lo demas ya lo sabeis;
Dichoso vos muchas veces,
Pues os casais donde os aman,
No yo, donde me aborrecen.
Otav.
Pésame de vuestro mal.
Tomé.
Señor, mi señora viene.
Cel.
Voyme; gozalda los años
Que vuestro valor merece.
(Vase.)
CELIA, LISENA Y FLORA.
Cel.
Pues ya vusiñoría no desea
Verme, justo será que yo le vea.
Otav.
Señora, ¿tal exceso?
Cel.
No es exceso,
[p. 181]Siendo mi dueño vos.
Otav.
Aquí confieso
Que erraron mi ignorante cortesía
Y mi encogida y necia cobardía;
Fuera d’eso, he tenido una cansada
Visita, aunque la doy por disculpada,
Por ser quejas, señora, de un amante;
Sobrino pienso que es del Almirante.
Cel.
El marido de Fénis, una necia,
Que cuanto ve desprecia.
Otav.
Una que dicen que se fué temiendo
La espada de su padre.
Cel.
Estando haciendo
Las escrituras, dijo, en vez de firma,
Con que su loca presuncion confirma,
Que á César no queria, y es un hombre
Rico, noble, galan y gentil hombre.
Otav.
Tal me lo ha parecido.
Cel.
Es una loca,
Que entiende que á sus méritos es poca
La majestad de un rey.
Otav.
Vusiñoría
Se siente, aunque es su casa, que no es mia.
Cel.
Quien eso dice cuando el alma enseño,
Señal es que no quiere ser su dueño.
(Siéntense.)
Otav.
La casa, señora mia,
Es donde yo vi mi bien,
Aunque temiendo el desden
Del bien que no conocia,
[p. 182]Ayer fué el dichoso dia
Que en aquesta casa hallé
El bien que nunca pensé;
Que no pude imaginar
Que tal grandeza de amar
Cupiera en tan breve fe,
Y tanta gloria me da
Ver que rendí su desden,
Que no tengo yo más bien
Que el que en esta casa está;
Aquí dentro vive ya
Mi dueño, mi amada esposa,
Tan entendida y hermosa,
Que me pesa de tener
Sola un alma que ofrecer
Á su deidad amorosa.
Mucho el veros me suspende,
Pero si me atrevo á hablar
Desta suerte, es por pensar
Que hablo con quien me entiende;
Temo que desto se ofende,
Pero tanta discrecion
Disculpará la ocasion,
Que á no estar nadie presente,
Trasladára tiernamente
Á la lengua el corazon.
Cel.
Bésoos las manos, Otavio,
Por la merced que me haceis,
Á quien sois correspondeis,
Y con ser noble, á ser sabio;
[p. 183]No tengo yo por agravio
Que no hableis más tiernamente,
Que si os detiene esta gente,
Tiempo queda á los casados
Para decir sus cuidados
Con afecto diferente.
Gustosa estoy de que aquí
Hallásedes vuestro bien,
Pues hallé yo en vos tambien
El mayor bien para mí;
Yo sola dichosa fuí
En que en mi casa tengais,
Conde, el bien que deseais,
Que siendo vos mi marido,
El mayor que al cielo pido,
Con daros á vos me dais;
Mas mirad que no os mudeis
D’ese firme pensamiento.
Otav.
Quien sabe mi sentimiento,
Siente lo que no sabeis;
Como el alma no me veis,
Lo que no entendeis juzgais.
Cel.
¿De qué tema os enojais?
Otav.
Vos no teneis qué temer,
Que quien es ya mi mujer
No duda lo que dudais.
Tomé.
Señor, el Duque.
Otav.
¿Qué Duque?
Tomé.
El Virey.
Cel.
Pues no me vea.
[p. 184]Abre, Flora, el camarin,
Abre, que esconderme es fuerza.
Flora.
Dame la llave, Tomé.
Tomé.
Espera.
Flora.
¡Qué linda flema!
Tomé.
Ya la busco, no me turbes.
Flora.
De la carroza se apea.
Tomé.
Vive Dios, que la tenía
En la faltriquera izquierda;
Pienso que se me ha caido.
Flora.
¿Hay tan gran descuido? muestra.
Tomé.
¿Qué quieres, que no la hallo?
Flora.
No la busques, que ya entra.
EL VIREY Y CRIADOS.
Tomé.
¡Qué bien he librado á Fénis
De que no la viese Celia!
Todo se pierde si doy
La llave.
Otav.
Vuestra excelencia
Nos dé sus piés á los dos.
Virey.
Á daros la norabuena,
Señora Celia, he venido,
Y para que el Conde sepa
Que aunque viene disfrazado
No se esconde la grandeza.
Otav.
Aquí teneis un esclavo.
Cel.
Sillas. ¡Hola!
(Siéntense el Virey, el Conde, y Celia en medio.)
[p. 185]Cel.
Si supiera
Que tal merced merecia,
Me amaneciera en la puerta.
Otav.
Yo estaba bien descuidado
D’esta merced, que, á saberla,
Fuera á hacer mi obligacion.
Virey.
De quien á Milan gobierna
Tuve carta esta mañana
En que me avisa por ella
Cómo á Nápoles venis
Para casaros con Celia.
Tanta amistad el Marqués
Con vuestro padre profesa,
Y por lo que vos con él
Habeis andado en la guerra
De España contra Saboya,
Que me ha mandado que os tenga
Prevenida la posada,
Y así os suplico que sea
La mia, para serviros.
Cel.
Puesto que el Conde merezca
Esa merced, no es razon
Que vos permitais su ausencia,
Que aunque es pobre, aquesta casa
Es suya, y ya vive en ella;
Ni es bien que vuestro favor
Á mí me desfavorezca.
Virey.
Si ha sido descortesía,
Perdonad, que si supiera
Que ya estaba en ese estado
[p. 186]Lo que tanto amor concierta,
No le ofreciera mi casa;
Mas no sirviéndose della,
Algo tengo de hacer yo
Que al Conde obligarle pueda,
Y que volviendo á Milan,
El Marqués me lo agradezca.
Otav.
Giron gallardo, por quien
El turco de Italia tiembla,
Y dos canales de Europa,
De Felipe las banderas,
Como honrar á sus vasallos
Fué siempre condicion vuestra,
Á mí por la misma causa,
Que no porque lo merezca,
Celia y yo reconocemos
Esta merced, que con ella
Dará blason á sus armas
La antigüedad que profesan.
Virey.
Por lo ménos yo he de ser
Padrino, y es bien que sepa
Cuándo será el desposorio.
Cel.
Esta noche.
Virey.
¿Tan apriesa?
Otav.
Esta noche no, señor,
Hasta que mi ropa venga,
Y las joyas que he traido.
Cel.
Galas y joyas no sean
Estorbo, yo tengo joyas.
Tomé.
¡Qué bravamente le aprieta!
[p. 187]Salga por delante dellos FÉNIS, cubierta con el manto, y éntrese por la otra puerta.
Virey.
¿Qué es esto?
Cel.
¿Mujer aquí?
¡Hola! ¿Qué mujer es ésta?
Lis.
De aquella cuadra salió.
Virey.
Agora creo que es cierta
La boda, que hay rebozadas.
Tomé.
¡Qué locura! voy tras ella.
(Levántense.)
Virey.
Y yo, señores, me voy,
Suplicándo’s se me advierta
La noche que esto ha de ser.
Otav.
Dios guarde á vuestra excelencia.
(Cumplimientos al salir y váyase el Virey.)
Cel.
No sé por dónde comience,
Otavio, tan justa queja,
¡Vos mujeres en mi casa!
¿Quien viene á casarse en ella,
De tal calidad las trae,
Que con tanta desvergüenza
Salen delante del Duque
Sólo por hacerme afrenta?
Otav.
Sosegad, señora, el pecho,
Que ésta es una amiga vuestra,
Mejor dijera enemiga,
Pues infamaros desea.
Entróse aquí libremente
[p. 188]Sin que le diesen licencia,
Porque avisarme queria
De algunas cosas secretas;
Como llamastes, no quise
Que os diese el hallarla pena,
Y escondiéndola Tomé,
Fué tan libre y tan resuelta,
Que salió como la vistes.
Cel.
¿Pues qué os dijo que pudiera
Ser en mi ofensa?
Otav.
No importa.
Cel.
Decildo si es en mi ofensa.
Otav.
¡Qué diré, qu’estoy sin alma!
Cel.
No lo calleis.
Otav.
Bien quisiera;
Díjome que era galan
Vuestro el Duque, y si suspensa
Tuve la imaginacion
D’esta su visita incierta,
Fué por haber confirmado
Lo que me dijo con ella.
Cel.
¡Hay tal maldad! ¿tú conoces
Aquesta mujer, Lisena?
Lis.
Una doña Ángela suele
Verte en misa algunas fiestas
Y murmurar de tus galas.
Flora.
Y ten por cierto que es ella,
Que yo la he visto envidiosa
Burlar de que vas compuesta,
Con otras amigas suyas.
[p. 189]Cel.
Otavio, si por la puerta
De mi casa entró el Virey,
Fuego del cielo me encienda;
¿Hay tal traicion, por quitarme,
De envidia y de celos muerta,
Que no me case? Pues no,
No ha de ser d’esa manera.
Pluma y papel, Flora, presto,
Yo la diré en pocas letras
Quién es ella y quién soy yo.
Otav.
No es razon, escucha.
Cel.
Suelta.
(Vanse todas.)
OTAVIO.
Otav.
No hay cosa que no alcance
Con la industria remedio,
Pero aunque estando en medio
De tan perdido lance,
Salga Celia sin celos,
Si pierdo á Fénis, ¿qué me importa? ¡ay, cielos!
El Virey, que en su vida
Vió á Celia, ha remediado,
Con haberle culpado,
Que Fénis atrevida
Resolucion tomase,
Que delante de todos me dejase.
¿De qué mujer se cuenta
Mayor atrevimiento?
[p. 190]Tratar mi casamiento,
Causa le dió violenta,
Creyó que me casaba,
Y que á peligro de su honor quedaba,
Porque si no se fuera,
Cuando yo no podia
Resistirla, temia
Que despues no pudiera:
¡Ay Fénis, cómo has hecho
De nieve el nido en mi abrasado pecho!
¿Adónde vas? no creas
Que con Celia me case,
Por más que me obligase,
Que quiero yo que veas,
Aunque era amor de un dia,
Que fué verdad del alma, Fénis mia.
TOMÉ.
Tomé.
¿Con ese descuido estás?
Otav.
¿Descuido te ha parecido
Estar muerto, estar perdido,
Y estar ausente, que es más?
Cuéntame, Tomé, sin vida,
¿Por dónde Fénis se fué?
Tomé.
Yo la seguí y la rogué,
Señor, que fuese servida
De oir la satisfaccion
De la boda que ha creido,
Y á todo me ha respondido
[p. 191]Que palabras de hombres son,
Y que haber salido ansí,
Fué temor que no pudiera
Despues.
Otav.
Si ella á mí me oyera,
Como te escuchaba á tí,
Yo la volviera, Tomé.
Tomé.
Pues no va léjos de aquí.
Otav.
Pues ¿puedo alcanzarla?
Tomé.
Sí,
Pero volverla no sé,
Aunque á forzarla te atrevas.
Otav.
Cierra, y donde fué me guía.
Tomé.
Ven por aquí.
Otav.
¡Fénis mia!
Mira que el alma me llevas.
FÉNIS, con manto.
Fén.
Ya no tiene mi fortuna
Más desdichas que me dar,
Ni más tormentas el mar,
Que levantaron los vientos
De mis locos pensamientos
Cuando mi casa dejé,
Y tan necia me olvidé
De tantas obligaciones,
Por escuchar las razones
De un hombre que me ha burlado;
Pero quédese casado,
[p. 192]Y no en peligro mi honor;
Principios tuve de amor,
Amor que yo no sabía,
Tanta novedad me hacia
Al verme rendir á un hombre,
Que apénas supe su nombre;
Mas mudó mi pensamiento
Su talle, su entendimiento,
Pero no para aguardar,
Fénis, á verle casar,
Y que el Virey le apadrine,
Que no hay amor que me incline
Para que pierda mi honor;
Deteniéndome va amor,
¡Qué pasos tan perezosos!
Pero hay hombres cautelosos,
Aunque si el Conde lo fuera,
La puerta anoche rompiera,
Ó por lo ménos llamára;
¡Ay Dios, quién imaginára
La desdicha en que me veo!
Irme y volverme deseo,
Pero un hombre viene aquí,
Leonardo es éste, ¡ay de mí,
Que me ha conocido creo!
LEONARDO Y JULIO.
Leon.
No hay sacarlos á los dos,
Julio, de que á Fénis tengo.
[p. 193]Jul.
De hablar con Fabricio vengo,
Y está quejoso de vos,
Creo que quiere quejarse
Al Virey.
Leon.
¿Por qué razon
Donde sola mi aficion
Puede, Julio, averiguarse?
Fénis no me quiso á mí,
Siempre de mí se burló,
Pues ¿cómo la tengo yo?
Jul.
Ellos lo dicen ansí.
Leon.
¡Qué buen talle de mujer!
Jul.
Á lo español va tapada.
Leon.
El aire español me agrada.
Dama, ¿no podrémos ver
El cielo donde esa estrella
Tuvo dichoso lugar,
Que me holgaré de embarcar
Mis pensamientos con ella?
¿No hablais? ¿no me respondeis?
¡Qué aspereza, qué rigor!
CÉSAR Y ALBANO.
Alb.
Matarle será mejor
Si esa sospecha teneis.
Cés.
Verme y burlarse de mí
Es señal, que á Fénis tiene.
Jul.
Leonardo.
Leon.
¿Qué?
[p. 194]Jul.
César viene.
Cés.
¿No es éste Leonardo?
Alb.
Sí.
Cés.
Vive Dios, que esa mujer
Es Fénis.
Alb.
Dichoso has sido
En hallarla.
Cés.
Él ha querido,
Como debe de saber
Que al Virey se han de quejar,
Ponerla en parte segura;
Pues en vano lo procura,
Que hoy se la pienso quitar.
¡Ah, caballero!
Leon.
¿Quién es?
Cés.
César soy, que cobrar quiere
Esa dama que traeis,
Ántes que el Virey lo intente,
Que en los pleitos del honor
Las armas son los jüeces.
Leon.
Yo no conozco esta dama,
Si ella descubrirse quiere,
Os podrá satisfacer
De lo que á Fénis parece;
Tapada la hallé, y sin darme
Lugar á que la requiebre,
Porque no he visto en mi vida,
Por señas, tantos desdenes;
Esto no es satisfaccion,
Que en lo demas, cuando fuere
[p. 195]Necesario, estoy aquí.
Cés.
Como la dama que viene
Con vos se descubra el rostro,
Yo me iré, no siendo Fénis.
Leon.
Eso es dar satisfaccion,
Porque yo sé claramente
Que no es Fénis, y no quiero,
Cuando esta dama quisiese,
Que porque vos lo quereis,
Se descubra, que no puede
Ser con mi honor descubrirse.
CONDE OTAVIO Y TOMÉ.
Tomé.
Aquella es Fénis.
Otav.
Detente,
César y Leonardo son
Los que en su poder la tienen.
Tomé.
Espera, que dos á dos
Parece que reñir quieren.
Cés.
Para mí fuera bastante
Que un hombre noble dijese
Que no es Fénis, si lo es;
Pero mi amor no consiente
Que deje en dudas los ojos,
Que desengañarse pueden.
Leon.
Ya he dicho que es honra mia,
Que nadie por fuerza piense
Que le doy satisfaccion.
Tomé.
Éstos riñen, no te alteres,
[p. 196]Estate escondido aquí.
Cés.
Pues cuando á mí se me diese
Satisfaccion, ¿no soy hombre,
Leonardo, que la merece?
Leon.
De mí no, que soy mejor
Que vos.
Cés.
Quien lo dice miente.
Leon.
Con la espada no hay agravio,
Decid que los dos nos dejen.
(Acuchillándose dos á dos se entren.)
Tomé.
Llega, que es buena ocasion.
Otav.
El amor me favorece;
Fénis mia.
Fén.
Traidor Conde.
Otav.
Oye, escucha.
Fén.
¿Qué me quieres?
Otav.
Que vuelvas á darme vida,
Que si conmigo no vuelves,
Serás de mi muerte causa;
Mira que si aquestos vienen,
Te has de ver en más peligro,
Pues primero que te lleven
Me han de quitar dos mil vidas.
Fén.
Pues cuando volver pudiese
Acabar con mi aficion
Tan loca y tan neciamente,
¿Para qué quieres que vea
Tus bodas, y tan alegres,
Que hay novios enamorados,
Y que hay padrinos vireyes?
[p. 197]Yo fuera por convidada,
Á ser hábito decente
El que me dan mis desdichas.
Otav.
Si Celia mi mujer fuere,
Que Dios me quite la vida.
Fén.
¿Pues ya qué has de hacer?
Otav.
Quererte.
Tomé.
Fénis, el Conde te adora,
Advierte que si no vuelves,
Le han de hacer aquí pedazos,
Y que ya se junta gente.
Fénis, vuelve al camarin
Á ser cristal trasparente,
Á ser búcaro dorado,
Á ser de barro celeste;
Mira que todos los vidros,
De llorar por verte ausente,
Fénis, están llenos de agua.
¿Qué hará el Conde si te pierde?
No seas mujer ingrata,
Tu buena dicha agradece,
Pues casarás con un hombre
Á quien visitan vireyes,
Á quien adora su patria
Por el hijo más valiente
Que ha honrado á Italia en mil siglos,
Aunque los Césares entren.
Ea, Fénis celestial,
Fénis de coral y nieve,
Fénis linda, Fénis joya,
[p. 198]Y si diamante no siempre,
Mira un pobre caballero
Que tu rigor enmudece,
Y como cielo nublado
Está entre llueve y no llueve.
Fén.
¿Que, en fin, he de ser tan necia?
No hay cosa, Tomé, más débil
Que, rogada, la mujer.
Tomé.
Ántes no hay cosa más fuerte,
Como una vez diga nones.
Otav.
Ven conmigo, hermosa Fénis,
Que tú serás mi mujer,
Y yo tuyo eternamente.
[p. 199]
ALBANO Y CÉSAR.
Cés.
Dichas de las armas son.
Alb.
Por imposible he tenido
No salir ninguno herido
Entre tanta confusion;
Mas no saldrémos de presos.
Cés.
Todo fué desdicha mia.
Alb.
En las quistiones de dia
Son menores los sucesos.
Cés.
Volví neciamente á ver
La dama.
Alb.
¿En aquel lugar
Os habia de esperar?
Cés.
Amor no sabe tener
La rienda á ningun deseo,
[p. 200]Porque la imaginacion
Es la misma ejecucion.
Alb.
En vos el ejemplo veo.
Cés.
Del bien que espera y no alcanza,
Por engañar al temor,
Va siempre siguiendo amor
Los pasos de la esperanza.
Loco estoy; yo pienso, Albano,
Que me ha de acabar la vida
Fénis, si bien ofendida
Tanto de su ingrata mano.
¡Con qué crueldad escribió,
Cuando la escritura hacia
Fénis, que me aborrecia
Cuando la adoraba yo!
No corre cometa ardiente,
Como la mano cruel
Discurrió por el papel
Atrevida y diligente.
No sé qué rigor tan ciego
Á tanta furia la mueve,
Que de una mano de nieve
Saliesen letras de fuego.
Alb.
Vuestra locura mayor
Es pensar que una mujer,
Que á vos no os supo querer,
Á Leonardo tenga amor.
Cuanto á mí, sé claramente
Que algun deudo la escondió.
Cés.
Otavio nos engañó
[p. 201]Atrevido y imprudente.
¿Pero quién se ha entrado aquí?
JULIO.
Julio.
Yo soy, no os alboroteis,
Puesto que causa teneis
Para que lo esteis de mí.
Este papel os ha escrito
Leonardo.
Cés.
Mostrad.
Julio.
Tomad,
Que por antigua amistad,
César, su honor solicito.
(Vase.)
Cés.
Vos haceis lo que decis.
¡Papel á mí! ¿qué será?
Alb.
Desafío, claro está,
¿Ya os olvidais del mentís?
(Lee César.)
Porque la gente no impida mi satisfaccion, os aguardo en la playa, donde está una barca, en que los dos pasarémos á Pausilipo, y con espada y daga, solos, acabarémos en el campo lo que se comenzó en la calle.—Leonardo.
Cés.
Notable satisfaccion
De sí mismo.
Alb.
Dame pena
Pensar que aquéste os ordena,
César, alguna traicion.
Cés.
No hará, que es buen caballero,
[p. 202]Pero aunque serlo promete,
Tengo á prueba de mosquete
Un peto fuerte de acero;
El pecho me ha de guardar,
Que el pecho basta cubrir,
Porque quien no piensa huir,
No ha menester espaldar;
En mi recámara entremos.
Alb.
Iré con vos á la mar.
Cés.
No me habeis de acompañar;
Mirad que ocasion darémos
Á que se pierda el honor.
Alb.
Yo os dejaré.
Cés.
¡Fénis mia,
Si ha de llegar algun dia
En que agradezcas mi amor!
(Vanse.)
TOMÉ Y FLORA.
Tomé.
Los cofres llegaron ya.
Flora.
Ya lo vi todo, Tomé,
Y áun más de lo que pensé.
Tomé.
No te entiendo.
Flora.
Claro está.
Tomé.
Declárate más conmigo.
Flora.
No me puedo declarar;
Pero dí, ¿qué me has de dar?
Tomé.
Seré liberal contigo:
No te daré yo diamantes,
[p. 203]Pero algunas niñerías
De vidro, al fin, como mias,
Pero son muy semejantes.
¿No has visto retrato?
Flora.
Sí.
Tomé.
No tienen estimacion,
Aunque los vivos no son,
Pues los vidros son ansí,
Porque en la luz semejantes,
Ya que no en naturaleza,
Imitando su belleza,
Son retratos de diamantes.
¿Pero cómo estoy contigo?
Flora.
Si cosas falsas me das,
¿Qué puedes esperar más
De lo que has hecho conmigo?
Tomé.
Y vosotras ¿qué nos dais
Que no sea falso tambien?
Flora.
Si nos enseñais, ¿de quién
Bárbaramente os quejais?
Tomé.
Falsedad es vuestro nombre.
Flora.
Voime, que tengo que hacer,
No hay cosa mala en mujer
Que no la aprenda del hombre.
Tomé.
Dame siquiera una mano;
Mas dirás, Flora gentil,
No doy por vidro marfil.
Flora.
¿Lisonjas conmigo, hermano?
(Vase.)
[p. 204]OTAVIO.
Otav.
¡Qué cansado que has estado!
Fénis, ya puedes salir.
FÉNIS.
Fén.
No sé si ha sido el venir,
Conde, á esta casa, acertado.
Tomé, ¿vióme alguno?
Tomé.
¿Quién?
Todo estuvo prevenido.
Otav.
Fénis, mi ropa ha venido.
Pon esas manos, mi bien,
En las joyas que traia
Para Celia, que han de ser
Para quien es mi mujer,
Que eres tú sola, luz mia.
Y créeme, que quisiera
Que cuanto el sol celestial
Cria en la India Oriental
En esos cofres viniera;
Pobreza fué para tí,
Pero, Fénis, tu belleza
No ha menester más riqueza
Que el alma que tiene en sí.
Fén.
Estoy, conde, divertida
De verte tan empeñado
En la palabra que has dado.
Otav.
No la cumpliré en mi vida.
[p. 205]Fén.
¿Pues cómo piensas vencer
Este imposible?
Otav.
Al amor
No hay dificultad mayor
Que llegarla á proponer;
Y aunque de Celia es verdad
Que las quejas considero,
Al Conde, tu padre, quiero
Pedirte con libertad.
Toma esas joyas en fe,
Señora, de que eres mia,
Que mañana será el dia
Que desengañada esté.
Fén.
Verélas por ser tu gusto.
Otav.
Parte á dárselas, Tomé.
Tomé.
Un aparador seré,
Y vendráme el nombre al justo:
Una cintura verás
De sirenas, que recelo
Que el más alto paralelo
Del sol no relumbra más;
Vienen cinco apretadores
Con esmaltes carmesíes
De diamantes, de rubíes
En clavellinas y flores;
Viene tambien un collar
Tan brillante, rico y bello,
Que sólo en tu hermoso cuello
Ó en el del sol, puede estar.
Vienen tambien arracadas
[p. 206]De tanta vária invencion,
Que exceden la estimacion,
Siendo en gran precio estimadas,
Y tienen tanta eminencia,
Que pueden estar seguras
Que no hay orejas tan duras
Que no les diesen audiencia;
Otras joyas y cadenas,
Con bandas y con sortijas,
Para que á tu gusto elijas,
Todas de diamantes llenas.
Pensarás que son enredos,
Y encarecimientos vanos,
Harán dos Indias tus manos,
Y rayos del sol tus dedos;
Pues rosetas con que des
Lazadas á los zapatos,
Aunque á diez puntos, ingratos,
Competirán con los piés.
Otav.
¿Estás loco?
Tomé.
Ven conmigo.
Fén.
Tomé, sin codicia voy
De las rosetas.
Tomé.
Estoy
Tal, que no sé lo que digo,
Perdona, pues vas segura,
Que en llegando á hablar en piés
Me enloquezco, y pienso que es
La cifra de la hermosura.
(Vanse.)
[p. 207]Otav.
Quien dice que al amor engendra el trato,
Débale al trato lo que amor no debe,
Que la hermosura que no mata en breve,
Sin alma y luz parecerá retrato.
En la imaginacion siglos dilato
Pocas horas de amor que el cielo mueve,
Que quien veneno tan hermoso bebe,
En no morir correspondiera ingrato.
El alma la belleza ilustra y dora,
Que aquésta el cielo, aquélla el sol retrata,
Y si á matar se juntan, basta un hora,
Que es hermosura la que luégo mata,
Y costumbre de ver la que enamora
Con largo tiempo á quien despues la trata.
LEONARDO, alterado.
Leon.
Perdonad haberme entrado
En vuestro aposento ansí.
Otav.
¿Pues estaba abierto?
Leon.
Sí.
Otav.
Para vos siempre lo ha estado.
¿Qué suceso causa os dió?
Leon.
Pienso que á César he muerto,
Y á estar, Otavio, encubierto,
Vuestra amistad me obligó.
Otav.
Bien hicistes en fiar
Vida y libertad de mí;
¿Cómo ha sido?
Leon.
Pasa ansí:
[p. 208]¿Hay quien me puede escudar?
Otav.
Ninguno, porque Tomé,
En mis cofres ocupado,
Tendrá diverso cuidado.
Leon.
Pues escudadme.
Otav.
Sí haré.
Leon.
Generoso Conde Otavio,
De quien tan altas hazañas
Las plumas de las historias
Trasladarán de la fama,
Ya sabeis mi calidad,
Y juntamente la causa
De la enemistad de César,
Por quien mejor me llamáran
Pompeyo que no Leonardo,
Pues como en la edad pasada
Por Roma, Pompeyo y César,
Y hoy César por una dama;
Pienso que sabeis que es Fénis
Hija de Fabricio y Laura,
Nobles condes de Armelina,
Villa no léjos de Mantua,
De que la hubiérades visto
Notablemente me holgára,
Así porque su belleza
Disculpára mi desgracia,
Como porque no confio
De mi ignorancia alabarla.
Hizo la naturaleza
El cuerpo, como si hallára
[p. 209]Con quién competir, ó el arte
Tuviera tanta arrogancia;
El alma, el cielo, mas tiene
Sola una potencia el alma,
Que es un grande entendimiento,
Que las otras dos le faltan.
Yo no sé que haya tenido
Voluntad, que acompañára
Memoria, pues no se acuerda,
Y á quien la quiere desama;
Finalmente, la servimos
César y yo en hora infausta,
Pues no ha estimado á ninguno
Si no es para ser ingrata.
Ya sabeis cómo y por qué
Dejó su padre y su casa,
Y cómo tan neciamente
Que la tengo me levantan;
Si la he visto, plega al cielo
Que no tenga dicha en nada,
Y que César goce á Fénis;
Maldicion, Conde, que basta,
Porque con esta ninguna
De cuantas lo son iguala,
Que españoles, silla y turcos
Han sido invenciones falsas;
El acuchillarme César
Por una mujer tapada,
Fué sospecha de sus celos,
Fénis son cuantas se tapan.
[p. 210]Una palabra me dijo,
Que me ha obligado á vengarla,
Que si el alma puede herirse,
Es con hierro de palabras;
Verdades que no lo son
Si está desnuda la espada,
Que sólo afrenta la lengua
Adonde la espada calla.
Con esto, y no mucho seso,
Á César esta mañana
Escribí con un amigo
Que le aguardaba en la playa;
Vino César luégo al punto,
Que quien en salir se tarda,
Parece que reconoce
En su contrario ventaja.
Guiéle al mar, cuya orilla
Tenía una barca atada
Por mi órden, y en su borde
Desde la tierra una plancha.
Entramos dentro los dos,
Guié yo propio la barca
Adonde suelen ir muchas
Á gustos, que no á desgracias;
Desembarcamos, y luégo
Que pisamos la campaña,
Detrás de una huerta, á quien
Jazmines y hiedra enlazan,
Le dije: Aquí estamos solos,
Donde quiero ver si hablan
[p. 211]Las manos como las lenguas.
Él, la color demudada,
Sacó la espada diciendo:
La razon á nadie agravia;
Yo soy César. Respondí:
Hoy seréis César y nada.
Animoso y diestro César
Me daba el pecho, y guardaba
La cabeza, que venía
Con ménos cuidado y armas,
Viendo yo que era imposible
Herirle, y que el pecho estaba
Defendido como el mio,
(Que nunca se deja en casa
La defensa el que es discreto),
Por no guardar mi venganza
Para mejor ocasion,
Como cobardes la guardan,
Saqué de la faltriquera
Una pistola cargada,
Que hizo el mejor ingenio
De los que tiene Alemania;
Toqué la llave, dió fuego,
Que para mal nunca falta,
Y de aquel infierno breve
El alma de plomo exhala;
Traidor dijo, y respondí:
No se fie quien agravia,
Que no hay traicion si hay agravio,
Que entónces todo es venganza.
[p. 212]Dejéle mirando el pecho,
Y arrojándome en la barca
Pasé la mar, y en la orilla
Puse la turbada planta,
Y acordándome de vos,
Y que nadie en esta casa
Tendrá sospecha que estoy,
Miéntras que mis padres tratan
Cómo á Flándes pueda irme,
Ó por más seguro, á España,
Á ponerme en vuestro amparo
Vine, que en aquestas cuadras
Podré estar con más secreto
Para saber lo que pasa,
Que de tales caballeros,
Amparar en las desgracias
Á quien les pide favor,
Es el blason de sus armas.
Otav.
Pésame, señor Leonardo,
Por vos, por César, por mí,
Y de que hayais muerto ansí
Caballero tan gallardo.
Ya es hecho, debo ofreceros
Cuanto soy, pues es razon
Cumplir con la obligacion,
Y morir por defenderos.
¿Tomé?
Tomé.
Señor.
Otav.
¿Has oido
Algo de lo que ha pasado?
[p. 213]Tomé.
Todo, señor, lo he escuchado,
Aunque estaba divertido.
Otav.
Aquí habemos de esconder
Á Leonardo.
Tomé.
¿Estás en tí?
Otav.
¿No hay allí una cuadra?
Tomé.
Sí.
Otav.
Pues ¿por qué no puede ser?
Entrad, Leonardo, que adonde
Os pondrá Tomé, yo sé
Que nadie disgusto os dé.
Leon.
Dadme vuestras manos, Conde.
Otav.
Dejad agradecimientos;
Tomé esta noche será
Vuestro huésped.
Tomé.
¿Quién dará
Alcance á tus pensamientos?
Irme quisiera entre moros.
Otav.
Á Celia me voy á ver.
Tomé.
Siempre tengo yo de ser
El que ha de encerrar los toros.
(Váyanse.)
EL CONDE FABRICIO Y EL VIREY.
Virey.
En eso, Conde, está la diferencia
De los mayores á los verdes años.
Fabr.
Mal informado está vuestra excelencia,
Que no soy yo la causa destos daños.
Virey.
Diréis que en Fénis fué desobediencia,
Y aquí se ven más claros los engaños,
[p. 214]Que no era bien casalla á su disgusto.
Fabr.
Y ¿cuándo aciertan por su propio gusto?
Virey.
Pues muerto agora César, ¿no os parece
Que dividirse en bandos es forzoso
Todo este reino?
Fabr.
Si morir merece
La causa, haced castigo riguroso,
Bástame á mí lo que mi honor padece.
CAPITAN.
Cap.
¡Por Dios que ha sido César venturoso!
Virey.
¿Qué es eso, Capitan?
Cap.
Que César vive.
Virey.
Pues ¿quién tan falsa informacion escribe?
Cap.
Yo fuí con los soldados que mandaste,
Y saliendo del mar le hallé en la orilla.
Virey.
¿Y á quien ó dónde, Arnaldo, le dejaste?
Que tu poco valor me maravilla;
¿Cómo no le prendiste y le llevaste
Á Castilnovo?
Cap.
Apénas la barquilla
En que salió del mar César dejaba,
Cuando sin armas y en prision estaba,
Y le traigo, señor, á tu presencia.
Virey.
En paz, Arnaldo, esta ciudad has puesto.
CÉSAR y soldados con arcabuces.
Cés.
Los piés, señor, me dé vuestra excelencia.
[p. 215]Virey.
César, á vos os dan la culpa desto;
En fin, en poca edad poca experiencia,
Fuera más justo con partido honesto
Tratar la paz, que no con locos bríos
Pasar el mar á injustos desafíos;
Pues, por vida del Rey, que quien tratáre
De alborotar el reino...
Cés.
Estéme atento
Vuestra excelencia y mi justicia ampare,
Pues sabe el Conde que la paz intento,
Y cuando airado en que salí repare,
Mire su generoso nacimiento,
Y que un hombre su igual le desafía
Y entónces culpe la disculpa mia;
Danme un papel, ¿qué excusa hallar pudiera
Que fuera con mi honor? al mar camino,
Y á Leonardo, que estaba en la ribera,
El ánimo y el paso á un tiempo inclino;
En una barca, aunque la mar se altera,
Entramos juntos, y volando el pino
Del edificio breve, el rejon muerde
La blanca orilla de la tierra verde.
Con la espada y la daga me provoca,
La mia entónces con la suya iguala
Diestro valor, pero en distancia poca
Leonardo entre los céspedes resbala,
De la lealtad el término revoca,
Y al fácil plomo de una ardiente bala
Remite la sentencia de mi muerte,
Resistida mejor de un peto fuerte.
[p. 216]Yo, con la turbacion, «traidor» diciendo,
Quedé á mirar el golpe, que dudoso
El corazon se estaba estremeciendo
Al eco del sonido riguroso,
Y Leonardo la playa discurriendo,
Vengado mal, aunque le fué forzoso,
Salió con vida y sin honor, de suerte
Que pudo publicar mi incierta muerte;
¿Pues es justo, señor, que á Fénis tenga,
Y á un hombre como el Conde el honor quite,
Y que alterar á Nápoles prevenga
Cuando toda la culpa me remite?
Si tan injusto agravio no se venga,
Y tanto atrevimiento se permite,
Que se ha de alborotar el reino crea
Vuestra excelencia, si la paz desea.
Virey.
César Gonzaga, y vos, conde Fabricio,
No replicando á lo que yo intentáre,
Que de Dios y del Rey será servicio,
Haréis que este alboroto se repare;
Si de que tiene á Fénis hay indicio,
Leonardo, donde quiera que se halláre,
La infamia pagará con la cabeza
De atreverse á ofender vuestra nobleza,
Pero si no, las paces son forzosas,
Sin replicar á la razon razones.
Fabr.
Mi honor pongo en tus manos generosas,
¡Oh gloria de los ínclitos Girones!
Cés.
¡Ay, Fénis, entre todas estas cosas,
Tu sola en tanto mal mi vida pones!
[p. 217]Si tú sabes de tí, yo te lo ofrezco,
Si Leonardo lo sabe, te aborrezco.
(Vanse.)
LISENA, CELIA Y FLORA.
Cel.
Esto le vengo á decir.
Lis.
Pienso que ha salido fuera.
Cel.
¡Quién pensára que mintiera!
Lis.
Los hombres saben mentir.
Cel.
Siempre la culpa nos dan
De lo que la tienen ellos.
Lis.
Querellos y no creellos.
Cel.
No ha parecido galan,
Sino marido, en mentir.
Lis.
¿Doña Ángela qué responde?
Cel.
Responde que miente el Conde,
Y que se lo ha de decir,
Que no le ha visto en su vida,
Ni en mi casa entró jamas,
Y arrogante añade más,
De mis palabras corrida,
Que ella tiene talle y años
Para no ser envidiosa,
Sino envidiada.
Lis.
No hay cosa
Más necia que desengaños.
Cel.
Ángela dirá verdad,
Y el Conde es un gran traidor,
Que ni agradece mi amor
[p. 218]Ni me tiene voluntad;
Mal al Conde parecí.
Lis.
Si ha traido esa mujer,
¿Cómo le has de parecer
Lo que él te parece á tí?
Flora.
Hasta agora, por no darte
Pesadumbres, no queria
Decirte lo que sabía
D’este nuestro Durandarte;
Pero ya será forzoso,
Porque fuera deslealtad
Encubrirte la verdad.
Cel.
¡Qué casamiento dichoso!
Flora.
Yo he visto entrar la mujer
Con estos ojos.
Cel.
¿Tú?
Flora.
Yo.
Cel.
¿Cuándo?
Flora.
No há un hora que entró;
Sin esto, llegando á hacer
La cama hallé la mitad.
Cel.
¿Y la otra mitad?
Flora.
Sería
Para esta señora mia.
Cel.
Partirla no es voluntad.
Flora.
¿No ves que es á lo señor,
Que siempre están divididos?
Lis.
Son enfermos los maridos
D’esto que llaman amor.
Cel.
Llama á Otavio.
[p. 219]Flora.
Él viene aquí.
OTAVIO Y TOMÉ.
Otav.
En este jardin estaba.
Cel.
¿Ya cuando la noche viene
Aguas y flores agradan?
Otav.
Hállanse los pensamientos
Mejor entre flores y aguas.
Cel.
No serán los de Milan,
Pues allá no dejais dama,
Que de mí segura estoy.
Otav.
Vuestros, que vos sois la causa;
Que no hay sin vos pensamientos.
Cel.
Cierto que estoy obligada
Á ser siempre esclava vuestra.
Otav.
Reina mia, que no esclava.
Cel.
¿Quereisme mucho?
Otav.
Esa duda,
Señora, fuera excusada,
No hay amor que iguale al mio,
Dulces deseos me abrasan
De verme en la posesion
De tan ricas esperanzas.
Cel.
Bien haceis, alzad la voz
Para que os oiga la dama
Que teneis, como hombre noble,
Dentro de mi propia casa,
¡Ah, traidor!
Otav.
Quedo, señora.
[p. 220]Cel.
Y el Tomé, diciendo gracias
Siendo tan grande alcahuete.
Tomé.
Agora entró mi semana,
Vive Dios, que no hay respuesta;
Cogido nos ha la trampa.
Otav.
Por cierto que vuestro enojo,
Hermosa Celia, excusára
Quien vió entrar á quien decis,
Yo perdono su ignorancia;
Si supiera lo que ha sido...
Cel.
¿Hay otra invencion armada,
Otra doña Ángela fea
Envidiosa de mis galas?
¿Hay otra vecina d’estas
Que acechando por ventanas,
Más en la de sus vecinos
Viven que en sus propias casas?
Otav.
Señora, pues no se excusa
Hacer de vos confianza
Y deciros la verdad...
Tomé.
Jesus, todo se declara.
Otav.
Sabed que Leonardo ha muerto
Á César, y en una carta
Me escribió todo el suceso
Y me pidió vuestra casa,
Hasta la puerta llegó
En una silla.
Cel.
¡Qué extraña
Mentira!
Otav.
Un manto traia
[p. 221]Por encubrirse á la guarda
Del Duque que anda á buscarle,
Y ésta habrá sido la causa
De engañarse quién le vió,
Que así los ojos se engañan.
Cel.
Vos debeis de pensar, Conde,
Será mi ignorancia tanta,
Que con haberos oido
Está la fiesta acabada;
Si no ven mis propios ojos
Á Leonardo y él me habla,
Y cuenta cómo es verdad
Que mató á César Gonzaga,
No he de quedar satisfecha.
Otav.
Pues abre, Tomé, esa cuadra.
Tomé.
Señor Leonardo, salid.
LEONARDO.
Leon.
No os espanteis que me valga
Del valor del señor Conde
Y el favor de vuestra casa,
En una ocasion tan grave.
Lis.
Si no es figura encantada,
Este es Leonardo, señora.
Cel.
Que el Conde mi señor haga
Su obligacion es muy justo;
Entraos, que la gente pasa
De casa y no es bien que os vea,
Flora, traigan luégo cama.
[p. 222]Leon.
Bésoos mil veces los piés.
(Éntrese.)
Cel.
Perdonad, Conde, que estaba
Enojada con razon.
Otav.
Dadme licencia que vaya
Á vuestro cuarto con vos.
Cel.
No tanta desconfianza
Que os obligue á cumplimientos.
Otav.
Valióme, Tomé, la traza.
Tomé.
Demonio debes de ser.
(Váyanse.)
¿Qué hay, Flora?
FLORA Y TOMÉ.
Flora.
¿Qué quiere?
Tomé.
Aguarda.
Flora.
Mas qué, ¿me quieres reñir?
Tomé.
Tu culpa pienso que habla.
Flora.
¿Qué querias? ¿que yo fuera,
Tomé, traidora á mi ama?
Tomé.
No, mas no ser habladora,
Pero esto os viene de casta.
Flora.
Vosotros sois el silencio.
Tomé.
En fin, como hombre se llama,
Y como mujer la lengua.
Flora.
¡Qué discreta semejanza!
Tambien es mujer la honra,
Y el agravio es hombre.
Tomé.
Basta,
[p. 223]Yo me rindo á tu elocuencia;
Mas por Dios qué es cosa extraña
Ver de qué suerte en dos dias
De amor Celia al Conde trata,
Que de enojos y temores
Todo es celos esta casa,
¿Este es cuarto ó calabozo?
Que ya solamente falta
Que nos venga á visitar
Á media noche tu ama,
Ó que diga que los vidros,
Búcaros, fuentes y tazas,
Con otras cosas curiosas
D’este camarin, son damas.
No serán buenos casados
Si la vista no me engaña.
Flora.
¿Qué querias? ¿que sufriese
Que entrasen aquí sus daifas?
Tomé, Tomé, la mujer
Que ve su marido, y calla,
Andar con otras, ó tiene
Algo que él calle, ó es santa.
(Vase.)
Tomé.
Brava fortuna nos corre
Comenzando en mar bonanza,
Ya me pesa de haber sido
D’esta tormenta la causa:
Notable ingenio el de Otavio,
No se levanta borrasca
Que no se aparezca lüégo,
[p. 224]Como San Telmo en la gabia.
Quiero ver lo que hace Fénis.
Vidro hermoso, porcelana
De la China ó azafate
De Portugal de oro y nácar,
Bandeja de seda y perlas,
Caja de pastillas de ámbar,
Escritorio de Carey
Con molduras de oro y plata,
¿Qué haces entre esos vidros?
FÉNIS.
Fén.
Tomé, divertida estaba.
Tomé.
¿Mirabas las joyas?
Fén.
Sí;
Y son tan ricas y hermosas,
Tan de buen gusto y lustrosas,
Que á su dueño en ellas vi.
Pero ¿ves resplandecer
Tantos diamantes en ellas,
Que brillando como estrellas,
Cuando quiere anochecer,
Ponen codicia á los ojos
Del más honesto recato,
Y cuando fueran retrato
Del sol y sus rayos rojos?
Pues no hay joya para mí
Como el Conde, mi señor.
Tomé.
Bien puede ser que el amor
[p. 225]Haga ese milagro en tí,
Mas para mí d’este efeto
Fueron causa los diamantes,
Porque nunca, ¡oh Fénis! ántes
Te pareció tan discreto,
Tan lindo ni tan galan.
Fén.
Necio, no me habia dado
La palabra que ha jurado,
Que entónces los hombres dan
La mayor joya en valor,
Que es el alma y voluntad.
Tomé.
Ruido siento.
Dentro OTAVIO.
Otavio.
Esperad
Que yo os haré abrir, señor.
Tomé.
El Conde es éste y gran gente.
Fén.
Aguarda y luégo abrirás.
(Vase Fénis.)
Otav.
Abre, Tomé, ¿dónde estás?
Tomé.
Señor.
Otav.
Abre, impertinente.
EL VIREY, CONDE FABRICIO, OTAVIO, ALBANO, JULIO, EL CAPITAN.
Tomé.
Tráesme tan desvelado
Que en una silla dormia.
Otav.
Con mi ropa ha sido el dia,
[p. 226]Como ocupados cansado.
Virey.
Conde, no ha sido mi intento
Inquietar vuestra posada,
Que para ser respetada
Dió Celia merecimiento,
Cuando no fuera por vos.
CELIA, LISENA Y FLORA.
Cel.
¿Con guarda aquí su excelencia?
Virey.
La guarda es vuestra licencia.
Cel.
Mil años os guarde Dios.
Virey.
Dos caballeros han sido
Los que me han dado ocasion
Con cierta honrada quistion
Á cuya paz he venido,
Que, como justicia, aquí
No viniera ni otro efecto
Me trujera.
Cel.
Ese respeto
Por mis padres merecí,
Cuyas puertas adornaron
Los militares blasones
Que muestran.
Virey.
Esas razones
Y otras muchas me obligaron
De lo que vos mereceis;
Pero á mí se me han de dar
Las llaves, para buscar
Un hombre que aquí teneis,
[p. 227]Por atajar la inquietud
D’este reino.
Cel.
Yo, señor,
Deseo por vuestro honor
Su paz, aumento y quietud,
Mirad, si quereis mirar,
Primero arriba.
Virey.
Aquí creo
Que está lo que hallar deseo.
Tomé.
Á Fénis viene á buscar.
Otav.
No viene sino á Leonardo.
Tomé.
No te faltarán enojos,
Que ha puesto el Duque los ojos
En el camarin.
Otav.
¿Qué aguardo?
Perdidos somos, Tomé.
Virey.
Entrad y mirad ahí.
Cap.
Una mujer está aquí.
Cel.
¿Cómo es posible que esté?
Cap.
Salid, que el Virey os llama.
FÉNIS tapada.
Virey.
¿Otra vez tapada?
Cel.
¡Ah, Conde!
Tomé.
El Conde, que las esconde.
Virey.
Descubríos y hablad, dama.
Fén.
Óigame vuestra excelencia
Primero aparte.
Virey.
Decid.
[p. 228]Fén.
Que soy Fénis advertid.
Virey.
¿Fénis?
Fén.
Á vuestra prudencia
Pido piedad y remedio,
No me descubrais os pido.
Virey.
No haré, que á vuestro marido,
Porque hay tanta gente en medio,
Os daré, y con él iréis
Donde despues lo sabrán.
Llama á César, Capitan.
Cap.
César.
CÉSAR.
Cés.
Aquí le teneis,
Que no quiero replicaros
En hacer esta amistad.
Virey.
Otra quiero hacer, llegad,
Llegad que quiero casaros.
Cés.
¿Cómo, señor?
Virey.
Aquí está
Fénis.
Cés.
Si aquí la tenía
Leonardo, no será mia
Si fué de Leonardo ya.
Virey.
¿Dónde está Leonardo?
Tomé.
Aquí.
LEONARDO.
Leon.
Señor, la muerte confieso,
[p. 229]Puesto que os parezca exceso
Hablar en público ansí,
Que quise vengar mi honor
De un caballero agraviado;
Si fué pensamiento honrado
Remito á vuestro valor.
Fiéme de quien pensé
Que secreto me tuviera,
Y, si es quien es, no pudiera
No ser lo que siempre fué.
Virey.
Quedo, Leonardo, que estais
En todo engañado; oid:
César vive, y advertid
Cómo en su presencia hablais,
Que le traigo yo conmigo.
Leon.
¿Que no es muerto César?
Virey.
No,
Y advertid que quiero yo,
Leonardo, haceros su amigo,
Que vos estais satisfecho,
Como caballero honrado;
Mas ya que el cielo ha guardado,
Como vuestro honor, su pecho,
Decidme, ¿por qué negais
Que á Fénis habeis tenido,
Si estando vos escondido
Está donde vos estais?
Leon.
¿Yo á Fénis? si della sé,
Me quite el cielo la vida.
Virey.
¿Cómo no, pues escondida
[p. 230]Donde vos estais la hallé?
Descubríos, porque diga
Celia cómo estaba aquí.
(Descúbrese Fénis.)
Cel.
Yo, señor, jamas la vi,
Ni fué ni será mi amiga,
Pues en mi afrenta y agravio
La tiene escondida el Conde.
Fabr.
¿Por qué Otavio no responde?
Otav.
Porque está sin culpa Otavio,
Que se entró, Fabricio, aquí
Fénis huyendo de vos.
Virey.
Disculpa tienen los dos.
Otav.
La que puede haber en mí,
Es haber honestamente
Mirado para mujer
Á Fénis.
Virey.
No puede ser,
Que está su esposo presente,
César es ya su marido,
Y de Celia lo será
El Conde.
Cel.
Obligado está
Á cumplir lo prometido.
Cés.
Celia, ¿quereisme escuchar
Aquí aparte dos palabras?
Cel.
¿Á vos, César, para qué,
Adonde todos me agravian?
Cés.
Hablemos aquí los dos.
(Aparte los dos.)
[p. 231]Cel.
Decid.
Cés.
Celia, aquí nos casan
Á vos y á mí, á mí con Fénis
Que tengo en medio del alma,
Y á vos con el conde Otavio,
Cuya pasion se declara
En lo que habeis hecho y dicho;
Hoy nuestras dos esperanzas
Llegan á ser posesion,
Hoy nuestras penas se acaban.
Pregunto yo, ¿por qué le pintan
Ciego al amor?
Cel.
Cosa es clara
Que porque hace el mismo efeto.
Cés.
Luego está ciego quien ama.
Cel.
Ciego está como los dos.
Cés.
¿Pues quereis, Celia, que haya
Agora un amor con vista?
Será novedad extraña.
Cel.
¿Cómo?
Cés.
Quitando la venda
Con que los ojos le tapan
Á los nuestros para ver
De Otavio y Fénis las faltas.
Cel.
Ya me he quitado la mia.
Cés.
¿Qué veis?
Cel.
Al Conde en mi casa
Diciéndome mil requiebros
Con alma fingida y falsa,
Que fué un hombre que en un hora
[p. 232]Hizo tan grande mudanza,
Que puso el amor en Fénis
Y que le dió la palabra
De ser suyo, y la escondió
Donde yo misma la hallaba,
Y él, como yo estaba ciega
Desde los ojos al alma,
Me hacia con invenciones
Entender que me engañaba,
Y veo que quien agora
Hace cosas tan extrañas,
Las hará despues conmigo
Más traidoras si se casa.
Cés.
¿Eso veis?
Cel.
Y áun otras cosas,
César, que el respeto calla.
Cés.
Pues oidme á mí, que ya
Tengo la venda quitada.
Cel.
¿Qué veis?
Cés.
Veo una mujer
Que cuando juntos estaban
Sus parientes y los mios,
Á tanto amor siempre ingrata,
Tomó desdeñosa y libre
La pluma, escribiendo airada
En mi afrenta sus desdenes,
Y con atrevidas plantas
Huyó de mí, de su padre,
De su honor y de su casa;
Veo una mujer por quien
[p. 233]Me dió en el pecho una bala,
Que de milagro estoy vivo;
Y aunque su belleza es tanta,
Que, con una mano sola,
Todos mis cuidados paga,
Considérome casado,
Y que aquel deseo pasa
De su rigor en las bodas,
Y que estoy por la mañana
Pensando que estuvo Fénis
En esta ó aquella cuadra
Toda una noche y dos dias,
Y que un hombre, que la amaba...
Pero quédese esto aquí,
Que en materia de honra y fama,
Para no vivir con gusto,
Imaginaciones bastan.
Cel.
¿Tanto mira amor con vista?
Cés.
Mucho más cuando se acaba.
Cel.
¿Qué harémos?
Cés.
Haz lo que yo,
Celia, pues partes tan altas
Te darán mejor marido
Y vivirás descansada;
Duque generoso, escucha.
Virey.
La consulta ha sido larga,
Veamos qué sale della.
Cés.
Fénis estuvo guardada
Del Conde, del Conde sea,
Mi amor con vista se halla,
[p. 234]Y se la da libremente.
Cel.
Yo tambien, desengañada,
Le doy á Fénis al Conde,
Y porque César me agrada,
Mi mano y mi hacienda es suya.
Virey.
Á Lisena, vuestra hermana,
Dad á Leonardo, con quien
Queda la paz confirmada.
Tomé.
Flora, ¿tienes vista?
Flora.
No.
Tomé.
Pues amor con vista acaba,
Si el senado que las mira
Suple á nuestro amor las faltas.
Laus Deo et Mat. Virg.
En Madrid, á 10 de Diciembre de 1626.
Lope de Vega Carpio.
[p. 235]Véala Pedro de Vargas Machuca.—Rúbrica.
Es de las muy buenas comedias que ha escrito Lope de Vega, la fábula ingeniosa, los versos muy poéticos, escogidos y sentenciosos, con discretos avisos para los sucesos de la vida humana, y toda digna del teatro de la córte.—Puede representarse.
Madrid, á 11 de Diciembre de 1627.—Pedro de Vargas Machuca.
Esta comedia, intitulada Amor con vista, se puede representar reservando á la vista todo lo que no fuese de su lectura. Zaragoza y Febrero 13 de 1627.—El Dr. Luis Navarro Ordoñez.
[p. 236]Pódesse representar esta comedia vta. á informaçao do Cor. Gregorio de Ballaser en Lisboa, 12 Decembro de 1630.
Pódesse representar. Lisboa, 14 Decembro de 1630.—Rúbrica.
[p. 237]
[p. 238]
PERSONAS.
FABIO.
FABRICIO.
TANCREDO.
FULGENCIO.
FELICIANO.
GALINDO.
DON TELLO.
FAUSTINO, viejo.
CORNELIO.
FRISO.
LESINO.
ALBERTO.
JULIO.
LEONARDA.
DOROTEA.
CLARA.
OLIVERIO.
FERNANDO.
LISELO.
JUSTINO.
RICARDO.
LISENO.
UN CRIADO.
DOS MÚSICOS.
UN ALGUACIL.
[p. 239]
LA PRUEBA DE LOS AMIGOS.
Entran FABIO, FABRICIO, TANCREDO, FULGENCIO y otros, de acompañamiento, y FELICIANO, con luto, y detras de todos GALINDO, lacayo, con otro luto á lo gracioso.
Fab.
Téngale Dios en el cielo,
Que juzgando por sus obras,
Mejor padre, muerto, cobras
Que le perdiste en el suelo:
Tales fueron sus costumbres,
Que pienso que desde aquí
Le puedes ver, como allí
Se ven las celestes lumbres.
Fulg.
En mi vida supe yo
Dar un pésame, Tancredo.
Tanc.
No me dió cosa más miedo,
[p. 240]Ni más vergüenza me dió,
¿Cómo diré que, en rigor,
De consuelo le aproveche;
Vuesa merced le deseche
Por otro padre mejor?
Fulg.
Eso fuera desatino;
Óyeme y imita luégo.
Tanc.
¿En fin vas?
Fulg.
Temblando llego;
Como el gran Padre divino
Lo es de todos inmortal,
Consuelo podréis tener
Que os ha de favorecer,
Feliciano, en tanto mal;
Su falta se recupera
Con poneros en su mano.
Fab.
No es posible, Feliciano,
Que en vos Everardo muera,
Quedando tan vivo en vos,
Que sois su traslado cierto,
Pero guárdeos Dios, y al muerto
Téngale en su gloria Dios.
Fulg.
¿Aún no llegas?
Tanc.
No he podido
Sujetar mi mal humor,
Dar el pésame es mejor
Á este hipócrita fingido,
Á este alcahuete bellaco,
Á este Parmeno fiel,
Que yo me avendré con él.
[p. 241]Fulg.
¿Va el pésame?
Tanc.
Ya le saco:
Señor Galindo, ya es muerto
Su padre de Feliciano,
Que vos quedais, es muy llano,
Por su padre...
Gal.
Sí por cierto.
Fulg.
Sacad del capuz la cara.
Gal.
Mejor está en el capuz,
Pues ha faltado salud,
Que hoy nos deja y desampara.
¡Ay, mi señor Everardo,
Dónde hallaré tal señor!
Tanc.
Su hijo tiene valor,
Y es caballero gallardo;
Mejor amparo teneis,
Buen dueño habeis heredado.
Gal.
Todo á todos ha faltado.
¡Triste de mí!
Tanc.
No lloreis.
Gal.
Yo lloro con gran razon,
El pan á llorar me mueve.
Tanc.
(Ap.) Mejor el diablo le lleve,
Que lo siente el bellacon.
Fab.
Quedad con Dios, Feliciano,
Y pues que sois tan discreto,
Con sentimiento secreto
Dad al público de mano:
Prudente sois, esto basta.
Fulg.
Adios, Feliciano.
[p. 242]Fab.
Adios.
Fel.
Con todos vaya.
Tanc.
Y con vos
Quede.
Gal.
Lindo humor se gasta.
(Vanse.)
Fel.
¿Fuéronse esos majaderos?
Gal.
Ya la escalera trasponen.
Fel.
Los hábitos me perdonen.
Gal.
Todos nacimos en cueros;
Estas son borracherías
Que el loco mundo ha inventado.
Fel.
El lutazo me he quitado.
Gal.
Yo las mortíferas chias,
Salgo de la negra tumba
Como espada de la vaina.
Fel.
Aquí la tristeza amaina.
Gal.
El retintin me retumba
De un poquito de chacona.
Fel.
No bailes, Galindo, tente,
Que no quiero que la gente
Murmure de mi persona.
Gal.
Calla, señor, ¡pesiamí!
¿Es la ventura que ves
Para que puedan los piés
Tener sufrimiento aquí?
Cuando tiene un enemigo
Un hombre, y se muere ó va,
¿No se alegra?
Fel.
Claro está.
[p. 243]Gal.
Pues si está claro, eso digo.
¿Qué enemigo capital
Como el viejo que hoy te falta?
Baila, brinca, tañe, salta.
Fel.
Fué padre, y hacemos mal.
Gal.
¿Qué más quieres que viviera?
¡Ojalá llegues allá!
Con cuatro sietes se va,
Mira si es mala primera.
Es bueno, yo lo confieso,
Pero que hoy vive imagina,
Y por tus gustos camina,
Verás lo que siente en eso;
Ni tendrás sólo un real,
Ni de libertad un hora,
Mira si truecas agora
En tanto bien tanto mal.
Treinta mil ducados deja,
Que si va á decir verdades,
Treinta mil necesidades
Te lastimaban la oreja,
Y éstas todas las remedias.
¿Era mejor, Feliciano,
Ser por puntos cirujano
De los puntos de tus medias?
¿Era mejor no tener
Qué gastar con Dorotea,
Para que quien la desea
La pueda á tus ojos ver,
Y áun gozalla, como sabes?
[p. 244]Fel.
Calla, no me digas eso,
Perderé, Galindo, el seso
Ántes que de hablar acabes.
Diez años ántes quisiera
Que fuera muerto el que ya,
Como tú dices, se va
Con tan hermosa primera.
Si un hijo del viento gasta,
Y no hay más que la comida.
En el juego desta vida
Á un padre rico bien basta,
Que á seis y siete entre un as;
Que es lástima envejecer
Un hijo mozo, y tener
Muchas veces treinta y más.
Pero gente suena, toma
El capuz. ¡Pesia mi mal!
Gal.
¡Otra vez tumba mortal!
Fel.
Son chapines.
Gal.
Manto asoma.
LEONARDA.
Leon.
Aunque no era, Feliciano,
Esta ocasion para verte,
Al pésame de la muerte
De un padre noble y anciano
Bien puede venir Leonarda,
Con la justa pretension,
Que más de tu obligacion
[p. 245]Que de sus prendas aguarda.
Cuanto á ser tu padre el muerto,
Dios sabe que me ha pesado,
No cuanto á haberle culpado
En nuestro justo concierto,
Del que sospecho que agora
Tendrás memoria, y de mí,
Que por darte gusto fuí
Á iguales padres traidora.
Que si él, como tú decias,
Tu casamiento estorbaba,
Cuando con él se trataba,
Y su aspereza temias,
Ya no podrás, Feliciano,
Huir el rostro á mi honor,
Muerto aquel cuyo rigor
Fuera combatido en vano.
Ya quedas libre, señor,
De tu hacienda y tu persona,
Mi causa quien soy te abona,
Tu deuda mi propio honor
Que en efeto...
Fel.
No prosigas:
¡Qué locas sois las mujeres!
¡Que agora me case quieres!
¡Aquí me fuerzas y obligas!
¡No está del muerto la cama
Fria del calor que tuvo
Cuando en ella enfermo estuvo,
Y ya á la boda me llama!
[p. 246]¡No está libre el aposento
Del humo de tanta cera,
Y ya quiere que la quiera
Para fiesta y casamiento!
¡Áun cantan kiries allí
Sobre tumbas y memorias,
Y ya quiere que haya glorias
De desposorios aquí!
¡Apénas allí tan triste,
Cesa de requiem la misa,
Y aquí con tal gusto y prisa
Á la de fiesta se viste!
¡Apénas lugar he dado
Á que el pésame me den,
Y ya me da el parabien
Del para mal de casado!
¡Veme de luto cubierto
Y ya me obliga á bailar!
Leon.
Siendo mujer fuera errar,
Mas no, siendo padre el muerto;
¿Qué importa que esté caliente
La cama en que no dormias,
Y en cuyas sábanas frias
Durmió un padre impertinente?
El humo de tanta cera
¿Qué importa? Mas estás ciego
Del humo, infame, del fuego
Que abrasar tu honor espera;
Que, segun van las historias
Que de Dorotea oí,
[p. 247]Cantarán kiries por tí,
Y ella en tu hacienda las glorias.
Ésta sí, será la misa
De requiem y de dolor,
Á la muerte de tu honor
De que ya el luto te avisa.
Sigue la vil Dorotea,
Vuelve á mi deuda la cara,
Pues ya tu amor no repara
En que de otros muchos sea;
Los hombres eso quereis,
Lo que es de otro siempre amais,
De lo que solos gozais
Poca estimacion haceis;
Celos os hacen querer,
Lágrimas mucho os enfadan,
Lo que las libres agradan
Cansa una honrada mujer.
Espero en Dios que ese luto
Traerán tus deudos por tí,
Para que yo coja ansí
Como la esperanza el fruto;
Que con sólo verte muerto
Podré yo quedar vengada,
Viuda sin ser casada,
Y tú, infame en el concierto,
Que de él y tus juramentos
Allá me pienso vengar,
Que á fe que irás á lugar
Donde juzgan pensamientos.
(Vase.)
[p. 248]Fel.
¿Fuése?
Gal.
Por las escaleras.
Fel.
Ojalá por las ventanas,
¡Qué de maldiciones vanas!
¡Qué de soñadas quimeras!
¡Qué de cansadas razones!
¡Qué de locas vanidades!
¡Cómo pondera verdades
Y cómo culpa traiciones!
Basta, que ya las mujeres,
Sólo que los labios abras,
Quieren trocar á palabras
Sus mal gozados placeres.
Dame medias de color,
Iréme á desenfadar.
Gal.
La noche dará lugar,
Vé, por tu vida, señor,
Á que el pésame te dé
La gallarda Dorotea.
Fel.
Cree que el pláceme sea
Del dinero que heredé,
De que ya se juzga dueño.
Gal.
Que ya le sabrá sacar.
Fel.
Yo me sabré reportar.
Gal.
¿Tú?
Fel.
¿Pues no?
Gal.
¡Cosa de sueño!
Pues, á fe, que te importára
Irte poco á poco en esto.
Fel.
Aconséjasme muy presto,
[p. 249]Lo de adelante repara,
Que agora, por Dios, que quiero
Gastar por un año ú dos
Pródigamente.
Gal.
Por Dios,
Que es lindo amigo el dinero,
Gasta, cobra amigos, da,
Sé liberal, noble, honrado;
Quien da sólo es estimado,
Cercado de amigos va,
Estos son mayor riqueza
Que el dinero.
Fel.
Ya verás
Mi virtud.
Gal.
¿Pues cuál tendrás?
Fel.
Contra avaricia largueza.
(Vanse.)
DOROTEA Y CLARA.
Dor.
¿Qué me cuentas?
Clara.
Lo que vi.
Dor.
¿Qu’es ya muerto?
Clara.
Está enterrado.
Dor.
¡Bravo suceso!
Clara.
Extremado.
Dor.
Y mucho más para mí.
Clara.
Bajaba de aquella calle
Que han hecho un palacio en fin,
[p. 250]Los monjes de San Martin,
Á darle el papel y hablalle,
Cuando veo á San Ginés
Acercarse un largo entierro,
Honra del final destierro,
Que de la tierra lo es;
Veo mil hachas ardiendo,
Pobres vestidos, contentos
Que heredan los avarientos,
Que no pudieron, viviendo;
Gozan el vestido y hacha
Que no les dió la virtud.
En fin, un negro ataud,
Seis de gerga y de capacha
Veo que en los hombros llevan,
Tras mil clérigos y cruces,
Frailes, cofradías, luces,
Cuantas á un noble se deban;
Miro el acompañamiento,
Hábitos y gente ilustre,
Y entre este adornado lustre,
Polvo en tierra y humo en viento,
Veo á nuestro Feliciano,
Entre un capuz y un sombrero,
Muy triste, porque el dinero
No estaba todo en su mano.
Tras él iba aquel bellaco
De Galindillo, fingiendo
Que lloraba, y componiendo
Su tumba; á un teñido saco
[p. 251]La falda llevaba, y creo
Que iba diciendo entre sí:
¡Oh si llevára yo aquí
Los escudos que deseo!
Fuera preguntar en vano
Quién era el muerto; ya ves,
Rico entierro en San Ginés,
Y enlutado á Feliciano.
Dor.
Por tu vida que te diera,
Si las hubieras pedido,
Albricias.
Clara.
Buenas han sido,
Del interes que me espera
No doy mi parte.
Dor.
Detente,
Que siento gente en la puerta,
Entraránse, que está abierta.
OLIVERIO Y FERNANDO.
Oliv.
Sí harán, que es segura gente,
Pero si estás ocupada,
Tambien atras volverán.
Dor.
Nunca estas sillas lo están
Para gente tan honrada.
¿Qué hay de nuevo en nuestra aldea?
Fern.
Así la puedes llamar;
Por acá comer y holgar,
Y juventud que pasea.
Si no es que tienes que hacer,
[p. 252]Tuyos somos este rato.
Dor.
Miéntras se tarda un ingrato
Me podeis entretener.
Oliv.
¿Qué, le quieres todavía?
Dor.
¿Es milagroso?
Oliv.
En tu mudanza...
Dor.
Pues hay mudanza que alcanza
Á quien de mudanzas fia.
Fern.
¿No te trata bien Ricardo?
Dor.
Sospecho que quiere bien.
Oliv.
Si no le muestras desden,
Mayor libertad aguardo.
Fern.
Dale celos.
Dor.
No aprovecha.
Fern.
¿Trágase estas balas?
Dor.
Sí.
Fern.
¿Es diestro?
Dor.
Cuanto lo fué.
Fern.
Bien hace, tu amor sospecha;
Un hombre no ha de saber
Que es querido.
Dor.
No es licion
Que puesta en ejecucion
Le está bien á una mujer,
Que tratalle sin amor
Mucho desdora.
Fern.
Templalle,
Y dalle para gozalle
Con recatado favor.
Oliv.
La puerta suena.
[p. 253]Dor.
¿No cierras?
LISELO, JUSTINO, OLIVERIO, FERNANDO, DOROTEA Y CLARA.
Lis.
En tiempo de tantas paces
No la cierres, que bien haces,
Y si bien haces, no yerras.
Dor.
Seais los dos bien venidos.
¿Dónde Ricardo quedó?
Just.
Aquí pensé hallarle yo.
Dor.
¿Ya soy centro de perdidos?
Lis.
Si lo están todos por tí,
Que aquí se busquen es bien.
Clara.
¿Quereis que naipes os den?
Just.
¿Hay algo que rifar?
Clara.
Sí.
Fern.
¿Qué, por tu vida?
Clara.
Unos guantes.
Oliv.
¿Son de olor?
Clara.
Como lo dices,
Favor para las narices.
Oliv.
¿Sabes por cuántos instantes?
Lis.
¿Son de ámbar ó perfumados?
¿Olerán hasta salir
De la calle?
Clara.
Eso es decir
Que estais de rifar cansados;
Pues ya por los naipes voy.
Dor.
¡Qué necia que estás, Clarilla!
Just.
Lo acuchillado acuchilla.
[p. 254]Oliv.
¿Teneis vos?
Fern.
Sin blanca estoy.
Oliv.
¡Qué fria es aquesta treta
De dar luégo que rifar!
Just.
Viejo modo de pescar
Es esta necia receta.
Fern.
¿Para sacar seis escudos
Qué sirven estas bajezas?
Repártanse por cabezas
Y hagamos señas de mudos.
Lis.
No perderán estas damas
Esta costumbre ó traicion,
Como el pedir colacion.
Oliv.
Pues es andar por las ramas.
Clara.
Una palabra al oido.
Oliv.
¿Hay vision? ¿hemos de huir?
Dor.
Acábalo de decir.
Clara.
Los guantes y naipes pido
Á la mulatilla, y ella
Me dice que Feliciano
Está á la puerta.
Dor.
Su mano
Me da amor, mato con ella.
¡Perdido mozo!
Clara.
¡Jesus!
Cuéntale por rematado.
Dor.
(Ap.) Despedirlos me es forzado
Miéntras que le llamas tú.
Clara.
(Ap.) Echa esa inútil caterva
En tanto que voy.
[p. 255]Dor.
Mis reyes
Ya sabrán de nuestras leyes,
Que este lugar se reserva
Para cosas de provecho;
Otra venta, abajo piquen.
Oliv.
¿Hay pesca?
Dor.
No me repliquen.
Lis.
Es mal hecho.
Just.
No es mal hecho,
Que aquí se ha de dar lugar.
Fern.
Con tal condicion se alquila.
Lis.
Vamos á ver á Drusila,
Que hoy acabó de llegar.
Oliv.
¿Adónde estaba?
Lis.
En Toledo.
Oliv.
¿Y no se vende el caudal?
Lis.
¿Cómo le ha de ir bien al mal?
Oliv.
Estoy por...
Fern.
Hablemos quedo.
Oliv.
Vive Dios, que le he de dar
Una matraca.
Fern.
Eso sí.
Oliv.
Callad y echad por aquí,
Oiréis á Fabia cantar.
(Vanse.)
CLARA, FELICIANO Y GALINDO, de noche, Y DOROTEA.
Fel.
¿Podré verte?
Dor.
Desemboza
[p. 256]Esa cara, que Dios guarde.
Fel.
No pude venir más tarde.
Clara.
Quedo, ¿él tambien me retoza?
Gal.
¿No puedo tocar la mano?
¡Aunque en aquesta ocasion
Fueras cuenta de perdon!
Clara.
Lo es siempre la mano, hermano.
Fel.
¿Quién son éstos que se van?
Dor.
No hay cosa que importe en ellos.
Fel.
¿Es acaso alguno de ellos
Ricardo?
Dor.
¿Quién?
Fel.
Tu galan.
Dor.
Donde tú vives, mi bien,
¿Qué Ricardo, ó qué riqueza
Mayor para mí?
Fel.
¡Oh belleza
Divina! ¿ya sin desden?
Dor.
¿Desden para tí, mis ojos,
Si eres la luz con que veo?
Ya me mataba el deseo
De celos, ánsias y antojos.
¿Dónde has estado? ¿en qué andas?
¡Desde ayer sin verme, ay cielos!
¿Por qué me matas con celos
Cuando servirte me mandas?
No estoy bien con tus ausencias,
Trazando vas mis disgustos,
Ó tienes allá otros gustos,
Ó acá pruebas mis paciencias.
[p. 257]Á fe que alguna dichosa
Esta noche tuvo el lado
Más discreto, más honrado,
Que ha visto esta alma envidiosa;
Muestra la mano, el color
Se te ha trocado, esto es cierto
Una noche, tú me has muerto.
Clara.
¡Qué extraña señal de amor!
Gal.
¿Desmayóse?
Fel.
¿No lo ves?
Gal.
¡Vive Dios que es de lo fino!
Ved qué de presto le vino
De la cabeza á los piés.
Fel.
Trae, por tu vida, Clara,
Un poco de agua de azahar,
Si no la puede tomar
Echarásela en la cara;
¡Hay tales celos!
Gal.
Por Dios
Que es lástima, está mortal.
Fel.
¿No vas?
Clara.
Voy.
(Vase.)
Gal.
Mala señal.
Fel.
¿Para quién?
Gal.
Para los dos.
Fel.
¿Cómo?
Gal.
Porque es mal agüero
Entrar aquí con azahar,
Y estas dos sotas hallar
[p. 258]En el encuentro primero.
Fel.
Necio, ¿este rostro no miras?
Gal.
Discreto, ya estoy mirando
El mismo rostro que cuando
De ver su color te admiras.
Fel.
¿No ves que es color fingida
Y no se puede mudar?
La que es suya has de mirar,
En tantas partes perdida.
Gal.
Cuanto aquí se ve es fingido,
¿Es raton éste?
Dor.
¡Ay de mí!
Gal.
¿Ves qué presto vuelve en sí?
Dor.
¡Qué necio, Galindo, has sido!
¡Qué alteracion me has causado!
Gal.
¿Pues no estabas desmayada?
Dor.
Algo estaba ya cobrada
Y era aquel susto pasado.
Fel.
Maldígate Dios, amén,
¡Qué costosas gracias tienes!
Gal.
Clara es ésta.
Fel.
Tarde vienes,
Mas toma el agua, mi bien.
Dor.
Muestra, que á fe que estoy tal,
Que apénas he vuelto en mí,
Ni sé cómo vivo aquí,
Segun me he visto mortal.
(Bebe.)
Gal.
Agradézcanlo al raton,
Que nuestro médico ha sido.
[p. 259]Fel.
Bebe más.
Dor.
Harto he bebido.
Gal.
¿Confortaste el corazon?
Fel.
¿Es posible que no sabes
Dónde he estado, ni has sabido
Qué es lo que me ha sucedido?
Dor.
Dime palabras suaves,
Regálame, por tu vida,
Que á fe que lo he menester.
Gal.
¡Qué diestra está la mujer!
Toda la pena es fingida.
Fel.
Mi bien, ayer se murió
Mi padre y hoy le enterré;
Si en aquesto me ocupé,
La muerte es quien te ofendió;
Con esta dama dormí,
Un capuz la cama fué,
Que esta noche me quité
Por no entrar á verte ansí.
Dor.
¡Tu padre es muerto!
Fel.
Ya es muerto.
Gal.
¿Ha de haber desmayo agora?
¡Oigan, vive Dios, que llora!
Fel.
Mi bien, que es mi bien te advierto,
Mira que eres hoy el dueño
De sus treinta mil ducados,
Ya no andarán empeñados
Tus desdenes y mis sueños;
Ten, mi señora, alegría.
Dor.
¿Puedo dejar de sentir
[p. 260]Que es tu sangre?
Gal.
¡Hay tal fingir!
Fel.
¿Has cenado?
Dor.
Ahora queria.
Fel.
¿Qué tienes?
Dor.
Poco ó nada,
Mas para entrambos habrá.
Fel.
¡Hola, Galindo! ¿tendrá
Algo aquel tu camarada?
Gal.
No faltará algun capon.
Fel.
Estos cuatro escudos toma,
Trae una gentil redoma
De aquel ramo del canton;
Y de camino Guzman
El luto puede traer,
Que aquí me ha de amanecer,
Y no he de salir galan.
Dor.
Por fuerza lo ha de salir
Quien como vos lo nació,
Si no le marchito yo.
Gal.
¡Qué bien lo sabe fingir!
Voy en un salto.
Fel.
Camina.
(Vase.)
Dor.
Pésame que haya heredado
Quien pobre me ha conquistado.
Fel.
No sé lo que ésta imagina,
Cuando pobre, nunca ví
Su rostro sereno y ledo,
Y agora que ve que heredo
[p. 261]Toda se trasforma en mí.
Pero, pues no lo sabia
Cuando la vi desmayar,
No es justo amor agraviar
Mujer que sin duda es mia.
No se canse más Leonarda,
Ni más me pida su honor,
Si con el mismo rigor
Trescientos años aguarda,
Que ya soy de Dorotea
Muy justamente perdido,
Pues que soy de ella querido,
Que es lo que el alma desea.
Dor.
No seas necia.
Clara.
Acaba ya.
Dor.
Déjame.
Fel.
¿Qués la cuestion?
Dor.
Locuras de Clara son.
Fel.
¿No lo sabré?
Dor.
Bien está;
Vos lo sabréis.
Fel.
¿Por qué no?
Dor.
Porque no puedo sufrir
Á quien quiero bien pedir,
Que doy á quien quiero yo.
Fel.
Daráme, por Dios, mohina;
Declaradme esas razones.
Dor.
Sacastes ciertos doblones,
Y cásase una vecina,
Y conjúrame que os pida
[p. 262]Para las arras.
Fel.
¿Pues eso
Teneis, mi bien, por exceso,
Siendo vos mi propia vida?
En este bolsillo van
Ciento, ménos el que dí;
Serán arras de que hoy fuí
De vuestro favor galan.
Dor.
¡No haréis tal por vida mia!
Fel.
Por la misma lo he jurado.
Dor.
Esta necia lo ha causado.
Clara.
Conozco yo su hidalguía,
Que de la misma manera
Que esas arras acomoda,
Te diera para la boda
Ropa y saya, ó saya entera:
Mal conoces lo que vale
Aquel hombre que está allí.
Fel.
¿Pues es la madrina?
Clara.
Sí,
Y con saya y ropa sale;
Hazle hacer por vida tuya,
Vestido de tu color,
Porque su gala y tu amor
Honran la belleza suya.
Que ella, como te ama tanto,
No te osa pedir aquello,
Que podrá por no tenello,
Darte algun celoso espanto.
Fel.
Eso no, por vida mia,
[p. 263]Mi sastre mañana venga,
Porque la medida tenga,
Que dél sólo el alma fia,
Y sacaráse la tela
De la color que la agrade.
Clara.
Los pasamanos añade.
Fel.
¿La guarnicion te desvela?
Del más ancho de Milan
Echen juntos cinco ó seis.
Clara.
¿Sin duda?
Fel.
Allá lo veréis.
Clara.
Éste, señora, es galan.
Mal haya Ricardo, amén.
Dor.
¡Ay Clara! á Ricardo adoro.
Clara.
Pues adora agora al oro
Para que el oro te den.
Dor.
¿Cuál oro, triste de mí,
Se puede igualar al gusto?
GALINDO.
Gal.
El dinero vino al justo,
Cuanto me pidió le dí,
Pero hay muy bien qué cenar,
Y mañana qué comer;
Clara, tú puedes hacer
Esos capones pelar,
Y asar aquellas perdices.
Clara.
Oye aparte, mentecato.
Gal.
¿Qué quieres?
[p. 264]Clara.
Óyeme un rato,
Necio, y no te escandalices.
¿Este tonto de tu amo
Ha heredado?
Gal.
Así es verdad;
El tonto y la cantidad
He visto.
Clara.
Aquí hay liga y ramo;
Este es pájaro que viene
Dando en ella, no seas loco,
Sino caiga poco á poco
Con el dinero que tiene.
¿No has leido á Celestina?
Gal.
Á Celestina leí.
Clara.
Pues mira á Sempronio allí,
Y por sus pasos camina,
Deja, Galindo, á las dos
Que este pájaro pelemos,
Y tu parte te darémos.
Gal.
Altamente hablais por Dios;
Armalde, que yo seré
El pájaro compañero:
Traeréle al lazo.
Clara.
Eso quiero.
Gal.
Como parte se me dé,
Y la que espero de tí.
Clara.
Digo que seré tu prenda.
Gal.
Pues quedo, y nadie lo entienda.
Dor.
¿Llamaron?
Clara.
Señora, sí.
[p. 265]Dor.
Mira quién es.
Clara.
En la voz
He conocido á tu hermano,
(Escóndase Feliciano.)
Que es un soldado feroz,
Y no hay hombre más celoso.
Dor.
Véte y vén despues, mi bien.
Fel.
¡Hermano!
Dor.
Y hombre tambien,
Que es un Orlando furioso.
Gal.
¡Clara!
Clara.
¡Galindo!
Gal.
¿Este hermano
No viniera enhorabuena
Ántes de traer la cena?
Clara.
Ya lo previenes en vano.
Gal.
Dame siquiera un capon
Y la redoma del vino.
Dor.
Detenerte es desatino.
Fel.
Así mis venturas son,
Dame esos brazos y adios.
Dor.
Por esta puerta te irás.
Gal.
¡Cena, que no os veré más!
Clara.
Por aquí saldréis los dos.
RICARDO.
Ric.
¿Han acaso ensordecido,
Dorotea, tus criadas,
Ó están acaso bañadas
En las aguas del olvido?
[p. 266]¿Cenaron adormideras?
¿Qué teneis que no me ois,
Y si me ois no me abris?
Dor.
¿Dirás que há un hora que esperas?
Ric.
Poco ménos.
Dor.
Ocupadas
En regalarte estarán.
Ric.
Más en echar al galan
Que hoy hablastes atapadas;
Bien he sentido el rüido.
Dor.
Tarde y celoso, ¡oh qué bien!
Ric.
Dí que de cenar me den,
Que vengo medio dormido.
(Éntrase.)
Clara.
¿Para qué quieres este hombre
Que te juega cuanto tienes,
Si hoy á ser rogada vienes
De un rico tan gentil hombre?
Dor.
Déjame con mi pasion:
Tirano es amor, no es rey,
Y así en el gusto no hay ley,
Ni en la mujer eleccion.
(Vanse.)
LEONARDA, en hábito de hombre, con espada y broquel, y un criado.
Leon.
Aquí me puedes dejar,
Ó espérame por ahí.
Criad.
Si hay necesidad de mí,
[p. 267]Allí me podrás hallar,
Que tengo cierto requiebro
De una platera de perlas,
Más firme que dos cañerlas,
Y más blanda que un enebro;
Silba y vendré por el aire,
Puesto á punto el hierro todo,
En diciéndole un apodo,
Y en oyéndole un donaire.
(Vase.)
Leon.
Escura y siempre triste y enlutada,
Gran viuda del sol, noche estupenda,
Cuya lustrosa toca reverenda
De holanda de la luna fué cortada.
Secretaria de amor, noche callada,
Haz que mis pasos ningun hombre entienda,
Y daréte una pieza por ofrenda
De la bayeta en mi dolor frisada.
Noche, aquí vengo en busca de un ingrato,
Ponme con él, hablalle te prometo,
Porque veas su injusto y mi buen trato.
Descanse mi cuidado en tu secreto,
Que es hijo de los dias el recato,
Y de la noche el amoroso efeto.
FELICIANO, GALINDO Y LEONARDA.
Fel.
Sospechas traigo.
Gal.
¿De qué?
Fel.
De que no es aquél su hermano.
[p. 268]Gal.
Pues fué tu sospecha en vano.
Fel.
¿Por qué?
Gal.
Porque no lo fué,
Y en las cosas que conciertas
No hay sospechas.
Fel.
¿Ciertas son?
Gal.
Conozco la condicion
De estas damas con dos puertas.
¡Lindo gatazo te han dado!
Fel.
Quien ama todo lo abona,
Ni es Dorotea persona
De tan vil y bajo estado:
Su hermano será sin duda.
Gal.
¿Su hermano?
Fel.
¿No puede ser?
Gal.
Conoces esta mujer;
Los hombres en bestias muda.
Fel.
En que es su hermano me fundo.
Gal.
Si es su hermano, Feliciano,
Yo sé que hoy no cena hermano
Mejor que él en todo el mundo.
¡Oh hermano el más bien cenado
Que se ha acostado jamas!
¡Qué contento dormirás
Con algun ángel al lado!
Fel.
¿Ángel? ¡Oh qué majadero!
¿Díceslo por Dorotea?
Gal.
No digo yo que ella sea.
Fel.
¿Pues quién?
Gal.
Explicarme quiero.
[p. 269]El que cena y duerme bien,
Ángeles suele soñar.
Fel.
Aquí hay gente.
Gal.
Aquí hay lugar
De tomar la calle, vén.
Fel.
¿Irme tengo?
Gal.
¿Por qué no?
¿Es fuerza el ir por allí
Si hay treinta calles aquí?
Fel.
¿Quién va allá?
Leon.
Yo.
Fel.
¿Quién es yo?
Leon.
(Ap.) Un hombre y una mujer,
Pudiera decir mejor.
Fel.
¿Qué quiere aquí?
Gal.
Qué rigor
Que muestras; habla á placer.
Leon.
¿Téngoos que dar cuenta á vos
De lo que en la calle quiero?
Fel.
Sí, porque lo que yo espero
No nos impida á los dos.
Leon.
No podréis vos esperar
Lo que yo.
Fel.
¿Por qué razon?
Leon.
Porque es libre mi aficion,
Que la puedo yo pagar,
Y aguardo á que de allá salga
Un Feliciano que entró,
Porque he de entrar luégo yo.
Gal.
Muy bien, así Dios me valga;
[p. 270]¡Más que es ésta Dorotea!
Leon.
La misma, y la que á Ricardo,
Un cierto alférez gallardo,
Que agora en Madrid pasea,
Da lo que á los otros quita;
Y agora espera quitar
Á cierto hombre del lugar
Que estas calles solicita,
Y está recien heredado;
Que jura que ha de pescalle
Cuanto pudiere pelalle,
Para este galan soldado.
Gal.
¿Tiene hermano esta mujer?
Leon.
Es flor eso del hermano.
Gal.
¿Qué te dice, Feliciano?
Fel.
Que no lo puedo creer.
Gal.
Pues lo que los ojos ven
Con los dedos se adivina.
Fel.
Grita suena en la cocina.
Gal.
Y cómo cenan muy bien...
¡Que ésta nos tenga al olor!
¡Hay tan gran mentecatía!
Fel.
Aguardar tengo hasta el dia.
Gal.
Vámonos de aquí, señor.
¡Oh bellaca desmayada!
¿Quién se la vió tan fingida,
Más lacia y carilamida
Que gata recien lavada?
¿Quién la vió tras el raton,
Y á tí en su engaño embebido?
[p. 271]Bebe más; harto he bebido.
Confórtasme el corazon.
Dime palabras suaves.
Fel.
Áun hay, Galindo, más mal.
Gal.
Bastará que sea igual,
¿Más mal dices?
Fel.
¿No lo sabes?
Los cien doblones le dí.
Gal.
¿Los de á cuatro?
Fel.
Los contados,
En el escritorio hallados,
Que aquesta mañana abrí.
Gal.
¿Qué me cuentas?
Fel.
Ya no cuento,
Pues ella los cuenta allá.
Gal.
¿Quién eso á una mujer da?
¿Á qué cuenta los asiento?
Fel.
Á la del amor.
Gal.
¡Buen fiador!
Cobrar tengo este dinero.
Fel.
Tente, Galindo, no quiero.
Gal.
¿Por qué?
Fel.
Porque tengo amor.
Gal.
¡Pesar del amor, amén!
Llama y dí si ha de salir,
Ó si nos hemos de ir.
Fel.
Bien dices.
Gal.
Tú no haces bien.
Fel.
¡Ah de casa!
Gal.
No responden.
[p. 272]¡Ah de arriba!... Están cenando;
Lo que yo estuve comprando
Entre espalda y pecho esconden,
Á pesar del moscatel.
¡Que aquesto pueda sufrir!
Fel.
Yo haré que vengan á abrir.
Gal.
Pasito, ménos cruel,
Oye un consejo.
Fel.
¿Cuál es?
Gal.
Tú tienes lindo dinero,
No aventures con un fiero
Lo que es de más interes.
Busquemos bravos, y vén
Á esta casa, y sin recelo
De tu vida, da en el suelo
Con cuantos en ella estén.
Fel.
Bien dices, vamos de aquí.
(Vanse.)
Leon.
Ya se fué, contenta quedo,
Que tengo á su vida miedo,
Que es alma que vive en mí.
Gente sale de la casa.
RICARDO, con la espada desnuda, y LEONARDA.
Ric.
¿Quién llama con tal furor?
Leon.
Yo soy un hombre, señor,
Que por estas calles pasa;
Los que llamaron se han ido.
Ric.
Vos sois, y seais cualquiera
[p. 273]Es mal hecho, sacad fuera
La espada.
Leon.
Que oigais os pido;
Advertid que yo no soy.
Ric.
¿Pues quién sois?
Leon.
Una mujer
Que aquí un galan vine á ver,
De quien hoy celosa estoy.
DOROTEA Y CLARA.
Dor.
Tenle, Clara, que estoy muerta
Como una espada se nombre.
Clara.
Hablando está con un hombre
Enfrente de nuestra puerta.
Leon.
Temo que si me halla ansí,
Con el enojo me dañe.
Ric.
¿Quereis que yo os acompañe?
Leon.
Sí.
Ric.
Pues echad por aquí.
(Vanse.)
Clara.
Sin duda, señora, van
Desafiados al Prado;
Por un fanfarron soldado
Pierdes un rico galan,
¿Qué has de hacer?
Dor.
Estoy turbada.
Clara.
Cuatro hombres vienen aquí.
[p. 274]FELICIANO, FULGENCIO, FABRICIO Y GALINDO.
Fel.
Luégo á los dos conocí.
Ful.
¿Y qué es la cuestion?
Fel.
No es nada.
Aquí en cas de Dorotea,
Cierto fanfarron soldado
Pienso que está acompañado,
Y que su respeto sea.
Fabr.
No pienso que piensas mal.
Gal.
Quedo; la puerta está abierta.
Ful.
Dorotea está á la puerta.
¿Qué gente?
Dor.
Cierra el portal.
Fel.
No cierres.
Dor.
¿Quién es?
Fel.
Yo soy.
Dor.
¿Es por dicha Feliciano?
Fel.
¿Está en casa aquel tu hermano?
Dor.
Ya es ido, al diablo le doy;
Entra y cenarás, mi bien.
Fel.
Señores, todos entrad,
Que se ha vuelto en amistad
Lo que imaginé desden.
Ful.
¿Habrá para todos?
Dor.
Sí.
Fel.
¿Ves cómo te has engañado?
Gal.
¡Oh hermano, el más mal cenado
De cuantos hermanos vi!
(Éntranse.)
[p. 275]Clara.
¿Qué haré si vuelve Ricardo?
Dor.
Hazte sorda porque vea
Que soy yo.
Clara.
¿Quién?
Dor.
Dorotea,
Que á ninguno el rostro guardo;
Aguarde hasta la mañana
Y quiébrese la cabeza,
Porque en tiniendo firmeza
Se pierde una cortesana.
Déjame pescar aquí
Donde pican estos peces,
Y ande el interes á veces,
Ya que amor lo quiere ansí:
Y en dar á Ricardo celos,
Yo sé que discreta he sido;
Que importa á un amor dormido
Irle poniendo desvelos.
Clara.
Bien haces, que este mancebo
Es liberal y heredado,
Dale cuerda, que ha llegado
Como pez simple á tu cebo;
Déjale que entre en las redes
Á este pájaro inocente,
Que si Ricardo lo siente,
Picar á Ricardo puedes.
Nunca trata el mercader
Solo un género, que quiere
Ganar si en aquél perdiere,
Y así ha de hacer la mujer.
[p. 276]Dor.
Entra y comienza á pelalle,
Hasta en los cañones velle.
Clara.
¿Y luégo?
Dor.
Entónces ponelle
De paticas en la calle.
[p. 277]
RICARDO Y FULGENCIO.
Ric.
Tengo de conocerle gran deseo,
Aunque él me tiene á mí por enemigo.
Ful.
No tiene el mundo un hombre á lo que veo
Más digno de llamarse honrado amigo.
Ric.
Así lo dicen cuantos suyos veo.
Ful.
Ninguno más de esa verdad testigo,
Y me pesa que vos vivais tan fuera
De su amistad.
Ric.
Por Dios, que la tuviera,
Mas ya sabeis, Fulgencio, que he tratado
Esa mujer que Feliciano adora,
Celos y enojos muchas veces dado,
Que es lo que apartan la amistad agora.
El hombre que ama, al hombre que fué amado
[p. 278]Siempre aborrece, y receloso ignora
Si ha de volver aquél á verse un dia
En el estado mismo que solia.
Fuera de eso, Fulgencio, hay otro enredo
Que impide el amistad.
Ful.
¿De qué manera?
Ric.
Habrá tres meses (que deciros puedo
Á vos este secreto, aunque lo fuera)
Que vine aquí llamado de Tancredo,
Y pluguiera á Dios que no viniera,
Á cenar con la Circe, la Medea,
Que llaman la discreta Dorotea.
Era sin duda á costa, ó mal entiendo,
De Feliciano el gasto, y en entrando
Echáronle de casa, previniendo
La cena á que me estaban esperando;
Feliciano, por dicha, conociendo
Su engaño, vuelve al puesto, y derribando
Las puertas, á que salga con la espada
Me obliga, casa y cena alborotada.
Salgo y hallo no más de un hombre, quiero
Reñir con él, y que es mujer me dice;
Dejo la casa, cena y el acero
Envaino, á que ninguno contradice.
Acompañarla voy, aunque primero
De que no era traicion me satisfice,
Llego á su casa y háblola en la puerta,
Llena de amores y de celos muerta:
No es ménos de que adora en Feliciano,
Que está perdido aquí por Dorotea,
[p. 279]Yo, viendo el traje, ú de tocar su mano,
Ó por mi estrella, ó lo que fuere sea,
Así me pierdo, así me rindo, hermano,
Que no hay sol para mí, no hay luz que vea
Miéntras estoy ausente de su vista.
Ful.
¡Suceso extraño! ¿Y qué hay de la conquista?
Ric.
Que me aborrece al paso que la adoro.
Ful.
¿Y cómo lo ha llevado Dorotea?
Ric.
Queriendo bien ese mancebo de oro,
En quien agora su codicia emplea.
Ful.
Pues no lo dudes que le da un tesoro,
Y la adora de suerte que desea
Dorar cuanto ella toque, como Mídas
Oro comen y de oro van vestidas,
En oro duermen, y oro, finalmente,
Pienso que son sus gustos y favores.
Ric.
¡Pobre mancebo, rico y inocente
Pájaro simple entre esos dos azores!
Ful.
Es recien heredado, no lo siente.
Ric.
¡Oh Fulgencio! no hay género de amores
Más peligroso que una cortesana,
Lo que ella corta eternamente sana.
¡Qué enredos tienen! ¡qué palabras blandas!
¡Qué afeites de traiciones! todo es cebo.
¡Qué baños odoríferos! ¡qué holandas,
Mortaja vil de un moscatel mancebo!
Pues vellas como imágines en andas
En el estrado rico, limpio y nuevo,
Parecen las señoras más honestas;
[p. 280]Allí toman papeles, dan respuestas,
Llega el escritorillo, la esclavilla,
El tintero de plata la criada
Tiene en la mano, hincada la rodilla;
El paje está elevado, y todo es nada.
¡Pues ver en la almohada la almohadilla,
Y no hacer más labor que en la almohada,
Para fingir ocupacion!... es cosa
Insufrible en el mundo y vergonzosa.
¿Qué dirás si se juntan á consejo
Sobre pelar un hombre mentecato?
Celos si es mozo, tierno amor si es viejo;
Pedir la seda, el faldellin, el plato.
¡Si las vieses tocar al limpio espejo
Y quedar el bosquejo del retrato!
Mal año para mí si tú las vieses,
Que tantos ascos de[13] hicieses;
No saca algun pintor tantas colores,
Ni más ungüentos saca un cirujano.
Mira, por Dios, qué calidad de amores,
Y lo que aquí desprecia Feliciano,
No hay ramillete de diversas flores
Del alba pura en la divina mano,
Como el cuerpo y el rostro de Leonarda,
Discreta, hermosa, principal, gallarda.
Ful.
Es mozo, y va siguiendo su apetito,
Que á cada cual le rige su deseo,
Su amigo soy, su gusto solo imito.
[p. 281]Ric.
¿En qué entiende en faltando de este empleo?
Ful.
De la suerte que en número infinito
Al panal de la miel acudir veo
Las importunas moscas el verano,
Así mozos agora á Feliciano.
Todos andan con él, todos le siguen,
Acompáñanle todos noche y dia,
Juégase en casa, y tantos le persiguen,
Que en verlos te dará melancolía;
Gusta que á dar, ó que á prestar le obliguen
Con liberalidad y cortesía,
Porque es de suerte liberal y franco,
Que, al paso, presto ha de quedarse en blanco.
Ric.
¡Qué es tan gran gastador!
Ful.
Pródiga cosa,
Y amigo de hacer gasto por el cabo;
Esta es su casa, entrad.
Ric.
¡Qué sala hermosa!
Ful.
La casa es buena y la pintura alabo.
Ric.
Esta Lucrecia es singular.
Ful.
Famosa.
Ric.
Bueno, tras la cortina está el esclavo.
Ful.
De Urbino es la invencion.
Ric.
¡Está excelente!
Bueno es aquel Adonis que está enfrente;
Lindas telas son éstas.
Ful.
¡Extremadas!
Ric.
¡Qué buenos escritorios y bufetes!
¿Hay camas ricas?
[p. 282]Ful.
Camas hay bordadas.
Ric.
Espantosas grandezas me prometes.
Ful.
¡Qué es ver aquestas salas ocupadas
De músicos, de damas, de alcahuetes,
De jugadores, bravos y de ociosos,
Y áun de pobres que llaman vergonzosos!
Ric.
Acuden al dinero.
Ful.
¡Oh gran dinero!
Ric.
No dudes que el dinero es todo en todo;
Es príncipe, es hidalgo, es caballero,
Es alta sangre, es descendiente godo.
Ful.
Él sale, no te vayas.
Ric.
Aquí espero
Por sólo ver de este mancebo el modo.
Ful.
Haz cuenta que otro pródigo estás viendo.
Ric.
¡Cantan!
Ful.
¿No miras que se está vistiendo?
FELICIANO vistiéndose á un espejo que traerá un paje, y otro la espada y la capa. GALINDO con una escobilla limpiando el sombrero. Dos músicos cantando, miéntras se compone el cuello.
MÚSICOS.
Pidiéronle colacion
Unas damas á Belardo,
Paseándose en Sevilla
Entre unos verdes naranjos.
Fel.
Esperad, por vida mia.
[p. 283]Mús.
Ya lo que quieres aguardo.
Fel.
¿Qué, vive aquese Belardo?
Mús.
Aún es vivo.
Fel.
¿Todavía?
Mús.
Si das licencia que cante,
Sabrás su estado mejor.
Fel.
¿Qué, ése es vivo?
Mús.
Sí, señor.
Fel.
Cantad, pasad adelante.
MÚSICOS.
Él que á unos ojos azules
Estaba haciendo un retrato,
Que aunque no era desafío,
Los sacó en el alma al campo.
Fel.
Oid, ¿pues cómo sería,
Que amores pena le den?
¿Aún quiere Belardo bien?
Mús.
Dicen que sí.
Fel.
¿Todavía?
Tanto en él vienen y van,
Desde que yo me crié,
Que muchas veces pensé
Que era del tiempo de Adan.
Mús.
Lo que ha escrito da ocasion
Á juzgar de esa manera.
Gal.
Quedo, que hay gente de fuera.
Fel.
Gente de afuera, ¿quién son?
Ful.
Yo soy, y conmigo viene
[p. 284]Un hombre que ha deseado
Ser tu amigo, y tan honrado,
Que estos pensamientos tiene.
Fel.
¿Quién?
Ful.
El alférez Ricardo.
Fel.
Seais, señor, bien venido.
¡Jesus!
Ric.
Las manos os pido.
Fel.
Y yo esos brazos aguardo,
Que aquesta casa os merece.
¡Es posible que la honrais!
Ric.
Vos á todos nos la dais.
Ful.
Á ser muy vuestro se ofrece,
Que aquellos cuentos pasados
Ya pasaron en efeto.
Fel.
No trateis, pues sois discreto,
Eso entre amigos honrados;
El señor alférez tiene
Un gran servidor en mí.
Ric.
Si de vos siempre lo fuí,
Diga el que conmigo viene,
Pues le busqué por padrino.
Fel.
Traed sillas.
Ric.
Eso no
Miéntras os vestis, que yo
Soy muy vuestro y soy vecino.
Fel.
¿Vivis cerca?
Ric.
Aquí á la vuelta;
Bien me podré entretener
Con lo que hay aquí que ver.
[p. 285]Fel.
Está todo de revuelta.
Ric.
Estas divinas pinturas
Me han por extremo alegrado,
Que les soy aficionado,
Y hay mil gallardas figuras.
Fel.
¿Qué os agrada?
Ric.
Esta Lucrecia
Y este Adónis.
Fel.
Vuestros son,
Que yo buscaba ocasion
De echar de casa esta necia.
Ric.
No los alabé por eso,
Mas por ser de buena mano.
Fel.
En buena mano le gano
Al pintor.
Ric.
Yo os lo confieso;
Que él los pintó de mil veces,
Y vos en una los dais,
De lo que le aventajais,
Los presentes son jüeces:
Mas no los quiteis, por Dios,
Que las telas que hay aquí
Se podrán quejar de mí.
Fel.
Pues quéjense de los dos,
Y lleven tambien las telas.
Ric.
¿Las telas? no lo mandeis;
Fel.
Esta vez perdonaréis;
Quítalas tú.
Gal.
Quitarélas.
Ric.
¡Jesus, las telas tambien!
[p. 286]Mirad que no tengo yo
Donde quepan.
Fel.
¿Por qué no,
Si en los ojos caben bien?
Ya ménos caben aquí,
Que en ser vuestras son ajenas.
Ric.
Beso aquesas manos llenas
De grandeza.
Fel.
No hay en mí
Sino solo el buen deseo.
Ric.
¿Es loco este hombre?
Ful.
No sé:
No estima en más lo que ve,
Que yo aquello que no veo.
FABRICIO.
Fabr.
¿Está aquí el buen Feliciano?
Fel.
Aquí estoy, Fabricio amigo.
Fabr.
Oye aparte. Es Dios testigo
Que vengo perdido, hermano.
Llevan á mi padre agora
Preso por dos mil reales,
Si tú al remedio no sales
De un hijo que un padre adora,
Y sobre aquesta cadena...
Fel.
Quedo, no me digas más.
¿Prendas á mí prendas das?
¡Por Dios que la prenda es buena!
Fabr.
¿Pues no es bastante piedad
[p. 287]Dar sobre prenda el dinero?
Fel.
Al amigo, al compañero,
Con quien profeso amistad,
¿En qué le sirvo si doy
Oro sobre oro?
Ful.
No digas
Que en dármelo no me obligas,
Tómala y tu esclavo soy.
Fel.
El dármela te condena,
Aunque el buen término alabo,
Pues que te llamas mi esclavo,
Y te quitas la cadena.
Ten la cadena, Fabricio,
En muestra de obligacion,
Pues que las cadenas son
De los esclavos indicio.
Fabr.
Tendréla para mostrar
Que es tuya, y que tuyo soy,
Pues el oro en que la doy
Es hierro que puede atar.
Vivas mil años, y advierte
Que me acordaré de tí
Miéntras vive el alma en mí,
Y ella despues de mi muerte.
Fel.
¿Galindo?
Gal.
Señor.
Fel.
Da luégo
Dos mil reales á Fabricio.
Gal.
¿Qué dices?
Fel.
Este es mi oficio,
[p. 288]No repliques.
Gal.
¿Estás ciego?
Fel.
Camina.
Gal.
Vénte conmigo.
¡Con buen pié nos levantamos!
(Vanse Galindo y Fabricio.)
Fel.
¿Adónde quereis que vamos?
Ric.
Donde quiera iré contigo,
Aunque donde sabes sea.
Fel.
¿Darásme celos?
Ric.
Ya no,
Que ya sé que me perdió,
Por ganarte, Dorotea.
Fel.
¿Quiéresla bien?
Ric.
No te osára
Decir que la quiero bien,
Aunque á su hermoso desden
La voluntad inclinára,
Con temor que me la dieras
Como Alejandro á su amiga,
Si tal grandeza te obliga,
Que ser Alejandro esperas.
Fel.
Perdone Alejandro en eso,
No puede ser que yo sea
Liberal con Dorotea,
Ser inferior le confieso.
Piérdome cuando imagino
Que Alejandro se la dió,
Mas pienso que le cegó
Ser tan inclinado al vino.
[p. 289]Ric.
De eso le culpan historias.
Fel.
Si la dió fuera de sí,
Yo no, porque estoy en mí,
Y no quiero infames glorias.
¿Cómo no viene, Fulgencio,
Tancredo como solia,
Que esta nuestra compañía,
Sin su presencia es silencio?
Ful.
¿Pues eso dices? ¿no sabes
Que está preso?
Fel.
No por Dios.
Ful.
Habrá más de un mes, que dos
Mancebos bravos y graves
Le acuchillaron muy bien,
Defendióse, al uno hirió,
Prendiéronle, y concertó
La herida; aguarda que den
Á su tio unos dineros,
Y por esto se está allí.
Fel.
Agravio me han hecho á mí,
Que fuera de los primeros
Que á serville hubieran ido,
Que le soy aficionado.
¿La herida qué le ha costado?
Ful.
Cien escudos le han pedido.
Fel.
Vamos á misa, y de allí
Por la cárcel entrarémos
Y á comer nos le traerémos,
¿Quereis vos ir?
Ric.
Señor, sí.
[p. 290]Fel.
Pues hoy comerémos todos
En regocijo del preso;
No lo estuviera por eso,
Siendo tan fáciles modos
Solicitud y dinero
Para darle libertad;
Cierto que siento el agravio.
FELICIANO, FULGENCIO, RICARDO Y UN CRIADO.
Criado.
Aquí está un paje de Octavio.
Fel.
Lo que quiere preguntad.
Criado.
Aquel caballo de ayer.
Fel.
Si le pide cada dia,
Parece descortesía
No ver que le ha menester;
Dí que un lacayo le lleve
Y se le dé de mi parte.
(Vase el criado.)
Ric.
No siento cómo alabarte,
Puesto que mil veces pruebe.
Fel.
Tiniéndome por amigo,
Que es la mayor alabanza,
Que quien amigos alcanza
Tiene todo el bien que digo;
De todos procuro el gusto,
Que hacer bien nunca se pierde.
[p. 291]GALINDO Y MÚSICOS.
Mús.
¿No dices que se le acuerde
Del vestido?
Fel.
Y es muy justo;
Da, Galindo, dos vestidos
De color á estos galanes.
Gal.
¡Qué gentiles gavilanes!
¡Y qué ejemplo de perdidos!
¡Pobre seso y pobre hacienda!
Mús.
¡Ah seo Galindo famoso,
Camarero generoso!
Gal.
De este caballo sin rienda.
Mús.
De este Príncipe dirá;
¿Cómo no nos manda nada,
Pues la guitarra y la espada
Toda á su servicio está?
¿No hay alguna á quien nos lleve
De noche á cantar?
Gal.
Quisiera
Cantar á cierta platera
Más de carbon que de nieve,
Pero no sé si teneis
Letras que toquen historia.
Mús.
¡Historia!... ¿Qué más notoria,
[p. 292]Si de ellas gusto teneis,
Que aquesta del Condestable?
Diez y seis romances sé.
Gal.
Daldo al diablo, que no fué
La de Orlando tan notable;
¿Qué piensan estos poetas,
Pues que no hay semana alguna
Sin don Álvaro de Luna
Y otros cuarenta planetas?
Romances de tres en tres
Á un enfadoso sujeto;
Mas como es luna, en efeto,
Sale nueva cada mes.
Yo queria...
Mús.
¿Qué? ¿canciones,
Liras, sonetos, sextinas?...
Gal.
Más calabazas y andrinas,
Guindas, peras y melones;
Aquello de ir á Tambico
Ántes que te vuelvas mona.
Mús.
Ya lo entiendo: la chacona.
Gal.
Eso, por Dios, le suplico;
Y encajen tambien allí
Cómo se va poco á poco
Al hospital este loco
De mi amo.
Mús.
¿Cómo ansí?
Gal.
Dando y haciendo mercedes
Á damas, bravos, galanes,
Y vestidos á truhanes,
[p. 293]Perdonen vuesas mercedes;
Vengan y tengan paciencia,
Que muy pronto querrá Dios
Que nos quedemos los dos
Á la luna de Valencia.
(Vanse.)
FAUSTINO, viejo, Y LEONARDA, con manto y escudero.
Faust.
Aunque te encuentre en la calle
Te he de hablar, Dios te bendiga,
Que áun sin conocerte obliga
Tu gracia, donaire y talle.
¿Dónde bueno por aquí,
Sobrina?
Leon.
De misa vengo.
Faust.
Iré contigo, que tengo
Que hablarte.
Leon.
¡Que hablarme!
Faust.
Sí.
Leon.
¿Sobre qué, por vida mia?
Faust.
Allá en casa lo sabrás.
Leon.
Á las mujeres jamas
Les digas esto querria;
Muero por saber lo que es,
No llegaré á casa viva.
Faust.
Yo quiero hacerte cautiva,
Lo demas sabrás despues.
Leon.
Sin duda que es casamiento.
Faust.
Un caballero te pide.
[p. 294]Leon.
Haz cuenta, señor, que mide
Las alas del pensamiento.
Faust.
Es muy rico y gentil hombre.
Leon.
Bastaba ser de tu mano.
¿Es acaso Feliciano?
Faust.
¿Cómo? no conozco ese hombre.
Leon.
Un mozo que há pocos dias
Que heredó.
Faust.
Ya sé quién es,
¡Jesus! Leonarda, no des
En tan locas fantasías,
Ese es un mozo perdido,
Fábula deste lugar;
Todo rameras, gastar,
Jugar y vestir lucido:
Allá es la conversacion,
Allá las fiestas y cenas,
Allá de vidas ajenas
La injusta murmuracion;
Allá verás el mozuelo
Que tiene bien que mirar
En su casa, murmurar
De las estrellas del cielo.
Es de valientes sagrado,
Es de amantes un asilo.
Leon.
¿Qué, tiene tan mal estilo?
Faust.
¡Ay de aquel su padre honrado
Que ganó tan poco á poco
Esta hacienda que él despende!
Como el trabajo no entiende,
[p. 295]Despréciala como loco.
Leon.
¡Ay de mí! que aunque os encubro,
Tio, mi pena y dolor,
Fiada en sangre y amor,
Hoy hasta el alma os descubro;
Sabed que en conversacion,
Ese mozo se ha alabado
De que á Leonarda ha gozado,
Y que por esta razon
Nadie será mi marido
Si no es que él mismo lo es.
Faust.
¡Cómo! ¿eso pasa, despues
Que anda ese loco perdido?
¡Vive Dios que aunque la espada,
Aunque en causa tan decente
Como es tu honra, sustente
Apénas la mano helada,
Que le tengo de buscar
Y decirle que has de ser,
Á su pesar, su mujer!
Leon.
Oye.
Faust.
No te acierto á hablar.
(Vase.)
Leon.
Señor... ya se fué... Eso quiero,
Y que mis deudos airados
Le obliguen á los cuidados
Con que me engañó primero,
Darle tengo en cuanto pueda
Pesadumbre, que mi honor
Da voces, y dice amor
[p. 296]Que más agraviado queda.
¡Triste de mí, que aquí viene!
Quiero taparme.
FELICIANO, FULGENCIO, TANCREDO Y RICARDO.
Tanc.
No sé
Con qué pagaros podré
Si el alma caudal no tiene,
Y así en el que agora muestra,
Podrá decir con razon
Que yo salgo de prision
Y que ella ha entrado en la vuestra;
Porque aquellos grillos ya
Pasan de los piés á ella,
Porque obligalla es prendella
En cárcel que no se irá.
Fel.
Tancredo, mayor ventura
Es el dar que el recibir,
Y así puedo yo decir
Que es mi obligacion segura.
No trateis de esto jamas,
Que ser el preso os confieso,
Porque aquel está más preso
Que dió poco á quien es más.
Fulg.
No será aquí mal montante
Esta dama, por mi vida.
Fel.
¡Buena presencia!
Tanc.
¡Escogida!
[p. 297]Ric.
Quedo, que hay puente y gigante.
Tanc.
No temas el escudero,
Que es un caduco.
Fel.
Allá voy.
Buen talle, á fe de quien soy,
Bueno, á fe de caballero.
Leon.
Bueno ó malo, así le agrada
Á su dueño.
Fel.
Si lo fuera,
Estoy por decir que diera...
Pero todo el mundo es nada.
Leon.
¿Así sois vos aquel hombre
Que pintan muy liberal?
Fel.
Liberal en ser leal
Á quien merece este nombre.
Leon.
Vos os empleais muy bien,
Sino que os pagan muy mal,
Y para quien es leal
La deslealtad no está bien;
Huélgome de conoceros,
Hay talle mal empleado
En mujer que la han comprado
Tantos con pocos dineros.
Fel.
Pesada sois, por mi vida,
Y algo satírica estais,
Mal de mujeres hablais
Siéndolo.
Leon.
Estoy ofendida
De que á tal mujer os deis,
Que estoy contenta de vos.
[p. 298]Fel.
Queredme vos, y por Dios
Que de ese error me saqueis.
Leon.
No lo creais, que han probado
Otros de mucho valor,
Pero un deshonesto amor
Vence á todo amor honrado.
Los hombres apeteceis
Tiros, traiciones, desvelos,
Mentiras, cuentos y celos,
Que es la leña con que ardeis.
Yo sé de cierta Leonarda
Que está muriendo por vos...
Fel.
No me la menteis por Dios,
¡Mal fuego la encienda y arda!
Que es la cosa más pesada
Que en mi vida conocí.
Leon.
¿Qué tiene malo?
Fel.
Que á mí
En todo me desagrada.
Leon.
¿Es muy fea?
Fel.
No es muy fea.
Leon.
¿Es necia?
Fel.
Discreta es.
FELICIANO, FULGENCIO, TANCREDO, RICARDO, LEONARDA, Y DOROTEA Y CLARA, tapadas con sus mantos.
Clara.
¿Es él?
Dor.
El mismo que ves.
Clara.
Cúbrete bien, Dorotea.
[p. 299]Dor.
Con una mujer está.
Clara.
¡Buen talle! ¿Quién puede ser?
Ric.
Aquí viene otra mujer.
Ful.
Tras Feliciano vendrá,
Todos siguen su dinero.
Ric.
Son mosquitos de ese vino.
Dor.
Ya con celos desatino.
Clara.
Espera y calla.
Dor.
Ya espero.
Leon.
¿Por qué no amais á Leonarda,
Si esas partes confesais?
Fel.
Mucho de su parte estais.
Leon.
Vos me decis que es gallarda.
Fel.
Porque pide casamiento,
Que es capítulo terrible.
Leon.
¿Eso os parece imposible
Si tiene merecimiento?
Dor.
No me mandes esperar,
Llamar quiero. ¡Ah, caballero!
Fel.
¿Llamaisme á mí?
Dor.
Á vos, que os quiero
En cierto negocio hablar.
Leon.
Si son celos, por mi vida
Que de mí no los tengais.
Dor.
Celos no, aunque vos podais
Dar celos y ser querida.
Leon.
Pues decid lo que quereis.
Dor.
¿Aquí delante de vos?
Leon.
¿Por qué no?
Dor.
¡Bueno por Dios!
[p. 300]¿Luego vos celos teneis?
Leon.
Si vos los teneis de mí,
¿No es bien que de vos los tenga?
Ful.
¡Hay tal cosa! ¡Que esto venga
Á pasar aquí por tí!
Leon.
Cuando aqueste galan fuera
Muy mio, estad vos segura,
Que temiendo mi ventura,
Luégo al momento os le diera.
Soy cobarde para ser
Celosa de lo que quiero,
Á solas suspiro y muero,
Nunca lo doy á entender.
¿Ese hombre es vuestro galan?
Dor.
No, sino vuestro, y es justo,
Pues le hallé con vuestro gusto,
Y sin él todas se van;
Parado estaba con vos,
Hágaos, dama, buen provecho,
Que de lo visto sospecho
Que no os quereis mal los dos.
Fel.
Quedo, señoras, quedito,
No peloteen el hombre,
Que haré que alguna se asombre
Si la máscara me quito.
Una me saca, otra vuelve,
Ténganse que harán mil faltas,
Si á jugar pelotas altas,
Celos y amor se resuelve;
Digan de quién he de ser,
[p. 301]Y no me arrojen aquí.
Dor.
Ya os digo que os vais allí,
Que yo no os he menester.
Fel.
¿No las verémos las caras?
Quizá son algunas viejas
Que en la edad corren parejas.
Dor.
Si soy, la edad mido á varas,
Vaya por su vida allí.
Leon.
Ea, no sea melindrosa,
Quizá será alguna diosa
De estas de guadamecí,
Cuanto la que tiene alcoba
Con paramento delante,
Vieja y caballero andante.
Dor.
¿Quién se lo dijo á la boba?
Leon.
El talle y modo de hablar,
Con el manto á lo bellaco.
Dor.
¡Oiga, que desata el saco
La señora del pajar!
Leon.
Pues, Marquesa de San Sueña,
¿No puedo hablar siendo honrada?
Dor.
Si era la saya alquilada,
¿Por qué no alquiló una dueña?
Váyase por vida mia
Con este galan de alcorza,
Y tome en casa el alforza
Dos dedos por cortesía.
Leon.
Esta saya se cortó
Para quien puesta la tiene,
Si larga ó si corta viene,
[p. 302]No tengo la culpa yo;
Esa suya, podrá ser
Se la diese algun galan
De los que en el corro están.
Dor.
¡Á placer, ninfa, á placer!
Leon.
¿Cómo ninfa? De esa duda
Quiero que salga tambien,
Ántes le vendrá más bien,
Si vive, de andar desnuda.
Dor.
(Se descubre.) Yo soy honrada mujer,
Y donde quiera que sea
Puedo...
Fel.
Jesus, Dorotea,
¿Que es esto?
Dor.
¿Qué puede ser?
Tus damas, tus necios gustos
Que traes, porque á mis ojos
Me den iguales enojos.
Fel.
¿Yo soy parte en tus disgustos?
Dios me quite aquí la vida
Si sé quién es la mujer...
Leon.
Si lo pudieras saber,
Fuera de tí conocida,
Y siéndolo me estimáras;
Leonarda soy. (Se descubre.) ¿Qué te admiras?
¿Si no es que cuando me miras
En mis méritos reparas?
Yo soy á quien tanto debes,
Y mujer que no hallarás,
Quien te diga que jamas...
[p. 303]Fel.
¡Cómo aquí los labios mueves!
Leon.
¿Por qué no con honra tanta?
¿Hay acaso alguno aquí
Que pueda decir de mí
Lo que de esa que te encanta?
Vuelve y mira, que Ricardo,
Áun de los que están aquí,
Se está burlando de tí.
Fel.
¡Esto sufro! ¡Esto aguardo!
¡Véte, infame, donde calles!
(La da un bofeton.)
Ric.
Quedo, no tienes razon.
Leon.
¡En mi rostro un bofeton,
Y en las más públicas calles!
¡Esto sufre la justicia!
¡Esto el cielo!...
Fel.
Aquesta daga
Haré yo que lugar haga
Á tu alma y tu malicia.
Ric.
Tente, acaba, que estás loco.
Ful.
¿Qué es aquesto, Feliciano?
Dor.
Tenelde por Dios la mano.
Leon.
Para mi amor todo es poco.
Señores, no le culpeis,
Que yo he dado la ocasion,
Á todos pido perdon,
Suplícoos me perdoneis.
(Vase.)
Ric.
¡Si otro su rostro ofendiera
Con la daga ó con la mano,
Que no fuera Feliciano,
[p. 304]Aquí un desatino hiciera!
Vóyla á acompañar, y quiero
Que en tu vida me hables más.
Fel.
Ricardo, Ricardo.
Ric.
Estás
Ciego y loco, allá te espero.
(Vase.)
Fel.
Basta, que se va enojado;
Todo por servirte ha sido.
Dor.
Mas porque tu amor fingido
Con esto se ha declarado,
Pues tratas otra mujer,
Y engáñasme de esa suerte,
En mi vida pienso verte,
Ni en tu vida me has de ver.
Fel.
Oye, escucha, Dorotea,
Mira que há un año y áun más...
Dor.
Déjame.
Fel.
¿Dónde te vas?
Dor.
Donde ninguno me vea.
(Vase.)
Fel.
¡Ah, Clara, tenla por Dios!
Clara.
¿Á quién tengo de tener,
Si tienes esa mujer,
Y andas engañando á dos?
(Vase.)
Fel.
Fuése.
Ful.
No te espantes de eso,
Que es mujer y está celosa.
Tanc.
Tiene razon que es hermosa
Leonarda.
Fel.
Yo pierdo el seso,
Que á ninguna conocí.
[p. 305]FELICIANO, FULGENCIO, TANCREDO Y GALINDO.
Gal.
En el escritorio están
Fabio, Tribulcio y don Juan.
Fel.
¿Pues qué esperan?
Gal.
Sólo á tí,
Que la palabra les diste
De hacer aquella fianza,
Y están con la confianza
De que tú lo prometiste.
Fel.
¡Fiar en diez mil ducados,
Vive Dios que es grave cosa!
Mas tambien es vergonzosa
Dejar tres hombres burlados;
Todos tres son mis amigos.
¿Pues los amigos qué son?
¿No más de conversacion,
Ser de los gustos testigos,
Comer, cenar, murmurar,
Y en llegando el menester,
Acordarse del placer,
Y huir el rostro al pesar?
Fiarlos tengo: camina.
Ful.
Contigo irémos los dos.
(Vanse.)
Gal.
Loco es este hombre, por Dios.
Tanc.
Su buena sangre le inclina
Á ser amigo de véras,
Á profesar amistad;
[p. 306]¿Qué quieres? trata verdad...
Gal.
Quita allá, que son quimeras;
¡En siglo tan estragado
Se mete á ser buen amigo!
Tanc.
Del bien que ha usado conmigo
Estoy, Galindo, obligado.
Gal.
En esta edad es discreto
El que más al otro engaña,
El que vende, el que enmaraña,
El que no guarda secreto;
El cambiador, el logrero,
El que hace la mohatra,
El que el dinero idolatra,
El chismoso, el chocarrero,
El soplon, falso testigo,
El que murmura de todo,
El que habla á un mismo modo
Al amigo y enemigo;
El que espera en una esquina
Al que habla la mujer,
Y para hacerle prender,
Como otro Júdas camina,
El que envidiando los buenos,
Todo es envidia y mentira,
El que sus vicios no mira
Y murmura los ajenos;
Y así tengo para mí
Que se pierde Feliciano,
Que la llave de la mano
No se puso en balde allí;
[p. 307]Llamarla llave es decir
Que la mano esté con llave.
Cuando el dinero se acabe,
¿Qué ha de hacer? ¿dónde ha de ir?
Tanc.
Los amigos que ha ganado
Le darán favor.
Gal.
¿Favor?
¡Plega á Dios!
Tanc.
Deja el temor.
Gal.
Temo este reloj errado,
Que así llamaba un discreto
Al siglo.
Tanc.
Vén por aquí.
Gal.
Quien ama teme.
Tanc.
Es ansí,
Porque es del amor efeto.
(Vanse.)
LEONARDA Y RICARDO.
Ric.
Digo que si vos quereis,
Esta noche os le doy muerto.
Leon.
Aunque es vuestro valor cierto,
Y tal opinion teneis,
Os suplico lo contrario.
Ric.
Si lo negais por temor
Del daño de vuestro honor,
No es conmigo necesario.
¡Vive Dios que ha de morir
Al umbral de Dorotea,
[p. 308]Sin que parte el mundo sea
Para poderlo impedir!
Leon.
Si entendeis, señor Ricardo,
Que adoro en este mancebo,
No dudeis que no lo apruebo,
Porque en mi honor me acobardo;
Sin duda le quiero bien,
Y quiérole bien de suerte,
Que sólo pensar su muerte
No hay más muerte que me den.
Ric.
Pues bástame esta razon
Para quitarle la vida,
Siendo vos de mí querida,
Cuanto esos méritos son,
Que quitándole delante,
Y viendo que os obligué.
Si no mi talle, mi fe
Os dará ocasion bastante;
Que el bofeton que él os dió,
No os le dió á vos, sino á mí,
Que puse el alma que os dí
En el lugar que agravió,
Y son las pruebas mejores,
Que dándoos el golpe á vos,
Vieron en mí más de dos
La vergüenza y los colores.
Si yo no os hubiera hablado,
Aún era la obligacion
De vengar el bofeton,
Digno de un hidalgo honrado.
[p. 309]Quedad, señora, con Dios,
Y esta noche me esperad
Con las nuevas.
Leon.
Aguardad,
Que tengo que hablar con vos.
Ric.
Estoy ya determinado,
No hay que tratar.
(Vase.)
Leon.
Esto es hecho,
Que le ha de matar sospecho,
¡Oh injusto traidor soldado!
¡Ay, mi bien, que está tu vida
En gran peligro! ¿Qué haré?
Pero yo le avisaré,
Por más que el honor lo impida,
Donde quiera que estuviere,
Porque un verdadero amar
Sólo quiere conservar
La vida de lo que quiere.
(Vase.)
DOROTEA Y CLARA.
Dor.
¿Doblaste los mantos ya?
Clara.
Ya, señora, los doblé:
Triste estas.
Dor.
Tengo por qué;
Nuestro pájaro se va.
Clara.
Cuando se vaya te quedan
Mas de cuatro mil ducados,
[p. 310]Sin otros tantos gastados
De las plumas que se enredan.
Déjale, y vaya en buen hora,
Aunque si él ama la dama
Que hoy has visto, mucho infama
Su amor, y su honor desdora.
Dor.
¡Ay Clara! nunca los hombres
La mano y la daga ofrecen
Á las cosas que aborrecen,
Ni las dicen tales nombres.
Sé yo toda la cartilla
De esta escuela de querer,
Siempre el raso y la mujer
Ó se aprensa ó se acuchilla.
Ya estará el buen Feliciano
Poniendo con ánsia loca
Siete mil veces la boca
Donde una puso la mano;
¡Qué le dirá de regalos!
¡Qué pedirá de perdones!
Que hay hombres muy regalones
Despues de unos buenos palos.
¡Pues qué contenta estará
La buena de la mujer!
Echábasele de ver,
Porque le abonaba ya.
Clara.
No me puedo persuadir
Que afrentada quiera bien.
Dor.
Todas quieren que las den.
Clara.
De comer y de vestir.
[p. 311]Dor.
No sé, lo que dicen digo.
Clara.
Allá dijo un bachiller
Que era animal la mujer
Que gustaba del castigo.
Dor.
Paso, Clara, gente viene.
Clara.
¡Por Dios, señora, que es él!
Dor.
Costarále al moscatel.
Clara.
Mesúrate.
Dor.
Eso quisiere.
FELICIANO, FULGENCIO, TANCREDO, GALINDO.
Fel.
Estarás muy enojada.
¿No hablas? ¡Bueno por Dios!
Gal.
Más sesgas están las dos
Que una borrica embarcada.
Fel.
Alza los ojos del suelo,
No des luz en cosa indina,
Ni pongas al sol cortina,
Que dé venganza al del cielo;
Mira que estás obligada,
Y que no es razon, celosa.
Dor.
Tiéneme muy vergonzosa
La desvergüenza pasada.
¡Tú darme celos á mí,
Y fingir no conocerme
Para ver descomponerme!
Fel.
¡Yo, mi bien! ¡yo á tí!
Dor.
Tú á mí.
Y despues, porque yo viese
[p. 312]Que tenías muy sujeta
Una mujer tan discreta,
Si en no quererte lo fuese,
Haciendo muy del rufian,
Le das aquel bofeton.
¿Tú te haces el socarron?
¿Tú eres el tierno galan?
¿Tú el lloron, tú el obediente?
No fio de vos la cara,
Hermano, á la que repara
Que yo soy algo insolente.
Véte con Dios, Feliciano,
Sal de mi casa, no más,
Bofeton y celos das,
Pesada tienes la mano.
Fel.
Tan pesada, que compré,
De camino, para tí
La joya que traigo aquí,
Y que agora te daré.
Dor.
¡Jesus! de gastos excusa;
No quiero nada, no, no.
Clara.
Muestra, tomaréla yo.
¿Qué es esto?
Fel.
Lo que se usa,
Un brinco con cien diamantes:
Mil ducados me costó.
Gal.
Los ciento le diera yo
Á las dos disciplinantes,
Y los mil á un escritorio.
¡Ah, pobre seso hechizado!
[p. 313]Más que ha de darse el cuitado
Como los cuartos de Osorio.
Clara.
Ea, deja los enojos,
Mira que te quiere bien.
Dor.
¡Ay, Clara! ¿tú eres tambien
En engañarme á los ojos?
No te ciegue el interes,
Que más te importa mi vida,
Por este traidor perdida.
(Ap.) ¿Qué es eso?
Clara.
Una joya es.
Dor.
¿Es buena?
Clara.
De mil ducados.
Dor.
Ruégame más.
Clara.
Ea, señora,
Mira que llora y te adora,
Vuelve esos ojos airados;
Fulgencio, ruégale tú,
Ruégale tú, Tancredo,
Galindo, llega.
Gal.
No puedo.
Dor.
No me canseis, ¡ay Jesus!
Fulg.
Ea, que estás ya cansada.
Tanc.
Háblale, por vida mia.
Gal.
¡Hay mayor bellaquería!
¡Oh bellaca redomada!
¡Oh tahura de querer!
¡Oh guillota de fingir!
¡Que un hombre pueda sufrir
Engaños de una mujer!
[p. 314]Fel.
Háblame, mi bien, pues, ya,
Mira que me estoy muriendo.
Dor.
¿Qué te he de hablar?
Gal.
Sí, fingiendo,
Como hasta agora lo está.
Dor.
Ahora bien, con condicion
Que no me has de dar más celos.
Fel.
No me perdonen los cielos
Si más te diere ocasion.
(Se abrazan.)
Dor.
¡Qué bien sabes engañarme!
Gal.
Á la trocada lo dí.
Fel.
¿Qué hacemos todos aquí,
Que quiero desenfadarme?
Pero traigan de cenar,
Y entre tanto jugarémos.
Fulg.
Si hay mesa, naipes tenemos.
Fel.
Pues comienza á barajar.
(Se acercan á la mesa.)
Tú, toma aquesos doblones
Y trae cena bastante
Y llama á Arsindo que cante.
Tanc.
Al parar podeis jugar.
Fulg.
Estos juego: alce Tancredo.
Tanc.
En las faltriqueras puedo
Un arriero aposentar;
Sólo tengo estos papeles
De una dama, y que son tales;
Hago sobre ellos cien reales.
Fel.
¿Jugar los favores sueles?
[p. 315]¡Bizarro tahur de amor!
Guárdalos, porque estén mudos,
Y juega estos treinta escudos.
Fulg.
¿Quien da mano?
Tanc.
La mayor.
Clara.
Un gentil-hombre embozado,
Feliciano, quiere hablarte.
Fel.
¿No te ha dicho de qué parte?
Clara.
Ya está dentro, oye el recado.
Dichos, y LEONARDA, en hábito de hombre, embozada.
Leon.
Lee este papel.
Fel.
Sí haré.
(Lee.)
«Ricardo te está esperando
Para matarte.» ¿Pues cuándo
Le dí causa? ¿Á mí, por qué?
¿Queda este infame en la calle?
Leon.
Allí queda.
Fel.
Pues los dos
Venid conmigo.
Fulg.
Por Dios
Que has de afrentalle ó matalle.
(Vanse Feliciano, Fulgencio y Tancredo.)
Dor.
¿Esto es pendencia, galan?
Leon.
Pendencias dicen que son,
Sobre cierto bofeton.
Dor.
¿Y son más que los que van?
Leon.
Sólo es un hombre el que espera.
[p. 316]Dor.
¿Quién?
Leon.
El alférez Ricardo.
Dor.
No lo hará mal, que es gallardo.
Leon.
Que no lo fuera quisiera;
Mas ¿cómo estais tan sin pena
Cuando á acuchillarse van?
Dor.
Porque si no me la dan,
Estoy de sentirla ajena.
Leon.
Bendígaos el cielo, amén.
Dor.
Soy de aquesta condicion,
Y por la misma razon
Vos me pareceis muy bien.
Leon.
Y vos me agradais á mí,
Que sois discreta y hermosa.
Dor.
Galan mozo.
Clara.
Linda cosa.
Dor.
¿Quereis sentaros?
Leon.
Sí.
Dor.
Entrad y dadme la mano.
Leon.
Por Dios, que me he de esforzar
Por hacer salva al lugar
Donde vive Feliciano.
[p. 317]
FABRICIO, DON TELLO, indiano, Y JULIO, criado.
Fabr.
Este, Don Tello, es Madrid,
Cuya alma, cuando espiró
Su cuerpo, se la llevó
El cielo á Valladolid.
Este lugar es aquel
Que te alababa en Sevilla
Por única maravilla.
Tello.
¡Qué majestad vive en él!
Desde Lima hasta la Habana,
Y desde Cádiz aquí,
Lugar más bello no vi.
¡Qué calle espaciosa y llana!
¡Qué edificios! ¡qué alegría!
Fabr.
Cuarenta años huésped fuí
De la córte.
[p. 318]Tello.
Bien se ve
Que aposentarla podia.
Fabr.
Por el camino te dije
Que entre el bien que le ha quedado,
Es cierto mozo heredado
Que por su gusto se rige;
Donde es la conversacion
De la gente del lugar,
Y que le has de visitar.
Tello.
Por eso y porque es razon,
Digo que le quiero ver,
Y le soy aficionado
Por lo que de él me has contado.
Fabr.
Si aquí te has de entretener
Miéntras á la córte vas,
No hay donde puedas mejor,
Porque fuera de su humor
Notables cosas verás.
Aquí hay juego, aquí comedias,
Aquí esgrima y valentía,
La música todo el dia
Y noches que llaman medias;
Aquí viene el alcahuete,
La dama busca al galan,
Aquí los celos se dan,
Aquí se muestra el billete;
Canonizan de discreta
Á la que está en buen concepto,
Aquí registra el soneto
El siempre pobre poeta;
[p. 319]Aquí se trata de Flándes,
Hay nuevas de todo el mundo,
Y dél y del mar profundo
Se cuentan mentiras grandes.
Aquí, en efeto, verás
Un oráculo de Apolo,
Y un mozo que gasta él solo
Por cuatro grandes, y áun más.
Sólo entiende en hacer gusto
Á cualquiera que conoce.
Tello.
Mil años el humor goce,
Y que los viva es muy justo;
Muchos amigos tendrá.
Fabr.
No falta un hombre en Madrid.
Tello.
¿Es noble?
Fabr.
Vendrá del Cid,
Miéntras gasta.
Tello.
Sí vendrá.
Fabr.
Si los que tienen dineros
Los dan en toda ocasion,
¿Quién no jurará que son
Hidalgos y caballeros?
Tello.
Dices bien, sólo el tener
Es la perfeta hidalguía:
¿Está muy léjos su casa?
Fabr.
Ántes estamos en ella.
Tello.
Hermosa portada.
Fabr.
Es bella;
Todo aqueste balcon pasa
Á la otra parte que ves;
[p. 320]Milagro es estar cerrada,
Porque es de todos posada
Y casa de todos es.
¡Válame Dios, á estas horas!
¿Si se ha mudado de aquí?
¡Ah de allá!
JULIO, FABRICIO, DON TELLO Y GALINDO, muy triste, en lo alto.
Gal.
¿Quién está ahí?
Tello.
Pienso que la casa ignoras,
Llama tú, Julio.
Jul.
Parece
De las ya desamparadas,
Responde á las aldabadas
Eco, y la casa estremece.
Gal.
¿Quién está ahí?
Jul.
Aquella voz
Debe de ser de algun düende.
Fabr.
Ya de más cerca se entiende.
Tello.
Torna á tocar.
Fabr.
Da una coz.
Gal.
¿Quién llama? ¿quién está ahí?
Fabr.
¿Es Galindo?
Gal.
El mismo soy.
Fabr.
¿Qué tienes?
Gal.
Enfermo estoy.
Fabr.
¿No vive tu amo aquí?
Gal.
Hay gran mal.
[p. 321]Fabr.
¿De qué manera?
Gal.
Luégo que á Sevilla fuiste,
Que pienso que me dijiste
Entónces que te ibas fuera,
Sobre dar un bofeton
Feliciano á una mujer,
Quiso Ricardo poner
La mano en él á traicion;
Mas súpolo Feliciano,
Y desde allí á pocos dias,
Poniendo á Ricardo espías,
Le asentó tan bien la mano,
Que se partió de esta vida
Para dárnosla tan mala,
Que solamente la iguala
Alguna en Argel sufrida.
Prendieron á mi señor,
Y apretáronle de suerte,
Que el escapar de la muerte
Fué del dinero favor;
Del cual tanto se ha gastado,
Que estamos los dos en cueros,
Porque en faltando dineros,
Los amigos han faltado.
Mas cuando salir queria
Por concierto de la parte,
Forzándola á que se aparte
Con lo que quedado habia,
Por no sé cuántas fianzas,
De gran suma, le embargaron,
[p. 322]Porque sus dueños quebraron,
Rompiendo sus esperanzas.
No le quedó de su hacienda
Cosa que no está perdida,
Embargada ó consumida,
Ó que á desprecio se venda;
Hasta la casa que ves,
Dicen que hoy han de tomar,
En acabando de echar
Un colchon, y dos ó tres
Sillas que nos han quedado,
Y la mesa del tinelo.
Fabr.
¡Desventurado mozuelo!
¡Jesus, en lo que ha parado!
¿Y está preso?
Gal.
Y de manera
Falto de todo favor,
Que del amigo mayor
Ni le tiene ni le espera.
Todos se le han retirado,
Un hombre no le visita,
Y el triste al pródigo imita,
Que áun no le falta el ganado,
Porque se le han atrevido
Chinches, mosquitos, pïojos,
Que le comen á los ojos
Las carnes desde el vestido.
Tello.
Movido me ha á compasion.
Fabr.
Quisiérale remediar,
Yo le veré si hay lugar,
[p. 323]Que es mi amigo y es razon.
Digo lugar, porque vengo
Con aqueste hidalgo indiano,
Que es en amistad hermano,
Y como huésped le tengo.
Galindo, adios.
Gal.
Si podeis,
Pues es de hombres principales,
Acordaos de dos mil reales
Que á buena cuenta teneis.
Fabr.
Yo haré lo más que pudiere,
Buen Galindo, adios.
Gal.
Adios.
(Vase.)
Tello.
¿Qué, éstos son aquellos dos?
¡Quién hay que en el mundo espere!
Fabr.
Por Dios, Don Tello, que es justo
Que así los castigue el cielo;
Bueno es que viva un mozuelo
Con las leyes de su gusto,
Que dé como un gran señor,
Que triunfe, gaste y que estrague
La juventud: muera, pague.
Tello.
Favorecelle es mejor.
Fabr.
Favorézcale el que puede,
Dejemos melancolías
Y pasemos estos dias,
Que el tiempo alegre concede,
Con buena conversacion.
¡Pesiatal, qué grande olvido!
[p. 324]Si éste está preso y perdido,
Habrá una linda ocasion.
Tello.
¿Cómo?
Fabr.
Sabed que servia
Una cierta Dorotea,
Que es naturaleza fea
Con ella, en la opinion mia,
Discreta, pícara, grave,
Decidora, limpia, vana,
Cuanto en una cortesana
De Plauto ó Terencio cabe:
Por Dios, que la habeis de ver,
Que está rica de este loco,
Y esto de indiano es un coco
Que espanta á cualquiera mujer.
Yo os quiero ser buen tercero.
Tello.
Y yo quiero regalalla,
Si es tal que pueda ocupalla
Un mes, mi gusto y dinero.
Fabr.
Á su casa hemos llegado,
Clarilla sale al portal.
Tello.
¿Qué es Clara?
Fabr.
Un claro cristal
De aquel ángel luminado.
FABRICIO, DON TELLO, JULIO Y CLARA.
Fabr.
¡Clara mia!
Clara.
¡Oh mi Fabricio!
Seas bien venido.
[p. 325]Fabr.
Creo
Que merece mi deseo
Ese cortesano indicio.
Clara.
¿De dó bueno?
Fabr.
De Sevilla.
Clara.
Gran tierra.
Fabr.
No tiene igual;
Diz que hay por acá gran mal.
Clara.
¿Mal, por tu vida, en la villa?
Fabr.
¿Tan olvidada estás ya
De Feliciano?
Clara.
Ya, hermano,
Murió en casa Feliciano;
Luégo muere el que no da.
Fabr.
¡Qué, está preso!
Clara.
Y tan perdido,
Que no hay hombre que le vea.
Fabr.
¿Y cómo está Dorotea?
Clara.
Quiero decir que has venido;
Pero dime tú primero,
¿Quién es quien viene contigo?
Fabr.
Es un indiano mi amigo,
Muy rico y muy caballero,
Á quien hemos de poner
Como queda Feliciano,
Que es una bestia el indiano
Y adora en cualquier mujer.
Clara.
Pues, Fabricio, si este pez
Nos trujeses hasta el cebo,
Porque parece algo nuevo
[p. 326]Quedará como una pez
Y tú no lo perderás;
Voy hablar con Dorotea.
(Vase.)
Tello.
Haz que esta Clara lo sea
Porque se declare más.
Fabr.
¿Qué claridad, pues afirma
Que está sin moros la costa?
Tello.
De que vengo por la posta,
Que el hábito lo confirma,
Porque no tome de asiento
Mi amor como escribanía.
Fabr.
En viendo su bizarría
Te dará extraño contento.
Tello.
¡Qué presto sale!
Fabr.
Es discreta
Y no es música en rogar.
Jul.
Ya Clara la fué á llamar.
Tello.
¿Qué hay, Julio?
Jul.
¡Linda estafeta!
FABRICIO, DON TELLO, JULIO, CLARA Y DOROTEA.
Dor.
Acá me obliga á salir
Clara; seais bien venidos.
Jul.
¡Qué de bajeles perdidos
Aquí se deben hundir!
Fabr.
Vos seais muy bien hallada,
Que ya con el bien que estais
En lo gallardo mostrais...
[p. 327]¿No es bizarra?
Tello.
(Ap.)Es extremada.
Fabr.
Partí, por acompañar
Al señor Don Tello.
Dor.
¿Á quién?
Tello.
Á quien os da el parabien
De la flor de este lugar.
Fabr.
De Sevilla habrá ocho dias;
Quiso ver aquesta villa,
Y á vos, que sois maravilla
Suya.
Jul.
¡Qué lindas arpías!
Dor.
¡Yo maravilla, Fabricio!
Maravíllome de tí,
Don Tello habrá visto en mí...
Jul.
Que le quitará el juicio
Despues de muchos doblones.
Dor.
¡Qué injustamente me estima
Vuestra opinion!
Tello.
Hasta en Lima,
En antárticas regiones,
Dicen que el tiempo no alcanza
Lima que pueda romper
Prisiones de tal mujer,
Si no la da su mudanza,
Y que sois de la hermosura
Reina y de la discrecion.
Dor.
¡Que allá tenga esa opinion!
¡Válame Dios, qué ventura!
Tello.
Harto más lo será mia
[p. 328]Si vos me quereis mandar.
Dor.
Ya es tarde, hay poco lugar,
Que es cerca del mediodia,
Venidme á la tarde á ver.
Fabr.
¿Para qué nos hemos de ir?
Dor.
¿Pues en qué os puedo servir?
Fabr.
Merced nos podeis hacer.
Cuando en cas de un gran señor
Se hallan...
Dor.
Quedo, ya entiendo.
Comida están previniendo
Y tendrélo á gran favor;
Pero no sé si es bastante.
Tello.
Julio, toma este dinero,
Serás hoy mi despensero.
Jul.
Traeré asado un elefante.
Dor.
Entrad entre tanto á ver
La casa.
Tello.
¡Qué limpia y fresca!
Dor.
¿Es de provecho esta pesca?
Fabr.
Un Feliciano ha de ser.
Dor.
¿De dónde es?
Fabr.
De este lugar,
Aunque desde niño falta;
Ten la caña firme y alta,
Que es barbo de allende el mar.
FELICIANO, en la cárcel, en hábito de pobre.
Fel.
Cárcel, prueba de amigos y venganza,
[p. 329]Como dicen, de tantos enemigos,
Que bastaba decir prueba de amigos,
Si un preso y pobre algun amigo alcanza.
Si es falsa hasta las trojes la esperanza,
Díganlo el tiempo y mis granados trigos,
Pues eran todos de mi bien testigos
Cuando estaban mis cosas en bonanza.
Como otro Job me veo perseguido,
Y áun mucho más, porque si Job vivia
En aquel muladar tan abatido,
No vió la cárcel, que de solo un dia
Que hubiera sus desdichas conocido,
Trocára su paciencia por la mia.
FELICIANO, GALINDO.
Gal.
Todo va de mal en mal,
Por no decir en peor.
Fel.
¡Galindo!
Gal.
Por Dios, señor,
Que es la desvergüenza igual;
Hablo á muchos á quien diste
Caballos, joyas, vestidos,
Y tápanse los oidos
Al eco de tu voz triste,
No hay hombre que dé un real,
Ni áun una buena respuesta.
Fel.
Prueba de amigos es ésta,
Pero todos prueban mal;
Cuando en mi casa tenía
[p. 330]Dineros, bullicio, juego,
¡Qué humilde que andaba el ruego
Y la adulacion servia!
¡Qué de amigos me sobraban!
¡Qué lisonjero tropel!
¡Qué de moscas á la miel
Del dinero se allegaban!
Entónces era yo bueno,
Entónces era yo honrado.
¡Qué truje de gente al lado!
¿Qué meson se vió más lleno?
Parecí meson en feria;
Ya la feria se acabó
Y solamente quedó
La casa con la miseria.
¿No responden esos hombres
Á mis papeles siquiera?
Gal.
Tres traigo, mas no quisiera
Que leyeras ni áun sus nombres,
Que son muy grandes...
Fel.
No digas
De nadie mal en ausencia.
Gal.
Hazte santo, ten paciencia.
Fel.
¿Qué quieres? han sido hormigas;
Á la parva se llegaron,
Lo que el Agosto duró
Cargaron de lo que yo
Les dí y en mi casa hallaron.
Murióse el fuego en la fragua,
Y entrando el invierno fiero,
[p. 331]Cada cual en su agujero
Se cerró, temiendo el agua.
Yo soy madera de toros,
Que estoy en el suelo echada
Porque es la fiesta pasada.
Gal.
Arrojabas flujes de oros
Como si fueras fullero;
Mas como el ganar cesó,
Todo miron se cogió
Con parte de tu dinero.
Ésta lee, que es de Evandro.
Fel.
Ésta leo, que es de quien
Recibió de mí harto bien.
Gal.
Tú fuiste, en necio, Alexandro.
(Lee.)
«Á nadie de los amigos de vuesa merced ha cabido tanta parte de su desgracia. Las que estos dias he tenido, no me han dado lugar de enviarle lo que pide, ni á visitalle mis ocupaciones; si me acudieren, lo haré como lo debo. Dios le dé libertad á vuesa merced.—Evandro.»
Fel.
¿Qué te parece?
Gal.
Muy mal;
Yo no tengo de mentir.
Fel.
¡Que aquesto pueda escribir
Un hombre tan principal!
Á éste dí cuanto tenía,
Regalé, estimé y amé,
[p. 332]Quien esto que pasa ve,
Necio será si confia.
Gal.
Lee aquesta de Tancredo,
Que de la cárcel sacaste
Cuando la vida salvaste.
Fel.
Tal estoy que apénas puedo.
(Lee.)
«Galindo me dió el de vuesa merced y representó su necesidad; pero es tanta la mia y están mis cosas en disposicion, que escribo esto mismo á personas que me deben, de quien en cobrando acudiré como es mi obligacion.—Tancredo.»
Fel.
¡Puédese aquesto sufrir!
¡Puédese en el mundo hacer!
Gal.
Muy bien se puede leer,
Pues que se pudo escribir.
Fel.
¡Que vine en persona yo
Á la cárcel y saqué
De ella este hombre, y que me ve
En ella y esto escribió!
Gal.
Par Dios, si ése no es tacaño,
Yo estoy agora hecho un cuero.
Fel.
Ya te he avisado primero
Que hables bien.
Gal.
No seas extraño
Ni te hagas santurron,
Que el perro muerde con rabia.
Fel.
Mal hace el que ausente agravia
[p. 333]Á los que tan buenos son.
Gal.
Por los pïojos yo sé
Que no lo dices, que es gente
Que siempre muerde al presente
Aunque á veces no lo ve.
Par Dios que estás hecho un santo:
Lee este papel.
Fel.
¿De quién?
Gal.
De Oliverio.
Fel.
¡Qué de bien
Me debe!
Gal.
Haráte otro tanto.
(Lee.)
«Bueno fuera haber guardado para las necesidades como ésta. Dios quiere que vuesa merced pague sus locuras, y que le sirva de escarmiento la prision y la necesidad, que son los dos verdugos de su justicia.
»Él quiera que se enmiende y le guarde para que imite el buen padre que tuvo.—Oliverio.»
Fel.
Éste, Galindo, confieso
Que casi, casi me obliga
Á que atrevido le diga...
Gal.
¿Quién tendrá con esto seso?
Habla, dí, quéjate al cielo
De estos amigos fingidos.
Fel.
Á sus divinos oidos
De estas sentencias apelo;
Y si no considerára
[p. 334]Que toma por instrumento
De mi castigo y tormento
Su desvergüenza tan clara,
Dijérale lo que he hecho
Por estos que me han dejado.
Gal.
¿El haberlos obligado
Te ha sido de este provecho?
¡Ah, traidores!
Fel.
Dios maldice
Al hombre que en hombre fia.
¡Que un hombre no entre aquí un dia
De muchos á quien bien hice!
¡Hay tal crueldad en el mundo!
¡Hay tan fiera ingratitud!
Gal.
¿Qué dirás de la virtud
De otro Bellido segundo,
De otro Aquila y más infame?
Fel.
¿De quién dices?
Gal.
De Fabricio,
Que tras tanto beneficio
No sé qué nombre le llame.
Fel.
¿Pues está aquí?
Gal.
De Sevilla
Ha venido.
Fel.
¿Cierto?
Gal.
Cierto,
Con un Don Tello ú Don Tuerto,
Indiano, aunque de esta villa;
Veníase á entretener
Á casa, contéle el cuento
[p. 335]De tu extraño perdimiento...
Fel.
¿Y ofrecióse?...
Gal.
Á no te ver.
Fel.
¡Válame Dios!
Gal.
¡Qué! ¿te espantas
Que los dos mil reales niega?
Fel.
Ó el tiempo conmigo juega,
Ó testimonios levantas.
Gal.
Yo te he dicho la verdad.
Fel.
Hombres, quien tiene un amigo
Bueno, mire lo que digo,
Conserve bien su amistad.
FELICIANO, GALINDO, ALBERTO, procurador.
Alb.
Albricias puedes darme.
Fel.
Buenas sean,
Que yo las mando tales.
Alb.
Ya la parte
Se ha concertado y se ha bajado.
Fel.
El cielo
Te pague, Alberto, beneficio tanto.
Gal.
Si algun procurador, si algun causídico
Merece estatua en bronce, en mármol paro,
Sois vos, Alberto, y miéntras tenga vida,
Galindo cantará vuestra alabanza.
Fel.
¿En cuánto este concierto habemos hecho?
Alb.
En quinientos ducados.
[p. 336]Gal.
¡Oste, puto!
Alb.
¿Esto te espanta? yo lo juzgo poco.
Gal.
Si fuera en aquel tiempo felicísimo
Que reinaba el dinero y la bambarria,
Y se daba á rameras y alcahuetas
Lo que agora lloramos en las cárceles,
No dices mal, Alberto, pero agora
¿Adónde se hallarán quinientos pesos?
¿Quién nos los ha de dar? que son al justo
Cinco mil y quinientos, niños todos
De á treinta y cuatro años.
Alb.
¡Eso dices!
Cómo, ¿no habrá de solos remanentes
De una hacienda tan grande más dinero?
Gal.
No le ha quedado cera en los oidos,
Están todas las cosas empeñadas,
Mil tercios recibidos sin cumplirse,
Todo hurtado, perdido y de manera
Que á las calzas parece nuestra hacienda
Del escudero de Alba, que al calzárselas,
Él solo y solo Dios las entendian.
Alb.
Pues remedio ha de haber.
Fel.
Vamos, Alberto,
Que quiero dar un tiento á Dorotea
Prometiéndole darle mil ducados
Porque me preste agora estos quinientos.
Alb.
Escríbele un papel.
Fel.
Tú tambien habla
De camino á Fabricio.
Gal.
¡Dios los mueva!
[p. 337]Mas cree que ara en viento y siembra en agua
Quien bien espera, advierte lo que digo,
De mujer baja y de fingido amigo.
(Vanse.)
FABRICIO, DON TELLO, DOROTEA Y CLARA, con mantos.
Dor.
Ésta es la calle Mayor.
Tello.
¿Es léjos la platería?
Dor.
No, mi señor.
Tello.
Reina mia,
Poco á poco el mi señor.
Fabr.
Gatazo le quiere dar
Al indiano Dorotea.
Clara.
Pues ántes que la posea
Dineros le ha de costar;
Pensó que tras la comida
Se le esperaba esta fiesta.
Fabr.
Calle de Amargura es ésta,
Tiembla aquí la cortesía.
Mirando va los manteos,
Alguno le ha de pedir.
Clara.
¡Oh qué mal sabes medir
Dos entendidos deseos!
Ella el suyo ha conocido,
Y él juega ya de picado,
En más estará empeñado,
[p. 338]Pasar tiene del vestido.
Yo te digo que le hable
En su lenguaje.
Fabr.
Eso ignoro.
Clara.
Pedirá al que trata en oro,
Oro.
Fabr.
El indiano es notable,
Porque se precia de agudo,
Y le han de dar por el filo.
Clara.
¿Ya no sabes tú el estilo
De este medusino escudo?
Transformarále en su gusto.
Fabr.
Será piedra si ella es piedra.
Clara.
Quien éstas sirve no medra,
Sino pobreza y disgusto.
Fabr.
¡Pues tú lo dices ansí!
Clara.
Sábeme bien murmurar.
Tello.
¿No acabamos de llegar?
Dor.
¿Es léjos?
Tello.
Señora, sí;
Grande es Madrid.
Dor.
Y espacioso.
Tello.
Despacio estaré yo en él
Si vos no me sois cruel,
Que soy tierno y soy celoso.
Dor.
Hay en las Indias amor
Mucho más que por acá,
Que hay mucha verdad allá
Y no hace poco calor,
Que, como es niño y desnudo
[p. 339]Y amigo de oro, he pensado
Que á las Indias se ha pasado.
FABRICIO, DON TELLO, DOROTEA, CLARA, Y GALINDO.
Gal.
Aquéstos son, ¿qué lo dudo?
Que habrán, despues de comer,
Bajado á la platería.
Basta que Fabricio es guía,
¿Qué queda ya que temer?
¡Oh traidor! ¿no te bastó
Negar la deuda debida
Á quien te diera la vida
Cuando la hacienda te dió,
Sino que á la misma dama
De tu amigo traes galan?
Fabr.
Hácia los plateros van.
Clara.
Hallarán joyas de fama,
Que áun eso tiene de córte.
Gal.
Quiérolos llegar á hablar,
Miéntras da el tiempo lugar
Que á este vil los pasos corte.
¡Oh señor Fabricio!
Fabr.
Clara,
Galindillo nos ha visto.
Clara.
¿Qué temes?
Fabr.
Quedar malquisto
Si esto á su señor declara.
Clara.
Jamas estimes perder
[p. 340]Hombre que esté tan perdido,
Ni temas al ofendido
Cuando no puede ofender.
Pues, Galindo, ¿dónde bueno?
Gal.
Vengo á pedir á Fabricio
La paga de un beneficio
De que pienso se está ajeno:
Suplícale mi señor
Le dé los dos mil reales
Que de ocasiones iguales
Le quedó una vez deudor,
Que á su padre le llevaban
Preso, y él por él los dió.
Fabr.
No pensaba entónces yo
Que dádivas se pagaban,
Y si lo dado de gracia
Se pide, págueme á mí
Lo que le ayudé y serví,
Si ya estoy en su desgracia;
Malas noches que pasé
En invierno y en verano
Tras su pensamiento vano.
Gal.
Basta, yo se lo diré.
Fabr.
¡Lo que da, muy caballero,
Para fama voladora
Lo pide en secreto agora!
¡Gentil treta de escudero!
Gal.
Paso, Fabricio leal,
Los presos presos estén,
Ya que no les hagas bien,
[p. 341]No es justo que digas mal.
Fabr.
¿No le daba una cadena,
Y por ser tan fanfarron
No la tomó?
Clara.
Cosas son,
Galindo, que el tiempo ordena;
Escote aquellos placeres.
Gal.
Demonios sois las mujeres.
Clara.
¡Demonios! alguna no.
Gal.
Que como él hace pecar
Y luégo culpa al que peca,
Así la mujer se trueca
Desde el placer al pesar.
Hablar quiero á Dorotea.
Clara.
No vas á buena ocasion.
Gal.
Si tiene luz de razon,
Cualquiera es bien que lo sea.
Á tu casa iba á buscarte,
Dorotea, este papel
De quien un tiempo con él
Quisiera el alma enviarte;
¡Así las cosas se mudan!
Dor.
¿Qué quiere aquí tu señor?
Gal.
Dirálo el papel mejor,
Ya que tus ojos lo dudan.
(Lee.)
«La parte se ha bajado de la querella por quinientos escudos; yo estoy tan pobre, que hoy no tengo que comer; ó ellos, ó parte de ellos te su[p. 342]plico me prestes para salir de la cárcel, que dentro de dos meses te ofrezco mil por ellos, por ésta firmada de mi nombre.—Feliciano.»
Dor.
¡Gracia tiene el papelillo!
Tello.
¿Quién es éste?
Dor.
Un cierto preso.
Tello.
¡Quinientos!
(Leyendo el papel.)
Dor.
Está sin seso.
Dile que me maravillo
Que tenga este atrevimiento,
Pero que cuando perdió
El seso, no le quedó
Vergüenza ni sentimiento;
Dile que no soy mujer
Que pecho á ningun galan,
Que otras mil se lo darán,
Si es que lo saben hacer;
Y no te burles, Galindo,
En venir con esto aquí,
No piense nadie de mí
Que á dar á nadie me rindo,
Que haré que te cueste caro.
Gal.
¿Es dar á quien tanto dió,
Género de afrenta?
Dor.
No,
Mas lo que es no lo declaro.
Gal.
¿Á quien te dió tanta hacienda
Tratas así?
Dor.
Dile, hermano,
[p. 343]Que te venda Feliciano,
Si ya no tiene otra prenda,
Pues te precias de leal.
Gal.
¡Pluguiera á Dios que pudiera,
Y que en tanto me vendiera
Que remediára su mal!
Dor.
Dinero dado á mujer
Es echar hacienda al mar,
Que él bien se puede aplacar,
Mas no la puede volver;
Teneis buen tiempo, y comeis
La mitad de lo que dais,
Y luégo entero cobrais
Lo mismo que dado habeis.
Vén, don Tello, por aquí;
Sígueme, Clara, tambien.
Tello.
(Ap.) Tú respondistes muy bien,
Y no muy bien para mí.
¡Yo os conoceré por Dios!
Dor.
¿Qué dices?
Tello.
Que voy contigo.
(Vanse.)
Gal.
¡Qué buena dama y amigo!
Para en uno son los dos.
¡Ah falsa! ¡Plega á los cielos
Que llegues á tal edad,
Con la misma liviandad,
Que mueras de rabia y celos,
Seas vieja enamorada
De un mozo tan socarron,
[p. 344]Que le pagues á doblon
La coz y la bofetada!
¡Plega al cielo que al espejo
Te mires un diente solo,
Y más que luces el polo,
Arrugas en el pellejo!
¡Plega á Dios que estés tan calva,
Que nadie te pueda asir,
Y que no puedas decir
Á nadie, la edad me salva!
¡Plega á Dios que aquel indiano
Sea algun fino ladron,
Que robe en esta ocasion
Cuanto te dió Feliciano!
(Vase.)
LEONARDA Y FAUSTINO.
Faust.
¿No me dirás á qué efeto
Tantas joyas has vendido?
Leon.
Para algun efeto ha sido,
Pero es agora secreto;
Id con Dios, tio, y callad,
Que á la noche lo sabréis.
Faust.
Mucho errais cuantos poneis
El gusto en la voluntad;
Si supiera que querias
Traerme por tu fiador,
Y que joyas de valor
Tan á desprecio vendias,
[p. 345]No dudes que no viniera
Contigo de ningun modo.
Leon.
Juzgáras que es poco todo
Cuando mi intencion supieras.
Véte con Dios.
Faust.
Plega á Dios
Que no resulte en tu daño.
Leon.
Vos veréis que no os engaño.
Faust.
Adios.
(Vase.)
Leon.
Él vaya con vos.
He visto á Galindo allí,
Y estábame deshaciendo;
Darle la caja pretendo
Con el papel que escribí.
Quiero taparme. ¡Ah, galan!
Gal.
¿Llamaisme?
Leon.
Sí.
Gal.
¿Qué quereis?
Leon.
Que á Feliciano le deis
Ciertas cosas que aquí van.
¿No sois su criado vos?
Gal.
El mismo.
Leon.
Dalde esa caja.
Gal.
Mucho pesa.
Leon.
No es de paja.
Galindo, adios.
(Vase.)
Gal.
Dama, adios.
¿Es aquesto encantamento?
[p. 346]Mucho el rostro me escondió,
¿Si veré lo que me dió?
Pero será atrevimiento,
Y viene la caja atada;
Mejor es llevarla presto.
¡Divinos cielos, qué es esto!
Mas era mujer, no es nada.
FELICIANO Y LISENO.
Fel.
Híceos llamar con este pensamiento,
Y que sobre ese juro me prestásedes
Los quinientos ducados que suplico,
Que si de la prision por vos saliese,
No lo dudeis de que en mayor os quedo.
Liseno.
Feliciano, si fuera en Madrid nuevo
Lo que yo suelo hacer por mis amigos,
Yo os diera aquí satisfacciones largas;
Pero como es notorio, las excuso.
Á Tancredo sacastes de la cárcel,
Á Rodulfo y Albano, ¿cómo os niegan
Lo que es tan justo al beneficio mismo?
Fel.
Por la misma razon pensé obligaros,
Que si no de la cárcel, de otras cosas,
Si la necesidad es harta cárcel,
Os he sacado yo cuando lo tuve.
Lis.
Y yo si lo tuviera os acudiera.
Fel.
Dadme doscientos reales solamente
Para el procurador que anda en mis pleitos,
[p. 347]Que he pagado estos dias tres fianzas.
Lis.
No los tengo por Dios, que estoy tan pobre,
Que me presta un amigo, y áun pariente,
Para lo que es el gasto de mi casa.
Fel.
Dadme un doblon siquiera, que yo os juro
Que desde ayer no ha entrado ni un bocado
De pan en esta boca, que en su vida
Negó cosa que nadie le pidiese.
Lis.
Aquí traia cosa de ocho reales,
Estos tomad, y el cielo, hermano, os libre,
Que sabe Dios lo que me pesa.
(Vase.)
Fel.
¡Ah cielos!
¡Á un hombre como yo dan ocho reales!
¡Ocho reales le faltan á quien tuvo
No há siete meses treinta mil ducados!
Ved que se cuenta más del mismo Pródigo,
De Comodo, Neron y de Eliogábalo.
¡Ay si sirviese mi lloroso ejemplo
De espejo á los mancebos que me miran,
Y se guardasen de mujeres tales
Y de tales amigos!...
FELICIANO, GALINDO.
Gal.
No lo digas de burlas.
Fel.
¡Oh Galindo! ¿aquí escuchabas?
Gal.
Oyendo estaba tus lamentaciones,
De que colijo que ninguna cosa
Hizo por tí Liseno.
[p. 348]Fel.
Sobre el juro
Le pedí los quinientos, pero mira
En qué se resolvió.
(Enseñándole los ocho reales.)
Gal.
¡Que esto te ha dado!
Guárdale, y clavarémosle á la puerta
Con una letra al rededor que diga:
«Barato que me ha dado la fortuna
De treinta mil ducados que he jugado
Con los amigos falsos que se usan.»
Fel.
Bien dices; pero dime, ¿qué responden
Fabricio y Dorotea?
Gal.
Entrambos dicen
Casi una misma cosa.
Fel.
¿Estaban juntos?
Gal.
Sí, que para pagarte el beneficio
De librar á su padre de la cárcel,
Sirve ya de llevar á Dorotea
Galanes que la sirvan, y han comido
Todos, que segun supe era un indiano;
Fabricio dice que le diste dados
Los dos mil reales, y que agora pides
Lo que le diste entónces por fanfarria.
Dorotea responde que los hombres
Quieren cobrar de las mujeres luégo
Aquello con que compran sus placeres;
Que no da nada, y que me guarde.
Fel.
Dice
Muy bien, guárdate de ella. ¡Á Dios pluguiera
Que me guardára yo!
Gal.
Luégo tras esto
[p. 349]Me dió cierta mujer aquesta caja,
Que pesa como plomo, aunque es pequeña;
Quísela abrir, y por llegar más presto
Ni sé lo que te envia ni yo traigo.
Fel.
¡Caja! ¿Qué dices?
Gal.
Ábrela y veráslo.
Fel.
Corto el cordel que la cubierta enlaza;
Quedo, por Dios, que todos son escudos.
Gal.
Salto, bailo, ¡Jesus!
Fel.
¡Suceso extraño!
Gal.
Déjamelos besar.
Fel.
¡Quedo, Galindo!
No se te quede alguno entre los labios,
Porque son pegajosos como obleas.
Gal.
Estos sí que podrán llamarse amigos.
Fel.
Aquéstos son amigos verdaderos.
¿Quién será esta mujer?
Gal.
Yo sospechára
Que era Leonarda, á estar mejor contigo,
Mas dicen que trataba de matarte.
Fel.
¡Leonarda! Necio, en eso piensa agora,
Que está amolando espadas, previniendo
Escopetas con pólvora secreta,
Conficionando hechizos y venenos
Para darme la muerte. Vén, contemos,
Donde nadie nos vea, estos escudos.
Gal.
¡Oh amigos verdaderos aunque mudos!
(Vanse.)
JULIO, FRISO, CORNELIO Y LESINO, ladrones.
[p. 350]Jul.
Las armas prevenid todos,
Pues ya la noche se cierra.
Friso.
Yo no sé bien de esta tierra,
Julio, las trazas y modos.
¿Hay ronda?
Jul.
Agora es temprano.
Les.
¿Y ésta es la casa?
Jul.
Sí.
Les.
¿Está el capitan aquí?
Jul.
Fingióse Marbuto indiano
Desde Sevilla á Madrid,
Y hizo amistad con un hombre,
Que apénas le acierto el nombre,
Y pasa á Valladolid.
Llevóle en cas de esta dama,
Que tiene seis mil en oro,
Ha echado el ojo al tesoro
Que está á los piés de la cama,
Y quiérele dar gatazo
Miéntras la cena apercibe.
Corn.
Si ese lance dél se escribe,
Quedárale dulce el brazo.
¿Cómo se ha llamado aquí?
Jul.
Don Tello.
Les.
Gracioso nombre.
Corn.
¿Y está acá tambien el hombre
Que ha venido con él?
[p. 351]Jul.
Sí.
Corn.
Eso es peligroso.
Jul.
No es,
Que piensa que es caballero,
Y hoy gasta lindo dinero.
DON TELLO.
Tello.
Julio.
Jul.
¿Qué hay?
Tello.
¿Quiénes son?
Jul.
Los tres.
Tello.
¿Cornelio, Friso y Lesino?
Jul.
Los mismos.
Tello.
Entro á sacar
El escritorio, aguardar
Podeis.
Jul.
¿Dónde?
Tello.
En el camino.
(Se entra.)
Jul.
Él ha entrado, ya es muy tarde,
Todo hombre advierta á la gura.
FELICIANO, GALINDO.
Fel.
Como hace la noche escura,
Voy, Galindo, algo cobarde,
Que há dias que no he pisado
Las calles.
Gal.
Gracias á Dios
[p. 352]Que ya nos vemos los dos
En esta esquina del Prado.
Presto trujo el mandamiento
Alberto.
Fel.
No hay tales piés
Como el dinero; al fin es
El primero movimiento.
Gal.
¿Cuánto la caja traia?
Fel.
Seiscientos escudos justos.
Corn.
Éstos me han dado mil sustos.
Jul.
Este hombre parece espía.
¡Vive Dios que son criados
De la justicia! Yo vuelo.
Friso.
Yo con el mismo recelo.
(Huyen todos.)
Gal.
Ciertos hombres embozados
Al umbral de Dorotea
Van huyendo de los dos.
Fel.
¿Ya espantamos? ¡Bien por Dios!
¡Qué habrá que un pobre no sea!
¿Parezco fantasma yo?
FELICIANO, GALINDO Y DON TELLO.
Tello.
Ce, ¿qué digo?...
Gal.
Allí nos llama
Un hombre en cas de tu dama.
Fel.
Lleguemos, si nos llamó.
Tello.
Tomad ese escritorillo
[p. 353]Miéntras por el otro voy.
Fel.
(Ap.) Bien, por vida de quien soy.
Tello.
Y nadie se atreva á abrillo.
Fel.
¿Conócenos el ladron?
Tello.
Por otros os he tenido,
Que me dejeis ir os pido.
(Se huye.)
Gal.
Vaya con la maldicion.
Señor, éste es el indiano
Que Fabricio trujo acá.
Fel.
Creo que el cielo me da
Este castigo en la mano;
Bien conozco el escritorio,
Más tiene de siete mil.
Gal.
¡Qué gentil ladron!
Fel.
Sutil.
Mi bien es claro y notorio,
Este es todo mi dinero,
Cuanto á Dorotea he dado;
Ved por dónde lo he cobrado.
Gal.
¿Qué has de hacer?
Fel.
Guardallo quiero.
Gal.
¿Y si nos encuentra alguno?
Fel.
¿Allí no vive Leonarda?
Gal.
Sí, señor.
Fel.
Pues llama.
Gal.
Aguarda.
Fel.
Mira no te oiga ninguno.
Gal.
¿Si querrá abrir?
Fel.
¡Plega á Dios!
[p. 354]Gal.
¿Quién está acá?
Leon.
¿Quién es?
Fel.
Creo
Que oye el cielo mi deseo;
Un preso, y dos hombres.
Leon.
¿Dos?
Á los dos no puedo abrir,
Al preso sí, gloria mia.
FELICIANO, GALINDO Y LEONARDA.
Fel.
Abrevia del alegría,
Que tengo qué te decir.
Leon.
Pues que tú vienes acá,
Alguien te habrá referido
Que mis joyas he vendido,
Ó lo adivinaste allá.
Perdona, que yo quisiera,
Como seiscientos le dí
Á Galindo...
Fel.
¿Tú?
Leon.
Yo fuí.
Fel.
¡Pero quién sino tú fuera!
Débote mi libertad,
El alma misma te debo,
Hoy me obligaste de nuevo,
Mas oye una novedad.
Gal.
Gritos dan, éntrate dentro.
[p. 355]FELICIANO, GALINDO, LEONARDA, y dentro DOROTEA.
Dor.
¡Traidor Fabricio, tu fuiste
Quien á casa le trujiste!
Leon.
¿Qué es esto?
Fel.
Un gracioso encuentro:
De la puerta de esa dama,
Que mi hacienda me robó,
Salió un ladron que le hurtó
El dinero, y no la fama.
Topó con nosotros dos,
Por compañeros nos tuvo,
Y éste nos dió, que no estuvo
En un instante, por Dios,
De dar con los verdaderos.
¡Mira por dónde he cobrado
Cuanto con ella he gastado!
Leon.
Sin duda son tus dineros;
Acá viene gran ruïdo,
Allá le voy á esconder.
Gal.
El dinero has de verter
En otro sin ser sentido,
Y échale luégo en el pozo.
Leon.
Voy; aquí á la puerta aguarda.
(Vase.)
Fel.
¡Qué contenta va Leonarda!
Yo estoy saltando de gozo.
[p. 356]FELICIANO, GALINDO, DOROTEA, CLARA, y un alguacil, y gente que traen asido á FABRICIO.
Fabr.
¿Pues á mí preso? ¿por qué?
Alg.
Porque es muy bastante indicio
Para prenderos, Fabricio.
Fabr.
Vive Dios que no lo sé.
Dor.
Trújole él propio á mi casa,
Y con él se concertó,
¿Y no le conoce?
Fabr.
¡Yo!
Gal.
Ved lo que en el mundo pasa.
Clara.
Yo juraré que es ladron,
Y que á don Tello encubria,
Que desde el Andalucía
Trujo para esta ocasion.
Él sabia del dinero,
Él le dijo dónde estaba.
Fabr.
¿Yo le truje?
Clara.
Y le abonaba
De indiano y de caballero.
Criad.
Gente hay en aquesta puerta.
¿Quién va?
Fel.
Un hombre que ha salido
De la cárcel.
Alg.
No habrá sido
El ladron.
Fel.
Cosa es bien cierta.
Alg.
¿Es el señor Feliciano?
[p. 357]Fel.
Yo soy.
Alg.
Por mil años sea.
Fel.
¿Qué es esto de Dorotea?
Dor.
¿Agora estais cortesano?
Vaya á la cárcel Fabricio.
Alg.
Que Fabricio le ha robado
Un escritorio, ó ha dado
De que fué complice indicio,
Porque él le trujo un indiano
Que ha sido el cierto ladron:
Siete mil escudos son.
Fel.
Esos son de Feliciano.
Alg.
¿Habeis visto esos ladrones?
Fel.
Solo á Galindo y á mí.
Alg.
Juraldo aquí.
Fel.
Juro aquí
Que he sentido esos doblones,
Y áun que los he visto, puedo
Jurar.
Dor.
Que éste se ha vengado.
Clara.
¡Cuál están amo y criado!
Fabr.
¡Yo soy ladron!... ¡Bueno quedo!
Diga Feliciano aquí
Si sabe que soy ladron.
Fel.
Quien paga amor con traicion,
Ladron es, digo que sí;
Quien niega deudas tan claras,
Y no paga el beneficio,
¿De ser ladron no da indicio?
¿Pues, ladron, en qué reparas?
[p. 358]Véte, que lo juro y digo,
Que en esta y toda ocasion
Sustentaré que es ladron
Quien es traidor al amigo.
Y que del dinero hurtado
Á Dorotea, quisiera
Que dos veces tanto fuera
Por la ingratitud que ha usado;
Y que á estar en mi poder,
No me diera más contento,
Y que de mi casamiento
Testigos os quiero hacer.
¿Leonarda?
Dichos y LEONARDA.
Leon.
Señor.
Fel.
Yo soy
Tu esposo, será testigo
Un ladron, infame amigo,
Á quien este ejemplo doy,
Una dama cortesana,
Y una criada fingida,
Que roban toda la vida
Con industria loca y vana,
Para que tras años mil
Vuelvan las aguas á donde
Solian ir, pues ya lo esconde
Cierta mano más sutil;
Y un alguacil tambien sea
[p. 359]Testigo de que me caso,
Y sepa que no hago caso
Del amor de Dorotea;
Porque si algun aire infame
Me quisiere hacer prender,
Sepa que tengo mujer,
Y que así á Leonarda llame.
Doile en dote siete mil
Ducados, que ha recibido,
Testigos, pues que lo han sido
El dueño y el alguacil;
Y á Galindo, por leal,
Toda mi hacienda le doy.
Gal.
Yo, señor, tu esclavo soy.
Fabr.
¡Paga de quien anda en mal!
Dor.
Llevalde á la cárcel luégo.
Alg.
Digo que os goceis mil años,
Pues ya de tantos engaños
Venis á tanto sosiego.
Fel.
Adios, señores testigos,
Aquí dió Belardo fin
Á una historia que es, en fin,
La prueba de los amigos.
[p. 361]
[p. 362]
PERSONAS.
ROLDAN.
REINALDO.
CARLO MAGNO.
ATALANTE, moro.
BRUNELO, moro.
ANACARINO, moro.
ARDILAN, moro.
OSMIR, moro.
PEYRON, villano.
GUARINO, villano.
OTROS DOS VILLANOS.
ANGÉLICA, mora.
FLOR DE LIS.
DOÑALDA.
MARTINELA, labradora.
MEDORO, moro.
ASTOLFO.
[p. 363]
UN PASTORAL ALBERGUE.
Toquen chirimias y trompetas, y aparezca una nave que venga navegando al teatro, y en lo alto de un monte ARDILAN y OSMIR.
Ard.
En poco tiene el mar.
Osm.
Pavon la nave,
Círculos de zafir hace ligera.
Ard.
Ya las alas batió la veloz ave,
Que altiva fué lisonja de la esfera.
Osm.
Depósito es de Abril, adonde cabe
Á pedazos la verde primavera,
Ó pirámide hermosa de colores,
Que ofrece al sol repúblicas de flores.
Ard.
Ya da ferros al mar, y salta de ella
De multitud de gente venerada
[p. 364]Una dama gentil.
Osm.
Será la estrella,
Otra vez en las ondas engendrada.
Ard.
Ya los hombros le dan.
Osm.
Deciendo á vella.
Ard.
Con salva la recibe nuestra armada.
Osm.
¿Quién será esta mujer?
Ard.
Signo del Mayo.
Dent.
Viva la hermosa reina del Catayo.
Salga ANGÉLICA en los hombros de los moros, y todos cantando.
CANTEN.
Guárdese el frances
De los lilios de oro,
Que arrogante pisa
Soberanos solios.
Témala Roldan,
Y los Pares todos,
Y Reinaldos huya
Del sol de su rostro;
Que amor en sus ojos
Tantas flechas claba,
Que de muerte tan bella
Nadie se escapa.
Anac.
Ya pisas, hermosísima señora,
Los márgenes de Francia, cuya arena
De Júpiter la lluvia finge agora
[p. 365]Burlando á Ofir, en su amarilla vena;
La gente ha de pensar que eres la aurora,
Que en Francia nace de fragancias llena.
Ang.
Ántes ha de pensar que soy la muerte,
Que vengo disfrazada de esta suerte,
Cuando desprecie el campo de Agramante,
Derrotándole al mar infamemente;
Yo sola, Anacarino, soy bastante
Á atropellar su vencedora gente,
No he de embrazar de Pálas el diamante,
Espejo de los cielos trasparente,
Porque amor es deidad que en mi hermosura
Sus inmortales triunfos asegura.
Fiada en mi belleza y en mi anillo,
Rayo pretendo ser que oprima á Francia,
Mi esfuerzo está en querello ó en decillo,
Que me ha dado el amor esta arrogancia;
Yo, de todos desprecio, al mundo humillo,
Que ésta es la más gloriosa circunstancia,
Pues rendida jamas, por varios modos
Almas son de mi ley los hombres todos.
Esos Pares veréis dándome á pares
Por despojos las almas y las vidas,
Penetrando por mí en incultos mares,
Las provincias del sol no conocidas.
Su Dios me han de aclamar, y en mis altares
Á los cielos darán gomas ardidas,
Serpientes holocaustos siendo entre ellas,
Pastilla el sol, pebete las estrellas.
Sepa, soldados, Francia, que ha llegado
[p. 366]La circe del Catay á sus riberas,
Y el fuego en las espumas engendrado,
Que traduce el cristal en llamas fieras;
Al monte os atreved, medid el prado,
Huésped de estas corrientes lisonjeras,
Y traedme un frances que en miedo y llanto,
Si no muere de amor, muera de espanto.
Brun.
Siguiendo este arroyuelo cristalino,
Vulgo de agua, que al mar se precipita
Por peñas, sin aviso y sin camino,
Moros subieron ya que el sitio incita.
Ang.
Matar con mi hermosura determino
Gallardía de amor jamas escrita,
Que con mis ojos más vencer espero
Que Agramante, Gradaso ni Rujero.
Salga un MORO con PEYRON, atado.
Moro.
Sin despertar al militar estruendo,
Este frances dormia entre las peñas,
Donde estaba una fuente, aunque riendo,
Con muda voz llamándole por señas.
Peyr.
En tanta confusion morir entiendo.
Ang.
Vigilante desde hoy á ser te enseña.
Peyr.
Juro de no dormirme eternamente,
Advitrista he de ser. Extraña gente.
Ang.
¿Quién eres?
Peyr.
Preceptor de cien ovejas,
Tan rudas que la b sólo han sabido
[p. 367]En dos años y más.
Ang.
Buenas las dejas.
Peyr.
Soldados son de capitan dormido.
¡Ay, mis ovejas! ¡Ay!
Ang.
¿De quién te quejas,
Si tu prision por tu descuido ha sido?
Peyr.
Sólo tengo esta falta entre otras muchas,
Que todas las diré si aquí me escuchas.
So necio, so reordido y poridiado.
Ang.
Falta es cruel.
Peyr.
Mayor te la prevengo.
Ang.
¡Mayor!
Peyr.
Mayor.
Ang.
¿Qué falta?
Peyr.
So casado:
Y áun tengo otra mayor.
Ang.
¿Qué?
Peyr.
Suegra tengo
Que es inmortal.
Ang.
¿Has sido enamorado?
Peyr.
Jamas en circunstancias me detengo,
So corto de razones.
Ang.
¿Qué mujeres
Á tí te agradan más?
Peyr.
Matarme quieres;
Á la fraca aborrezco por la vida,
Aguja de ensalmar que cose al hombre;
La gorda por mujer descomedida,
Humana tempestad que es bien que asombre;
La larga por jornada mal medida,
[p. 368]Legua infernal, y cuádrale este nombre,
Donde el alma es correo eternamente
Descendiendo á los piés desde la frente.
Es la chica verruga de la tierra,
La blanca es nieve en paja conservada,
La morena es bochorno en quien se encierra
El estío y canícula abrasada,
Aspid es la bermeja y comun guerra.
Ang.
¿Y la hermosa?
Peyr.
Serpiente disfrazada.
Ang.
Basta, no digas más, calla, villano.
Peyr.
Ántes por decir mal soy cortesano.
Ang.
¡Que no haya reparado en mi hermosura!
Corrida estoy, villano, ¿si eres hombre?
Peyr.
Mi mujer lo dirá, y será ventura
Que pueda mi mujer darme ese nombre,
Por hombre me juntó con ella el cura,
No sé si ya lo soy, y no os asombre,
Que suele haber transformacion en esto;
Mirad en el peligro en que estoy puesto.
Ang.
Echalde al mar.
Peyr.
¿Al mar?
Ang.
Sí.
Peyr.
Nado poco
Y me podré ahogar.
Brun.
Gentil simpleza.
Ang.
Tirad con él.
Peyr.
Podré decir que toco
Mayor crueldad en la mayor belleza.
Ang.
¿Bella soy? aguardad.
[p. 369]Peyr.
Tornarás loco
Al más libre de amor; naturaleza
Tan soberana en tí se satisfizo,
Que haciendo una mujer, un ángel hizo.
Ang.
Eso vida te da.
Peyr.
Diré, señora,
Pues hoy con tu piedad me lo aconsejas,
Bien de toda mujer cristiana y mora,
Coronista desde hoy soy de las viejas,
Concetos son las flacas desde agora
Del ingenio más culto, y las bermejas
Oloroso azafran, las gordas lecho
Que para el apetito amor ha hecho.
Ang.
Basta, pues vivo estás.
Peyr.
Los piés te beso.
Ang.
Aguarda, ese vestido le desnuda
Y ese tuyo le da.
Peyr.
¿Qué haces en eso?
Ang.
No repliques.
Peyr.
Hoy moro soy sin duda,
De pena mi mujer perderá el seso.
Ang.
Mi copia lleva así para que muda
Dé á Francia admiracion y vea en ella
Que la viene á cercar muerte tan bella;
En París á los Pares la presenta,
Generosa ocasion de mi venida,
Que por la relacion amor se aumenta,
Siendo de las potencias homicida,
Y si no habla el pincel, mis partes cuenta,
No dejando á tu voz frances con vida.
[p. 370]Brun.
Si es de la vista objeto la belleza,
¿Quién tendrá en tu retrato fortaleza?
Atal.
Ya viene todo el campo á recibirte,
Alternando dulzainas y anacoras.
Ang.
Desnuda ese frances para vestirte,
Y mándale adornar de galas moras,
Libre, cristiano, así podrás partirte.
Peyr.
Cuentes eternidades en vez de horas.
Ang.
Véte en paz.
Peyr.
¿Quién diré, señora, que eres?
Ang.
La venganza de todas las mujeres.
(Váyanse, tocando.)
DOÑALDA Y FLOR DE LIS.
Doñ.
Ya, prima, llegó el dia
de la ventura mia,
Ya soy rica y dichosa,
De don Roldan esposa,
Pues hoy lograrse veo
En vínculo dichoso mi himeneo.
Flor.
Mérito es tu hermosura
De tan alta ventura,
Aunque tal vez en ella
Obra infeliz estrella,
Pension siempre tirana
Que paga al tiempo la hermosura humana.
Doñ.
Hoy flor de lis he sido;
Pues tal suerte he tenido
En la ventura fea,
[p. 371]Siempre en amor lo sea,
Si para ser dichosa,
Tanto vale con él no ser hermosa.
La priesa y el cuidado
Poco lugar me han dado.
Flor.
Danle á cuanto te pones
Tus divinas acciones
Tal agrado y belleza,
Que es ya el descuido en tí naturaleza.
ASTOLFO.
Ast.
Ya el emperador, Doñalda,
Acompañando á tu esposo
Sube con todos los grandes.
Doñ.
Perdida soy, duque Astolfo.
Ast.
Perdida ¿de qué?
Flor.
Las rosas
Que dando púrpura al rostro,
Se deshojan en él, dicen
Que es efeto vergonzoso.
Doñ.
Aunque me alegro, el recato
En tal accion es forzoso;
Y así si en mi amor me animo,
En mi honestidad me encojo.
Flor.
Tal belleza merecia
Tal valor.
Ast.
Ya el rumor oigo
De la guarda.
Doñ.
Estoy perdida.
[p. 372]Flor.
No te pierdas por tan poco.
CÁRLOS Y ROLDAN.
Rold.
¿Es posible, amor, que soy
Contigo una vez dichoso?
No lo creo, vive Dios,
Aunque lo veo y lo toco.
Flor.
Llega á mi padre.
Doñ.
¡Ay amiga!
Mil necedades propongo,
Turbada.
Flor.
Las necedades
Puedes dejar para el novio.
Doñ.
Déme vuestra majestad
Su mano.
Cárl.
Serán forzosos
Los celos en vuestro primo,
Si os doy la mano.
Rold.
Hoy mejoro
Mi fortuna, y hoy amigos,
Gustos y esperanzas logro.
¡Dichosas penas de amor!
Cárl.
En tan digno matrimonio
Estriba, Doñalda bella,
La paz de mi reino todo,
Pues se sosiegan en él
Los tumultos y alborotos,
Que han alterado estos dias
Mi quietud y mi reposo
[p. 373]Gozaos los años del ave
Que en holocausto oloroso,
Como la flor se renueva,
Bañada de nácar y oro.
Doñ.
Y vos dilateis, señor,
Á los climas más remotos
Vuestro imperio soberano.
Rold.
Pues vuestro desde hoy me nombro,
Yo cumpliré esa palabra,
Por vos haciendo los golfos
No conocidos, alfombras
De sus piés, y á sus heroicos
Renombres dando inmortales
Láminas, del tiempo oprobio,
Para que conozca el mundo
Con admiracion y asombro,
Que es por vos, el Magno Cárlos,
El señor más poderoso.
Cárl.
Basta teneros á vos
Por mi Atlante, en cuyos hombros
Estriba mi monarquía.
Doñ.
Los dos vuestra hechura somos.
Cárl.
Daos las manos.
Doñ.
Don Turpin
Falta.
Rold.
No faltan estorbos
Jamas en mi bien.
Cárl.
Llamaldo;
Conde, ¿no os juzgais dichoso
Con tal premio?
[p. 374]Rold.
Es el ingenio
Para encarecerle corto,
Que como es accion del alma,
Y el alma donde la copio
Es materia celestial,
Por incomprensibles modos,
Decirlo sin ofendella
Será tan dificultoso,
Cuanta distancia hay del alma
Al cuerpo grosero y tosco.
REINALDOS.
Rein.
¿En Francia tanto descuido,
En peligro tan notorio?
Aparta.
Cárl.
¿Quién habla así?
Rein.
De veros ansí me corro,
Agora saraos y fiestas,
Hijas de la infamia y ocio,
Agora galas y plumas,
Del aire civil adorno,
Agora bodas, agora...
Rold.
¿Vienes, don Reinaldos, loco?
Aquí está su majestad,
Y estoy yo.
Rein.
Ya te conozco.
Rold.
¿Sabes que soy don Roldan?
Rein.
Ya, conde, lo sé.
Rold.
Pues ¿cómo
[p. 375]Tan locos atrevimientos
Hablas cuando me desposo?
Yo con galas y con plumas
Más al imperio le importo,
Que tú con planchas de acero,
Todo orgullo y miedo todo.
Estas plumas que á los aires
En piramidal estorbo,
Tal vez son lisonjas suyas,
Y tal vez rayos de Apolo,
De las alas de la fama
Para el sombrero las corto,
Que yo sólo le doy plumas,
Y así mis plumas le tomo.
Rein.
Serán de las que desecho.
Cárl.
¿Así se pierde el decoro
Á mi majestad?
Rein.
Señor...
Rold.
Señor...
Cárl.
Basta, que me enojo;
¿Á vos os parecen mal
Galas y bodas?
Rein.
Los roncos
Ecos de trompas y cajas
Os respondan, y los moros
Que las riberas ocupan
Del Rhin, que en abismos hondos
Les dió por montes de plata,
Pasadizos luminosos.
Ya pisa á Francia Agramante,
[p. 376]Que como Jason en Cólcos,
Piensa atropellar en ella
Los dragones y los toros.
Cien mil soldados ocupan
Ya sus montañas y sotos,
Que parecen á la vista,
Entre los laureles y olmos,
Erizos, que coronados
De los silvestres madroños,
Sacuden por la campaña
Pedazos de coral rotos.
Yo los he visto, y pensé,
Con los colores vistosos,
Que eran escuadron de abejas,
Cuando en los piquillos corvos,
De diamante y de rubí
Desperdicios olorosos,
En escuadrones volantes,
Dan á los preñados corchos.
Muchos reyes le acompañan,
Que en el paganismo todo
No ha quedado hombre valiente
Ni príncipe poderoso;
Tambien mujeres le siguen,
Que en alfanas, como copos
De argentada y blanca espuma,
Ninfas parecen en rostros
De mármol, á quien dió el arte
Espíritu generoso;
Y en la mayor hermosura,
[p. 377]Que se vió en humano rostro,
Viene el desden más ingrato
Que pudo engendrar el ódio;
El milagro del Oriente,
Donde amor, jamas piadoso,
Leyes promulga en los labios,
Rayos divulga en los ojos,
La sirena del Catay,
Y el angélico tesoro
De sus Javas perlas hace
Cuanto sirte y cuanto escollo;
Que es, si perla en hermosura,
En crueldad peñasco sordo.
Amor y Marte nos cercan,
Cuando en sabrosos coloquios
Roldan está entretenido,
Y en discursos amorosos;
Opresa está Francia, Cárlos,
Evidente testimonio
Del ocio en que nos sepultas.
El peligro te propongo
Para que al paso le salgas,
Que cuando me lleves solo,
Yo les haré que al mar vuelvan
Con paso tan presuroso,
Que se maten y se aneguen,
Unos tropezando en otros.
Rold.
No coloquios del tálamo afeminan
Mi corazon gentil, mi heroico pecho,
Que estos ojos son montes que fulminan
[p. 378]Rayos de horror que en mi furor se han hecho,
Y aunque en los de Doñalda se iluminan,
Y en ellos vivo alegre y satisfecho,
No aniquilan mi sér sus ojos bellos,
Que ántes me ofrece espíritus en ellos.
Y si tú, don Reinaldos, bastas solo
Para oprimir la bárbara arrogancia,
Como del cielo es la deidad Apolo,
Ya sabes que soy yo el valor de Francia,
Á mi voz gime el mar y tiembla el polo,
Y esto en Roldan no es bárbara arrogancia,
Pues ya visto me habeis en paz y en guerra
Echar de un puntapié hasta el sol la tierra.
Y así para que el campo de Agramante,
Desbaratado al mar en tropas vuelva,
Una voz mia sobra, que es bastante,
Para que en polvo y nada se resuelva;
Yo haré que ese bellísimo diamante,
Que hoy con sus pinos se traduce en selva,
Desatado en las leyes de su orilla,
Átomos le dé al sol, astilla á astilla.
Y esto todo ha de ser con tanta priesa,
Que deshecho y vencido el africano,
Sin que el tálamo deje la Condesa,
He de volver á merecer su mano;
Éste es valor y cólera francesa,
Éste esfuerzo gentil y honor cristiano,
Ésta es lealtad que á las demas contrasta,
[p. 379]Y ésta es accion de don Roldan, que basta.
Perdonad, dulce esposa, que ya vuelvo,
Que sólo voy á echar de Francia al moro,
Que á empresa tan gloriosa me resuelvo,
Sólo porque os estimo y os adoro;
En vuestras perlas mi valor envuelvo,
Que esfuerzo le infundís con vuestro lloro,
Y una lágrima sólo hará en mi pecho
Más que la sangre ni el furor han hecho.
Vos, supremo señor, pues me adelanto,
Puesto que don Reinaldos tanto vale,
Dulce y tranquila paz gozad en tanto,
Que en mí todo el poder de Francia sale;
Que porque como el sol despues del llanto,
Doñalda entre mis brazos se regale,
Voy de presto á expulsar sus gentes todas
Para volver á celebrar mis bodas.
Cárl.
Conde, aguardad.
Rold.
Señor, decir haciendo
Sabe el Conde no más.
Rein.
Loca arrogancia.
Rold.
Temeridades son cuantas emprendo,
Y así por temerario me honra Francia,
Quédese el reportado, previniendo
Juntas la libertad con la ganancia.
Rein.
Reinaldos soy.
Rold.
Yo don Roldan.
Cárl.
¿Qué es esto?
Rein.
Tú impides mi furor.
Rold.
Tú ley me has puesto.
[p. 380]Rein.
Yo te sabré buscar.
Rold.
Y yo aguardarte.
Rein.
Quién eres veré allí.
Rold.
Y veré quién eres.
Rein.
Decírtelo sabré.
Rold.
Y sabré matarte.
Rein.
Y yo hacerte pedazos.
Rold.
Si pudieres.
Rein.
Frances Júpiter soy.
Rold.
Yo frances Marte.
Rein.
Pues espérame.
Rold.
Mira que me esperes.
Rein.
Ya te voy á buscar.
Rold.
Pues vén.
Cárl.
¿Qué es esto?
Rein.
Tú impides mi furor.
Rold.
Tú ley me has puesto.
Cárl.
Dejaldo y quedaos conmigo,
Mirad que me enojaré.
Rein.
Siempre ocasionado fué
Don Roldan.
Cárl.
Es vuestro amigo.
Doñ.
Siempre, Flor de Lis, temí
En mi amor este suceso,
Poco siento, pues el seso
No vengo á perder aquí;
Que á estorbar mi casamiento
Viniese el moro.
Cárl.
Ofendido
Estoy de que haya tenido
[p. 381]Tan bárbaro atrevimiento.
¡Á mí Agramante se atreve!
¿No sabe que Cárlos soy?
Aunque coronado estoy
De rica y peinada nieve,
Tiemble á Carlo Magno el moro;
Sean por los aires claros
Mis soberanos labaros,
Pensiles de lilios de oro,
Salga en soberbio escuadron
La franca caballería
Dándole espejos al dia
Y al bárbaro confusion.
Ast.
Vil sacrificio han de ser
De los peces, con notable
Afrenta y triunfo admirable
De tu invencible poder.
Cárl.
Toda Francia se convoque
Y mi majestad se vea.
Rein.
Tu fortuna en tí pelea
Cuando el moro te provoque.
Cárl.
Hoy he de salir de aquí.
Ast.
Y hoy te espera la vitoria.
Cárl.
Todo triunfo y toda gloria
Á Dios se debe, y no á mí.
Doñ.
¿Qué he de hacer yo?
Flor.
Consolarte.
Doñ.
Morir dijeras mejor.
Cárl.
Doñalda lo que fué amor
Ya se ha convertido en Marte;
[p. 382]Todo es guerra.
Doñ.
Y todo es lloro.
Rein.
Sin causa ese sol se esconde,
Ya vuelve, Doñalda, el Conde,
Que fué á castigar al moro.
Doñ.
Como lo dice lo hará.
Rein.
Si lo hace como lo dice
El llanto se contradice.
Doñ.
Don Reinaldos, bueno está,
Si es envidia.
Cárl.
Al moro espante
Mi poder en su arrogancia.
Rein.
Viva Cárlos.
Todos.
Viva Francia.
Cárl.
Dios viva.
Todos.
Y muera Agramante.
(Váyanse.)
MARTINELA Y VILLANOS, armados.
1.º
Venimos bien.
2.º
Quedo, paso,
Que nos podria sentir.
3.º
¿Moro?
1.º
Yo le vi venir
Por el monte.
2.º
Extraño caso.
3.º
¿Moro de la morería?
Mart.
Y se metió en la cabaña,
Cuya catadura extraña
Espanto y miedo ponia.
[p. 383]3.º
¿Moro amorado?
1.º
Tan moro
Como mi rocin.
2.º
Muy ruin,
Si es como vuestro rocin,
Será el moro.
1.º
Con decoro
Dél hablad, que aunque está flaco,
Fué el rocin gran corredor.
2.º
Si no es el moro mejor
Que el rocin, es muy bellaco.
3.º
¿Cómo son los moros?
2.º
Son
Como alimañas.
1.º
¿Y en pié
Se tienen y andan?
3.º
Á fe.
2.º
Dijo el cura en un sermon
Que los moros no creian
En Dios, ni que eran cristianos.
3.º
¡Oh ladrones luterianos!
2.º
Y dijo que no comian
Tocino.
1.º
¡Qué desatino!
Yo por eso los quemára,
¿Y cómo tienen la cara?
2.º
De hombres que no beben vino.
3.º
¿Que vino no beben?
2.º
No,
Agua piden que les den.
[p. 384]3.º
No puede un hombre de bien
Ser moro.
1.º
Á lo ménos yo
No lo fuera, aunque me hicieran
Rey.
Mart.
¿No vamos á matar
Al moro?
3.º
¿Y quién ha de entrar
Primero?
2.º
Yo, mas ¿si fueran
Dos los moros?
1.º
¿Temes ya?
2.º
Tener el moro presente
Espanta.
3.º
Siempre es valiente
El que léjos de él está,
Cuantos matamoros son
En su patria léjos de ellos,
Que si llegáran á vellos,
Fueran de tu condicion.
2.º
Lleguemos en tropa así.
3.º
Dice bien, todos lleguemos.
2.º
¡Ay!
1.º
¡Ay!
3.º
¡Ay! dos moros vemos.
2.º
Yo más de ochenta vi.
1.º
Toca á rebato, Guarino.
3.º
Lo peor es el temelle;
Voto al soto, que he de velle,
Ya que el moro á Francia vino.
[p. 385]Entrad callando tras mí,
Tened el resuello más.
2.º
Poneos, Guarino, detras
Si habemos de entrar así.
Mart.
Llegad, que durmiendo está.
1.º
Pues el moro está dormido,
Echémosle el lazo y muera.
2.º
Ya está en el lazo.
Mart.
Guarino,
Tiremos agora.
Tiren y saquen á PEYRON, arrastrando, de moro.
Peyr.
¡Cielos!
¿Qué es esto?
3.º
Vuestro castigo.
Peyr.
¿Por qué delito?
2.º
¿Os parece
Ser moro poco delito?
Peyr.
No soy moro, Peyron soy.
3.º
Oh hi de puta. Peyron dijo.
Mart.
Apretalde.
Peyr.
Martinela,
¿No me conoces?
2.º
¡Qué hocico
Tiene el bellaco!
Peyr.
Que soy
Peyron, vive Jesucristo.
1.º
Tened, que dice verdad.
2.º
Peyron es; Peyron amigo.
[p. 386]3.º
Que lo quise decir yo.
Peyr.
Á tardaros en decillo
Algo más, ya mi pescuezo
Un palmo hubiera crecido.
¿Por qué me dabas la muerte?
Mart.
Por moro.
Peyr.
¿Y á tu marido,
Perra, apretabas así
Conociéndole?
Mart.
Es lo mismo
Ser marido que ser moro.
Peyr.
Mucho me he holgado de oillo,
Y así yo os cautivaré
Y os daré el mismo castigo.
1.º
Peyron, ¿quién te vistió así?
3.º
Pardios que es el traje rico.
Peyr.
No me parece muy bien.
1.º
Estás muy galan.
Peyr.
Judío
Parezco de la pasion.
Mart.
Tienes cara de un Longínos.
Peyr.
Con un moro, que durmiendo
Está entre aquellos alisos,
Estos hábitos troqué,
Y él se puso mi vestido,
Que así encubierto á París
Camina con un hechizo
Del mundo, con una mora,
Un milagro y un prodigio
De los hombres, que en un lienzo
[p. 387]Sin alma parece vivo;
Al fin es una mujer
Que habra sin habrar, que ha sido
La primer mujer del mundo
Que habrando callando he visto.
1.º
No se parece á la mia,
Porque habra por veinte y cinco.
Peyr.
Ni á la mia, que habra siempre,
Y habrando siempre habra á gritos.
Mart.
Vos queríades que fuera
Muda yo para sufriros,
Malos años y mal mes;
Basta que os regalo y sirvo.
Peyr.
Este es su quedo, que así
Habra cuando habra pasito.
2.º
¿Y adónde ese mostro lleva?
Peyr.
De hermosura, bien has dicho:
Á cazar con él los hombres,
Y ha sido muy necio albitrio,
Que á ser médico pudiera
Matar con ménos peligro
Y con más certeza.
BRUNELO, con un retrato.
Brun.
Aquí,
Por la hermosura del sitio
Y lo espeso de los olmos,
Del valle penachos ricos,
El retrato he de poner,
[p. 388]Pues marchar el campo miro
De Cárlos y de Agramante.
Peyr.
Este es el moro que digo,
Y aquel lienzo es la mujer.
3.º
Gran bien fuera si contino
Estuvieran las mujeres
Así arrolladas.
Peyr.
Los siglos
Andan tales, que lo están
Despues que han dado en ser lindos
Los hombres, poniendo sólo
Todo el amor en sí mismos.
2.º
Yo los quemára, por Dios.
Peyr.
Lleguemos á recibillo.
Brun.
Oh amigo, huelgo de hallarte,
Que el estruendo y el ruido
De los campos me despiertan.
Peyr.
Aquí en cimientos pajizos
Está mi edificio pobre,
Riendo los edificios
De pórfidos y alabastros,
Donde entre toscos pellicos
Tendréis quietud y sosiego,
Y agora, amigo, os suplico
Que nos enseñeis á todos
Ese milagro.
Brun.
Serviros
Quiero, y para que os espante,
En este tronco le fijo.
3.º
¡Válgame Dios!
[p. 389]1.º
Hinca en tierra
Las rodillas.
3.º
Ya las hinco.
Peyr.
Daos en los pechos.
2.º
¿Es santo?
3.º
Siempre has de habrar desatinos,
Santo es, pues está pintado.
Mart.
¿Tambien hay santos moriscos?
3.º
¿Pues no?
Peyr.
¿No veis que es mujer,
Mentecatos?
2.º
So un pollino.
3.º
Que lo quise decir yo.
MEDORO, galan, Y DOS MOROS.
1.º
Él es rostro peregrino.
Med.
Soberbio el campo de Cárlos,
Dando al sol cruces y lilios,
Atemoriza y espanta
Y la rüina colijo
De Agramante, al mar me vuelvo
Por este incierto camino,
Que el peligro es manifiesto.
M. 1.º
Los dos tambien te seguimos,
Que locos y temerarios
Solicitan los peligros;
Pero ¿qué deidad es ésta,
Que absortos y sin jüicio
Éstos están venerando?
[p. 390]Peyr.
Moros son, yo soy perdido.
1.º
Y yo.
2.º
Huyamos.
Mart.
Peyron.
Peyr.
Corre.
Mart.
¿Ese es amor?
Peyr.
Es lo mismo
Ser marido que ser moro,
Y así á los moros os fio.
(Váyanse.)
Med.
¿Dejáronnos los villanos?
M. 2.º
El temor alas les hizo,
Uno se quedó.
Med.
Será
Del retrato el paraninfo.
M. 2.º
Lleguemos, Medoro, á vello.
Med.
Pararnos es desatino
Á admirar lisonjas cuando
De tan gran peligro huimos.
M. 1.º
Llega: ¡belleza admirable!
Med.
¿Quién es esta mora?
Brun.
Escrito
En su deidad tiene el nombre.
Med.
Los pinceles y los libros
Encarecen lo que quieren.
M. 2.º
Rara belleza, excesivo
Valor de pincel notable.
Med.
Pues á mí me ha parecido
Más arrogante que bella.
M. 1.º
Eres, Medoro, un Narciso,
[p. 391]Y sólo en tí te contentas.
Brun.
Mal gusto tiene el que altivo
Esta admiracion desprecia.
Med.
Quede por mal gusto el mio,
¿Quién es ésta?
Brun.
Este epitafio,
Ya que su aspecto divino
No os lo dice, os lo dirá,
Que éste es sol á quien los indios
En sus dos Javas veneran.
Med.
Indios al fin.
Brun.
Oye.
Med.
Dilo.
Brun.
(Lee.) La bella Angélica soy,
Reina del Catay nací,
Amor no triunfa de mí,
Y de amor triunfando estoy.
ROLDAN, armado.
Rold.
Al africano escuadron,
Para no ser conocido,
Me acerco de aquesta suerte.
Med.
Miren si con causa digo
Mal de esta arrogancia hermosa,
De amor dice que es martirio
Y que ella no le conoce.
Rold.
Sin duda es el paraíso
Este valle, pues sus plantas
Dan ángeles.
[p. 392]Med.
Dí, ¿qué quiso
Esta bárbara cataya
Decir en esto?
Rold.
Escondido
En estos árboles quiero,
Pues los moros no me han visto,
Admirar esta belleza.
Brun.
Quiso decir á los riscos,
Á las plantas, á las fieras
Y á los hombres, el aviso
Y estudio particular,
Excediéndose á sí mismo,
Que puso en tan alta forma
El cielo para advertirnos,
En su belleza inefable,
Su omnipotencia.
Med.
Maldigo
La soberbia y el retrato
Y el original, que ha sido
Ocasion de detenernos,
Probaré el alfanje limpio
En ella, pues el retrato
Dices que es tan parecido.
M. 1.º
Tente.
Med.
Compasion no tengas
De esta arrogante.
Rold.
Sufrillo
No puedo. Bárbaro moro,
Vil, cobarde, mal nacido,
Que noble no puede ser
[p. 393]Ni valiente el que por vicio
Emprende locas empresas.
¿Dí qué ocasion te ha movido
Á profanar la belleza
Que le da espíritu altivo?
¿Para una mujer pintada
El alfanje empuñas?
Med.
¿Vino
Este frances de las nubes?
Huyamos.
M. 2.º
Ha de seguirnos.
Med.
Muerto soy.
Rold.
Véte, cobarde,
Que enojado no te miro
Y no te mato esta vez
Por no estrenarme contigo,
Que fuera á mi vencimiento
Darle cobarde principio;
Véte, y déjame el alfanje,
Vil accion del sacrificio
Que á tu inadvertencia hacias.
Med.
Á tus piés, frances, le rindo.
Rold.
¿Cómo es tu nombre?
Med.
Medoro.
Rold.
¿Medoro?
Med.
Medoro.
Rold.
Escribo
En la memoria el Medoro
Para afear el delito;
¿Eres soldado?
[p. 394]Med.
Del campo
De Agramante entretenido.
Rold.
Si son tales los soldados,
Vitorioso le imajino.
No te quiero preguntar
La calidad, que ya has dicho
Quién eres, que de la sangre
Son las obras los testigos;
Véte, Medoro adamado,
Y á Agramante le da aviso,
Y á Gradaso y Rodamonte,
De que has estado conmigo.
Med.
¿Con quién diré?
Rold.
Con Orlando.
M. 2.º
¿Orlando? somos perdidos.
Rold.
Véte y mira que te acuerdes,
Moro, de este beneficio.
Med.
Sepultaréme en las naves.
Rold.
Id sin temor, que no os sigo.
(Váyanse.)
Brun.
¿Por qué no le diste muerte
Al bárbaro presumido?
Rold.
Soy como el rayo, que doy
En los sacros obeliscos,
Y las cabañas perdono.
Brun.
Es para el intento mio
Esta famosa ocasion,
Que si á este frances incito,
Y se le dejo, será
Un hermoso basilisco
[p. 395]De los Pares.
Rold.
¿Dónde llevas
Esa copia?
Brun.
Peregrino,
Aunque vengo disfrazado,
Soy en el pincel, y elijo
Bellezas en que excederme.
Rold.
¿Vives de eso?
Brun.
De esto vivo.
Rold.
Desdicha tienes, que ya
El ser ingenio es castigo.
¿De quién es este retrato?
Brun.
De la tirana Calipso
De Oriente, de la mujer
Que trae, señor, perdidos
Seis reyes.
Rold.
Buen gusto tienen.
Toma para ella este anillo,
Cárcel de aqueste diamante,
Piedra rica, y que la estimo
Por ser prenda de una dama
Á quien las potencias rindo.
Brun.
¿Y á quién diré que lo dejo,
Que así mi nombre acredito?
Rold.
Á Orlando, señor de Anglante.
Brun.
Ya por el nombre te admiro.
Rold.
Véte en paz.
Brun.
Bien negocié.
(Vase.)
Rold.
¡Que haya en mi pecho infundido
[p. 396]Un lienzo tan grande fuego!
Mas de la camisa se hizo
Del Centauro, pues me abrasa
Tan infernal apetito.
La bella Angélica soy,
Del ángel de mi albedrío;
Reina del Catay nací,
Y por mi mal has nacido;
Amor no triunfa de mí,
¿Cómo ha de triunfar, si el niño
Por tí es soberano Dios
En los rayos del Olimpo?
Y de amor triunfando estoy,
No es mucho, pues has podido
Sacar del pecho á Doñalda,
Y ocupar su lugar mismo.
Rara y divina belleza,
En tí ciego y muerto en él,
No sé si admire el pincel,
Ó admire á naturaleza,
Porque es tanta la grandeza
Que llega á perfeccionarte,
Que imagino que copiarte
Tan valiente no pudiera,
Si gentil no se valiera
Naturaleza del arte.
Mas si admiracion igual
Causa en mí la estampa propia,
Que me detengo en la copia
Sin ver el original,
[p. 397]Angélica celestial,
El alma en tu esencia pura,
Satisfacerse procura,
Constante, amorosa y fiel,
Viendo en tí si es del pincel,
Ú del cielo esta hermosura.
ATALANTE, viejo, y ANGÉLICA.
Atal.
Ya los dos escuadrones
Iris al sol le dan en sus pendones,
Y plantados se miran
Con tanta majestad que al mundo admiran.
Ang.
Miserable cristiano,
Hoy perderás el nombre soberano,
Que no hay valor bastante
Que á Angélica resista ni á Atalante.
Atal.
La vitoria asegura
África en mí, y el triunfo en tu hermosura;
Yo alterando los vientos,
Por ellos sembraré monstros sangrientos,
Y en esos horizontes
Haré juntar ejércitos de montes.
Ang.
Tu poder, Atalante,
El mundo reconoce.
Atal.
No te espante
Cosa que veas.
Ang.
Digo
Que segura, Atalante, estoy contigo,
Pues tu conjuro eterno,
Ley es del mar, y cetro del infierno.
[p. 398]Atal.
Más puede tu belleza,
Pues contigo gentil naturaleza,
Con poder tan profundo
Quiso formar la confusion del mundo,
Y puesto que me excedes,
Y en tu figura vas, desde aquí puedes
Registrar reclinada
El campo del cristiano, cuya espada
Tiembla al alfanje moro;
Que en prueba que te estimo y que te adoro,
Mi encantado castillo
Aquí he de fabricarte sin decillo.
Pero mira el cometa,
Que en la media region se hace planeta,
Que del cristiano ciego,
Dice la confusion con voz de fuego.
(Aparece una serpiente.)
Ang.
Parece que se abrasa
El aire con sus rayos; ¿mas qué casa,
De dórica hermosura
Levanta al sol gigante arquitectura?
¡Atalante! ¡Atalante!
Piedras son, ¿quien vió encanto semejante?
No es imágen del viento,
Ni liviana ilusion del pensamiento;
Puerta es ésta, y aquéllas
Ventanas en que el sol ve las estrellas;
Quiero aquí reclinarme,
Pues puede este castillo asegurarme.
(Duérmase.)
[p. 399]ROLDAN.
Rold.
Despues que buscando voy
Al bárbaro Rodamonte,
De todo aqueste horizonte
Lince impenetrable soy;
Monstro arrogante, aquí estoy
Acreditando tu fama,
Vén y sabrás quién te llama,
Un frances soy, mas ¿qué es esto?
¿Cuando le espero, en el puesto
Por él se ofrece una dama?
El ángel debe de ser
De este soberbio castillo,
Mas ¿quién podrá combatillo
Si le sale á defender?
Pero ¿no es esta mujer
El objeto celestial
De mi bien y de mi mal?
Mostrarme el cielo ha querido
Que humana la copia ha sido,
Y suyo el original.
No quieras, mujer, mayor
Arrogancia en tu hermosura,
Pues matas de amor, pintura,
Y muerta, matas de amor;
Mas si morir es mejor,
De una vez dame el veneno,
Con que á morir me condeno,
[p. 400]Que es morir de desdichado,
Beber en vaso penado
Que está de tósigo lleno.
Despierta.
Ang.
¡Ay de mí! ¿Quién eres?
Rold.
Soy, escucha y no te asombres,
El planeta de los hombres,
Si tú el sol de las mujeres;
Y esto, si advertirlo quieres,
Por tí en mí lo puedes ver,
Pues como el cielo en tu sér
Se agradó y se satisfizo,
Hacer en mí otro sér quiso,
Que te pueda merecer.
Ang.
¡Hombre merecerme á mí!
Más arrogante es mi estrella,
Porque desde que soy bella,
Ingrata y soberbia fuí:
Suelta.
Rold.
Es imposible; aquí
Si el cielo con su poder
Iguales nos pudo hacer,
Y pues somos un sér ya,
El dividirnos será
Partir la esencia del sér.
Ang.
¿Sabes quién soy?
Rold.
Sin sabello
Lo sé, porque el inclinarme
Á tí, pudo declararme
Lo que yo dudaba en ello.
[p. 401]Yo el más fuerte, y tú el más bello
Objeto que el cielo hacer
Pudo, venimos á ser,
Y así en lazo superior
Nos quiso juntar amor
Para dárnoslo á entender.
Ang.
¿Quién eres?
Rold.
El que atropella
El mundo.
Ang.
Corrida estoy;
¿Sabes que Angélica soy,
Que llama el mundo la bella?
Rold.
Sé que eres deidad y estrella,
Mas sabe...
Ang.
Ya estoy temblando.
Rold.
Que yo soy el Conde Orlando.
Ang.
¡Ay de mí!
Rold.
¿Qué hay que te espante?
Tu esclavo soy.
Ang.
¡Atalante!
(Saque el brazo y arrebátela, y escóndese.)
Atal.
Contigo estoy.
(Váyanse.)
Rold.
¿Cómo ó cuándo
De mis brazos se escapó?
¿Por dónde, Amor, se me fué?
El castillo postraré,
Si en el castillo se entró.
Corintias molduras, yo
Soy el alma de la bella,
[p. 402]Perdonad que entro por ella,
Sin respeto y sin decoro
Á los artesones de oro.
Dent.
Frances loco, no has de vella.
Rold.
¿Cómo, si no están seguros
Los muros de mi furor?
Orlando soy con amor,
Postraré diamantes duros;
Mas ¡ay de mí! que los muros
Se desvanecen, y veo
Un abismo horrible y feo;
Mas, pues en esta ocasion
No logré la posesion,
Acabe con el deseo.
[p. 403]
Tocan chirimías y salgan REINALDOS, con espada y rodela, armado, y despues ROLDAN.
(Dentro.) ¡Victoria, Francia, victoria!
Rein.
¿Así os retirais, cobardes?
¿Para huir rompeis abismos
De cristal, surcando mares
No conocidos? salid,
Y cuerpo á cuerpo se acabe,
En vuestra soberbia loca,
Empresa tan arrogante.
Rey de España, Ferraguto,
Si el Bétis te dió en su márgen
El valor con que sus hijos
Nacen fuego y rayos nacen,
Sal á batalla conmigo,
Y ansí la deidad no agravies
Española; pero tienes
[p. 404]Más que de español, de alarbe.
Sal, tigre con alma, monstruo
De la Libia inhabitable,
Que felpas de brutos vistes,
Y conchas de peces traes.
Á tí, Mandricardo, digo,
Á tí, membrudo gigante,
Rey de Sarza, Rodamonte,
Á tí, Gradaso, que sabes
Forjar rayos de los fresnos,
De los abetos y sauces,
Reinaldos soy; salí, moros.
Nadie espera, nadie sale,
Nadie á Reinaldos se atreve,
Nadie viene, no oye nadie;
¿No hay quien se mate conmigo?
Rold.
Habrá, al ménos, quien te mate.
Rein.
¿Quién?
Rold.
Yo.
Rein.
¿Tú?
Rold.
Yo, que te busco
Todo hoy, mas no te hallo tarde,
Pues darte, Reinaldos, muerte
Para mí es cosa tan fácil;
Ya á morir te apercibe,
Que no quiero que me aguarden
Los moros que matar pienso,
Que soy cortés y agradable.
Déjate luégo morir
Para que pase adelante;
[p. 405]Que cuando tal prisa tengo,
No es justo que en tí repare.
Muérete luégo.
Rein.
¿Quién puede,
Si áun el cielo no es bastante,
Matarme á mí?
Rold.
Roldan solo.
Rein.
¿Cómo?
Rold.
Con sólo mirarte.
Rein.
¿Eres basilisco?
Rold.
Infierno
Soy cuando llego á enojarme.
Rein.
Ya me miras, y estoy vivo.
Rold.
Es la compasion tan grande
Que te tengo, que me obliga,
De lástima, á perdonarte;
Que si con rigor la vista
Desatára de la cárcel
De los ojos, ya te hubiera
Traducido en tantas partes,
Cuantos átomos el sol
Hace lisonja del aire.
Rein.
Yo la amistad te agradezco,
Pero ya, arrogante, sabes
Que puedo con una voz,
Si me enojo, hacer que bajes
Al infierno.
Rold.
¿Son tus voces
Como pecados mortales?
Rein.
Bueno está, que éste no es tiempo
[p. 406]De locuras y donaires.
Rold.
¿Yo donaires? ¡Vive Dios,
Que de un reves te levante
Tan alto, que cuando vuelvas,
Tan trocado el mundo halles,
Que no viendo en él memoria,
Reinaldos, de tu linaje,
Halles nueva gente en él!
Rein.
¿Tan alto has de levantarme?
Rold.
Tan alto, que descendiendo
Como un rayo, un siglo tardes.
Rein.
Eso lo harás porque cuando
Descienda no pueda hallarte
Ni matarte; que tu miedo
Busca arbitrio semejante.
Rold.
Pues en el campo nos vemos,
Solos los aceros hablen.
Salga ANGÉLICA huyendo.
Ang.
Del victorioso frances,
Desbaratado Agramante,
Se retira infamemente,
¿Quién vió afrenta más notable?
Al Catay quiero volverme,
Sembrando en los Pares ántes
Cevil confusion.
Rold.
¿No es ésta
(¿Aún vives?) la hermosa imágen
Del cielo?
Rein.
Mucho, Roldan,
[p. 407]Te detienes en matarme.
Rold.
¿Que áun vives? ¿No es éste el sol
Que por lucientes celajes
De rosas y manotisas
Rayos de púrpura esparce?
Rein.
Muere, arrogante.
Rold.
Si tengo
Entre las manos el ángel
De mis potencias, ¿qué espero?
Ang.
Deste hombre quiero escaparme,
Que es el que más aborrezco;
Dame tu ayuda, Atalante.
Rein.
¿Ya te retiras?
Rold.
Reinaldos,
Cese por hoy el combate,
Que amor, para defenderte,
Desta hermosura se vale.
Si esta beldad te defiende,
¿Qué triunfo habrá que no alcances?
¿Qué imposible que no venzas?
¿Qué encanto que no contrastes?
Como delincuente has sido,
Que en la torre te retraes
Con un niño, porque así
Por su inocencia te ampare;
Matarte quise soberbio,
Mas pusísteme delante
Este espejo en que me viera
Y la cólera templase.
Angélica hermosa y bella,
[p. 408]Aguarda.
Rein.
Con semejantes
Mentiras el miedo encubres.
Rold.
Reinaldos, perdone Marte,
Que amor es mas poderoso
Cuando se atreven deidades.
Rein.
¿Por qué la espalda me vuelves?
Rold.
Por amor.
Rein.
Dí por cobarde.
Rold.
En irme sin responderte,
Puedes ver que soy amante.
(Vase.)
Rein.
¡Que sean deste dios niño
Los efetos tan notables,
Que en los invencibles pechos
Causan mudanza tan grande!
Dan voces, y sale CÁRLOS, ASTOLFO, FLOR DE LIS, DOÑALDA, de corto.
(Dent. á voces.) ¡Viva el Magno Cárlos, viva!
Cárl.
Á Dios la gloria ha de darse,
Que, pues de Dios la recibo,
Es bien que á Dios se le pague.
Rein.
Hoy al David vencedor
Elogios Micol le cante,
Pues ha librado á Israel
De la servidumbre grave
En que se juzgaba opresa,
[p. 409]Y sean sus estandartes
Láminas en San Dionís.
Cárl.
Reinaldos, el cielo os guarde
Pues en la vitoria de hoy
Teneis vos la mayor parte.
Rein.
Amigos de este valor
Han podido acreditarme,
Porque en los soldados siempre
Se admiran los capitanes.
Doñ.
Cosas don Roldan ha hecho
Tan famosas y admirables,
Que es agravio encarecellas.
Cárl.
Amor lisonjero es grande;
Hoy con la vitoria pueden
Vuestras bodas celebrarse,
Que como Marte en las guerras,
Triunfa Cupido en las paces.
Rein.
Mucho ha tardado en volver
El Conde al tálamo.
Doñ.
Ántes,
Si quisiera, hubiera vuelto,
Porque el Conde dice y hace,
Que en sus triunfos y en sus glorias
Están las dificultades,
Hasta llegar á emprendellas,
Pero emprendidas, son tales
Sus hazañas y sus hechos,
Que no hay defensa que baste.
Rein.
Con todo, ha tardado mucho.
Flor.
Hace siglos los instantes
[p. 410]Amor, y habrán con él sido
Las horas eternidades.
Rein.
No hay amor donde hay descuido.
Doñ.
El amor puro y constante
No aspira á correspondencias,
Porque en sí se satisface;
Y el amor que pide amor,
No es justo que amor se llame,
Sino villano apetito,
Hijo de bárbaros padres.
Yo amo en mí al Conde y no pido,
Reinaldos, que el Conde me ame,
Porque en sí mismo mi amor
Se contenta.
ROLDAN.
Rold.
Como el áspid
Se revolvió entre las flores
Aquel desden arrogante,
Risa del mundo y desprecio
De imperios y majestades;
Pero sólo con saber
Que no la merece nadie
Me consuelo; pero ¡cielos!
Si hombre mortal la gozase,
¿Qué fuera del mundo?
Cárl.
Conde.
Rold.
Gran señor.
[p. 411]Cárl.
Luégo se trate
De vuestras bodas.
Doñ.
Esposo,
Señor.
Rold.
¡Que á mi voz se ablanden
Los montes, y que una fiera
Más se endurezca y se encante!
Bárbaras leyes de amor,
Donde la razon no vale.
Cárl.
Venga luégo el Arzobispo.
Doñ.
Plega á Dios que no se tarde,
Porque divertido veo
Al Conde.
Flor.
Llega á abrazarle,
No quieras que su tibieza
Algunos recelos cause.
Doñ.
Aquí la resolucion,
Flor de Lis, es importante;
El decoro me perdone:
Dejad, mi bien, que os abrace.
Rold.
¿Quién sois?
Doñ.
¿Tan desconocida
Estoy?
Rold.
¡Que se me escapase
De los brazos! Prima hermosa.
Doñ.
¿No me abrazais?
Rold.
Perdonadme,
Que vengo fiero y sangriento,
Y os mancharéis con la sangre.
Cárl.
¿Dónde vais, Conde?
[p. 412]Rold.
Señor,
Si es que tengo de casarme,
Á traer el alma voy,
Que la tengo en otra parte.
Doñ.
Corrida estoy.
Rold.
Bella ingrata,
Aunque pensamientos calces,
Te he de seguir invencible,
Burlando montes y mares.
Cárl.
¿Qué es esto? ¿ha perdido el seso
El Conde?
Flor.
Por no casarse
Ha fingido estos extremos.
Doñ.
Todas las dificultades
En un punto han consistido,
Si le dejan que se pase;
Pasóse el punto aquel dia,
Que vi en el tálamo grave
Malograrse mis deseos,
Y mis glorias malograrse.
Corrida estoy, Flor de Lis,
De que así mi amor se agravie;
¡Ay hombres! ¿vuestra fe es ésta?
Flor.
Fementidos, inconstantes
Son todos.
Rein.
Condena aquellos,
Flor de Lis, que son mudables.
Flor.
El mejor maldigo.
Cárl.
Yo
Haré que os cumpla y que os guarde
[p. 413]La palabra, pues la mia
Es imposible que falte:
Préndanle luégo.
Ast.
Señor,
Si es mio el honor aquí
De mi hermana, hoy en rigor,
Volviendo por ella en mí,
Vuelvo en ella por mi honor.
Y pues en Doñalda bella
Me aniquila y atropella,
Y al justo furor me obligo,
Ha de matarse conmigo,
Ó ha de casarse con ella.
(Vase.)
Cárl.
Reinaldos, haced prender
Al Conde para evitar
Lo que puede suceder,
Ya que ha querido causar
Tal disgusto en tal placer.
Rein.
Es temerario.
Cárl.
Prudente
Le hará el rigor y obediente,
Haced que le prendan hoy,
Que si es valiente, rey soy
Y mi cetro es más valiente.
(Vase.)
Rein.
Doñalda, para que veas
La inconstancia de los hombres
Á quien obligar deseas,
Escúchame y no te asombres,
[p. 414]Y en mí el primero no creas.
Sabrás... mas no quiero agora
Afligirte más.
Doñ.
Detente.
Rein.
Llora este desprecio, y llora
Á amor que te engaña y miente,
Y un loco imposible adora.
Doñ.
Con la suspension me das
Más muerte.
Rein.
Buscando vas
Para tu pecho el veneno.
Doñ.
Tanta suspension condeno,
Muera luégo, y habla más.
Rein.
El Conde, Doñalda, adora
Á una Circe.
Doñ.
Este exceso
¿Quién le duda, y quién le ignora?
Rein.
Sin valor, sin honra y seso
Sirve...
Doñ.
¿Á quién?
Rein.
Sirve á una mora.
Doñ.
¿Qué dices?
Rein.
Que ésta es violencia
De amor en tan breve ausencia,
Y aunque es bárbaro el rigor,
Lo que te niega el amor
Lo restaura la paciencia.
Doñ.
¿Paciencia en celos pides?
¿Leyes pones al mar, y al viento mides?
¡Ay perdida esperanza,
[p. 415]Quién creyera en tal fe tan gran mudanza!
Mas no hay de qué me asombre
Si desdichada soy y el Conde es hombre:
¿Si es esta mora aquella
Que tiraniza el título de bella?
Ella será sin duda,
Que es mora del Catay, que formas muda.
¡Oh cruel furia tirana,
Arrogancia inmortal, deidad humana!
Fueras en el Leampo
Cándida perla, espíritu del campo,
Siempre líquida y neta,
Y en el Cerdan pedazo de planeta,
Y á Francia no vinieras,
Rayo de las antárticas riberas,
Á ser mujer hermosa,
Que es la perla y la prenda más hermosa.
Pero ¿qué me detengo?
¿Cómo alivio á mis celos no prevengo?
Pues el rigor me obliga,
Buscaré por el campo esta enemiga.
Perdóneme el decoro,
Que un hombre me aborrece, y yo le adoro.
(Vanse.)
CLARIDANO Y MEDORO.
Clar.
Necia es tanta piedad.
Med.
¿Quién no es piadoso
[p. 416]En tan justa ocasion? ¡ay Claridano!
Darle á mi rey depósito es forzoso,
Es digna obligacion de un pecho humano.
Clar.
El hallarle ha de ser dificultoso,
Queste, que valle fué profundo y llano,
Es pirámide ya de cuerpos muertos,
De las sombras apénas descubiertos;
Afecto es de tu amor, mas ¿cómo ú dónde
Le podemos hallar en cuerpos tantos,
Y más cuando la luna el rostro asconde
En abismos de horrores y de espantos?
Med.
Á mi amor este exceso corresponde,
Cuerpo á cuerpo he de ver, hermano, cuántos
De púrpura ó coral la muerte viste,
Que en esto sola mi piedad consiste.
Prosigue tu camino con secreto,
Para que al rosicler del alba hermosa
Pueda tener nuestra intencion efeto,
Distinguiendo la luz dificultosa.
Clar.
¿Cuándo, Medoro, fué el amor secreto?
¿Cuándo tuvo razon?
Med.
Surto reposa
El frances escuadron; llega callando.
Clar.
Ya voy en cuerpos muertos tropezando.
¡Válgame Alá!
Med.
¿Qué ha sido?
Clar.
Pisé un hombre.
Dent.
¡Arma! ¡traicion!
Clar.
Si ha sido centinela,
[p. 417]Sentidos somos ya.
Med.
¿Sabes el nombre?
Nos podría ayudar tan gran cautela.
Clar.
Siempre temí este daño.
Med.
No te asombre.
CERBRIS Y SOLDADOS.
Cerb.
Perdoname, hermosísima Isabela,
Que he de ver si es Rugero ó Rodamonte.
Clar.
Esta selva me ampare.
Med.
Á mí este monte.
Cerb.
No te podrá amparar, bárbaro moro,
Que cien soldados cercan la campaña.
Sol. 1.º
Matalde.
Med.
Si las lágrimas que lloro
Suelen vencer la furia más extraña,
Suspended el rigor, porque el decoro
Que procuro á mi rey diga esta hazaña
Tan llena de piedad y de clemencia,
Que luégo yo me ofrezco á la sentencia.
No es mi intento vivir, sólo es mi intento,
De este monte de cuerpos africanos
Darle á mi Rey glorioso monumento.
Á quien malogran cenotafios vanos,
Honrarle solicito, y sólo siento,
Sin hacerlo, morir á vuestras manos;
Dejadme ser frances, agradecido,
Y hecha tan tierna accion la muerte os pido.
[p. 418]Cerb.
Tened, no le ofendais; dime quién eres,
Y dime la ocasion que á esto te incita.
Med.
Un moro humilde soy, de quien ponderes
Noble piedad, de bárbaro no escrita;
Si mi nombre y mi patria saber quieres,
Él es Medoro, y ella es Tolomita,
Que entre muchos dejé mi patrio suelo,
Siguiendo al Rey de Almonte, Dardinelo,
Mi hermano, que en la caza le servía.
Al elegir yo el monte y él la selva,
Que deshace el temor la compañía,
Si no hay pecho ó valor que se resuelva
Conmigo solo á sepultar venía,
En obelisco de menuda hierba,
Su mal lograda edad, cuando saliste,
Y acto tan generoso suspendiste.
Y así, ilustre frances, pues siempre todos
Os preciais de piadosos, te suplico
Que al que le decia Almonte en sacros codos
Pirámide inmortal, soberbio y rico,
Sin los ritos alarbes, ni los moros,
Con que la heroica majestad publico,
Me des lugar que ocaso le dé agora,
Pues ya me da sus lágrimas la aurora.
Cerb.
Despues del tierno llanto, el real decoro
Que á tu rey solicitas me suspende,
Y tu rostro gentil, que en rios de oro
Por bruñido marfil sierpes extiende.
1.º
¿Á un bárbaro piedad?
2.º
¿Clemencia á un moro,
[p. 419]Que afeminado y vil Cerbris pretende
Parecernos mujer?
1.º
Muera.
Cerb.
¿Qué has hecho?
1.º
La punta por la espalda saqué al pecho.
Med.
¡Ay villano frances!
Cerb.
Por Isabela,
Que te he de hacer pedazos.
Med.
¿Claridano?
Clar.
De Medoro es la voz.
(Entra Claridano.)
Med.
Ven y consuela
En tan tierna ocasion tu muerto hermano.
Clar.
No en vano el corazon el mal recela,
Mas vengaré su muerte en el cristiano.
Cerb.
Escapóle el caballo, mas yo juro
Que en Francia no ha de estar de mí seguro.
Corrido, moro, estoy.
Clar.
Y yo dispuesto
Á matar y á morir.
Cerb.
¿Quién eres, loco?
Clar.
Quien con la vida dejará este puesto,
Que sin mi hermano ya la estimo en poco.
Cerb.
No le mates.
Clar.
Matadme.
2.º
Mucho es esto.
Cerb.
Detente.
Clar.
Esto es morir.
Cerb.
Ya me provoco
Á cólera y furor, muera el villano.
[p. 420]Clar.
Pues Medoro murió, muera su hermano.
(Llévanlo á cuchilladas.)
Med.
Recibe, generoso Dardinelo,
Mi tierna voluntad, pues no he podido
Darle, con religion y limpio celo,
Á tu cuerpo el depósito debido.
ANGÉLICA.
Ang.
Esta verde melena, que del cielo
Tiene este hermoso sitio redimido,
Clausura es de esta ninfa trasparente,
Que se cuaja en cristal por no ser fuente.
Pisando estoy los campos de la aurora,
Alma del sol y aliento de las flores,
Vituperio de amor, parezco agora
La diosa celestial de los amores;
Todo el mundo me estima y me decora,
Á quien pago desdenes y favores.
Dichosa yo que en dos opuestas leyes
Desprecio soy de príncipes y reyes;
Mas ¿hay hombre mortal que me merezca?
Med.
Medoro solamente hacer podia
Tan generosa accion.
Ang.
De amor padezca
La gente toda en la tibieza mia.
Med.
No tu brío gentil te desvanezca,
Pues ya llegó de tu castigo el dia.
Ang.
¿Quién á cuanto repito me responde?
[p. 421]Med.
Tu muerte á tu piedad no corresponde.
¡Ay, Medoro infeliz!
Ang.
Allí está un moro,
Trasladando corales á la hierba:
¡Qué gallardo y gentil!
Med.
Triunfe Medoro,
Desta cruel que á nadie no reserva,
Hoy con la eternidad.
Ang.
Perfiles de oro.
Que en orbes de jazmin, al sol conserva
En su rostro gentil, hace el cabello,
¿Quién osó malograr Abril tan bello?
Púrpura edad le baña las mejillas
En blanca flor y en soñolienta rosa,
Que procura la mente traducillas,
Cárdeno lilio y viola amorosa;
Grandes son del amor las maravillas.
Compasiva le miro, y amorosa
En mí el rigor ser ya piedad desea,
Pero si Vénus soy, Adónis sea:
¿Qué mostruo Calidonio ingrato pudo
Atreverse á su vida, cuando apénas
Si eres deidad ó si eres mortal dudo,
Aunque el prado rubís, roba azucenas?
Med.
Haga amor de los dos inmortal nudo
Para glorioso alivio de mis penas.
¡Ay Claridano mio! ¡Ay dulce hermano!
Ang.
Estos lazos le debo al Claridano.
Med.
Mas ¡ay de mí! ¿quién eres?
Ang.
Quien pretende
[p. 422]Reparo á tus heridas peligrosas,
Puesto que á mis cristales amor tiene
Libradas sus saetas ponzoñosas,
Hierbas te aplicaré cuantas contiene
Esta selva en sus fuentes sonorosas;
Que tal vez consulté la medicina
En la Java del alba más vecina,
Y podrás alabarte de haber sido
El primero del mundo que has hallado
Piedad en mí, que aquí la has merecido,
Si por tu estrella no, por desdichado.
Med.
Que me dejes morir, ántes te pido,
Que no quiero ponerte en tal cuidado.
Véte con Dios, mujer.
Ang.
Tambien en eso
Que tú has sido el primero te confieso;
El primero desprecio es el que agora
He visto en tí, tu solo entre los hombres
Como el Fénix has sido.
Med.
Véte, mora,
Y aquí con arrogancia no me asombres.
Ang.
¡Questo puede un desden! ¡que ansí enamora
Un rigor! pero aquí sus mismos nombres
Me dan claro á entender que en nieve fria
Tiene fundado amor su monarquía.
Sangriento y solo estás, deja curarte,
Que todo con la vida se restaura;
Aquí está un palafren en que llevarte,
Donde puedas bañarte en vital aura,
Várias hierbas conozco que aplicarte,
[p. 423]Desde la celidonia á la centaura:
Dame la mano y ven.
Med.
No podré hacello.
Ang.
Llégate á mí, suspéndete en mi cuello.
¿Que es esto, loco amor? ¿este castigo
Previenes á mi bárbara arrogancia?
Med.
Imposible ha de ser el ir contigo,
Y así la prevencion no es de importancia.
Ang.
Allí viene un pastor: amigo, amigo,
Si el cielo la piedad reduce á Francia,
Corta á la yegua el paso presuroso,
Y muéstrala en peligro tan forzoso.
Peyr.
¿Sois mujer?
Ang.
Mujer soy.
Peyr.
Pues ya me apeo;
¡Ay de mí! moros son.
Ang.
Espera, aguarda.
Peyr.
Espere Bercebú.
Ang.
Mostrar deseo
En mi llanto que el miedo te acobarda.
Moros somos de paz.
Peyr.
¿No es la que veo
La reina del Catay, bella y gallarda?
¿Sois Angélica?
Ang.
Sí.
Peyr.
Señora mia,
Perdonad, que Peyron no os conocia.
Ang.
¡Oh amigo! en esta ocasion
El cielo aquí te ha traido,
Deste jóven malferido
[p. 424]Te mueva la compasion.
Peyr.
¡Oh qué lástima! porque es
El morico como un oro.
¿Quién le hirió?
Ang.
La causa ignoro.
Med.
De mí la sabréis despues.
Ang.
¿Hay por aquí en qué se albergue?
Peyr.
Cerca de aquí, al rey igual,
Tendrá un alcázar real
En un pastoral albergue;
Mi yegua más bien que un carro
Le llevará.
Ang.
Peyron, guia,
Mira, aquí tiene mi dia
Los ojos con mucha noche,
Aunque desto no te asombres,
Camina.
Med.
Apénas podré.
Ang.
Y esto muestra lo que fué
Vida y muerte de los hombres.
(Vanse.)
ROLDAN Y DOÑALDA, de mora, bizarra con espada, de corto.
Rold.
Ya, Angélica, es imposible
Escaparte.
Doñ.
Si el vestido,
Conde, la ocasion ha sido
[p. 425]Desta mudanza increible,
Amoroso y apacible,
Bien puedes, amante fiel,
Favorecerme por él;
Y pues en su traje estoy,
Pensar que Angélica soy
Más amante y ménos cruel.
Yo soy tu Angélica hermosa,
Que amor quiso que lo fuera
Para que en el mundo hubiera
Una Angélica piadosa;
Ya apacible y amorosa
Aquí tu Angélica tienes,
Mas como della previenes
Siempre bárbaros rigores,
Desestima los favores
Porque esperabas desdenes.
Rold.
No sé cómo responderte,
Porque confuso he quedado
En el traje tan burlado
Como ofendido de verte.
Tú, vestida de esta suerte,
Angélica te has fingido,
Nuevo arbitrio has elegido
Aquí para ser la bella,
Porque adoro el alma en ella
Como aborrezco el vestido.
Efecto más soberano
En mis potencias hicieras,
Si el alma mora tuvieras
[p. 426]En el hábito cristiano:
Salióte el intento en vano,
Sólo el alma le enamoro
Y el traje infamo y desdoro;
Mas, como ignorante estás,
Lo que aborrezco me das,
Y me niegas lo que adoro.
Alma fuiste en tiempo, en mí,
Cristiana, pero ocupar
Pudo tu mismo lugar
La mora deidad que vi;
Y pues la fe la rendí
Y la fe que te guardé
En el alma; mora, ve
Que me anima y me enamora,
Y pues tengo el alma mora,
No hagas caso de mi fe.
Doñ.
¿Siguiendo á una mora vas?
Rold.
Tan loco imposible adoro.
Doñ.
¿Eres moro?
Rold.
En ella moro,
Digno apellido me das.
Doñ.
Oye.
Rold.
No me apures más,
Que amor me enciende y me enfria.
Doñ.
¿Hay tan vil descortesía?
¿Por qué me vuelves la espalda?
Rold.
Porque te alcancé Doñalda,
Y á Angélica la seguia.
(Detiénele Astolfo.)
[p. 427]Ast.
Detente.
Rold.
Si aquí contigo
Más ejércitos vinieran
Que en pirámides se vieran
Lágrimas del rubio trigo;
Corto he andado, poco digo,
Si vinieran á tu lado
Cuantos el cielo ha formado
Ni ha imaginado el poder,
No pudieran detener
El camino comenzado,
Que es querer encarcelar
Del sol los rayos eternos,
Y en montes de vidrios tiernos
Querer los rios parar,
Atar el viento y atar
El fuego preso en su abismo,
Y al mar que en su crematismo
Soberbio sale de sí,
Querer detenerme á mí,
Porque vengo á ser lo mismo.
Ast.
Pues yo, culpando mi suerte,
Quisiera dejar de ser
Lo que soy, que es mucho ser
Mi ser para detenerte;
Cuanto has dicho en mí lo advierte,
Y porque en tal desatino
Tu perdicion imagino,
Te detengo el paso así
Porque vuelvas por allí,
[p. 428]Que es el más cierto camino.
Rold.
Éste eligen mis antojos,
Y el que me ofrecen condeno,
Qu’éste está de flores lleno,
Y ése está lleno de abrojos,
Y en sólo volver los ojos,
Espanto y temor me da,
Que, aunque al parecer, está
Fingiendo un deleite eterno.
Ast.
Sofístico estás.
Rold.
Tú estás cansado.
Ast.
Vamos al caso, yo así
Te defiendo el caso.
Rold.
Y yo así doy paso atras;
Duque, guardándome vas
Por detenerme cruel.
Doñ.
Ten lástima de mí y dél.
Rold.
Mujer, no vengas tras mí,
Porque por huir de tí
Tengo de correr tras él.
Doñ.
Bárbaro enemigo
Que en tal error estribas,
Aborrecido vivas,
Que es el mayor castigo;
Mas cuando te maldigo,
Bendiciones te doy, pues gusto tienes
En el fiero rigor de los desdenes.
Dejaréte ofendido
Aunque de mí te alejes,
Porque á mi hermano dejes
[p. 429]Sin que pierda la vida,
Ya sangriento homicida
Te dejo y no te sigo, que ansí gano,
Muriendo yo, la vida de un hermano.
(Vanse.)
ANGÉLICA.
Ang.
Yo sola venturosa,
Amor, llamarme puedo en tus engaños,
Pues de Medoro esposa,
Logro mi juventud, medro mis años,
Tan dulces desengaños,
Tan bien ganados y tan mal perdidos,
Que entran por la amistad de los sentidos,
Y padeceré inmortales,
Para un bien que me das, eternos males;
¡Qué engañada vivia
Cuando tus generosos desconciertos,
Amor, no conocia!
Viva, tenía los sentidos muertos,
Y en errores tan ciertos,
Desvanecida, loca y arrogante,
En el mundo viví sin semejante,
Cuando no vive cosa
Que en él no tenga semejanza hermosa:
Mas él es el que viene,
Que amor epitalamios le previene.
[p. 430]MEDORO, con un báculo y un cuchillo escribiendo en los árboles, y PASTORES cantando.
Med.
Ya porque mis glorias
Lisonjeros cuenten,
Sus cortezas hago
Láminas silvestres.
Ang.
Dulce dueño mio,
Locas estas fuentes,
Perlas me tiraban
Con risa de verte;
¿Qué escribes?
Med.
Escribo
Los gustos presentes,
Porque al paso crezcan
Qu’estos olmos crecen,
Eternos ansí
Nuestros nombres queden,
Que para callada
No es tan alta suerte;
Álamo ninguno
De decir la deje,
Sepan que Medoro
Tu deidad merece.
Ang.
¿Cómo dice?
Med.
Todos
Hablan de esta suerte,
Formando una firma
Las aes y emes.
[p. 431]Ang.
La M y la A
Que en un lazo tienes
¿Qué dicen?
Med.
Sentidos
Les doy diferentes:
La M por sí
Mi nombre refiere,
Y el tuyo la A,
Y juntas se entienden,
Nuestros nombres juntos
Hicieron dos veces.
En la A dirá
Ama, se advierte
Tambien por los dos,
Pues tan dulcemente
Ama cada cual.
Ang.
Deja que celebre
Tu ingenio en mis brazos.
Med.
Y que yo te bese
Las estrellas, si hay
Estrellas de nieve,
Pues tus blancas manos
Dos copos desmienten.
Peyr.
En la M ya
Tambien decir puede
Marta, manta, mona,
Maliciosamente,
Maldita, malhayas,
Martinela.
Mart.
Siempre
[p. 432]Has de ser en todo,
Peyron, maldiciente.
Ang.
¿Y abajo qué dicen?
Med.
Mas dejo entenderme:
Gozó aquí Medoro.
Ang.
¿Quién mis glorias cree?
Med.
Su Angélica envidian
Su triunfo los reyes,
Y denle los hombres
Dulces parabienes.
Mi exceso perdona.
Ang.
Mi soberana corona
Ciudad hace vuestra frente
Porqu’es símbolo del muro.
Med.
Aunque la cerques, confieso
Que en sus murallas el seso
Por tí no ha destar seguro.
Ang.
Repartir las prendas quiero
De tantos locos amantes,
Que en acciones semejantes,
Medoro, vencerte espero:
Este brazalete de oro,
Que fué de Orlando, te doy
Por el hospedaje.
Guar.
Soy
Tu esclavo.
Med.
Tu gusto adoro,
Porque á este Orlando aborrezco.
Ang.
Suyo es tambien este anillo,
Toma, y este cabestrillo
[p. 433]Tú.
Peyr.
¿Yo cabestro merezco?
Confirmado en bestia estoy,
Mas, pues me has hecho borrico,
Ya estó en vísperas de rico.
Ang.
Aquí á vosotros os doy
Esta caja, repartid
Las joyas que en ella van,
Que hay lisonjas del Ceilan.
1.º
Danos esos piés.
Peyr.
Vivid
Más años que un campanario.
Med.
Partirnos luégo, es forzoso,
Á las naos.
Ang.
Vén, dulce esposo.
Peyr.
Él vendrá á ser herbolario,
Si un año vive con vos.
Med.
¿Quién si el mismo amor no fuera
Tal milagro hacer pudiera?
Ang.
Es niño.
Med.
Es ciego.
Ang.
Y es Dios.
Guar.
Hasta que al valle salgais
Acompañaros queremos
Cantando y haciendo extremos.
Peyr.
Pues ¿cómo no comenzais?
(Éntranse cantando.)
[p. 434]ROLDAN.
Rold.
Todo aquello que Angélica no sea,
Da muerte al pensamiento, al gusto enojos,
Que amor hace en mis ojos
Divino objeto y celestial idea;
En todo quiere el alma que la vea,
Y engañando el deseo,
En todo la imagino y no la veo.
Esta hermosa y bellísima alameda,
Arrogancia soberbia deste valle,
Que en alfombrada calle
Con los rayos del sol hojas enreda,
Treguas á mis sentidos le conceda.
(Siéntese.)
Si puede haber sosiego
Cuando es amor espíritu de fuego,
Que nadie te merezca, ingrata bella,
Está puesto en razon, y es justa cosa
Que á mujer tan hermosa
Hombre mortal no puede merecella;
Sólo yo puedo amalla, yo querella,
Y ella á mí amarme puede,
Sin que excedido amor en los dos quede,
¿Dónde está la verdad, plantas hermosas?
¿Dónde la ingratitud, dónde el agravio?
¿Qué hizo la madre eterna de las cosas?
Mas la selva en cadencias sonorosas,
Diciendo que la esconde,
[p. 435]En mis dudas parece que responde.
Cantan dentro.
Son aquellas blancas manos
Que quitaron tantas vidas,
Curando Angélica estaba
De Medoro las heridas.
Rold.
¡Válgame Dios! acordadas
Voces, y voces que digan:
Curando Angélica estaba
De Medoro las heridas;
¿Qué puede ser? ¿qué será?
¿Angélica enternecida?
Curando Angélica estaba
De Medoro las heridas;
¡En Angélica piedad!
Pero será fantasía
En voces imaginarias,
Si en todo amor la imagina.
Curando Angélica estaba,
Dice, con sus manos mismas
Las heridas de Medoro;
De Medoro, ¿hay tal desdicha?
Medoro, ¿quién es Medoro?
Del nombre tengo noticia;
Medoro, sí, ya me acuerdo,
Este es un moro que un dia
Pienso que en este lugar
La copia hermosa y divina
[p. 436]De Angélica profanaba,
Y á quien yo con bizarría
Maltraté y quité el alfanje,
Y es bajeza que se diga
Esto de un moro tan vil,
Ni que della se colija
Tal liviandad, si no es
Que amor soberbio castiga.
Mas, ¡Angélica piadosa,
Angélica agradecida!
¡Cielos! las canciones mienten,
Mienten las voces malditas;
Mas pastores son los que bajan
En lisonjera capilla
Del monte, dellos sabré
Si ésta es del amor envidia.
Decienden PASTORES por dos partes, cantando los unos y los otros.
Peyr.
En un pastoral albergue,
Que la guerra entre unos robles
Le dejó por escondido,
Ó lo perdonó por pobre,
Do la paz viste pellico,
Y conducen tres pastores
Ovejas del monte al llano
Y cabras del llano al monte,
Mal herido y bien curado
Se alberga un hermoso jóven,
[p. 437]Que sin tirarle amor flechas
Le coronó de favores.
Las venas con poca sangre,
Los ojos con mucha noche,
Le halló en el campo aquella
Vida y muerte de los hombres.
Del palafren se derriba,
No porque al moro conoce,
Sino por ver que á la hierba
Tanta sangre pasa en flores.
Hierbas aplica á las llagas,
Que si no sanan entónces,
En virtud de tales manos
Lisonjean los colores.
(Vanse.)
ROLDAN.
Rold.
No prosigais, callad.
Peyr.
¡Ay!
1.º
¡Ay!
2.º
¡Ay!
Peyr.
Martinela, corre.
Rold.
Aguardad, que amigo soy
Y no hay en mí qué os asombre.
Peyr.
No, si una vez nos derriba.
Rold.
No es mucho, si vuestras voces
Á mí me han muerto tambien.
Peyr.
Cantan como ruin señores
Estos dos; porque son ruines
[p. 438]Su ignorancia los abone.
Rold.
Esta letra y la primera
Son en el caso conformes.
Guar.
Sí señor, y verdaderas.
Peyr.
¿Y cómo?
Rold.
Bueno me ponen.
Peyr.
La primera por Belardo,
Que habló al uso de córte
Porque se ha criado en ella,
Y con dulzura compone
Divinidades, y hay tantas,
Que en volúmenes no cogen;
La segunda hizo Lisardo,
Tan levantado y tan noble
Espíritu, que la gente
Por deidad le reconoce;
Estos dos, pues, compusieron
Al tálamo más conforme
Que han celebrado jamas
Mármol blanco y rubio bronce,
Estas letras, porque fueron
Testigos de sus amores,
Halló Angélica la bella,
Como Vénus halló á Adónis,
Á Medoro mal herido.
Rold.
¡Medoro! ¿qué dices, hombre?
Guar.
Medoro, sí, muy bien dice.
Rold.
¿Qué dices?
1.º
Su propio nombre
Es Medoro.
[p. 439]Peyr.
Y es, por Dios,
Muy principal, aunque es pobre.
Mart.
Como es pobre, ella quiere
Que en el Catay le coronen.
Peyr.
Pardiez, puede el Medorillo
Ser señor de los dos orbes.
1.º
Ellos se juntarán bien.
Guar.
En mi cabaña diez noches
Han estado, que los dias
Estos álamos sin órden
Los hurtaban.
Peyr.
Y áun si habláran...
Rold.
¿Qu’estos así me provoquen?
¡Diez noches!...
Guar.
Y en las seis, ella
Tanta diligencia pone
En curarle con las hierbas
Cuyos secretos conoce,
Que se levantó el Medoro
Sano y fuerte como un robre.
Peyr.
Tal priesa tenía ella
Por lograllo.
Guar.
Desposóse
Con él á la usanza suya.
2.º
Hola, las uñas se come.
1.º
Si es poeta.
Rold.
¿Y luégo qué hubo?
Peyr.
Á los discretos lectores
Eso en silencio se deja.
Guar.
Traspontines y colchones
[p. 440]De plumas desestimando,
Y á los bálsamos y olores,
Hicieron el heno campo
De batalla.
Peyr.
Y á las doce
Se levantaron.
Guar.
Al fin
Hoy se han despedido.
Rold.
¿Y dónde
Agora están?
Guar.
En las naves.
Rold.
¿Y no os regalaron?
Guar.
Dióme
Ella aqueste brazalete,
Que dijo que era del Conde
Don Roldan, y él...
Rold.
¿Quién?
Guar.
Medoro.
Con él enojado entónces,
Le dijo que me le diera.
Rold.
Basta ya, villanos torpes,
Que desatan vuestras lenguas
El infierno sus rigores;
Ídos luégo, ¿mas no os vais?
Si aquí no quereis que corte
Las voces por la garganta.
Peyr.
Por esa parte se come.
Vill.
Guarda la gola.
Peyr.
Oste, puto.
Rold.
¡Oh cabaña vil, oh bosque,
[p. 441]De mis agravios testigos!
¡Oh viles encubridores
De mis celos, oh villanos!
Peyr.
San Gil.
Mart.
San Braulio.
Guar.
San Cosme.
Rold.
Pero no puedo creer
Que tal beldad se malogre
Con moro tan vil, mas siempre
Son tales las elecciones
De las mujeres ó mostma,
Como la luna biforme.
Peyr.
Yo me escurro.
Rold.
Infame, espera.
Mart.
Tras el álamo te esconde.
Peyr.
Él me ampare.
Rold.
Mas ¿qué es esto?
En las cortezas los nombres
De Angélica y de Medoro
Están dando mudas voces:
Aquí Medoro gozó...
Guar.
Ramas quiebra y troncos rompe.
Rold.
Á su Angélica, los reyes
Los envidien, y los hombres
Le den parabien. Ya
Los celos me descomponen;
No ha de quedar en el valle
Álamo que no destronque,
Ni hombre que no mate.
2.º
Huyamos.
[p. 442]Peyr.
Yo aquí, por más que se enoje,
Estoy seguro, que el tronco
En su pecho me socorre.
(Escóndese en el hueco de un árbol, donde está un dominguillo como Peyron.)
Todos.
Guarda el loco.
Rold.
No ha de haber
Rayo que ceniza os torne,
Tan fiero como mi espada;
Caed, tálamos inormes
(Da cuchilladas á los robles.)
De tórtolas y palomas;
Pero cuando aquí os despoje
Del verdor que os enloquece,
Abril volverá que os borde.
Arrancaros con los brazos
Quiero, ¡oh vil! ¿aquí te pones
Para apurar mi paciencia?
Estrellaréte en los montes.
(Arranca el árbol y topa el dominguillo; pensando era Peyron, le echa en el tablado.)
Peyr.
¡Ay! que me ha descalabrado;
De véras fué, levantóme
Como testimonio, ¡ay! ¡ay!
¿No hay quien la sangre me tome?
Rold.
¡Oh villano, áun estás vivo!
Aguarda, que de otro bote
Te he de echar á las estrellas.
Peyr.
¡Ay! ¡ay!
[p. 443]Toquen, y sale MEDORO y ANGÉLICA.
Med.
Los aires rompen
Los clarines, y las naves
Los blandos limos descosen;
Mas ¡ay triste!
Rold.
La venganza
Dios en las manos me pone:
Vil mujer, beldad tirana,
Que elegiste el más vil hombre
Del mundo, aquí entre mis brazos...
Med.
Del anillo te socorre.
Rold.
Habeis de morir.
Ang.
No temas, dame la mano.
(Vuelan de las manos.)
Rold.
Veloces
Pensamientos sean deshechos
Entre las manos, ¡oh enormes
Encantos! mas no ha de haber
Quien la venganza me estorbe.
(Vase.)
Peyr.
¡Ay! ¡ay! ¡ay! que mis gregüescos
Toda la sangre recogen,
¡Ay! ¡ay! y pues huelo mal,
Sin duda que se corrompe.
[p. 444]
CÁRLOS, DOÑALDA, FLOR DE LIS, ASTOLFO, REINALDOS.
Cárl.
Infelice suceso.
Rein.
Tanto pudo
Un loco amor en él.
Flor.
¿Trairá esa mora
Espejos del Oriente?
Cárl.
No lo dudo,
Que consulta las hierbas de la aurora.
Rein.
Sin humana razon solo y desnudo
Las grutas vive y los desiertos mora,
Que así en la soledad hallar procura,
Filósofo de amor, mental locura.
Vió esta mora beldad, dando alma hermosa
Á un rubio palafren que parecia
Espuma, con espíritu ó vistosa
Garza, que opuesta al sol puntas hacia;
Sus clines eran nieve, que en copiosa
[p. 445]Y blanca inundacion se derretia,
Y la cola, torrente de cristales,
Que se quebraba en hondas desiguales.
Á la ley de la rienda el cuello embebe,
En quien la testa se termina apénas,
Donde por ojos dos jacintos mueve,
Anegados en limpias azucenas.
En este monstruo, en fin, mosqueta ó nieve,
Que, gentil, vientos calza y burla arenas,
Venía este prodigio de amor luégo,
Que quiso con la nieve unir el fuego.
Acompañaba á la cruel el moro
Que eligió por esposo, en una alfana,
Que bañada en marfil, ébano y oro,
Crepúsculo dió al sol y á la mañana.
El Dios me pareció metido en toro,
Bello ladron de Europa soberana,
Que anegado en su espuma el mar rompia,
Tales corbetas por la hierba hacia.
Y como alarbe tigre, que en su cueva
Los hijuelos no halló, ó como leona
Cuando el cachorro el cazador le lleva,
Que á las fieras que encuentra no perdona,
Dando de su pesar bastante prueba,
Tras ellos va sin perdonar persona,
Hora sea cristiano, ó moro sea,
Hija solo de amor, accion tan fea.
Quedárase en el mar á no ofrecerle,
Piadoso un pescador, vida en su astilla,
Breve concha, que pudo socorrerle,
[p. 446]Sacándole en sus brazos á la orilla;
Así muerto en la arena llegué á verle,
Donde fiero me embiste y me acuchilla,
Y así teniendo al mar y al mundo en poco,
Por los montes se entró desnudo y loco.
Cárl.
Grave desdicha.
Doñ.
Afecto miserable
De mi poca ventura.
Cárl.
Yo, sobrina,
Al Conde os ofrecí cuerdo y afable,
Mas es mayor la voluntad divina.
Doñ.
Permitid que se busque y que se entable,
Si quiere obedecer la medicina
Su salud, que aunque amor causó este exceso,
El mismo es poderoso á darle el seso.
Cárl.
Si es el Conde, Doñalda, vuestro esposo,
Bien le podeis buscar.
Rein.
Y acompañaros,
Me toca á mí, en peligro tan forzoso,
Que fuera descortés aquí en dejaros.
Ast.
Yo, César soberano y poderoso,
No pienso perdonar los vientos claros,
Las turbias aguas, los soberbios montes,
Desmintiendo la sierra en horizontes.
Cárl.
Malograr la victoria de Agramante
Este suceso solamente pudo.
Rein.
Yo le traeré á París, aunque arrogante
Se quiera defender, loco y desnudo.
Doñ.
Tu amparo y tu favor será bastante
Para triunfar del Conde, no lo dudo,
[p. 447]Que es Reinaldos, en caso de importancia,
La gloria de París y el sol de Francia.
(Váyanse.)
GUARINO, MARTINELA Y VILLANOS.
1.º
Soberbio moro.
Mart.
Arrogante.
1.º
Temiéndole estoy aquí.
Guar.
¿Este es Rodamonte?
2.º
Sí.
Mart.
Bien lo publica el semblante.
Guar.
Francia está de locos llena;
Si el mundo es jaula de locos,
En él los cuerdos son pocos,
Y á éstos tambien los condena.
3.º
¿Qué os mueve á defender
Este paso?
Guar.
La cautela
De la muerte de Isabela.
Mart.
Ella fué honrada mujer.
Guar.
Despues que le dió á Cerbris,
Jóven, valiente y gallardo,
El bárbaro Mandricardo
Tan triste y mísero fin,
Su esposa tiranizó
Este bárbaro y queria
Burlar su honor, mas un dia
[p. 448]Que la violencia intentó,
Ella le engañó pidiendo
Ciertas hierbas que le dieron
Vida inmortal, pues le hicieron
Triunfar del rigor, muriendo.
Mart.
¿Matóse con ellas?
Guar.
Sí.
Mart.
Ella fué mujer honrada.
1.º
Venganza fué muy pesada.
Mart.
Triunfó del tirano así.
Guar.
Sepultóla enternecido
Donde esta puente fundó,
Cuyo tránsito juró
Tener siempre defendido,
Y así arrogante pelea
Con cuantos pasan por él.
Mart.
Él es soberbio y cruel.
1.º
Hasta que el Conde lo vea
Tiene de vida.
Mart.
Es verdad,
Esa verdad os confieso.
Guar.
Á estar el Conde con seso,
Su loca temeridad
Ha de postrar tu arrogancia.
Mart.
¡Que el seso venga á perder
Por una mala mujer
El mejor hombre de Francia!
Guar.
Lástima grande.
[p. 449]PEYRON.
Peyr.
Durmiendo
Le he de hallar.
Guar.
¡Peyron!
Peyr.
¡Guarino!
Guar.
¿Qué es eso?
Peyr.
Ser imagino
Rico.
Mart.
¿Rico?
Peyr.
Sí, prendiendo
Al Conde.
Mart.
¿Tú al Conde?
Peyr.
Sí.
1.º
¿Y para esto te has armado?
Guar.
En París han pregonado,
Está el Conde por aquí.
1.º
Pues, ¿cómo le has de prender
Si le temes?
Peyr.
¿Yo temello?
Voto á san, que he de prendello,
Pero durmiendo ha de ser,
Que han pregonado en París
Que mil doblas le darán
Al que prenda á don Roldan,
Y si vosotros venis
Conmigo, lo prenderémos.
2.º
¿Cómo?
Peyr.
Hallándole dormido,
[p. 450]Que sin estruendo y rüido
Echarle un lazo podemos.
Mart.
No me parece acertado.
Peyr.
¿No me enlazasteis ansí
Vos, mala mujer, á mí?
Mart.
No eres tú tan esforzado
Como el Conde.
Peyr.
Y más, par Dios.
Mart.
¿Más?
Peyr.
Más temerario anduve.
Mart.
¿Tú?
Peyr.
Yo, pues ánimo tuve
Para casarme con vos.
Mart.
¿Valentía es ser mi esposo?
Peyr.
Y muy grande...
Mart.
¿Hay tal traicion?
Peyr.
Heroicidad.
2.º
Con todo, Peyron,
No sois vos tan valeroso
Como el Conde.
Peyr.
Es verdad,
Mas... ¿en qué iba?
Guar.
En tener miedo.
Peyr.
¿Y ser valiente no puedo
Con él?
3.º
Con dificultad.
Peyr.
Pues ¿cómo conozco yo
Muchos que espantan las gentes
Y tienen miedo?
2.º
Valientes
[p. 451]Son de mentira, que halló
En su devergüenza el miedo
Disculpas.
Peyr.
Que son diré
Esos valientes por fe,
Y en su número estar puedo;
Mas ¿cómo ganar podemos
Las doblas?
Guar.
Eso ha de ser
Vistiéndote de mujer.
Peyr.
¿Yo mujer?
Guar.
No hagas extremos.
Peyr.
¿Mujer?
Guar.
Prenderse podria
Así, aunque fiero y terrible,
Pues vencer es imposible,
Como hombre, su valentía.
Peyr.
¿Como mujer yo? oste puto.
2.º
Su prision así esta clara.
Peyr.
¡Mujer yo, y que me estrupára,
Riguroso y presoluto!
Guarda la gamba, eso no;
No quiero doblas.
Guar.
Aguarda,
Que desta industria gallarda
Nos valemos.
Peyr.
¿Mujer yo?
Guar.
El Conde sin alma y seso
Sigue á Angélica la bella,
Y tú, fingiendo ser ella...
[p. 452]Peyr.
No me hableis, Guarino, en eso,
Que aunque vuestro yerno soy,
Perderé á la sogrería
El respeto y cortesía.
Guar.
Con la industria que te doy,
Sin peligro prenderás
Á Roldan, y ganarémos
Las doblas.
Peyr.
¿Cómo podemos?
Guar.
Escúchame y lo sabrás:
Tú has de vestirte de mora.
Peyr.
¿Yo de mora?
Mart.
Industria es rara.
Peyr.
¿De mora y con esta cara?
Guar.
El Conde á Angélica adora,
Y fingiendo su beldad,
Vestido así...
Peyr.
Estais sin seso.
1.º
¿Qué puedes perder en eso?
Peyr.
Mi honor y virginidad;
Que es temerario un antojo
De un loco.
Guar.
Estando contigo
¿Qué temes?
Peyr.
Guarino, amigo,
Temo morir de mal de ojo.
Guar.
Como Angélica vestido,
Todos, Peyron, le diremos
Que á Angélica le traemos
Del Catay, donde se ha ido,
[p. 453]Y cuando á darte los brazos
Llegue el loco, por detras
Echarle un lazo verás
Que le dé más fuertes lazos,
Y prendiéndole ganamos
Las mil doblas.
Peyr.
No quisiera
Que algun disparate hiciera
Conmigo.
2.º
¿Cómo, si estamos
Contigo?
Peyr.
Suele jugar
Á la pelota con todos,
Y saca de tales modos,
Que de un boleo parar
Sobre un monte me habeis visto.
Guar.
¿Atado, qué hay que temer?
Peyr.
Si ello es fuerza que he ser
Angélica, yo me visto;
Mas ¿qué dirá si me ve
Tan vellosa y tan barbada?
3.º
No hay que reparar en nada,
Que está loco.
Peyr.
Ya lo sé,
Mas podria...
Mart.
El loco viene.
Peyr.
Ya tiemblo.
Guar.
Véte á vestir.
Peyr.
Hoy Peyron ha de morir
De Angélica.
(Vase.)
[p. 454]ROLDAN.
Rold.
Hola, ¿quién tiene
Mis alas? hola.
Mart.
Recelo
Que aquí nos ha de estrujar.
Rold.
Mi aderezo de volar
Me dad, veré si en el cielo
Está la hermosura infiel
Que desta suerte me trata,
Mas si es hermosura ingrata,
No puede caber en él,
No es bien que el cielo la albergue:
Pero en vano me desvelo
Si halla gloria y halla cielo
En un pastoral albergue.
¿Quién está aquí?
Guar.
Almas del rico
Cielo que á Angélica encierra.
Rold.
¿Cómo puede estar la guerra
Do la paz viste el pellico?
1.º
Con Medoro está.
Rold.
¡Oh, villanos!
¿Con Medoro?
Guar.
Yo soy muerto.
Rold.
¿Con Angélica, Medoro?
¿Un moro vil en el cielo?
¿Angélica en gloria, y yo
Por su ocasion padeciendo?
[p. 455]2.º
Ántes está condenada
Por tan bárbaro desprecio
Al infierno, qu’el amor
Esta maravilla ha hecho,
En su ingratitud, por dar
Tan soberano escarmiento.
Rold.
¿Qué decis?
Guar.
Lo que es verdad.
Aquí á Angélica tenemos
Llorando sus sinrazones
Y culpando sus deseos.
Rold.
Y vosotros, ¿quién sois?
1.º
Somos...
Almas en pena que en estos
Cóncavos tristes estamos
Penando.
Rold.
¿Luego el infierno
Es este valle?
Guar.
¿No ves
Aquellos álamos negros?
Pues del humo están así.
Rold.
¿Luego yo en alma y en cuerpo
Estoy en él?
2.º
Sí.
Rold.
¿Por qué?
2.º
¿Por qué? por amante necio.
Rold.
¿Luego es ser constante y firme
Necedad?
Mart.
En estos tiempos,
Tan grande, que así se paga
[p. 456]Con pena y tormento eterno.
Rold.
¿Quién hizo ley tan infame?
3.º
El uso.
Rold.
¿Luego uso nuevo
Hay en amor, concordancia
Del mundo, cuyo alimento
Son espíritus que informan
Por los ojos en los pechos
Otra vida y otro sér?
Guar.
Templado estais á lo viejo:
Que lo que fué puro amor
Es ya engaño y fingimiento.
Rold.
Mentis, almas maliciosas;
Mas sin duda estais, por serlo,
En este lugar; ¿fingidas
Pueden, en ángeles bellos,
Ser las lágrimas que salen
Formando en el rostro espejos
Donde las almas se miran
Con recíprocos alientos?
2.º
¿Ves los átomos divinos
De cristal, que lisonjeros
Diluvios rizan al alma
Garzotas de cristal tierno?
¿Ves la Angélica hermosura
Y la púrpura atreviendo,
Descompuestas manos que hacen
Rayos de marfil los dedos?
Pues todo es mentido y falso,
[p. 457]Que amor vive de embelecos.
Guar.
Hasta que venga Peyron
Importa así entretenerlo.
2.º
Si las mil doblas ganamos,
Guarino, ¿á cómo cabemos?
Guar.
Despues harémos la cuenta.
2.º
Rico con mi parte quedo.
Rold.
Pues en el infierno estoy,
Ver aquella ingrata quiero.
¿Cuál es su cuarto?
Mart.
El que está
Cerca del de Júdas.
PEYRON, de mora.
Peyr.
¿Vengo
Bueno?
Mart.
Sí.
Peyr.
Ved con cuidado
Si á Angélica me parezco.
Guar.
Pareces la misma mora.
Peyr.
¿Tengo buen rostro? ¿qu’es esto?
2.º
El loco; aquí te retira,
Y sal cuando te llamemos.
Peyr.
Talle tiene de estruparme,
Mi arrabal os encomiendo.
(Vase.)
Rold.
¡Oh moro vil! ¿á mis ojos?
Guar.
¿Qué ves?
Rold.
Á Medoro veo,
Con mi Angélica abrazado
[p. 458]En nudo y vínculo estrecho
En un pastoral albergue,
Campo de envidias y celos.
Guar.
Repórtate, que en tus manos
Á Angélica te pondrémos.
Rold.
¡Oh almas santas!
2.º
Congregados
Dirás, pues lo parecemos
Cuando en el infierno estamos;
Pero ya llegado habemos
Al cuarto donde te aguarda
Angélica.
Rold.
Entremos dentro.
1.º
No, mejor será llamarla,
Que hace gran bochorno y fuego
Allá.
Rold.
Angélica, señora.
Peyr.
¿Quién me llama?
Rold.
El que siguiendo
Va tu ingratitud, el conde
Orlando.
Peyr.
Ya me arrepiento
Del rigor que os he mostrado,
Y el amor os agradezco.
Rold.
¿Hay tal suerte, hay tal ventura?
¿Dónde estais?
Peyr.
Aquí.
Rold.
No os veo.
Peyr.
Aquí estoy.
Rold.
¿Dónde?
[p. 459]Peyr.
Aquí.
Rold.
¿Dónde?
Peyr.
Aquí, aquí.
Rold.
Salid.
Peyr.
No puedo
Sin licencia.
Rold.
¿Qué es licencia,
Sabiendo que yo la tengo
En cualquier parte? La mano,
Que en el alma reverencio,
Me dad.
Peyr.
Veisla aquí.
Rold.
¡Oh cristal
Limpio transparente y terso!
¡Oh jazmin, que en cinco puntas
Estrella del firmamento
Te finges! ¡oh nieve en copos!
¡Oh algodon en los maternos
Brazos de su planta hermosa,
Cuyos bellísimos crespos,
Desperdiciando bedijos,
Garzas son peinando vientos,
Y cisnes remando espumas,
Dejen mis labios impresos
En vuestro marfil corales,
Y en los corales extremos!
¿Como está tan percudida?
Peyr.
Há dos años que la llevo
Sin guantes y jabatillos,
Y esta cuaresma la hicieron
[p. 460]Mano de matar candelas,
Y el carnal mano de puerco,
Y hoy es mano de almirez:
Soltad.
Rold.
Dejaré primero
La vida.
Peyr.
Soltad la mano,
No seais tan deshonesto
Y libidinoso.
Guar.
Agora
Le abraza porque le echemos
El lazo.
Peyr.
Soltad mi mano.
Rold.
Ántes con ella pretendo,
Á pesar de sus ministros,
Redimiros del infierno.
Peyr.
¡Ay! que me ha arrancado el brazo;
Vil caballero, ¿que has hecho?
Rold.
De abrazar á tu Medoro
Estaba manido y tierno,
No tengo la culpa yo.
Peyr.
¡Ay Dios, que me fino!
¡Ay Dios, que muero!
¿Cómo no tocan y tañen á fuego?
Rold.
Angélica de mi vida;
Pero, villanos, ¿qué es esto?
¿Una Angélica con barbas
Me dais? vuestro atrevimiento
Pagaréis.
Peyr.
¡Ay de mi brazo!
[p. 461]Rold.
Con él aquí pienso haceros
Mil pedazos.
Peyr.
Desbrazado de mí.
Mart.
Escaparme pretendo.
Guar.
Y yo.
(Vanse.)
Rold.
Villanos, cobardes,
Escondidos en el centro
No estais seguros de mí;
Todos morid, pues yo muero
En un pastoral albergue,
Que ha de ser troyano incendio.
(Vase.)
Peyr.
¡Ay que me lleva mi brazo!
Pobre y desbrazado quedo.
Con mi brazo les va dando
Á todos su pan de perro;
En la puente se ha parado,
Ay Dios, que le arrojó en medio
Del rio, y el moro agora
Sale atrevido y soberbio
Para defenderle el paso.
¡Oh, qué puñetes tan recios
Se están pegando los dos!
Mas á los brazos viniendo,
Como son valientes ambos,
En medio el rio cayeron.
Á ser bribon me acomodo
Con el traje soldadesco,
Diciendo que de un reves
Me lo cortó un moro izquierdo.
[p. 462]¿Quién me metió á ser curioso?
¿Quién en procurar dineros,
Si un desdichado al contallos
Se ha de hallar el brazo ménos?
Buscar quiero quien me ensalme
Y quien me dé algun remedio,
Que va corriendo de mí
Más sangre que de un torrezno.
¡Ay Dios, que me fino!
¡Ay Dios, que me muero!
¿Cómo no tocan y tañen á fuego?
(Vanse.)
REINALDOS Y DOÑALDA.
Rein.
En tanto que los caballos,
Desperdiciando colores,
Beben viento y pacen flores
De que podemos pensallos,
En esta ribera verde,
En quien soberbia é ingrata
Se despeña tanta plata,
Y tanto cristal se pierde,
Doñalda, engañar podemos
El sol.
Doñ.
Del calor terrible
Nos salva el sitio apacible,
Diciendo que descansemos
En sus verdes laberintos,
Cuyos álamos traviesos,
[p. 463]Con grillos, tiene abril presos,
De esmeraldas y jacintos.
Rein.
Voy á hacer que los criados
Se recojan, que hoy perdidos
Buscan, del sol ofendidos,
Los arroyos despeñados,
Que á dar tributo á este rio
Descienden con tanta prisa,
Mostrando en su eterna risa
Su inocente desvarío.
Doñ.
Yo, don Reinaldos, en tanto,
Entretenida en mis penas,
Mares haré estas arenas,
Mezclando la risa al llanto.
Rold.
Dentro. Acabe el agua mi fuego.
Doñ.
Voces en el rio suenan.
Rold.
Hoy al agua te condenan
Mis celos, Medoro fiero.
Doñ.
Luchando en el rio están
Dos hombres, ¿hay tal locura?
Rold.
Aquí tendrás sepultura,
Y mis celos la tendrán.
Doñ.
El uno al fondo se fué,
Y el otro nadando sale.
ROLDAN sale mojado.
Rold.
Sin Angélica ¿qué vale
La vida? pero mi fe,
Sin ella tiene el valor
[p. 464]Que no tendrá semejante
Jamas en mortal amante,
Porqu’es inmortal mi amor.
Doñ.
Espiró, sin duda, y quiero
Verle el rostro.
Rold.
Ingrata bella.
Doñ.
No está muerto.
Rold.
¿Sois aquella
Por quien vivo y por quien muero?
Doñ.
El Conde es.
Rold.
¿Sois vos la ingrata?
Doñ.
¿Hay tal suerte, hay tal ventura?
Rold.
¿Sois vos la fiera hermosura
Que me da vida y me mata?
¿Sois vos la que en el infierno
Padeciendo me teneis?
¿Y sois la que padeceis
Conmigo un tormento eterno?
¿Sois quien me teneis aquí?
¿Sois Angélica?
Doñ.
Sí soy.
Rold.
Con vos condenado estoy,
Con vos precito, y así
En el infierno los dos
Gloria habemos de tener;
Vos en verme padecer,
Y yo en saber que es por vos.
Doñ.
Conde de mis ojos,
Dueño de mi vida,
Á quien huí halagos
[p. 465]Y negué caricias,
Juventud con quien
Amor se eterniza,
Pues tal vencimiento
Su imperio acredita,
Ya cesó el rigor
Coronado de iras,
Armado de celos,
Calzado de envidias;
Ya murió Medoro,
Que amor facilita,
Imposibles tales
Con fuerzas divinas.
Ya salió del pecho
Para que en él vivas,
Espirando el cuerpo
Como el alma misma,
Ya amor quiere al fin
Que á tus piés se rinda
La que fué del orbe
Mayor tiranía.
Vén á mis imperios,
Donde te aperciban
Vasallos sus Javas,
Tesoros sus minas;
Lograrémos dulces
Horas mal perdidas,
Ya en sabrosas paces,
Ya en honestas riñas;
Que en paces y en guerras
[p. 466]Tierno amor se cria,
Pues de los halagos
Los disgustos libran.
Así al fin serémos,
Dos almas unidas,
Palomas constantes,
Castas tortolillas;
Vén, porque mis moros,
Conde, te reciban
Por alma que pone
Leyes en la mia.
Rold.
Circe del Oriente,
Belleza que imita
Al sol en los rayos,
Y al cielo en la vista,
Dame ese alabastro,
Donde el alma imprima
Clavos de rubíes
Que mi nombre digan;
Dulce esclavitud,
Donde desestiman
Libertad las almas
Por vivir cautivas,
Luégo me desposen,
De moro me vistan,
Que si es mora el alma,
El traje lo diga.
Tráiganme una aljuba
De púrpura tiria,
Y de finas hojas,
[p. 467]Un monte me ciñan;
Dadme un corvo alfanje,
Y aunque su cuchilla
De damasco sea,
De coral se finja.
Ya es Orlando moro,
Lloren su ruina
Cruzados pendones,
Cristianas provincias.
REINALDO Y VILLANOS.
Rein.
Estos labradores
Darte solicitan,
Émulas del sol,
Soberbias, pajizas,
Que en robles y fresnos
Al cielo obeliscan,
De juncos y cañas
Fábricas egipcias,
Cuyas rubias pajas
Mármoles no envidian,
Aunque hay vientos locos
Que las desperdician.
Rold.
Mi escuadron se junte,
Y al frances embista:
Toca al arma, toca,
Tierra y viento giman,
Crucen los jinetes
Y la infantería,
[p. 468]Muera Cárlos, muera,
Y Angélica viva.
Rein.
¿Qu’es esto?
Doñ.
Reinaldos,
Celebra mis dichas,
Y deja que al Conde
Gane con mentiras.
Guar.
Con el loco dimos.
Peyr.
Aquí me destripa,
Pues me ha desbrazado.
Doñ.
Á esa gente anima.
Rein.
¿Quién le trujo?
Doñ.
El cielo
Para darme vida;
Finge como yo,
Que en mi engaño estriba
Llevarle á París,
Y aquéstos le sigan
El humor tambien.
Rein.
Traza es peregrina.
Rold.
De escucharme sólo,
Cárlos se retira,
Sigan el alcance,
Pues se atemoriza.
¿Quién sois vos?
Doñ.
El moro
De quien más se fia
Mi padre, el Gran Can;
Postra las rodillas
Á tu nuevo dueño.
[p. 469]Rein.
Dame esas invictas
Y reales manos.
Rold.
Levantad.
Rein.
Rendidas
Del Catayo tienes
Ya las monarquías.
Rold.
Buen talle de moro,
Mis legiones rija;
Pues de San Dionís
Estamos dos millas,
Guiemos allá.
Rein.
Ya, con alegrías,
Va marchando el campo.
Rold.
Pues decid que vivan
Orlando y la bella,
Reyes de la India.
Rein.
Viva el rey Orlando,
Todo el campo grita.
Peyr.
Y el loco mayor
De la loquería.
(Váyanse.)
CÁRLOS Y FLOR DE LIS.
Cárl.
Las banderas africanas,
Ántes de entrar en París,
Se ofrezcan á San Dionís
En sus aras soberanas.
Láminas del triunfo sean
Sus tafetanes vencidos,
[p. 470]Que, afrentados y corridos,
Apénas al viento ondean.
Flor.
En bronce, y no en tafetan,
Guardará el tiempo tus glorias,
Que tan célebres victorias
Asiento á los siglos dan.
(Pasa volando Astolfo con la redoma.)
Pero ¿qué cometa impreso
Se ve en la media region?
Cárl.
Prodigios del aire son.
Ast.
Ya traigo á Roldan el seso.
Flor.
Astolfo en un mostro alado
Y una ampolla de cristal,
Pasó con presteza igual.
Cárl.
El seso sin duda ha hallado
Del Conde su primo.
Flor.
¿Dónde
Vió medicina tan sábia,
Que, como el Fénix de Arabia,
De los mortales se asconde?
Que si se pudiera hallar,
Ménos locuras hubiera
Y el mundo en paz estuviera.
REINALDOS.
Rein.
Vengan, señor, á escuchar
El caso más peregrino
Que en el mundo sucedió,
[p. 471]Astolfo á tiempo llegó
Por el viento cristalino,
Que con engaño habia entrado
Don Roldan en San Dionís.
Flor.
¿Qué dices?
Rein.
Ya, Flor de Lis,
El Conde el seso ha cobrado.
Cárl.
¿Cómo vino y cómo fué?
Rein.
Trujímosle por engaño,
Cuya industria y modo extraño
Despues, señor, te diré;
Llegó Astolfo á esta ocasion,
Que en una ampolla traia
Del monte, en que siempre hay dia,
La más alta confeccion,
Y en boca y narices puesta,
Oler quiso y beber quiso,
Y aprehendiendo de improviso
Materia tan bien dispuesta,
Cayó en tierra medio muerto,
Y á tu cuarto le llevamos,
Donde volviendo pensamos
Que será el remedio cierto,
Y olvidado de la mora
Y de todo lo pasado,
Confuso y avergonzado,
Dirá que á Doñalda adora.
Flor.
Vamos á ver el suceso
De su próspera fortuna.
Rein.
Ya del monte de la Luna
[p. 472]Astolfo le trujo el seso.
(Vanse.)
ROLDAN, desnudo.
Rold.
¿Qué es esto? ¡Válgame Dios!
¿Qué torres y capiteles
Son éstas, que en obeliscos
Gigantes al sol se atreven?
¿Qué cuarto es éste en que el arte,
Inmortal como valiente,
Se excede en molduras de oro,
Anagrifos y relieves?
¿Son brocados los que admiro?
¿Son los que toco paredes?
Paredes son y brocados,
Que en más dudas me suspenden.
¡Cielos! ¿quién me trujo aquí
Desnudo y de aquesta suerte?
¡Yo, tan descompuesto y pobre!
¡Yo, en traje tan indecente!
¡Yo, sin saber dónde estoy!
¡Yo, roto y entre doseles!
No lo entiendo, vive Dios,
Ni áun el alma en mí se entiende.
¿Dónde mis armas están?
¿Dónde el invencible temple
De aquel diamante forjado
De sí mismo, como el Fénix?
Todo está callado y surto,
[p. 473]Rumor ninguno se siente,
Si no es del silencio cuarto,
Cuarto encantado parece;
Quiero pedir de vestir,
Y echaré de ver si hay gente.
Hola, de vestir me dad.
TRES CRIADOS.
1.º
Aquí los vestidos tienes.
Rold.
¿Por dónde entrastes?
2.º
¿Por dónde?
Por la puerta.
Rold.
Dos mil veces
Me santiguo, ¿sois demonios?
Porque, si lo sois, no teme
Roldan demonios ni encantos;
Apénas dije traedme
De vestir, cuando os vi á todos
Con los vestidos presentes.
Teneos y decid quién sois.
3.º
Franceses somos.
Rold.
¿Franceses?
2.º
Y camareros de Cárlos.
Rold.
Si es ansí, preso me tiene
En París.
ASTOLFO.
Ast.
En San Dionís
[p. 474]Estás.
Rold.
¿Astolfo no es éste?
¿Él tan gallardo y yo así?
Cárlos quiere que me afrenten:
Corrido estoy y ofendido,
Este honor guardan los reyes.
Dí que si ésta ha sido burla,
Ha sido burla solemne.
Mas, ¡vive Dios!
Ast.
Léjos fueron,
Conde, las que ya aborreces.
Rold.
¿Quién me ha puesto así?
Ast.
Tú propio,
Y ya que saberlo quieres,
De Angélica los encantos
En tal bajeza te tienen;
Hoy contigo se desposa,
Burlando bárbaros reyes,
Y en el tálamo te aguarda,
Donde las bodas celebres.
Rold.
¿Yo conozco aquesa mora?
¿Á mí á decirme te atreves
Tal bajeza? ¿Á mí me casas
Con una ramera aleve,
Como lo dice la fama,
Si no es que la fama miente?
¿Á mí, sabiendo que soy
Roldan? ¿á mí?
Ast.
No te alteres.
Rold.
Mas por quitarme á Doñalda,
[p. 475]Aquí á Angélica me ofreces.
Doñ.
No hace tal, que á ser tu esclava,
Conde, me tienes presente.
Rold.
Avergonzado y confuso
Estoy, señora, de verme
Tan descompuesto en tus ojos.
Doñ.
De la suerte que estás eres
Mi dueño.
REINALDOS.
Rein.
Pues bien, ¿qué falta?
Rold.
Falta que no te avergüences,
Reinaldos, de verme así.
Rein.
El llegar, Roldan, á verte,
Agradécelo á tu esposa,
Y á Astolfo se lo agradece.
Rold.
¿Cómo desta suerte estoy?
Rein.
Escucha... mas que lo cuente
No quiere el Emperador.
Rold.
Porque así á verme no llegue,
Cubridme.
CÁRLOS Y FLOR DE LIS.
Cárl.
Conde.
Rold.
Señor.
Cárl.
¿Qué es eso, y qué traje es ése?
Rold.
No sabré, señor, decillo.
Cárl.
Tan afrentoso fin tienen
[p. 476]Siempre los principios viles,
Para que el mundo escarmiente.
Rold.
No os entiendo, vive Dios.
Cárl.
Entended sin entenderme.
Flor.
Angélica os tiene así,
Vil hechizo del Oriente.
Rold.
Sólo es Doñalda mi hechizo,
Que vive en el alma siempre.
Flor.
Portentosa maravilla.
Cárl.
Pues tanta aficion se premie
Con su mano; tarde el Conde
Vuelve del campo.
Doñ.
Pues vuelve,
Es milagro.
Rold.
Ésta es mi mano.
Cárl.
Saraos y fiestas se ordenen,
Que en ellos quiero asistir,
Y en ellas ser juntamente
El padrino, pues ya el moro
Al mar las banderas vuelve,
Acobardado y vencido.
1.º
Dejadme entrar.
(Entran los villanos.)
Peyr.
Dejad que entre.
Mart.
Y á mí tambien.
Cárl.
Hoy la entrada
Á ninguno se le niegue.
Guar.
Dadnos los piés.
Peyr.
Y á mí y todo,
Rey del cántaro.
[p. 477]Rold.
¿Qué quieren
Estos rústicos?
Peyr.
Yo un brazo,
Que en conciencia me le debe,
Que no le parió mi madre
Para ser carne de peces;
De plata me le mandó.
Doñ.
Un brazo de plata tienes.
Rold.
No entiendo esta confusion.
Peyr.
Un escritorio he de hacerle,
Que si le llevo conmigo,
Llevo en el brazo mi muerte.
Guar.
Y á nosotros ¿qué nos mandan
Por ayudar á traerle?
Cárl.
Las mil doblas prometidas.
Mart.
Más años que hay necios cuentes.
Cárl.
Vamos, y el Conde se vista,
Porque en sus bodas comience
Su sosiego, y tenga en ellas
Fin el Pastoral albergue.
FIN.
Esta comedia se hizo 18 dias, en Sevilla.—Hay una rúbrica.
[p. 479]
que el Príncipe, nuestro señor, la cristianísima Reina de Francia y serenísimos infantes don Cárlos y doña María, sus hermanos, y algunas de las señoras damas representaron en el Parque de Lerma, lúnes 3 de Noviembre de 1614 años.
Hallándose Su Majestad en Lerma muy entretenido, en compañía del Príncipe nuestro señor, de la cristianísima reina de Francia, y serenísimos infantes don Cárlos y doña María, sus muy caros y amados hijos, y con gran cuidado el Duque de tener fiestas para ello, entre algunas de toros, cañas y extraordinarias invenciones de regocijado y vistosísimo fuego, en diferentes dias, noches y puestos, hubo resolucion que se representase la famosa comedia de El Premio de la hermosura y Amor enamorado,[p. 480] que teniéndola estudiada los cuatro serenísimos hermanos y algunas señoras damas, estuvo determinada para otras ocasiones, y por festejar en ésta á su padre, quiso el Príncipe nuestro señor, acompañado de su ayo en el mismo deseo, reconociendo el amor recíproco que deben, declararse por autor de esta gran representacion ayudándole sus hermanos y damas, con mucho gusto.
Para ejecucion de este pensamiento, se escogieron por teatro el sitio llano que hay entre la bajada del castillo y palacio, y el primer brazo del rio Arlanza, que sangrado en algunos, fertiliza y hermosea el amenísimo parque, teniéndole todo el año verde y en extremo apacible.
Aquí se hizo un tablado, igual con el suelo, de ciento y cincuenta piés en largo y ochenta en ancho, y atajándole por la parte del Occidente, en un apartamiento de cincuenta, se hizo el vestuario, y en él cuatro aposentos, que, colgados de tapicería, quedaron fuertes, abrigados y capaces para que en cualquiera se vistiese una de las cuatro personas reales; detras de ellos se armó una gran tienda, con su contratela, todo de hermosa vista, en la cual hubo disposicion para vestirse las damas y asistir á ello sus criadas, sin ocasion de mezclarse ni inquietar la fiesta, que no fué lo ménos admirable de ello.
En medio de los cuatro aposentos hubo otro para oficiales de los tornos y otros ministerios de las apariencias, sin embarazarse ni poder ver los personajes, ni llegar á sus estancias, y en esta forma para los mismos efectos hubo dos altos de corredores, pasadizos y aposentos.
Por el Oriente y Mediodía dividian el tablado dos vallas iguales y consecutivas cubiertas de alfombras; delante de la primera, cerca del mediodía de ella, estuvo la silla de Su Majestad, y á las espaldas apartamientos para caballeros y personas graves; de aquí se levantaba un tablado con gradas en que estuvieron criados de la casa real y otras personas, y entre él y el rio se armó[p. 481] otra tienda correspondiente á la del vestuario, que servia de entrada á todo el teatro.
Delante de la valla del Mediodía tuvieron lugar las señoras duquesa de Peñaranda, condesas de Castro y Barajas, dueñas y damas que no representaron, y detras, en un tablado algo eminente, mujeres de criados de Su Majestad y criadas de damas; y estos dos lados estaban colgados de tapicería.
Por el del Norte tenía el brazo del rio, donde se hizo un muelle en que pudieron caber los grandes, títulos, gentiles hombres de cámara, mayordomos, caballerizos, meninos, pajes y caballeros que se hallaron en Lerma, que fueron muchos.
La fachada del vestuario parecia en forma de media luna, y en la parte del Norte, sobre el rio, se fabricó una montaña de siete estados en alto, y en proporcion de la circunferencia, pintados en ella riscos y aspereza, ceñida de algunos caminos y torcidas sendas de aparente rusticidad; llamábase monte Iman. Parecia tan natural, por esto y por el sitio en que estaba, que apénas se podia determinar con la vista. Al pié de este monte se levantaba dentro del rio un peñasco, donde con mucha propiedad se hizo apariencia de romperse una nave; en lo bajo de la montaña, mirando al teatro, se mostraba una cueva de oscura y pavorosa entrada, y pegado á ella estaba el templo de Diana, á quien adoraban los bárbaros que la habitaban; era catorce piés de ancho y veinte y cuatro en alto, y movíase todo con tanta facilidad como si fuera una pequeña rueda, sustentándose en un perno solo que tenía en la esquina de la parte del Norte, puesto con tanto artificio que se extendia á la mitad del tablado, cuando habia de manifestar su apariencia: estaba pintado con imitacion de edificio brutesco.
Del lado derecho de este monte salia un corredor de buena perspectiva para músicos, ministriles y otros instrumentos, y por donde hombres armados, banderas,[p. 482] tambores y otras insignias de guerra hicieron diversas muestras en diferentes ocasiones.
Cerca del Mediodía del teatro se veia el palacio de la emperatriz Aurora, hermoseado con várias pinturas, torreones, castillos, chapiteles y rejas, y al pié un jardin compuesto de flores y hierbas naturales, y en medio una fuente que levantaba el agua un estado.
En medio del frontispicio, junto á este palacio, estaba el templo de Cupido, con dos puertas grandes cubiertas de ramas y cosas verdes, á modo de ramada ó selva, con que se cubria gran parte de la fachada del teatro, y cuando se abrian parecian detras las del templo, pintadas de oro y azul.
En la esquina de mano derecha del mismo frontispicio, se levantaba un castillo encantado de un sabio llamado Ardano, con pinturas á manera de canterías troneras, torres y mucho almenaje; subíase á él por unas gradas que se encubrian con un lienzo pintado de cosas rústicas, como peñas y hierbas diferentes, y al correrse este paño se mostraba una cueva que guardaban dos salvajes con sus mazas: rematábase la punta del Mediodía en un peñasco que correspondia al monte Iman, y opuesto á él, con muchos derrumbaderos y muy bien imitada, la aspereza, y en la mitad de su altura la casa de la maga Circea, á modo de cueva oscura y rústica.
Sobre el rio algo apartado del monte Iman, habia un torno que se movia velocísimamente sobre las aguas, y encima una tabla en que podia vivir una persona; y este lado estaba todo colgado de telas de diferentes colores, que servian de cortina para encubrir y dar vista al rio en algunos pasos de la comedia, en el cual detras del vestuario habia una nave con todas sus jarcias y demas aparejos para navegar, llevando treinta personas.
Á los dos lados del templo de Cupido, cuatro estados en alto, estaban dos nubes, y en medio otra superior que[p. 483] las cubria y acompañaba hasta el suelo, y dejándolas en él se volvia á lo alto, y tornaba á acompañarlas cuando se habian de levantar á su lugar.
En lo alto del monte Iman estaba otra nube muy grande, y todas eran de hechuras diferentes, y tan bien pintadas al natural, que lo parecian mucho. Tenía el vestuario dos puertas para entrar al teatro, una cerca del templo de Diana, otra debajo del castillo encantado, y habia otras entradas por las cuevas, peñascos y montañas.
En esta forma se terminaba el teatro, cubierto todo de toldos y coronado de luces, y habia muchas en las escaleras y torres de los castillos, y diez y ocho blandones en el suelo; todos se encendieron de dia, con que no pudo conocerse la noche cuando vino.
Aderezado todo en esta forma, parecia la más extraordinaria y agradable vista que imaginarse puede, porque en ella no se hacian imposibles los castillos encantados, los palacios grandiosos, los espaciosísimos salones, y los tronos más encarecidos y alabados en los imaginarios libros de caballerías, ántes parecia que cuanto en ellos se ha fingido hicieron aquí la naturaleza y el arte tan propiamente, que quedaron cortos los coronistas de aquellas hazañas fabulosas, y que la verdad que aquí se miraba facilitaba la fe de cuanto ellos dicen.
Todo estaba con tan gran arte, proporcion y seguridad, que parecia, al verse, ordenado para eternizarse en aquel lugar en memoria de la heroica y suntuosa fiesta que en él se representó.
Era la comedia de Lope de Vega; la eminencia de los versos, decencia y decoro de ellos lo mostraban, que sólo su ingenio podia darlos propios á tales recitantes.
Tomó el sujeto del libro de su Angélica, y como allí, introdujo tantos reyes y reinas que vinieron á Sevilla á merecer y ocupar el reino que su rey, cuando moria, mandó se diese al hombre ó mujer más hermosa que se hallase, y allí daba el premio á Angélica, en esta come[p. 484]dia á la emperatriz Aurora; y de juntarse los reyes y reinas que introduce en ella á la competencia del premio de la hermosura se enamoran variamente, encontrándose algunos en la eleccion, y otros conformándose en la correspondencia, y cuando se acabó esta junta se dividieron en diferentes partes, acompañando algunos á las reinas en las jornadas y navegaciones á sus reinos, y variándose los acaecimientos vino á ser de mucho enredo, y muy apacible, toda con grandes alusiones á historias, fábulas poéticas y libros de caballerías, aventajando por esto á todas cuantas ha hecho su autor.
El lúnes 3 de Noviembre fué el dedicado para este solemnísimo regocijo, y estando todo dispuesto á las cuatro de la tarde, como se apeaban de los coches, empezaron á entrar en diferentes cuadrillas los personajes que habian de representar, y recogiéndose en el vestuario criados y personas de este ejercicio, llevaban plumas y otros aderezos como recogiéndolos para la farsa, que no faltó esta accion para imitar los cómicos más ejercitados.
El dia fué pardo y apacible, y estando todos en un admirable y quieto silencio (que la novedad de tantas maravillas suspendia mucho), entrando Su Majestad, Dios le guarde, con sonoroso ruido de chirimías y otros instrumentos, se hizo una demostrativa salva desta entrada. Fué por la tienda del Oriente, y habiéndose entretenido con sus hijos hasta que los vistieron, salió á su silla con otra regocijadísima salva.
Representaron los papeles de la comedia:
Cupido, el Príncipe nuestro señor.
Aurora, la cristianísima reina de Francia.
El Agradecimiento, deidad, el serenísimo infante don Cárlos.
La Correspondencia, deidad, la serenísima infanta María.
Liriodoro, rey de Grecia, la señora doña Isabel de Aragon.
[p. 485]Leuridemo, rey de Numidia, la señora doña Catalina de Acuña.
Rolando, rey de Hungría, la señora doña Catalina de la Cerda.
Alizarán, rey de Catay, la señora doña Mariana de Córdoba.
Cardiloro, rey de Tánger y Rosélida, la señora doña Ana María de Acuña.
Lindabella, reina de Tartaria, la señora doña Juana de Aragon.
Mitilene, reina de Argenes, la señora doña Estefanía de Mendoza.
Tisbe, reina de Epiro, la señora doña Luisa Osorio.
Gonforrosto, emperador salvaje, la señora doña Juana de Noroña.
Solmarin y Bramarante, capitanes salvajes y dos jueces de Oriente; doña María Jordan y doña Leonor de Quirós, de la cámara.
Mandricardo, vision y Circea, maga, doña María Marañon, de la cámara.
Ninfa Doris, Fabio, jardinero, y un ciudadano, doña Vicenta de Castro.
Celio, paje, doña Estefanía Gomiz de la Reguera.
Figura de Diana, en un altar, doña Francisca de Páramo, todas de la cámara.
Cintio, capitan, Andres de Alcocer.
El traje en que se representaron los papeles de hombres, era de baqueros cortos y basquiñas, aderezos de espadas, dagas, sombreros, tocados á lo africano, algunos cuellos y puños blancos llanos.
El Príncipe, nuestro señor, salió á echar la loa con baquero, calzones y ferreruelo frances de tabi de oro azul, guarnicion de plata, cuello y puños blancos con puntas pequeñas, sombrero negro de fieltro, falda larga, terciada, bordada, y la toquilla con muchas plumas; botas blancas, tan galan y airoso, y recitóla tan bien,[p. 486] que, cuando este dia no tuviera otra cosa que admirára, ésta pudiera sobre cuantas ha tenido el mundo, porque no se juntaron jamas gentileza, hermosura, desenfado, gala y propiedad en tan pocos años y tanta majestad.
Empezó la comedia Cardiloro con baquero y basquiña azul y plata, tocado moro, manto de velillo de plata encarnado, y queriendo arrojarse con desesperacion en el rio por habérsele muerto su dama, corriéndose una cortina, apareció sobre el agua una vision vestida con saco de raso negro, cubierto el rostro con un velo leonado, venía sobre la tabla ó invencion que se movia velocísimamente; era Mandricardo, su padre, que le venía á defender la desesperacion, y habiéndole reprendido el intento, desapareció con la mesma velocidad, y cerrándose la vista al rio, quedó Cardiloro espantado de haber visto á su padre. Salió el sabio Ardano á consolarle y ofrecerle su castillo para que reposase, le llevó á él, y corriendo el lienzo que le encubria, parecieron los salvajes y la entrada, recogiéndole allí; y dejándole durmiendo, le encantó para que estuviese así hasta cierto tiempo en que luciesen sus hazañas. Cerróse el castillo.
Salieron cuatro reyes por puertas diferentes fingiendo venir de diversas partes á hallarse á la competencia del premio de la hermosura.
Liriodoro con baquero y basquiña de tabi de plata encarnado, bordado de cañutillos de vidrio negro, sombrero de falda grande, terciada, bordada, y la toquilla con una rosa grande de diamantes.
Leuridemo, con baquero y basquiña de tabi de oro encarnado, guarnicion de plata, sombrero de falda larga terciada, con rosa y cintillo de diamantes.
Rolando, con baquero de tabi encarnado, bordado todo de lentejuelas de plata, y la basquiña de la mesma tela, bordada de labores grandes de relieve de cañutillo y hojuela de plata, sombrero de falda corta, trencillo de[p. 487] diamantes y una puntilla de pluma blanca con sus rizos.
Alizarán, con baquero de terciopelo negro guarnecido de plata, basquiña de tabi de oro encarnado y de la misma guarnicion, manto de velillo de plata encarnado, tocado de muchas plumas y rizos, á lo africano.
Hablando los cuatro en la competencia, salió un ciudadano á darles cuenta de las Reinas que habian concurrido á ella y cómo venian los jueces á sentenciar.
Entraron dos con garnachas de encarnado y plata, coronas y varas doradas, y llamando las Reinas para hacer el juicio, entraron cuatro.
Lindabella, con baquero y basquiña de encarnado y oro, muchas plumas en el tocado, manto de velillo de plata.
Tisbe, con baquero á lo romano y basquiña de tabi azul de oro, manto de velillo de plata, tocado de plumas y rizos.
Rosélida, reina de Persia, baquero y basquiña de tabi encarnado, guarnicion de plata, tocado de plumas y toca de colores y manto blanco.
Informando cada uno de su justicia, los jueces se pusieron en oracion delante del templo de Cupido para que les declarase la mayor hermosura, abriéronse las puertas á este tiempo, y primero la selva que estaba delante, causando admiracion el movimiento de tanta máquina y la multitud de estrellas, espejos y adorno de florones de oro que pareció despues de abierto; estaba sobre el altar la figura de Cupido con todas sus insignias, y puestos todos en oracion con mucha música, bajaron las dos nubes de los lados del templo, y la superior que las acompañaba, y llegando al suelo, se abrió la de mano derecha y en medio pareció sentado Cupido, y á sus lados el Agradecimiento y Correspondencia.
Cupido, con arco, carcax y venda en la frente, plumas en ella, en cuerpo, con el mismo vestido que echó la loa, el Agradecimiento con montera y baquero de tabi[p. 488] verde, una banda encarnada, guarnicion de plata y botas blancas.
La Correspondencia, con baquero y basquiña de tabi azul, guarnecido de oro, tocado de plumas y rizos.
Para abrirse la nube tendió muchas alas y volantes, pareciendo dentro muchas estrellas y córtes de velillos de colores, y los tres bellísimos hermanos parecian, no las deidades fingidas que representaban, sino verdaderos celestiales espíritus que bajaban para la perfeccion y complemento de la fiesta.
En otra nube venía la emperatriz Aurora, con baquero y basquiña de tabi encarnado de oro y guarnicion de plata, puntas de lo mesmo en los faldones del baquero, tocado de plumas de colores y tocas blancas y manto de velillo blanco con muchos diamantes. Tendió la nube diversas ruedas y volantes cuando se abrió, mostrándose muy rica por lo interior; pareció la Reina tan hermosa y resplandeciente, que turbó la vista á cuantos la miraban, y no sólo parecia aurora, mas el mesmo sol acompañado de todas las estrellas.
Salieron todos los hermanos de las nubes, y dió Cupido la corona á Aurora, diciendo que sólo á su hermosura era debida, de que quedaron todos muy contentos y le dieron gracias, y diciendo él que la habia traido del cielo para ello, se metió en su nube y con mucha música se empezaron á levantar todas tres hasta su lugar, quedando Aurora que llevó en su compañía á Lindabella, para estar juntas en su palacio.
El Agradecimiento y Correspondencia, los dos serenísimos Infantes, se fueron á sentar junto á su padre, habiendo representado sus papeles tan bien, que no se puede encarecer su gracia: Dios los guarde.
Las demas reinas se fueron á sus provincias, por la mar, acompañando á Tisbe y á Rosélida, Liriodoro y Alizarán enamorados de sus hermosuras, y en el reino de Aurora se quedaron Leuridemo y Rolando enamo[p. 489]rados de Lindabella, y Mitilene de Leuridemo, con que se acabó la primera jornada.
Por intermedio salió á danzar el Príncipe, nuestro señor, con la señora doña Sofía, vestida basquiña y baquero verde, guarnecido de plata, abanino y verdugado; danzaron Galería de amor y Canario, su Alteza con extremado aire y gracia, y la señora doña Sofía tan diestramente, que el ver tanta perfeccion en tan pequeños cuerpos, sobre la novedad y grandeza de cuanto se miraba, metió á muchos en sospecha que todo era encantado.
En la segunda jornada, despues de haber representado diferentes personas, estando en el tablado Gonforrosto, vestido un sayo largo de tabi blanco bordado todo de florones verdes y encarnados, los cabellos sueltos y con baston de general y guirnaldas en la cabeza, y con él dos capitanes, Solmarino y Bramarante, vestidos sayos de raso verde y oro, cabellos sueltos y mazas; hablando los tres, de la parte del rio se oyeron grandes voces y ruido como de navegantes que se perdian, acudieron los salvajes á las peñas para reconocer lo que era, y corriéndose las cortinas que encubrian el rio, pareció en él una nave que muy furiosa iba á embestir con la roca, venian en ella Tisbe, Rosélida, Alizarán, Liriodoro y marineros con muchas luces; con ellas las personas que traian las joyas, vestidos y plumas. Fué la más agradable y nueva apariencia que puede imaginarse, causando igualmente alegría y lástima, porque representaban con tanta propiedad su perdicion, que parecia cierto el peligro de que se lamentaban.
Sonando la nave como rompida, cerró la vista al rio, y saliendo al teatro por diferentes partes algunos, como escapados de la tormenta, fué el primero Liriodoro, á quien los capitanes salvajes captivaron, y tambien á Rosélida, llevándolos á su Emperador, que á él le mandó sacrificar á Diana y de ella se enamoró.
Tisbe se escondió en una cueva, y Alizarán por lo[p. 490] alto del monte, lamentándose todos de no saber unos de otros.
Mitilene, hija de la sábia Circea, andaba enamorada de Leuridemo, el cual, por estarlo de Lindabella, no la admitia; fué Mitilene á pedir favor á su madre, que salió vestida de raso negro y plata, manto de velillo de plata negro, y entendido el caso, ofreciendo ayudarla, se fueron á su cueva, con que se acabó la segunda jornada.
En el intermedio salió á bailar la Reina, la Condesa de Medellin, las señoras doña Mariana de Córdoba, doña Estefanía de Mendoza, doña Luisa Osorio, doña Isabel de la Cueva, doña Ana María de Acuña, con los mesmos vestidos de la farsa; bailaron la Españoleta, y la Reina tan airosamente y con tanta destreza, que guiando á todas, hizo que se pusiese en olvido lo que habia pasado: pareció coro de ninfas de los que celebran los poetas festejando á su Diana.
En la tercera jornada, tratando Circea con Rolando que ella haria una nave muy rica y la pondria en el puerto, y él publicaria que se la enviaban de su reino para que se fuese él en ella, y que sería tal su riqueza y fábrica, que obligaria á Aurora y á Lindabella á que entrasen á verla, pidiendo él que por maravillosa le hiciesen ese favor, y que teniéndolas en la nave, haria que con mucha ligereza navegase, llevándolas á Hungría donde se casaria él con Lindabella, y que sabiéndolo Leuridemo, recibiria por mujer á Mitilene; y habiéndolas embarcado con este engaño, se hizo relacion de todo y de la huida de la nave, contándoselo á Leuridemo, que estaba en el jardin de Aurora con Fabio su jardinero, Belisa, dama, que muy lastimada vino á darle cuenta, y diciendo que ya parecia en el mar, se corrieron todas las cortinas desocupando la vista al rio, quedando descubierto gran parte de él.
Echando Leuridemo maldiciones á la sábia y á la nave, pasó á vista de todos con velocidad, pero de suerte[p. 491] que duró el poder verla por medio cuarto de hora; llevaba á Aurora, Lindabella, Mitilene, Circea, Rolando, su paje Celio y gentes de mar, con muchas luces, gallardetes, flámulas, estandartes y banderolas de diferentes colores, velas tendidas, que con la variedad de joyas, plumas, tocas y galas de los que en ella iban, fué la más bella y alegre vista que en las aguas pudo esperarse, y parecia que las fabulosas córtes de Neptuno eran verdaderas y que el mismo Júpiter y las demas fingidas diosas se habian juntado en el globo de la nave, queriendo mostrar á porfía el poder de su hermosura y deidad. Cerróse la vista al rio, y Leuridemo prosiguió en sus execraciones con tan viva voz y lastimado sentimiento, que si la nave llevára hombres-fieras ó mármoles, los enterneciera y obligára con sus quejas á detenerse y á escucharlas, sin reparar en que eran lágrimas de comedia; entróse Leuridemo y cerróse la vista al rio.
Gonforrosto mandó á sus capitanes sacrificasen á Liriodoro, y habiéndolo hecho, salió Tisbe preguntándoles por él y se le enseñaron, abriendo el templo movido sobre el perno en que estaba fabricado, para que se pudiese gozar de su vista, pareció lleno de luces, velillos y chapas de plata, y sobre el ara la figura de Diana, vestida de raso blanco, guarnicion de plata, cabello suelto y un venablo en la mano. Viendo Tisbe muerto á Liriodoro sobre la última grada del altar, tomando un puñal á Gonforrosto, se mató dejándose caer sobre el cuerpo; cerróse el templo, y fuéronse los salvajes admirados retirándose á su lugar.
Salió Leuridemo con Cintio, capitan, que le representó Andres de Alcocer, señor de Tovilla, á quien por sus gracias singulares quiso su alteza repartir papel en esta comedia, porque no le faltase entremes; traia Leuridemo gente de guerra y armada de mar en seguimiento de la nave, y él y los que en ella iban y los que andaban por la montaña, se hallaron juntos al pié de ella,[p. 492] por tormentas y otros sucesos; y dándose cuenta de ellos unos á otros, salió Doris, ninfa de Diana, con jubon y basquiña de raso blanco y guarnicion de oro, baquero de velo de plata y muchas plumas y tocas, con dos guirnaldas de flores en un cestillo, que de parte de la diosa traia para los dos amantes muertos, y contando á todos el caso, se abrió el templo y parecieron los dos tendidos en las gradas; coronólos Doris, todos les dijeron singulares elogios, y pidieron á Leuridemo les cantase una elegía, y tomando la guitarra, la señora doña Catalina de Acuña se la cantó con tanta suavidad y propiedad de fúnebres y lastimosos acentos y quiebros enamorados, que resucitáran los muertos, si lo fueran, para oirlas.
Bajo la nube que estaba sobre el monte Iman, y en medio de la bajada se abrió, con admirable vista de la hermosura de su fábrica y majestad interior, mostrando muchas alas doradas de lucidísimo adorno, y extendiendo muchos círculos, que se extendian unos en otros á modo de esfera; venía dentro Cupido á casarse con Aurora, y en llegando al suelo salió á darla la mano, y llevándola á la derecha, se sentaron en la nube, y cerrándose se levantó á su lugar. Los demas se casaron con quien cada uno queria, que la facultad general de dispensar en esto sólo la tienen los poetas.
Así tuvo fin esta gran comedia, gobernando el Príncipe nuestro señor cuanto en ella se representó, y salidas y entradas de todos, con gran puntualidad y cuidado, advirtiendo lo que habian de hacer, sin que en alguna hubiese falta.
La admiracion que puede causar lo que se ha dicho de su Alteza, y la verdad de lo que pasó, que fué mucho mayor, pondérenlo sus reinos y los del mundo, para esperar los efectos que pueden prometer de estas muestras de su gran caudal en tan tiernos años: muchos guarde Dios á su Alteza. Acabada la farsa, tomó fer[p. 493]reruelo y sombrero, y se fué á sentar junto á su padre para ver la máscara en que se remató la fiesta.
Acabada la comedia, quitaron los oficiales el templo de Cupido tan sordamente, que no pudo percibirlo el auditorio, quedando solas las puertas que hacian la superficie á la fachada del vestuario.
Despues de haber tañido los violones, lo que bastó para dar lugar á que se vistiesen las de máscaras, abriéndose la selva, se presentaron parejas á la vista, cuatro damas con máscaras negras rajadas, baqueros y basquiñas de raso encarnado, guarnecido de oro, verdugados, mantos de velillo de plata, abaninos y tocados de argentería, hachas en las manos. Eran la serenísima Reina, las señoras doña Isabel de la Cueva, doña Ana María de Acuña, doña Estefanía de Mendoza: salieron al teatro iguales, y habiendo danzado un rato airosísimamente, en la mesma igualdad, vueltos los rostros al vestuario, pareció la segunda cuadrilla, baqueros y basquiñas de raso blanco, guarnicion de plata, mantos de velillo blanco y negros, y plumas de los mismos colores y conformes en lo demas con la primera cuadrilla; eran las señoras doña Juana de Castro, doña Catalina de la Cerda, doña Mariana de Córdoba, doña Catalina de Acuña, y habiéndose recibido, y juntas danzado con algunas vueltas y mudanzas mirando al vestuario, una cuadrilla delante otra, hallándose cerca de Su Majestad, se mostró la tercera, vestida de raso azul, guarnicion de oro, mantos de velillo de plata encarnado, tocas de plata y conformes en lo demas; eran las señoras doña Juana Portocarrero, doña Luisa Osorio, doña Juana de Noroña, doña Isabel de Aragon. Habiéndose recibido iguales, danzaron media hora con muchas vueltas y lazos, que con dificultad se percibian, mas anduvieron con tanta destreza en todo, que cuanto más confusa se hallaba la vista de cuantos lo miraban, salian más concertadas en sus puestos. Guió la máscara la Reina dies[p. 494]trísimamente y con tal cuidado, que cuando le faltára á quien la seguia, no pudiera perderse; mas todas anduvieron con tanta cuenta y arte, que pudieron acompañar tan gran Reina, en presencia de tan alta majestad.
Para hablar de la representacion, aire, gala y bizarría de la cristianísima Reina, no hay palabras, y así se quede á la contemplacion de los que conocen su divina hermosura y participan la comunicacion de su soberano entendimiento, y para los que se hallaron presentes este dia, que por lo ménos venerarán con silencio y éxtasis la parte que pudieron comprender.
Decir en particular la perfeccion con que cada una hizo lo que le tocaba, y declarar las galas, joyas y costosísimos aderezos que sacaron, no es posible, porque ningunas relaciones bastan ni pudo percibirse cuanto se vió, ni empezándose á tratar de ellos puede poner fin á lo que se dijese, porque es ofenderlo todo y temeridad hablar en ello, ni yo me atreviera á hacer este borron si no me lo mandáran; ocasion tienen los célebres ingenios de estos tiempos para eternizarse con tan gran sujeto de sus historias y poesías.
FIN.
[p. 495]
NOTAS
[1] Con el título de Las comedias de Lope de Vega Carpio se publicó, desde 1609 á 1647, una coleccion de sus obras dramáticas, que consta de veinte y cinco partes ó tomos en 4.º, de alguno de los cuales hay várias ediciones. Lope no reconoció como legítimas más que las publicadas desde la parte novena, pues las anteriores, dice, estaban tan adulteradas, que era imposible llamarlas suyas. Sueltas ó reunidas se han publicado ademas otras muchas comedias de Lope, pero la mejor coleccion hasta ahora publicada es la que el Excmo. Sr. D. Juan Eugenio de Hartzenbusch dió á luz en la Biblioteca de Autores Españoles, con el título de Comedias escogidas de frey Lope Félix de Vega Carpio, cuatro tomos en 4.º mayor, que comprenden ciento doce comedias.
[2] Entre otros, la correspondencia de Lope de Vega con el Duque de Sesa, la cual nos da á conocer al poeta bajo un punto de vista completamente distinto del que le han presentado hasta aquí todos sus biógrafos.
[3] La égloga á Claudio, áun cuando escrita en 1632, se publicó, despues de muerto Lope, en La Vega del Parnaso por el Fénix de España frey Lope Félix de Vega Carpio, del hábito de San Juan, procurador fiscal de la cámara apostólica, dirigida al Excmo. Sr. D. Luis Fernandez de Córdova Cardona y Aragon, duque de Sesa, etc. En Madrid, en la imprenta del reino, año de 1637. Aludimos á los conocidos versos que dicen:
Mil y quinientas fábulas admira,
Que la mayor el número parece;
Verdad que desmerece,
Por parecer mentira;
Pues más de ciento, en horas veinte y cuatro,
Pasaron de las Musas al teatro.
Ademas de este dato, hay otros muchos que lo confirman, pudiendo seguir paso á paso la prodigiosa fecundidad del poeta. En las listas de sus comedias que acompañó al Peregrino, se cuentan doscientas diez y nueve; en el Arte de hacer comedias dice llevaba concluidas cuatrocientas ochenta y tres; en la Oncena parte de sus Comedias, llegan ya éstas al número de ochocientas, y al de novecientas en la Parte catorce de las mismas, y por último, en el prólogo de la Parte veinte se expresa así: «Las almas cándidas tendrán esperanza de que, como he vivido bastante para escribir mil y setenta comedias, tendré tambien vida para imprimirlas.»
[4] «Escribió él solo más en número y en calidad que todos los poetas antiguos y modernos, y sino, pónganse sus obras (que no es dificultoso, pues todos las tenemos en las librerías) y las de Lope en una balanza, y se verá la ventaja con la experiencia. Las comedias representadas llegan á mil ochocientas. Los autos sacramentales pasan de cuatrocientos.» Fama póstuma á la vida y muerte del doctor frey Lope Félix de Vega Carpio, y elogios panegíricos á la inmortalidad de su nombre, escritos por los más esclarecidos ingenios, solicitados por el doctor Juan Perez de Montalban. Madrid, 1639. Fólio 11 vuelto y 12.
[5] El Peregrino en su patria, dedicado á D. Pedro Fernandez de Córdova, marqués de Priego, señor de la casa de Aguilar. Sevilla, 1604, en 4.º En esta edicion, que es la primera, publicó Lope una lista de las comedias que habia compuesto hasta entónces, y comprende doscientas diez y nueve; en otra edicion de la misma obra, hecha en Madrid, 1618, añade á la lista anterior ciento catorce comedias más.
[6] Catálogo bibliográfico y biográfico del Teatro Antiguo Español, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII, por D. Cayetano Alberto de la Barrera y Leirado. Madrid, 1860, pág. 425.
[7] Don Juan de Alarcon y Mendoza, por D. Luis Fernandez-Guerra y Orbe, obra premiada en público certámen de la Real Academia Española, y publicada á sus expensas. Madrid, 1871, pág. 234.
[8] Véase en la página 119 el facsimil que publicamos.
[9] No sucedió así en su tiempo, pues la comedia se representó, que sepamos, en Madrid, Zaragoza y Lisboa; véanse las páginas 235 y 236 del presente volúmen.
[10] La Barrera y Leirado, obra ántes citada, páginas 433 y 436.
[11] La Barrera y Leirado, ibid., pág. 436. Memoria remitida al Excmo. Sr. Ministro de Fomento, Instruccion y Obras públicas, por el Director de la Biblioteca Nacional. Madrid, 1865, pág. 111.
[12] Debemos subsanar aquí, á propósito de las personas á quienes debemos gratitud y favor por lo que nos han ayudado en nuestra publicacion, un olvido involuntario padecido en la advertencia que precede al Cancionero de Stúñiga, dejando allí de consignar la parte que tuvo en que le diésemos á luz el entendido bibliófilo Sr. D. Joaquin de Azpiazu y Cuenca.
[13] Hay un claro en el MS.
Nota de transcripción
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It exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from people in all walks of life. Volunteers and financial support to provide volunteers with the assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will remain freely available for generations to come. In 2001, the Project Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 and the Foundation web page at http://www.pglaf.org. Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit 501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by U.S. federal laws and your state's laws. The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S. Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered throughout numerous locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email [email protected]. Email contact links and up to date contact information can be found at the Foundation's web site and official page at http://pglaf.org For additional contact information: Dr. Gregory B. Newby Chief Executive and Director [email protected] Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide spread public support and donations to carry out its mission of increasing the number of public domain and licensed works that can be freely distributed in machine readable form accessible by the widest array of equipment including outdated equipment. Many small donations ($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt status with the IRS. The Foundation is committed to complying with the laws regulating charities and charitable donations in all 50 states of the United States. Compliance requirements are not uniform and it takes a considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up with these requirements. We do not solicit donations in locations where we have not received written confirmation of compliance. 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Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be freely shared with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support. Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S. unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily keep eBooks in compliance with any particular paper edition. Most people start at our Web site which has the main PG search facility: http://www.gutenberg.org This Web site includes information about Project Gutenberg-tm, including how to make donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.